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lunes, 31 de octubre de 2011

LOS ESTERILES





A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante. Oscar Wilde.

 Olvídate, lo tienes que pagar, lo pagas todo incluso lo que no deberías, porque también cargas con todo, con lo tuyo y con lo que te ha rodeado y por eso a veces tienes que romper con lo que venga, porque llega un momento en el que lo que quieres es caminar con tus propias botas, salir de ese camino carretero y pisar el tuyo y con el tiempo ver que alguien te sigue, alguien que no  conoces ni te conoce.

-Esa es la vida amigo –dice el cínico- no esperes que nadie más te lo diga.

 Si vas a V y no conoces, ten cuidado con Los Estériles, esos que habiendo vivido todas las edades, se quedaron en la adolescencia y ahí siguen, sin más generación que la suya, sin más motivación que reflejarse en un espejo, sin más amor que el que les devuelve ese reflejo, sin mayores ambiciones pero sin que los de su alrededor tengan ninguna, para no sentirse solos, porque el final de Los Estériles es la soledad, una soledad que se fabrican cada día y siempre posando delante del mismo espejo y recibiendo esa imagen de la que están enamorados, no una imagen cualquiera, esa imagen idílica de la adolescencia, la misma imagen de los zombies pero al revés, ni una arruga, ni una costra, calvicie, bolsa, papada, una belleza sublime y permanente  la de Dorian Gray y su doloroso retrato, una pesadilla del mismo calibre que la del cuerpo descompuesto de este Halloween tan celebrado en noviembre y en las series de cine B y el disco girando, girando y la aguja en el mismo surco, la misma canción de los Stone, de U2, de AC-DC …, bandas de viejos cadáveres y jóvenes seguidores zombies.
Si vas a V, no hagas fotos a Los Estériles, no hay nada que espante más a un estéril que una foto actual, sin precaución, sin contraste de grises, sin la iluminación adecuada, puede que sin los medios necesarios esa foto refleje de verdad, lo que los espejos no se atreven a decir. Y ahí están en sus rincones, encorvados, entre sombras, destruidos, amagando, esquivos, pendientes, sin nada que hacer, sin ningún puente que cruzar, con toda esa esterilidad que te convierte en una figura de cera, rígida, inerte.
Si vas a V, les notarás, solo tienes que darte una vuelta y ver a los que no tienen hijos (nunca escuchan a ninguna mujer), ni se les espera y a los que hace muchos años que los tuvieron, pero se negaron a crecer con ellos y así siguen olvidados por los hijos, los amigos y esos espejos, que no cesan de enviar ese retrato juvenil, esos buenos espejos del café Diario, del Casino y en general de todos los bares (detrás de las botellas), a veces tan cansados, a veces tan sutiles al desprecio.
Si vas a V, ten cuidado con los deseos, esos deseos se quedan atrapados dentro de ti. Si de repente te sorprendes mirándote en uno de ellos, despierta, espabílate, no les devuelvas la mirada y por un instante aléjate, ellos no se moverán. Cuando regreses, cada una de las veces, también volverán ellos, Los Estériles, torcidos moralistas, los que nunca se atrevieron a dejar de mirarse, presumidos, indolentes, arrogantes, narcisistas, vanidosos y afectados y los peores de todos, los imitadores vagos y la chabacana cobardía de los aduladores, ellos también seguirán allí; y yo seguiré volviendo para verles, no hay espectáculo mejor.
Pero así todo, tú que no conoces, si eres débil, no caigas en sus falsos enigmas y quieras compartir sus falsos secretos, porque cuando mires dentro, no verás nada, no hay nada y si lo hubiera... tú (tan débil)  no sabrías distinguirlo.
- ¿Hay algo más delicioso que eso?.


 

V(Valencia de don Juan. Leon). Todo lo demás es en homenaje al retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.


