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martes, 22 de enero de 2013

El cumpleaños de MANUEL ASTUR

Una crónica precocinada
Edita, Esto no es Berlin
 

Será por el prólogo de Juan Soto, pero este libro se vende a cientos en Barcelona, en Madrid y en Grado (Asturias), donde Juan Soto es un autor conocido, reconocido y consagrado y le invitan a un culín de Sidra en cada chigre, que es la forma en la que se celebra en las comunidades prehistóricas de este país la llegada de un hijo, de un amigo y de un libro, cuando el libro lo escribe Manuel Astur, el último de una saga de indios Astures…
-Yé malu comun diablu.
… borrachos y arruinados como siempre ocurre en las reservas que las autoridades crean para este tipo de indios, puede verse la historia americana, contada por Donald Trump, una historia del Sur, contada por el mestizo Tarantino, y otras historias de maltratos, conquistas españolas en el nuevo mundo, Fray Bartolomé de las Casas y Américo Castro.
La historia es que el indio Astur, se escapó de una de estas reservas y terminó en Madrid y después en Barcelona, es lo que tienen los indios que cuando escapan ya no paran de dar vueltas, de meterse en fiestas, en líos, editar revistas, en borracheras, perseguir chicas a las que marcan para toda la vida y escribir libros, también contribuyen a sacralizar esa gran ley escrita para estos casos, la primera de las leyes que se gravan a fuego en la educación de vástagos de buenas familias, que después irremediablemente repiten todas las demás, pensando que eso es educar, hasta desvirtuarla: “Dios les cría y ellos se juntan”. Y se juntaron, se arracimaron, se empocilgaron y ahí tenemos una gran amistad entre Soto y Astur. El legendario Juan Soto, un indio de Aguilas, Murcia, tropezó con Manuel Astur y los dos, borrachos como cubas, tropezaron con un tercero Sergi Bellver, que era más mayor y se terminaron los culines, pero no las cervezas y así hasta hoy, pasito a pasito, línea de facebook a línea de facebook,  libro a libro, paella a paella.
-¿Sergi Bellver?
-Si ¿y este es indio?
-No, este es colono
Y estando sobrios, pero fumando (que es una forma de hablar) se vieron muy tristes, muy de la vieja escuela del romántico dandismo, que hoy se denomina hispter y es cuando empezaron con aquello del Nuevo drama y andar en bicicleta por barcelona y eso, pero que eso es otra historia que no tiene la menor gracia, ¿no?, o lo cuento.
-No, no lo cuentes.
-Vale, por donde iba yo?
-Por lo de Sergi
Bueno, pues esto era Sergi, que también andaba pelando badana en Madrid, enseñando a los que no saben, aprendiendo a pasarlo bien, porque viniendo del seny de Barcelona, hay que aprender a pasarlo bien por la calle de la Montera, 2 de mayo, Bilbao,  callejas, bares, fiestas y chicas, pero chicas de verdad, no como las del Llobregat, el Besós, la indias Ter y todas estas interesadas de los cojones, escribiendo de vez en cuando, editando amigos, amigando a editores, sobreviviendo a cal viva.
-Que Sergi se ha puesto melancólico –dijo Juan-
-Pues nada, deja que se le pase, que se pone muy llorón.
Y Sergi Bellver, se dejó barba, se la afeitó, se dejó coleta, se la cortó, se murió, resucitó, dejó Madrid, volvió a llorar a cientos, se recuperó y en ese sube y baja, volvió a Barcelona, volvió a editar a sus amigos con Mi madre es un pez, que es un título que da bastante por culo, pero que se llenó de buenos escritores, de amigos que no eran escritores ni nada, buenos amigos que siempre salen mal y de buenos y malos relatos y le siguieron traicionando (que ni pa tomar un café) que es algo que Bellver valora mucho, como un miembro numerario del Opus Dei el cilicio y el se siguió inventando en la tómbola, vendiendo sus libros, llorando, subiendo y bajando en una Noria infinita, como la de David Foster Wallace, pero en la versión seny, es decir sin pañuelo por la cabeza, anunciando una novela, perdiéndola, volviéndola a escribir, un libro de poemas, un libro de relatos, un guión de cine, dos, tres, la novela que se ha gripado otra vez, un relato más, una crónica, una crítica, un no vivir hostia buscando piso, ¡un no vivir!, un no te guardo rencor, joder que noche más mala, ¡dios! que dolor de estómago, hostia que rusa más guapa, nen.
-Así se forja una personalidad ¿no?.
-¿Cómo, llorando?
-No, joder, escribiendo.
-Ah, claro, si, escribiendo y follando.
-No, aquí follar, lo que se dice follar, Bellver, el único, pero vamos a dejar este asunto para otro momento.
Y en esto, que Astur, recapacita y empieza a escribir del tirón, con una sensibilidad atormentada que enloquece a todo aquel al que salpica, algo como ser muy alto y mear en una taza de pared muy pequeñita y muy bajita, que no hay tu dios.
-Y encima es mi cumpleaños
-Felicidades
-No, que se llama así, el libro
-¿Es una novela?
-Poemas.
-¡Vaya título!
-Bueno, mira hay otros peores.

