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viernes, 31 de agosto de 2012

Palabras para Julia




Acuérdate de esta fecha, es el veintisiete de agosto de dos mil doce y son las cuatro de la tarde, acabas de nacer. Desde este momento empieza tu cuenta atrás, no es la cuenta de sumar como cree el resto de la gente, tu madre y yo sabemos que estas cuentas siempre restan, los demás creen que empiezan a pasar los años, que solo es una suma de días, pero tu también aprenderás que el tiempo siempre pasa en nuestra contra, como el agua de los ríos que ya nunca vuelve y contra nuestro poder y voluntad, es lo que llaman la vida. Ahora lloras y ahora te mueves de forma espasmódica, hace frío en esta habitación, oyes un idioma que no entiendes, ruidos que no distingues, casi no ves, apenas tienes los instintos de cualquier animal, pero más inútil, apenas te puedes mover y dependes de nosotros para que puedas salir adelante, de nosotros y de tu naturaleza que tira con fuerza. Pesas tres quilos y mides cuarenta y nueve centímetros, eres muy bonito y tu madre y yo no te dejamos ni un minuto, piel con piel las veinticuatro horas, dándote calor. Ahora duermes y lloras y expulsas meconio, heces, no se si sueñas, si tienes pesadillas, no conoces a nadie, pero ya hay gente que te ha venido a ver, que te sonríe y que te acaricia, pero no lo olvides la cuenta ya está en marcha. Intentaremos que en ese tiempo que te queda, la vida no te coma demasiado deprisa. Tendrás que aprenderlo todo y sobre todo tendrás que saber que cuando creas que has hecho algo bien, vendrá otro que ha nacido el mismo día, a la misma hora, en cualquier otro lugar, alguien cuyo reloj ya corre en su contra y duplicará tu apuesta y será con él con el que te tengas que medir y aprender, o serán los otros los que se midan contigo y aprendan y en esa apuesta por vivir y aprender y ayudarte a ti y a los demás a no resultar pedante, ni cargante, grosero e insufrible, a regular la vanidad de los que te adulen, te sentirás juzgado y a veces tendrás que ser tu el que juzgue y para eso las entrañas que ahora se te forman y te  hacen llorar, tendrán que ser fuertes y firmes para aguantarlo todo, esa felicidad que te va a llegar y también todas esas horas amargas que te esperan, eso es la vida y para eso ahora lloras y duermes, para que puedas cargar con ese peso y otros muchos pesos que te esperan. Escribo esto pensando en ti Elías, igual que hiciera José Agustín Goytisolo, cuando escribió palabras para julia y en su nombre y en el de todos los que estamos en este camino, tu también tendrás y darás amor, tendrás amigos y siempre habrá alguien que piense en ti, como yo ahora pienso.

miércoles, 22 de agosto de 2012

VIVA CRISTO REY



 

"Mientras los dioses no cambien, nada ha cambiado". Rafael Sánchez Ferlosio

Arde España, cada verano arde por los rastrojos y por los montes, pinares, reservas, paisajes. Los medios de que se dispone son abundantes, incluso acude el ejército y el Presidente de la Comunidad, del Cabildo, de la Generalitat, el alcalde, el pedaneo, el ministro, hidroaviones, helicópteros, escupiendo y meando para apagar llamaradas de quince metros, con el mismo resultado, miles de hectáreas calcinadas.
-¿Qué le apetece desayunar señor ministro?
-Manteca coloraa –dice el ministro, mientras le tiembla la doble papada- manteca coloraa –y se rie satisfecho-.

Arde España y se purifica en esa gran pira de agosto y como agosto,  fiestas desde Santurce a Bilbao, desde Gijón hasta Caldueñín, de Ribadeo a Losada y así hasta llegar a los meses de septiembre después de la vendimia, donde siguen y siguen celebrando -cebando- al Patrono, a la Virgen y a los distintos Cristos, que son muchos y siempre el mismo, es decir uno y trino desde siempre, Cristo Rey, desde que las cenizas cubrían la tierra de forma bíblica. Y a uno le invitan a esas fiestas.

