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domingo, 24 de noviembre de 2013

FATHER (Biblioteca de Viladecans)


            Comí la carne y bebí la sangre, tu carne y tu sangre y seguí siendo torpe, pecando, equivocándome con la verdad, me cansé, me arrodillé, te pedí perdón, me até los cordones de los zapatos rotos y continué. No puedo ser siempre culpable padre, por eso ya no quiero comer ni beber tu sangre. Después de muchos años levanté la cabeza por encima de los escombros y pude ver el paisaje. Me puse de pie y vi que el paisaje llegaba lejos, nada me impedía tener una visión clara. Di un paso, podía moverme, caminar y llegar; dije una palabra, vi que podía hablar y eso me produjo alegría, andaba solo y no me inquieté por eso, no había referencias, ni caminos, detrás de mi quedaban bien marcados mis pasos y eso me alegró y a la vez supe que también se borrarían, se convertirían en escombros como lo demás. Encontré una piedra y me senté en ella, también era agradable sentarse y esperar y es cuando dije las primeras palabras
-Yo soy el padre
Podía hablar, me sentí extraño con esa nueva sensación, podía repetirlo
-Soy el padre
Encontré en los bolsillos un papel y escribí esa palabra, padre y eso me produjo satisfacción y en aquel mismo momento pensé que todos los perros tienen boca, que el mundo es imperfecto y en eso reside toda la belleza, también que había fealdad y que tendría compañía porque el camino es para todos, que aquel paisaje después de los años no era solo para mi y volví a escribir “soy el padre” y pensé que era así porque podía dar y crear vida y también lo escribí para volver a sentir satisfacción, en ese momento, después de escribir y sentir volví a pensar que llegaría también la inquietud y aunque la satisfacción me gustaba, a la vez me inquietaba. Y es después que vi a otro hombre caminar erguido, despacio, con dificultad pero lleno de dignidad, era como yo, descubría el camino y quería sentir satisfacción o quizá inquietud o quizá lo que ese hombre descubría no era bueno. No me molestó, el mundo debía estar lleno de hombres así que un día se ponen a andar y empiezan a sembrar detrás de ellos huellas nuevas, quizá encima de otras ya borradas por los escombros.
            El auditorio se abrió dentro de una caja perfecta, cuadrada, estéril. A un lado alguien pudo poner sus banderas y un atril donde colocar las manos y un micrófono que recogía la voz y la devolvía clara, amplificada. Aquella caja, sus  sillas ordenadas con un pasillo a los lados y otro en el centro, se fue llenando de gente, poco después ellas se sentaron. Por cada grupo de cinco o seis mujeres, había un pequeño hombre. Venían de lejos, habían perdonado a algún hombre, sonreían, hablaban entre ellas sin conocerse, esperaban. Yo también entré, había ensayado para hablar, saludé como explican los manuales de comunicación, iba vestido, buenos zapatos de piel de potro con los que había pisado el sol del día. Aquel día luminoso no entraba dentro de los planes de la caja perfecta que tenía su propia luz. Vi la mesa a la que me sentaría y que me separaría de todos los asistentes incluso de mi mismo. Sobre la mesa alguien colocó carpetas y dentro una hoja de papel con algunos nombres en el que estaba también el mío, ELIAS GOROSTIAGA, así como instrucciones bien ordenadas, algo que miré por encima sin atención, ese papel me produjo fastidio, también aquí había reglas y cerré la carpeta. Alguien dejó una botella de agua precintada y un vaso de plástico, desenrosqué el tapón y bebí directamente de la botella porque los vasos de plástico antes o después se derraman y volví a enroscar el tapón con delicadeza. Pensé que el agua me aclararía la voz, pero la voz siguió confusa, pesada, apelmazada en la parte baja de la garganta. También la mesa tenía un micrófono. Un hombre se me acercó y me instruyó en el orden de las intervenciones, repitió lo que tediosamente había leído en el papel, le miré y vi que era un hombre cabrón y bueno a la vez, que cumplía con su trabajo, todo eso formaba parte del acto, del tiempo de aquel auditorio perfecto. Cerré la carpeta y la volví a abrir, y la cerré y al volverla a abrir, leí otros nombres NOEMI TRUJILLO y REMEI LOPEZ volví a cerrar la carpeta y la volví a abrir. Ese hombre le daba una gran importancia al micrófono. Iba a mover el micro de la mesa al atril y del atril a la mesa y a ese movimiento no dejaba de darle una gran importancia, insistía en que le indicara cuando debía mover el micro de la mesa al atril y del atril a la mesa.
-Yo estaré atento a sus señas –dijo-
Antes cumplí con el protocolo y fui a buscar a un hombre a la estación. Ineludiblemente debía asistir al acto. La aguja del reloj marcó las once y media de la mañana y en ese mismo momento el tren de la R2Sur, entró en el andén, puntual como un esclavo.
 -Si no viene en este tren, ya vamos tarde.
Antes de terminar la frase aquel hombre bajaba sin prisa las escaleras para salir del apeadero. Le abracé. Caminaba despacio pero ardía por dentro, ya que el tiempo de este hombre era distinto a mi tiempo y al tiempo de las mujeres.
Las primeras sillas, fueron destinadas a los hombres que iban a hablar de su libro, en las primeras sillas de los auditorios nunca se sienta nadie a pesar de ser el lugar más cercano, el más visible, la gente siempre intenta protegerse de algo, algún peligro mental, prefieren tener a alguien delante y así en una sucesión hasta llegar a la primera fila. En esas sillas vacías figuraba el nombre de los ocupantes JUAN VICO, OSCAR SOLANA, SERGI BELLVER, JORDI CARRIÓN, DAVID YESTE, DAVID BARBA. En la mesa nosotros también teníamos nuestro cartel, nada se escapaba al auditorio perfecto
            Se presentaba allí NOMADAS, una recopilación de textos escritos por veintiún autores que habían desayunado en mi casa a las nueve de la mañana. El desayuno fue el siguiente: pà de pagés tostado, untado con tomate y aceite de Jaén de primera flor, queso bien curado, lomo embuchado, aceitunas tratadas con salsas, churros bañados en chocolate, vino con denominación Rioja, café y leche y además bizcocho de canela y fruta, troceado en dados con un asombroso sombrero de azúcar glaseada. No había periódicos del día, la alfombra estaba enrollada para que nadie pudiera pisarla, con un pequeño cadáver dentro y los veintiún autores aprovechando un descuido se pusieron a firmar mis libros, libros que ellos no habían escrito, ni leído, necesitaban firmar algo real, mi casa se convirtió en una pista de precalentamiento para lo que sería después el auditorio de la Biblioteca de Viladecans y a su paso, todo quedó lleno de cadáveres sonrientes y buenos días.