-¡malu comun diablu, pero mira yé escritor!

-¿Que cómo termina la historia?
-Si.
- Mal, David Foster Wallace se suicida y publican La escoba del sistema y El Rey Pálido, que es el primero y el último de los libros más parasitarios de la historia universal de la infamia, Javier Calvo gana en el 2012 treinta mil euros, con el primavera y publica en Seix Barral, Jordi Corominas publica no se qué de Gracia y no gana nada, Ginés Cutillas después de diez años firma su libro, Javier López Menacho el suyo, Jordi Carrión es trending topic de Masters de creación y periodismo, con solo una frase de Luna Miguel (otra india): “Este martes comenzaré un curso de la Pompeu. Ahora voy a poder decir que en mi época de estudiante Jordi Carrion me dio clase. Mola.” Y desde entonces tener un Carrión, es un objeto de deseo, de puto lujo, como un bolso de Gucci o Prada, o unos Manolos, Camilo de Ory arrasa en los premios Telva con su libro 300 que es como juntar la cocina y la poesía y follando más que Bellver, a la que te descuidas está follando (se queja amargamente, ella) y también da clases en Madrid, de poesía, de cocina y de follaperras.
-Claro, es que el instinto es muy importante.
-Si te falla el instinto de escritor, te conviertes en Antonio Gala.
-No, pordios, eso no.  
-Y si te falla el instinto de perra
-Pues te desahucian, Ley Hipotecaria tío y a contarlo a la tele.
-¡Joder macho, esto está dando de si!
-Bueno, un poco
-Y tu qué, publicas o escribes, o ke ases, dime ke ases, escribes o ke ases, parado o ke ases, en autobús o ke ases, dime ke ases.

En este punto se termina esta pre-crónica, que es algo de lo que Astur prepara para el quince de Febrero en Barcelona. Ese será el día, el lugar y la hora ya os lo dirá él.



¿Qué hace aquí Victor Manuel?. Y en ese caso dónde esta Anna Karenina.
Respuesta (rellenar la linea ponde donde los puntos):
Fo.. ando con.....

jueves, 17 de enero de 2013

MENACHO

YO, PRECARIO
Javier López Menacho
Libros del lince

 

Esta es la crónica ficticia de una crónica y empieza así:

"Cuando hay muchos linces, hay menos conejos, pero no por eso deja de haberlos."