Ese pueblo de trescientas casas, donde viven trescientas personas, ese pueblo tranquilo de teja o pizarra, donde en todo el año se oye un ruido, explota de golpe, se abren peñas, se compran hogazas, chuletas, panceta, entraña, cajas de vino, bollus preñaos, manteca coloraa, costillares, chorizos, se asan terneras, se preparan miles de tortillas, pollos, ensaladas, son las fiestas.
-¡Bebe vino, hostia!
-Si, que son las fiestas, ¡a morir!
 
Ese pueblo de trescientas casas, de siempre está rodeado de pinares y bocaminas hundidas y cerradas, de ríos trucheros, en el que todos emigraron a Francia, cuando los padres les dijeron “tienes que irte…” porque las tierras ya no daban nada, el centeno dejó de pagarse, la mina se cerró y no había nada más, y repitieron en las trescientas casas –tienes que irte- pero además busca dinero, porque no te puedo pagar ni el billete del tren. Y se fueron así, con una maleta pequeña y pesada, el pelo negro peinado a un lado, los trescientos y dejaron a la puerta a esos trescientos viejos, vigilando las casas que eran de piedra vieja, de pizarra o de teja, de adobe y ventanas pequeñas, vigilando porque irían a buscarse la vida pero volverían, los trescientos volverían al pueblo, aunque solo fuera para los cuatro días de fiesta de agosto.
Y todos emigraron y unos a otros como una Logia, se ayudaron, encontraron trabajo, trabajaron todos los días en silencio, sin visitar la Torre Eiffel, ni los Campos Elyses, sin entender nada, sin saber nada, aprendiéndolo todo (sin olvidar esa tierra mítica del padre) bajo el cielo oscuro de París y ahorraron para poder volver y dar el dinero a los trescientos viejos que esperaban en las trescientas casas, donde uno de los veranos ardió el monte, cada uno de los montes, hasta que las cenizas lo cubrieron todo, incluso el agua de los ríos y el agua de las fuentes, de los manantiales, de los pozos, incluso caían las cenizas sobre la capital y su catedral, de forma bíblica.
Y así pasaron los años y los emigrantes regresaron para formar sus familias y para volver a emigrar a Bilbao, Madrid y Barcelona y aquí ya en este territorio de Cristo Rey, montaron esas familias de emigrantes y trabajaron y se organizaron como una Logia, para ayudarse unos a otros, para el baile de los sábados, para que no les pasara nada -temerosos de dios- y sobre todo para poder volver cada agosto a celebrar las fiestas al pueblo y llevar de nuevo los dineros ganados y arreglar la casa y convertir la cuadra en un garaje porque el dinero que no se gasta en invierno, ni el de este año ni el del siguiente, se gasta en verano, en un Sinca 1000, en un 124, en un 1.500, eran los coches de los emigrantes, brillantes, bien encerados, esa obsesión por el coche, para no tener que ir andando de un pueblo a otro, de una fiesta a otra, para salirse de la carretera y chocar contra una encina, siempre una curva y una encina, siempre esa mala suerte.

Y te invitan y te agasajan y el baile y la orquesta y bebes más de lo que la sed te pide y te cuesta seguir de pie, pero tienes que aguantar porque todos aguantan y dicen –caguen dios, otro cacharro- y otro cacharro es ginebra con coca-cola para todos, para todos la orquesta, los pasodobles, la rifa del jamón, los pasodobles, “una vieja y un viejo van palbacete, van palbacete
- ….hostia …. que son las fiestas
Y la resaca del día siguiente, siempre coincide con la misa de doce, en la ermita, en la iglesia parroquial y después la procesión, con las sacristanas ataviadas con los rezos, “-Viva, Cristo Rey” y van todos, los trescientos que emigraron y volvieron y montaron sus familias, que ya son viejos, y todos usan camisas blancas y pantalones de tergal bien planchados y todos van detrás del santo, de la virgen en procesión y cantan loas y repiten a coro “Viva” y después, cuando la procesión termina, se van incorporando los hijos de esos trescientos, con resaca y gafas de sol, para tomar el aperitivo, martini, y agua con gas, que es lo que se toma en Francia.