            Todo se desarrolló conforme al papel de la carpeta, donde añadí un nombre más Ana María Trillo. Después, ni antes ni después, Noemí Tujillo vestida con un abrigo blanco con las mangas llenas de flores, volvió a contarme el orden de las intervenciones, me explicó detalladamente los planos del auditorio, su perfecta estructura cuadrada, yo en aquel momento ya estaba borracho, miraba a toda aquella gente y no entendía ni de donde habían salido ni que esperaban, ni con qué fe, pero todos sonreían como si les hubiera tocado el premio de Viladecans,  además de borracho trataba de mirar con ojos de mujer a los autores que se felicitaban de estar allí, que entretenían su tiempo académico consultando sus ipad, engañándose, pensando en sus propias palabras, esas palabras que no sabe uno si van a llegar o se van a perder en ese camino sin huellas, en ese paisaje devastado y pensé para mi.
I am the father
Y eso me dio fuerza para seguir y sostener mi borrachera, con el pelo pegado al pelo y la frente fuera de su sitio, la barba recién planchada, los ojos cansados y las manos muy ordenadas junto a puños de camisa impolutos. Habló Remei en nombre de la Biblioteca que alberga en sus estantes miles de libros que nadie ha presentado nunca, porque pertenecen a una vieja época en la que no se habían inventado el espacio, ni el tiempo, ni la risa, y habló en nombre del auditorio perfecto y degustó palabras de batalla a las que no presté ninguna atención porque sonaban a café, pero que se aplaudieron con fervor, como si todas las manos tuvieran en ese momento guantes blancos, como aplauden los dibujos animados de Wall Disney. El hombre del micrófono estuvo atento a mi señal pero no le di ninguna señal y Noemí se hizo cargo de la situación comentando con voz de adolescente y mirada de miel, lo confortablemente bien que se encuentra en Playa de Ákaba, los catorce títulos en el primer año editorial, se notó su satisfacción por el proyecto Nómada y me dio las gracias por haber participado en él, en ese momento empecé a escuchar cascabeles, primero uno, después diez, después cien hasta llegar a un número gigantesco de cascabeles, miles, millones, eran todos los cascabeles de todos los arrieros y sus mulas, de todos los caminos que han recorrido los arrieros y sus mulas por todas las tierras y por todos los caminos de arriero, sentí satisfacción ante tal acumulación de sonidos, satisfacción. Los Rolling Stone habían llegado sin invitación a la fiesta Nómada, vi a Lou Red sentado entre el público a Robert Mapplethorpe, y después de esta enorme borrachera hablé yo. No puedo recordar lo que dije, no me pude oír, el hombre del micrófono se descojonaba, dije algo de mi y de mi familia, una chica me hizo una foto que salió muerta, dije algo de Vico, de Artigue, de Carrión, dije cosas sueltas que se iban pegando por las paredes y se disolvían en la luz del auditorio perfecto, o que caían delante de mi y al otro lado de la mesa, como ranas pequeñas. Me fui volviendo transparente hasta desaparecer, miré el reloj que cronometra el tiempo y vi que era un tiempo distinto al anterior, era distinto al tiempo del que disponía Jordi Carrión y que ya había gastado antes de entrar, distinto al tiempo expresivo de Juan Vico, al tiempo lento de Oscar Solana, al tiempo de Sergi Bellver que envolvió sus palabras en una bufanda que tejida por Ainhoa Rebolledo mientras tricotaba como contramaestre en el barco Pequod, y sus palabras empezaron odiándome y terminaron amándome, el tiempo de Manuel Vilas teletransportado desde Nueva York, donde reside actualmente, al cuerpo de Juan Soto, por lo que Juan  podía disfrutar de la experiencia de Vilas, de su firma de ejemplares y Vilas de Juan dándose placer con sus jóvenes novias, en un tiempo que para Vilas casi ha caducado, el tiempo del placer salvaje, vi como Charlie Watts, impecable, hablaba con David Yeste y se ofrecía para tocar la batería por los pueblos con su banda y cuanto más hablaba con él más se le hinchaban los ojos a David que explicó sobre un tiempo de músicos y de sus viejas leyendas de pueblo. Y después o quizá antes, levanté las cejas, la mirada, incluso un hombro y el del micrófono, tan atento como un podenco en el campo de batalla, hizo presa sobre el cuello del micro y lo transportó degollando un cable negro del tiempo de los cables, un tiempo que todavía no ha terminado, hasta clavarlo en el atril, junto a las banderas que goteaban colores pringosos en el suelo perfecto del auditorio y que todos los autores pisaron sin devoción alguna.
            No cruzó ningún avión por el espacio aéreo de Viladecans. No cruzaron por sus calles las viejas motos de los rockers, aprovechando ese momento familias de ciclistas, manadas de ciclistas gordos buscando una meta que terminaron delante de un plato de butifarras con alubias, atravesaban todas las calles y se perdieron por el territorio y las vegas. Y pasados todos los momentos, los autores empezaron a firmar sus libros, rodeados de aquellas mujeres que habían perdonado, Vivian, Arantxa, Lola, Elena, Maribel, Susana, Amalia, Anna, Juana La Loca, Isabel La Católica, La Duquesa de la casa de Alba, doña Vicenta la maestra, Cati, y así un sinfín de firmas y de deseos, yo también estuve allí, me llené los dedos de tinta y firmé con una vieja estilográfica Párker West Germany, que compré hace más de veinte años, para firmar libros y que ha permanecido virgen y vieja hasta hoy, cargada con tinta Waterman Havana ink indeleble. He firmado docenas de copias de un libro que es de otros, de veintiún autores nómadas que han dejado su hueva de alacrán, su larva, sus genes, en ese caldo, he firmado y he sentido las confesiones del público que deseaba el libro como el flotador de un naufrago, os he besado a todos, os he besado hijos míos pero no guardo memoria nada más que de unos pocos, los que caminan.
I am the father.