Esa frase mítica es del panadero de Quintanilla del Monte, mientras cazaba y esperaba a que (perseguidos por los perros) entraran los conejos por la mojonera del castañar el día de todos los santos de hace ya años; (dicho en voz baja).
A mi que no se me olvida nada nunca (lo que me hace sufrir enormemente y en esa memoria reptil se incluyen gestos, miradas, actitudes, patrones de conducta, movimiento de pelo, manos, frases, tics), no se me olvidó esta frase y nunca supe que hacer con ella, cuándo utilizarla; durante un tiempo la sacaba en una conversación con alguna chica a la que quería trajinarme, con cierto éxito y hoy de nuevo la tengo aquí puesta, como a secar al sol. Dicho esto, continúo con esta crónica de mentira, que vais a leer de aquí a unos meses, cuando la crónica sea de verdad, igual que el libro.
Hoy la editorial del lince, saca al mercado los trabajos de un tipo, listo como un conejo que es a la vez un lince, se llama Javier, se apellida López; el segundo apellido Menacho le diferencia de los demás López y de los demás Javier y ahora con este libro se coloca en los escaparates de las librerías y eso es ganar terreno (hablamos siempre en precario, como es el caso). Todos sus amigos, incluso yo cuando me brillan los dos dientes de oro, le llamamos Javi, y Javi sonríe, no porque le haga gracia, sino porque es así, tiene esa naturaleza, igual que Pablo Ortega, un tipo de Cartagena no sonríe nunca y esquiva la presencia de la gente, como el lince.
Menacho, escribe desde hace mucho y ahora ve recompensado ese esfuerzo con la publicación mundial de este libro, es mitad lince y mitad conejo, el resto de los restos humanos se forma de una personalidad compleja, mitad muñeco de peluche, mitad crítico literario y cínico andaluz, mitad cómic, amigo de sus amigos, de sus ciudades. Yo como detector de metales de playa, me quedo pasmado a un palmo del suelo, cuando empiezan a pitarme los oídos y en realidad es ahí, cuando comenzó a escribirse esta crónica, hace meses...

...yo leía tan tranquilo, entradillas de su blog “el espacio relatado”, sobre los distintos trabajos que le iban saliendo y en los que participaba, como si fuera un juego que empezara así:
“-Hola, ¿Javier, no? Encantados de conocerte”
.
Los trabajos eran precarios, de media hora, medio día, entregar un coche, contar la gente que entra en una boca de metro, cosas que parece que no hace nadie que conozcas, pero existen y la gente trabaja así, por veinte euros. Tiempo después, le oí explicarlo de forma anecdótica (en una cena en el Raval) utilizando las mismas expresiones, palabras, frase a frase, coma a coma, que yo había leído en su blog y entonces me pitaron los oídos, pensé, este barco tan pequeño por debajo de la línea de flotación de las anécdotas, tiene más barco, aquí hay calado. Me brillaron los dientes y le presté atención.
Creo que algo parecido le pasó a Enrique Murillo, al que no conozco, con el que nunca he hablado, ni charlado, ni tomado cerveza, de quién solo sé que es el editor de la editorial de la que hablamos y ya está y de resultas de esos pitidos en el detector del editor, aquí está el libro.

Como que el libro ni siquiera ha llegado a los talleres de la imprenta, ni a las librerías, ni a las manos de Javier, y tampoco se ha convocado día, lugar, ni la hora de su presentación mundial en Barcelona, yo no he podido escribir esta crónica que se basa en la presentación y tu no estas leyendo esto, así que ¡qué!, qué quieres que te diga!

-Pues si, quiero que me digas, que mientras haya linces habrá conejos.

