En plaza Catalunya se vive una revolución. Es una revolución de mentira, con revolucionarios de cartón, acampados con sus colchones, sus tiendas, su cocina, sus carpas, periodistas, fotógrafos, turistas, gente ociosa y curiosos, juegan con sus perros, se vive una revolución, un par de días de revolución y después cada uno a lo suyo. Han llenado la plaza de lemas, de nombres, de reflexiones colectivas, principios, dignidad, lucha pacífica, porque el futuro ahora es plaza Catalunya, por eso ahora este cruce de caminos también recoge el espacio Tahir, Islandia, lugares donde alguien cree que algo se mueve. Me muevo entre todas estas reflexiones, veo la plaza como un zoco en el que el tiempo se llena con comisiones de trabajo, la gente escribe su nombre en listados de nombres que luchan por la dignidad, por una nueva sociedad en la que los intereses prioritarios sean la vida, frente a la política económica y ya está, es así de fácil. Todos los que están allí están seguros de eso, intentan coordinar la acampada, barren, friegan, hablan, cocinan, duermen, comen, ríen, ejercitan sus equilibrios sobre una cuerda floja y esperan a las nueve, para una cacerolada general y después a las diez y media para la asamblea general, esa asamblea donde repetirán una vez más, el malestar por la precariedad, las desigualdades, el cambio, la nueva sociedad…pero ¿dónde están todos los que faltan?: los trabajadores del metal, los médicos, los profesores, los estudiantes, los agricultores, los músicos, los jueces, los albañiles, los comerciantes, los poetas ¿dónde están?. No están allí, tampoco hay parados, ni jubilados, por no haber no hay ni policía, ni cruz roja, no hay muertos, ni heridos, no hay barricadas, vandalismo, incendios, tan solo una concentración de chicos, con sus perros, sus tatuajes, como si el Sonar se hubiera adelantado quince días. En un pequeño cartel leo cifras de otras concentraciones similares, Soria, Logroño, Alicante, Valencia, Madrid. He visto y leído las declaraciones de los políticos y no hay inquietud alguna, tan tranquilos, ninguno se va a exiliar, ninguno va a dimitir, entienden que no hay ninguna cuenta pendiente.
-Son chicos –dice uno- de izquierdas.
Los de extrema derecha dicen que son de extrema izquierda, terroristas y el pez se sigue mordiendo la cola. No es mayo del 68, no es nada, corearán algunos lemas, sonarán las cacerolas y después cada uno para su casa, incluso los que se apuntaron a la cola de la comida común, un plato de arroz, patatas y ensalada y una rebanada de pan, volverán a sus cosas, como muy tarde el lunes. Cuando me canso de ver y oir lemas y principios salgo de la plaza Tahir, Islandia o Catalunya y bajo por la rambla, que sigue siendo la misma de siempre, con sus carteristas, sus turistillas, los trileros, las terrazas, sus kioskos y los carteles electorales, con todos esos que te sonríen y a la vez, te dan una palmada en el hombro.
-Confía en mi chaval y el domingo vete a votar.
No confío en ti, pero el domingo iré a votar. En el sobre no habrá ningún candidato, tan solo meteré la declaración de principios de la Plaza Catalunya, por si sirve para algo, ese es mi voto secreto, porque todos los demás ya no me representan… y el próximo año, continuará la fiesta.
(Pero las ganas de reventar esta farsa de democracia y de ladrones, sigue intacta, y eso me preocupa más que cualquier otra cosa) Plaza Catalunya 16 horas del 20 de mayo de 2011 .
http://youtu.be/ymfQuLxHUuIhttp://youtu.be/neXLCujznZw