Y ahora vuelve con más fuerza que nunca Cristo Rey, las monjas ministras, los ministros que apagan todos los incendios cuando ya no queda monte que quemar, gracias a los muchos medios y gestión ejemplar y si no se hace más es por la crisis, que quede claro que la crisis…

Y en el pueblo de los trescientos, donde los montes volvieron a crecer, pero no ya de árboles, pinos, fresnos, encinas, si no de monte bajo y arreglaron las casas de piedra vieja, las cuadras, las cocinas, los baños, levantaron casas nuevas, los alcaldes se contagiaron para construir piscinas, polideportivos,  hogares para dejar jugar a cartas a los pensionistas, canchas de baloncesto.
Todo iba bien, todo iba bien, todos eran ricos -como los franceses-, incluso los que no emigraron y se dedicaron a las chapuzas y después compraron una camioneta que ponía "Construcciones Fernández” y empezaron a levantar casas para los otros vecinos, tenían trabajo y cada jueves detrás de la furgoneta del panadero, aparcaba el coche del director de la sucursal de la Caja de Ahorros, para vender dinero barato a los vecinos.
-Claro, y pides dos millones más y cambias de coche.

Y ahora es agosto y el monte arde desde Portbou hasta Castrocontrigo, arden las islas, las penínsulas, los valles, las rastrojeras, y suenan las campanas de las iglesias, donde se desea y se pide a Cristo Rey que llueva, pero que no mientras duren las fiestas patronales, las fiestas de agosto.

-Mi chico se quedó sin trabajo –dijo uno de los trescientos- un ERE o no se qué.
-Si, como el mio –dijo otro- y ahí está la hipoteca del piso y del coche.
 
Y ya empezaron a decir que había trabajo en Alemania, pero que no había dinero para el billete del tren.

-Aquí todos emigramos, hostia –contesta uno- no se qué quieren estos chavales.
Y mientras, la madre calla y se retuerce las manos, en las que guarda un pañuelo blanco de algodón, porque la conjuntivitis le hace llorar unas lágrimas que no quiere.

Y cuando pasan las fiestas, cierran la casa y cierran el garaje y queda dentro ese Seat León tuneado, con los tubos de escape muy guapos, porque el chico dice que va a probar suerte, que primero va a ir a la vendimia y que después ya verá, porque aquí, en Bilbao, en Madrid ni en Barcelona, hay trabajo, que hay que volver a Francia y a Alemania.

-¿Entonces, como siempre, no?
-Claro,¡ qué te creías!.

  

 

domingo, 12 de agosto de 2012

CONNECTING PEOPLE




(El otro día conduciendo vi a un ciclista vestido de ciclista, subido en su bici de ciclista, hablando por su móvil. Eran las nueve de la mañana y yo iba a comprar el pan).

El mundo de los bobos existe, se llama así Connecting People. Cada bobo tiene su terminal telefónico, es su tiza y su pizarra y lo enseñan con orgullo, en el tren, en el metro, en los autobuses, encima de una bicicleta, mientras trabajan y mientras duermen, los bobos están conectados entre si permanentemente. Los jóvenes bobos, no dejan de escribirse mensajes a una velocidad endiablada, se relacionan, vibran, quedan, acuden en masa a los eventos, difunden, compran y venden, se enamoran a través de su terminal telefónico. Los dueños del negocio lo han conseguido, han conseguido que seis mil millones de personas permanezcan conectadas, interconectadas entre si, dependan de un producto que se renueva de forma infernal, generando ingentes cantidades de dinero y de bobos. Así el bobo forma parte de ese engranaje que es la globalización, ese gran mercado en el que puedes comprar una bicicleta diseñada en Alemania, cuyos componentes se fabrican en China y se montan en Yugoslavia, desde su terminal en una aldea asturiana con cobertura, esa palabra mágica y a la vez maldita que se resume en lo peor que le puede pasar a un bobo “no tengo cobertura”. Y aquí el bobo es cuando es capaz de subir al monte, coger un autobús, robar un coche, por el mero hecho de ir a buscar cobertura, para mandar su mensaje, para consultar facebook, twitter, twenty, quizá un poema de amor desesperado o quizá simplemente “k aces” y recibir en contestación “nada”. 