Lo que te digo, que quedamos para ese día, que será sobre las siete de la tarde, en el espacio consumido que utilizan las librerías para las presentaciones. Vete pronto, porque estarán todos los amigos del escritor, arropándole como camisas de cuadros en su cumpleaños, sonrientes, el reflejo del mejor Javi. Mientras tanto piérdete por los años de su blog, empezarás a conocer a este tipo, sus trabajos, sus horas, su familia, sus amigos. Es estimulante y creativo, transcribe muy buenos paisajes humanos, muchos de ellos dolorosos, muy sentidos, a veces son reflexiones de no más de trescientas palabras y con eso consigue idear una trama perfecta, como la pelota, de uno de sus espacios escritos, que termina por pesar lo que tiene que pesar (mi padre nunca ha conseguido explicar a qué me dedico). Ahora Javi, utilizando menos fuerza, llega más lejos que nunca, se ha quitado peso y ahí está. Un saludo.

sábado, 5 de enero de 2013

Negra i Criminal: YO VIVIA AQUI



Yo vivía aquí 1989-2012
Carlos ZANON
Editorial: Playa de Ákaba
Poesía

Prólogo, Eduard Sanahuja

Presentación en la Librería Negra i Criminal. Calle de la Sal. Barceloneta. Barcelona, a 5 de enero de 2013. Paco Camarasa, Carlos Zanón y Lorenzo Silva

Esta mañana el mar andaba suave en las playas de la Barceloneta. Al mar le han crecido escolleras y playas con forma de media luna, playas como las de Ákaba, al otro lado del alma.
La calle de la Sal no tiene tráfico y los niños juegan en ella como en un patio particular. Con las paredes tapiadas, esa calle (de la madeja de calles de la Barceloneta) comienza con la librería Negra i Criminal del librero Camarasa y termina con el restaurante Can Ramonet. Los bajos de esa librería tienen bodega y o me doy prisa o mi cintura no me dejará ya bajar a ver lo que el librero esconde en ella, no otra cosa que sean libros y sentir ahí abajo el mar, algún tipo de miedo infantil de mazmorra, pero mi cintura y mi barriga crecen más deprisa y el hueco cada vez que lo miro parece menguar.
La hora de los sábados en Negra, es la una de la tarde, siempre la misma hora y casi todos los sábados del año. Cuando entramos nos entretenemos en recorrer con pasos cortos las dos estancias de la librería, sus colgajos, las fotos, el pequeño museo de sombreros, tacones de aguja, flexos, y sobre todo libros, libros puestos del derecho y del revés, apaisados marcando territorios y de repente me veo con un vaso y a Paco ofreciéndome de la botella
-Un poco de vino?
-Claro
Faltaría más, voy yo a hacerle ascos a un vino. Y va llegando la gente, poco a poco. Entran un par de putas portuguesas amigas de Barry Lyndon. Todas las camas de las casas de la Barceloneta son heredadas, la humedad, los vecinos, los bares de tapas, las gorras de marinero, hasta Dios es una herencia.
La que Negra te da esta tarde es la presentación de un libro que recorre los años 1989 hasta 2012. Son muchos años, mucha poesía que escribe Zanón al que Lorenzo Silva presenta como un novelista que ha ganado su crédito con apenas tres novelas “Nadie ama a un hombre bueno”, “Tarde, mal y nunca” y “No llames a casa”, novela negra como debe ser una novela en esta ciudad.
-¿Y de la poesía?
La poesía retrata bares, ambientes, una estufa tosiendo, la ropa vieja de las almohadas,

“Casi triste:
La verja de hierro se cierra,
de golpe, en un chasquido,
como un disparo a ciegas.”


Cole Porter, Otis Redding, Keats y Byron y encontré por el camino a la calle de la Sal, gatos sordos tumbados al sol, un viejo solo sentado a un banco junto al sol y después vi repetidos por las terrazas de todos los bares al gran Gatsby y un plato lleno de conchas de almejas, ya sorbidas.
Y no me cuesta nada creer que las novelas negras que escribe Carlos sean muy distintas de estos versos que leí el día que presentaron la editorial en la Casa del Libro, y que ahora vuelvo a leer (porque la poesía es lo que tiene que la lees sin principio ni fin, lees poesía cuando el cuerpo te lo pide y sanas y enfermas), como una línea más de esas novelas que ha escrito y de todo lo que va a escribir en los próximo años. Siempre he creído que lo bueno de la poesía es que es la forma de afinar, la única forma de afinar para poder escribir otras cosas.