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domingo, 23 de octubre de 2011

Mi madre es un pez

 

Es el resultado de los relatos de treinta y tres escritores en ciernes y algunos ya consagrados y por lo que se ha dicho, no engloban ninguna generación; se presentó el jueves 20 de octubre, en el Café Salambó (del escritor Pedro Zarraluki) en el corazón de Gracia, apelotonados en la zona de billar, entre la escalera, la pared y la barra. Asistían Malcolm Otero, los chicos de  Sajalin, Ediciones del Silencio (estos últimos, anfitriones del acto) y unos cuantos de los escritores que llenaron el libro con sus relatos y formaron esta familia.  Gonzalo Canedo fue el encargado de abrir la presentación que fue breve y justa, continuó Sergi Bellver, con mala suerte por el micrófono o el ajuste de sonido y por una raquítica intervención, quizá pensara que lo que tenía que decir ya lo sabíamos todos, pasó el micro como si quemara y así de uno en uno,  todos con la misma brevedad hasta llegar a Javier Calvo, que analizó el hecho de publicar varios autores bajo un mismo título, traductor, novelista, coleccionista de libros. De todos los que andaban por allí, es el que mejor domina el medio, sube y baja, mantiene el gesto impertérrito, saluda a Zarraluki, y pasa al lado de los nóveles, algunos de los cuales también son traductores y novelistas, mirándolos a los ojos, diciendo tu estas ahí y ya sabes quién soy, no nos mezclamos, no somos de la misma generación, mírame pero no me hables, apártate a mi paso, soy Javier Calvo, publico en Mondadori, en Alfa Decay, soy un buen traductor (La broma infinita) y aunque nadie me lea, ya todo el mundo me conoce porque soy un dios reflectante; y así pero sin decirlo, pasó un brazo por encima del hombro de unos cuantos.
-A mi no me conoce ni dios –dijo uno de los escritores jóvenes, que podía ser David Ventura-        
Y ese fue el lema de todos los que hablaron algo después de Javier, “a mi no me conoce ni dios”, ni a mi, ni a mi, contestaban Camilo de Ory y alguno más de todos los demás. En dicha expresión, entendí que unos se suplicaban a los otros, ¡qué alma tenemos que quemar para darnos a conocer!. Y en esto el dramatismo se puso sobre la mesa, con una realidad.
-Yo escribí hace siete años una novela en catalán, y la leyeron uno o dos, ahora vivo en Ibiza, y estoy desconectado de la vida literaria.
Y así algunos de ellos, quizá futuros escritores, quizá nada de nada, ni tan siquiera la de formar parte de una generación, porque daba la sensación de que nadie conocía a nadie, daba la sensación de cierto mercadillo en el que nadie compraba “Mi madre es un pez”, nadie lee a los demás ni les interesa, pero todos quieren escribir y publicar, escribir y publicar pase lo que pase y por eso buscan la complicidad de los editores, que se hacen los despistados, cuando en realidad todos sabemos perfectamente que ser escritor o ser editor, (publicando y sin publicar) es la peor de las ruinas que te pueda caer encima.


Es el corazón de Gracia. A la puerta de los cines Verdi, un tipo con gabán lee sentado en una silla de camping, vende libros (o eso pretende) de autores de una indudable calidad y que en vida lograron el suficiente exito como para vivir de su oficio, todos los libros y todo, extendidos a sus pies; al lado en un banco de piedra, otros dos se disponen a colocar su mercadillo con más libros usados, algo paradójico, porque este es el barrio de Barcelona con más librerías, del estilo de la pequeña Pequod (nuevos y usados) en la que cada semana se inventan actos para dar a conocer a todos esos escritores a los que no conoce ni dios, a los que no lee nadie, que publican en mínimas, agotadas y arruinadas editoriales, que celebran en facebook, la venta de uno o dos libros de estos autores. Y ellos lo saben, saben que todos los demás terminan en la máquina de olvidar (muchos con razón) y con el tiempo se venden como libros usados, en mercadillos o directamente expuestos sobre una sábana en el suelo, como el puesto del vendedor de libros de los cines Verdi.
Todo fue eso y poco más, el acto duró apenas una hora y una hora más tarde Fernando Clemot, inauguraba su Café El nostre racó en la calle Boira, otro escritor que también colabora en Mi madre es un pez, otro escritor que no pertenece a ninguna generación, otro escritor que tendrá que vivir de un local, al que asistirán amigos y escritores en ciernes, porque la venta de sus libros no pasan de cien ejemplares subvencionados.