La educación ha sido privatizada, en unos pocos años, el número de bobos contaminará el paisaje hasta volverlo irrespirable, vocinglera, tuneada, bien musculada y depilada, formando esa masa mal informada, mal educada, que ocupará los puestos más bajos del mercado de trabajo y que a la vez no dudará en conseguir el último modelo de terminal telefónico y en muchos casos dos. Los viejos no entienden nada de todo esto, les supera por todas las costuras; les miran y solo ven chicos conectados a sus aparatos, aislados del resto, pero cuando miran al otro lado también ven a los padres haciendo lo mismo, las generaciones de bobos se van sucediendo, de forma ordenada  y limpia, pixelada, fotografiada bajo un mar de antenas de comunicación. De todo esto ha escrito Gary Shteyngart y publicada por Duomo Ediciones, la novela “Una súper triste historia de amor verdadero” . Bobos vulnerables. Y mientras escribo esto mi Compañía me acaba de enviar el siguiente mensaje: “Olvidate de los amores de verano. XXX  te ofrece el amor de tu vida: Samsung Galaxy y con Tarifa @XS por 0 eur”. La fecha tope para conseguir el amor de mi vida es el 31 de agosto. Por esas fechas nacerá mi hijo, que ya puede escuchar a través de la barriga esas odiosas melodías, pitidos y señales, mi mujer todavía no sabe que puedo encontrar el amor de mi vida, apretando una tecla de Nokia. Mi Compañía, pasada esa fecha, volverá a tentarme con una nueva campaña y volverá a intentarlo con millones de personas más, cada vez más volubles, más accesibles, más fáciles, porque sus tiendas tienen que seguir ordenando ventas por 0 eur, generando basura y yo seguramente, el tipo que ahora escribe esto, un bobo más, caiga en la tentación de ese nuevo terminal, porque lo más fácil ahora es dejarse llevar por este río de bobos, humildes y fieles servidores multimedia con gafas a pila e imágenes tridimensionales.
-conecting people my friend.   