“Ni tampoco, a eso de las nueve,
creas al camarero que te sirve
lo que necesitas y no quieres.
No le creas tampoco a el
aunque diga sentirse tan a gusto
entre tu adicción y su cocaína.”

Fue breve, cada uno tuvo a bien decir lo que habían venido a decir, todos de pie, la librería llena y mientras ellos hablaban y todo el mundo sonreía, Paco preparaba unos mejillones para tomar el aperitivo, allí y en la calle, todos juntos, una familia negra y criminal en la primera semana del año. Dentro, queda siempre la voz de Lorenzo Silva recitando. Estar allí hoy sábado fue un regalo para todos.


domingo, 30 de diciembre de 2012

EL MOLINO Y LA CRUZ


Lech  Majewski
Cines Verdi. Barcelona
(El camino del calvario.1564. Brueghel el viejo)

 

Es un cuadro aparentemente caótico que transporta a los paisajes holandeses, una crucifixión, alejada del plano principal en el que se ve la soledad de la virgen, consolada por el apóstol San Juan. Toda la escena es una perspectiva tumultuosa, en la que se mezclan mercenarios al servicio de soldados españoles, invasores católicos, y un hombre con una cruz a cuestas hacia su destino fatal. A su alrededor hierve todo ese movimiento de curiosos, feriantes que aprovechan el tumulto, niños que juegan y en lo más alto el molino con aspas en movimiento, un día ventoso, un escenario que no tranquiliza a nadie, esos escenarios que le gustaban al Viejo y que reproduce en todos sus cuadros, tanto de paz como de guerra.
Es ahora, cuando el cuadro toma vida en forma de película rodada por Lech  Majewski, un tipo que te regala imágenes de una belleza poco común, en la que respiras el aire, oyes a los grajos del cuadro revoloteando por encima de tu cabeza, picotándotela, notas el frío y la soledad y te mete en ese molino que apenas se apoya en una pared de piedra que es como una grieta en el paisaje, que cruje. La pasión y el calvario de Jesucristo en el centro de Europa.
Aquella época fue un mal momento, guerras, muertes, delaciones, la cultura de la muy católica España enfrentándose a la cultura de las sombras, a los no creyentes, una sangría de dinero y hombres, que no sirvió para nada.
 Aquel pintor que ya sabía que su vida se agotaba, lo vio así, en la película es testigo directo, pinta los hechos tal y como un fotógrafo de guerra asiste a una ejecución. Y en paralelo te enseña los paisajes hasta llegar al pan, las costumbres, el cine al servicio de este juego de retransmitir y darle vida a una escena, a esos campesinos del siglo XVI que escuchan al árbol antes de talarlo, que venden ese pan del molino, el molino, los molineros, los paisajes brumosos, los juegos de los niños, todo lo pinta en sus cuadros, que son siempre una tentación para los cineastas y los novelistas,  llenos de vida, de acción, de miradas.
La acción de la película, con esa medida falta de palabras, es de una violencia tormentosa, el tratamiento que se da a los personajes es de absoluto abandono, dolor, indiferencia por los demás y vacío, esos personajes, bailan, lloran, sonríen, pero no hablan, no se transmite emoción alguna y esa dureza junto con la de algunas imágenes, te pone al borde de un infarto cerebral. Es otro cine. Estos días se puede ver en la sala 4 de los Verdi, pero solo en horario de las cuatro de la tarde, ya que comparte sala con otra película. La sensación al salir a la calle, es la de que no has superado todos los obstáculos.

jueves, 13 de diciembre de 2012

HOLY MOTORS


 
Empieza y termina. Vuelve a empezar y vuelve a terminar, y nunca sabes si va a volver a empezar, pero de nuevo comienza, se quita la piel, la nariz, los postizos, uñas y pelucas y ya no sabes si su cara es su cara o solo una máscara más. Entra y sale del absurdo, sin límites y te deja el cuerpo lleno de sensaciones que terminan siendo cicatrices cuyos reflejos no quieres en tu espejo. Si alguien no conoce el aspecto de  la infelicidad, esta película es un resumen, vete a verla. Éramos seis y  la sesión, la de las cuatro de la tarde.