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domingo, 16 de octubre de 2011

ZOMBIE

 
 
La noche del viernes 14, Sitges se llenó de muertos vivientes de todas las edades, en un desfile sin pies ni cabeza, donde la gente se ponía a la cola, con la cara pintada de rojo, algo de maquillaje y el andar desarticulado de lo que es un zombie típico, ni mas, ni menos y todo el mundo se lo pasó bien, no hubo necesidad de contratar a la orquesta Mondragón, ni a Alaska, ni a las Nancis Rubias, no tuvieron que gastarse el dinero de los impuestos en montar un gran escenario, no hubo pregonero ni alcalde, nada, tan solo la gente con ganas de zombis, de muertos vivientes, de novias vampiro, y fue el colofón del festival del cine de Sitges, en el que siempre te encuentras muy a gusto, en el que se respira mucha libertad, en el que todo el mundo se mezcla con todo el mundo, actores, actrices, directores, cámaras, guionistas,  la gente de TV3, periodistas y este año en especial, un año muy bueno en películas de principio a fin, entre las que no debes dejar de ver “Mientras duermes” de Jaume Balagueró, con Luis Tosar, Marta Etura y Alberto San Juan. A los actores ya les conocéis, son buenos, te miran a los ojos, dan miedo, hacen sufrir, es decir te sacan los sentimientos de allá donde los tengas guardados a diario, te joden y disfrutas, disfrutas como un perro.

Jaume Balagueró
Jaume Balagueró es otra cosa, un tipo corriente como tantos otros y es tan corriente que da cierto reparo (a mi novia le estremece); tal cual es sentado en una terraza, a media luz en la cafetería del Hotel Meliá, lo miras y lo que ves es un tipo vulgar, casi lo odias por insulso, tiene la mirada algo muerta, se rapa la cabeza, su voz no suena como la de Luis Tosar, no crea tendencia, pero si se pone encima de un guión y detrás de una cámara, cuando empieza a gravar con todo su equipo, Jaume Balagueró se transforma, le crecen las uñas, le brillan los ojos, se le hinchan los labios, la mandíbula le dibuja una cara perfecta y el traje que viste permanece impecable las horas que sean, porque es su propia piel. Después de sorprendernos, entre otras con Días sin luz, Fragile, REC, lanza esta piedra que pudimos ver en la Secció Oficial Fantàstic Panorama y nos hizo disfrutar, yo disfruté especialmente, quizá por mis instintos de observador empedernido, de poder estar allí donde solo llegas con la imaginación, de imaginar, y esa es la gracia del cine y de esta película, que te descuelga de la hipoteca, del compañero cabrón, de los amigos graciosotes, de las huelgas en Cercanías, del calor, la humedad, de Ana Botella, de la contaminación, te sales de la vida diaria y por un instante estas donde no puedes, donde no debes, para ver lo que quieres ver, lo que en algún momento has querido ver.
En este festival además, hemos vivido la destrucción de Nueva York, hombres lobo en una aldea gallega, una Cosa extraterrestre dentro de un bloque de hielo, una sesión especial de una película de Christian Nyby "The thing from Another World” , virus, desgracias, cataclismos, inteligencia artificial, etc, pero he disfrutado con Balagueró, tanto como él ha podido disfrutar preparando y rodando esta película.  
La noche del viernes 14 de octubre, todos los zombies terminaron bailando en el paseo de la Ribera, algunos niños ya muy cansados fuera del personaje, volvieron a sus mimos ajenos al maquillaje y la palidez de sus caras, las novias vampiras desaparecieron por donde habían venido, todo el mundo se comió algún bocadillo, algún pepito de ternera con salsa barbacoa y al final, algunos zombies terminaron encontrando a su media naranja, casi igual de felices que la Duquesa destartalada, de la que también había copia.

 
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jueves, 6 de octubre de 2011

SUEÑOS DE BOLSILLO (Francesco Spinoglio)