sábado, 28 de julio de 2012

Mascotas




Esta, es la foto del año. Son cuatro amigos, de izquierda a derecha Laureano Debat, Sergi de Diego, Javier López Menacho y Juan Trejo. Todos escriben y dentro de unos años nos darán a leer algunos de los libros más nuevos o más conmovedores de la literatura de este siglo. En ese momento disfrutan de un relajante descanso, compadrean, comentan el partido de fútbol del Barça del que son seguidores, hablan de cine, son fans de Batman, del caballero oscuro, leen comics y viven en Barcelona y en esta foto parece que estén dentro de un escaparate a pie de calle, un escaparate en el que comparten espacio con cachorros de terrier, golden o carliño, en el que se paran los típicos curiosos que dicen: -¡ay qué monos!, y ellos ponen carita de decir: "adóptame, soy tu mejor mascota, llévame contigo", con las siguientes garantías firmadas por el dueño de la tienda: te pueden leer cuando estés aburrido, pueden acompañarte cuando estés solo, podran escribir para ti, viajar, incluso ser tus amigos aunque ellos conocen el oficio y saben  que ante todo, son tu mascota.
Pero no es un escaparate, están en un bar y le dan la espalda a la televisión; no te fíes de eso, estos tipos con cara de mascota, se pasan muchas horas viendo partidos, películas, conciertos,  se conocen todos los entresijos de todas las series, no obstante un profesor común, que no sale en la foto, les ha instruido en el secreto conocimiento de la creación (teleshakespeare) y eso les une entre si, pero como puedes ver en la foto posan muy derechos y eso es porque cada uno de ellos cuelga  de un hilo invisible y ese hilo es el que les conduce a su propio estilo, su propio lenguaje, su conocimiento del mundo a través de lo literario, esos mundos en otras visiones, esas calles en estos paisajes, todos viven en facebook, mantienen abiertos sus blogs en los que les puedes seguir día a día. Si no quieres hacerte cargo de sus cuidados como mascotas mejor no te quedes mirando, cierra esta pantalla y pasa a la siguiente o refúgiate en una tienda de relojes, a estos tipos no les puedes dejar abandonados en una gasolinera, como a cualquier perrillo en vacaciones o como a cualquier abuelo, porque a los seis minutos ibas a salir convertido en literatura, en todos los medios, o algo peor, podrías salir reflejado en una nueva ficción televisiva.
En esa aparente ensoñación de objetos de escaparate, tienes a unos tipos que esconden, cada uno de ellos, un as en la manga y ese as, es la novela que tienen guardada en algún lugar secreto, de la que ninguno habla, de la que se sospecha que existe y que van convirtiendo con el paso del tiempo en un ser mítico, del que se empieza a comentar, pero no ninguno de ellos dice nada, se apiñan y sonríen y empiezan a dar un poco de miedo. Si sospechas que a lo mejor no son tan buenas mascotas como dice el dueño de la tienda, lo mismo terminas huyendo por cualquiera de las calles del Raval, ten suerte y no intentes refugiarte  en la Oficina de Cristina Fallarás, te acogerá con una gran sonrisa, te dirá que te sientes y cuando se abra la cortina aparecerán ellos y te invitarán a seguirlos, entonces estarás perdido, tu vida, las lesiones que presentes, serán irreversibles, poco a poco la resaca se apoderará de ti y poco después lo habrás olvidado todo y por lo tanto tendrás que volverlo a aprender y eso es lo que vas a hacer ahora mismo, pinchando aquí:

http://www.barcelonainconclusa.com
http://interferenciasonica.blogspot.com.es/
http://elespaciorelatado.blogspot.com.es/
http://www.agapea.com/libros/EL-FIN-DE-LA-GUERRA-FRIA-9788492451074-i.htm
http://jorgecarrion.com/2008/05/30/el-fulgurante-debut-de-juan-trejo/

sábado, 21 de julio de 2012

LUIS MIGUEL RABANAL (De amores que van y vienen)

De amores que van y vienen tú encima yo debajo tú arriba yo payaso
De amores que siempre vienen (M. NICIEZA)


LMR se ha liberado del cuerpo pero nota como le pesa el alma y en esa pérdida ha ganado luz. Hace un tiempo me envió generosamente su poemario Lugares que imprimí y encuaderné con dos grapas. Se editó el 6 de julio de 2011 y ese es el final, porque el principio del tiempo para el que escribe poesía es siempre impreciso y siempre es doloroso. Lugares, es un testamento con veintidós poemas en el que hay un cuerpo que se va deshaciendo y un espíritu que va tomando forma, solo se ve si centras mucho tu atención, si te concentras, si eres capaz de perder el dolor, el peso, el calor, la humedad, la adicción, la sed y entras en ese estado en el que reposan los africanos mientras esperan el tren, mientras esperan que se llene el autobús para un viaje largo, o cuando esperan en el mercado que alguien compre su producto.
 