Por la mañana visito el Cementerio de Poblenou (1775). Algunas criptas me resultan familiares. En alguna parte de mi memoria se aloja alguna imagen que no recuerdo pero que me termina mareando. Me cruzo con dos hermanas, una de ellas me saluda. En ese cementerio hay operarios que ponen a punto algunos mausoleos, también hay alcantarillas y supongo que pasadizos y conexiones hacia calles, réplicas de otros mundos paralelos, duendes que devoran flores. Antes de comer en el mercado de Santa Caterina, visito el museo Frederic Marés, me cruzo con dos visitantes, apenas nos miramos. Paseo entre la colección de vírgenes con niños que proceden de León, Navarra, Palencia, Zamora, vírgenes madres que sostienen a su hijo, con extraños parecidos, son todas del siglo XIII, cada cara marca un carácter, cada gesto un estado mental, ordenadas, carcomidas, conservan restos de policromía, conservan toda la energía de aquella época, siglo XIII, es de locos y de locos es la colección de cristos crucificados, uno detrás de otro, también del siglo XIII, casi todos miran con cierto placer, creo que el románico es el arte más paranoico de la civilización europea. Cada una de las caras de esas vírgenes con niño (son como un libro de familia) existió en algún pueblo, cada uno de las caras de esos cristos también, si te fijas en ellas te lo cuentan, lo están deseando, desean hablarte.

La infelicidad de padres con hijos, la infelicidad de mujeres solas, de perros reales que duermen en la misma cama que los personajes a los que acompañan, de la luna reflejada en el parabrisas de una limusina blanca, una trampa, el camerino de una estrella sin público, pero con un productor (Michel Piccoli).
-Pareces cansado

Todos los personajes fuman, todos los escenarios son inhóspitos, degradados, extremos, explosivos, todos son suicidas que van preparando su camino, un camino que se recorre hasta el agotamiento y surge una y otra vez la música de  Dmitri Shostakovisch (Funeral March) , esa despedida de Kylie Minogue, con el Pont Neuf de fondo, (ese puente en el que hace muchos años yo escribí el nombre de una chica), después de haberle escuchado cantar Who we where de Neil Hannon, haciendo girar a la película en el desconcierto, con un final de secuencia brutal.
 
Todo es brutal y detalladamente escrito en ese guión que aparece en cada una de las nueve crisis o capítulos. Denis Lavant, el protagonista, no te da ni el más mínimo respiro, ni te lo da Carax, uno de los directores de cine más bastardo e hijo de puta. Conoce cada uno de los planos y sabe lo pernicioso de la reacción: construye sin maldad, como sin argumento, apenas existen diálogos y los que hay se agotan desde el principio faltos de ironía, cicnismo, de un laconismo y una falta de emoción, de energía, de vida, que produce un inmenso desasosiego contado en planos cortos, no es el cine de David Lynch, es Carax levantándose de la cama en la que duerme su perro, abriendo la puerta hacia una sala de proyección y enseñándote un camino por el que nadie ha pisado antes, ni siquiera él, que también es espectador.

Termino el día vagabundeando por el gigantesco, desolador y polvoriento aparcamiento del centro comercial Icaria en la Vila Olímpica, en el que la máquina no acepta tarjetas para validar el ticket del parking y en el que he abandonado dos horas antes el coche, entre huecos sin numerar, que se han ido llenado de sombras. Es parte del guión.