Francesco Spinoglio y Jose Angel Barrueco

Es seis de octubre y son  las siete y media de la tarde. La acera de la Casa del Libro en Rambla de Cataluña de Barcelona, está llena de gente fumando; yo llevo nueve meses sin fumar.
J.A. Barrueco y Ubaldo
Dentro, esperan los que no fuman, algunos de ellos italianos, porque se presenta el último libro de Francesco Spinoglio, “Sueños de bolsillo”, de la editorial Entelequia (15,50 euros), la pequeña editorial madrileña de la pequeña Clea, la editora, que no asistió al acto. Francesco no está solo, con él su mujer María y parte de la familia de Italia; y a su lado el prologuista del libro, amigo y compañero de editorial, José Angel Barrueco.
Barrueco, nos puso al día con algunas curiosidades, que también se pueden leer en la solapa del libro y en el blog de Francesco y que yo repito, entre ellas que es italiano, que escribe en español y que apareció por aquí, como guiado por una pasión, la picaresca y escribir. A Francesco se le nota encantado, va, viene, mira, sonríe, gesticula, bebe agua y da las gracias a todos por estar allí y dice un par de cosas con las que estoy de acuerdo: una, que para cualquier familia es una desgracia que le salga un escritor, porque “está todo el día dormitando, como ido, escuchando y cuando menos se lo esperan, escribe cualquier indiscreción de la propia familia”, algo así dijo y una segunda,  que al lado de un escritor, “que tiene pesadillas, sueña, se despierta en medio de la noche, desorientado”, tiene que haber una persona equilibrada, que le ordene el caos y para eso miró a su mujer María, que también se notaba que es apasionada y disfruta apasionadamente, la vimos saludar, dar besos, ir de un lado a otro, atender a unos y otros, reir, emocionarse y llorar, María.


José Angel, por otro lado, elogió de forma contenida al escritor, de forma pausada como es él, habló suave, estiró el tiempo y terminó con la lectura de algunas líneas de “Sueños de bolsillo”,  correcto y breve, después agachó la mirada y no la volvió a levantar, es tímido
-No me gusta hablar en público –me dijo- ya se nota ¿no?
Se nota, se nota que prefiere la soledad, incluso cuando está rodeado de gente, busca la complicidad para apartarse un poco del sarao, del ruido y de toda esa gente.
-Estoy cansado, duermo poco –confiesa- hace tres meses que nació mi hija.
Y el bebé llora y lo que pasa con estas cosas de bebés, que el llora pero tu no duermes, supongo. Yo, por el contrario,  no duermo por otras cosas y entiendo cuando alguien dice “estoy cansado”, por falta de sueño.
Francesco, consiguió llegar al final, con un hilo de voz, porque verse allí rodeado de aquellos amigos entregados, era un largo deseo que se cumple con 28 años y eso quita el aliento, el aire y da emoción al asunto. Al final todo el mundo echó mano de un libro ( y una copa de cava) y pasamos todos a que nos lo dedicara, a lo que también se entregó, en cuerpo y alma.
Hubo fotos, Ubaldo (un escritor cubano, residente en BCN, con dos conversaciones, una muy colorista y la otra que es como el hilo de seda de una araña, casi imperceptible), cava, bocaditos, fotos, charlas, impresiones de escritores; S. y yo nos despedimos con muchos besos y abrazos, algunas promesas, algunas críticas, conocimos a algunos y nos dimos a conocer. Ellos seguían la fiesta, porque presentar un libro en Barcelona, siempre tiene que ser así, una pequeña fiesta. Yo me disculpé con  J.A. por no poder asistir al día siguiente a la presentación de su novela “Asco”.
-Empieza el festival de cine de Sitges -le dije y lo entendió como buen cinéfilo-
Saliendo ya de la Casa del Libro, pregunto a una de las dependientas por el libro de Barrueco,  pero (como ya me dijo él), no lo tienen; Se lo encargaré a mi librero y si hay suerte en  una semana o quince días lo podré leer, de momento leo y muy rápido “Sueños de bolsillo”.
Espero volveros a encontrar en cualquier otro momento, en cualquier parte, por el mismo valor y precio. Fuera en la calle ya es de noche, debería ser otoño pero seguimos con el mismo calor de Agosto. Un saludo.

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viernes, 30 de septiembre de 2011

BADAJOZ- ELVAS



Badajoz mira a Portugal y de reojo a Madrid, esa carretera y ese tren por el que entra y se va la gente, un M. que queda muy lejos de estos pastos, o quizá ya no tanto.
-Madrid se lleva a los hijos
-Unas veces regresan y otras vuelven.

Y otras veces nadie vuelve a tener noticias, como si entraran en un desierto que borrara todas las huellas.
 Badajoz no teme el sur porque cada día que se levanta respira aire africano y no teme la frontera, porque es una ciudad que tan pronto está a un lado como al otro, sin que nadie pueda diferenciar cuando ocurre una cosa y la otra.
-Hace años aquí –dice el taxista, señalando la Avenida de Santa Marina- había ciento cincuenta autobuses.