Y el viaje empieza en Montecorral, sin moverte, como una columna de piedra dentro de un jardín, y con la espalda cubierta de líquenes, pero entre esa maleza puedes recordar, puedes ver y sabes que ese, ya es un territorio onírico, el terreno que une la memoria de LMR, una memoria que también tiene mucha niebla.
Y el viaje es Olleir, un lugar que ya no existe y es tan real en la imaginación del poeta como lo es la memoria de un álbum, un lugar en el que los cuentos antiguos caen a tu paso como losas de pizarra

No mirabas atrás no fuera a ser
que el tiempo incumpliese contigo
su acomodo o que la noche te tizne
la palma de las manos
con un hollín sucinto
semejante a la desolación.

Escritura precisa, a veces te arranca dentelladas de carne y otras falsamente suave, todo lo suave que puede ser una cuchilla de afeitar sobre el cuello, mientras suplica y te  culpa de un dolor “Dime que no fue en balde,/ una estación tras otra sin el cielo/ auzl y sin el olor de las lilas, dime/ que fuiste tu quien suplía el afecto/ con manos destrozadas por el desdén y la cal.” Y otras muchas veces quieres y no sabes por qué esos paisajes, esos recuerdos encierran forcas, peligros, palabras espeluznantes, trapos viejos para abandonar, lástima y arañazos constantes, manteniendo en todo una cordura inexplicable, la cordura que solo puede producir el amor.

Con esta poesía no puedes tener prisa y no puedes fallar, hay que resignarse y esperar a que te abra esa puerta (en la que muchas veces esperas sin resultado, como un huérfano helado de frío), por la que hay que entrar a un mundo que unas veces es accesible y otras muchas imposible, un mundo vedado, como los cotos de caza muy vigilados, de donde es difícil entrar y difícil salir, sin arañarse.

“Resulta enojoso acordarse de ti/ por la noche, cuando no/ puedes respirar.

Hoy estoy de nuevo con el último libro de este poeta leonés, que vive dentro de una piedra blanda, inerte, que respira y duele, que ha ido esculpiéndose en versos, de dentro a fuera, como se esculpieron las montañas, desde tan adentro que no sabes calibrar la profundidad de esa sima, pero notas la llamada. El último libro se titula Música para torpes, lo forman veintiún poemas y a ellos se asoma de nuevo un paisaje y una nostalgia parecidos y parecido es este otro Montecorral que aquí aparece.

Este es un libro más complejo, encierra otros pesares y esa sima que antes parecía tan profunda ahora es insondable, siempre y cuando, tu mismo lo seas porque de repente el hermetismo se hace líquido, como un manantial en medio de un bosque, como una confesión. Pero el tono cambia, como se cambia de humor y de repente ajusta el paso de rosca y a alguien le ajusta cuentas, unas cuentas muy personales,

“Los dos coincidimos en que era
un estupendo susto la vida”

o quizá me equivoco y es esa voz femenina la que le está ajustando al poeta las cuentas, unas cuentas de las que nadie sale bien parado, o son todos contra todos, como un sin dios, como un puto torbellino que te atropella y te hace volar lejos de todos y de todo.

Es verdad que hay caminos que no conducen
a ningún territorio transitable y posible”

Ninguno y todos, todos estos terrenos terminan manchándome los zapatos, tengo que dejar pasar el tiempo y volver a leer este ramo de lirios del valle, antes de que sea demasiado viejo para aprender.

Me gustan palabras como almagre, gatiñas, desnevios, un salguero caído, ferrerina, collar de agavanzas, ñubero, y también Olleir versus Riello.

Una cosa más: de la memoria que dejan estas frases, bebemos durante años los escritores estériles de novelas, los que creemos saber algo y nos ponemos en el lugar de nuestros personajes y perdonamos, culpables y vanidosos, como el más culpable de los hijos de puta. Perdonadme, pero el camarada no sale ya de casa, ahora tiene que seguir leyendo dieciocho libros más de este poeta que se llama Luis Miguel Rabanal


 MusicaParaTorpes
Ediciones de Baile del Sol (2012)
colección poesía
cubierta: Ramón Buzón