Era la época de la peseta y el escudo, cuando cientos de portugueses se acercaban a Badajoz a comprar, (igual que los catalanes con Andorra), cuando cientos de extremeños cruzaban la frontera hacia Vila Viçosa, Elvas, a comer mariscadas con la familia, un Portugal siempre más barato para los españoles y una España más surtida que esos pueblos del Alentejo.
-Ahora es igual de caro –dice resignado el taxista- y además los portugueses ganan menos que antes.

Quizá sea eso, o sea que es fin de semana de Agosto, o sea lo que sea, el caso es que en Agosto, Badajoz cierra; un domingo a las cuatro de la tarde no hay nadie absolutamente nadie por la calle, salvo 36º de calor seco y algún turista que busca un lugar donde tomar un café con hielo, porque también el Museo de Arte Contemporáneo, también está cerrado y cerrado estará el lunes y cerrada nos encontramos la Catedral.
Badajoz como Soria, no tiene río, aunque el Guadiana lame sus heridas, el río deja a un lado la ciudad y en esa zona los tres puentes que lo unen con Portugal, así como los hoteles que están siempre al otro lado, igual que las chavolas del río y los pescadores, siempre al otro lado de Badajoz.

Plaza Alta
Badajoz, son sus callejas del Casco, sus plazas y ese calor colonial que lo convierte en una ciudad más de Méjico, Puerto Rico, Colombia o La Habana vieja, algo que notas nada más dejar la habitación del hotel, algo que notas cuando caminas por las calles empedradas, estrechas de casas bajas y encaladas, de casas recién pintadas y mujeres de Botero, que pasean por la calle o reposan en las terrazas de los cafés, ya sea en la Plaza Alta, en la plaza de la Soledad, de España, o en cualquiera de las otras plazas escondidas y bien pintadas, porque Badajoz muchas de las calles parecen recien salidas de una guerra o de un incendio, pero otras parecen recién pintadas, como posando para que las fotografíen, igual que las calles acabadas de terminar de lavar y de barrer. El caso es que por el calor o por el color de las cosas, el acento o el cansancio, en Badajoz se está más cerca de Iberoamérica que en ninguna otra parte y también más cerca de la Administración Extremeña, allá por donde íbamos, salía a nuestro encuentro la Diputación, alguna Concejalía de Recursos Humanos, alguna parte de la Junta de Extremadura, de algún tipo de institución o Club Taurino, iglesias sean catedrales o no y en las paredes de las casas abandonadas,  otro tipo de pintada, esta vez contra el estado, el poder o el sufrimiento de los toros. El domingo buscamos para comer y lo que me recomendó Zapico estaba cerrado, igual que la cercana Albacería San Juan, menos en la Plaza Alta, donde si tomamos cerveza a los pies de la alcazaba, así que después de ir de aquí para allá, entramos en la taberna El Bigotes y picoteamos unas tapas y respiramos antes de seguir. Y seguimos de un lado a otro, hasta que el calor nos mandaba para el hotel y unas veces volvíamos por puentes inhóspitos y otras veces por el de piedra que parecía más amable, ahora hay que cruzar esos puentes para saber la anchura del cauce del río y aquí hay que tener pecho de legionario para cruzarlos. Así que desde entonces fuimos en coche que en verano se puede aparcar en cualquier parte y descubrimos la cachuela y ahora soy devoto de este lodo, unto o crema que sale directamente del hígado del cerdo y de su manteca. Eso, una cerveza fría y una terraza caliente y puedes pasar así las dos primeras horas de la mañana; a partir de ahí olvídate y deja que te lo hagan todo, estamos en Badajoz.



Elvas
Y cuando te canses te coges el coche cruzas una frontera invisible y te vas a Elvas, te das un paseo, y si te entra hambre pides un bacalao con garbanzos en cualquier restaurante. Esta pequeña ciudad amurallada, tiene unas vistas maravillosas sobre Badajoz y un acueducto de treinta metros y cuatrocientos años de antigüedad, así como un castillo, iglesias y conventos, baluartes, plazas, bares y lugares en los que uno también se deja llevar, como si en estas tierras el tiempo fuera algo más despacio y sencillo, tanto como un buen café a sesenta céntimos.
-Obligado.
                                         Torre de la Catedral de San Juan Bautista (Badajoz)Licencia Creative Commons
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