    

viernes, 15 de noviembre de 2013

NOMADAS (II) La entrevista

Elías Gorostiga: «El viaje te descubre, te enseña y te cambia, todos los grandes escritores han experimentado viajando»

Queremos celebrar con todos vosotros el inminente lanzamiento de Nómadas el próximo 19 de noviembre. Nómadas es una antología de relatos de viaje de cuya selección y prólogo se ha encargado el autor Elías Gorostiaga.
Por eso, qué mejor manera de empezar esta celebración que dirigiéndonos directamente a Elías y pedirle que nos cuente los entresijos de esta antología tan especial.
Entrevista a Elías Gorostiaga: «El viaje te descubre, te enseña y te cambia, todos los grandes escritores han experimentado viajando».
ELÍAS GOROSTIAGA
Fotografía: Ana Portnoy
¿Cómo surgió la idea de crear Nómadas? ¿Por qué ese título?
La idea se la propongo a Noemí Trujillo, directora de la editorial Playa de Ákaba, en la última semana de mayo de 2013. Fue a raíz del taller literario que se celebró el 25 de ese mes y por el flujo de una tormenta de ideas que empezó a surgir entre los integrantes del mismo. Una de esas ideas era celebrar el primer año de vida de la editorial con la edición de un libro de relatos que ha terminado siendo este,Nómadas. Todo fue muy deprisa, buscamos título, el título era el primer paso para atomizar todo lo demás. El primer fin de semana de junio le estuve dando vueltas al asunto y fue mientras leía Moriremos mirando de Alberto García-Alix, de donde surgió ese título. Para mí García-Alix siempre es una fuente de inspiración. Después llegó un primer listado de treinta autores y una idea descabellada para la portada: era la representación de La Sagrada Familia en la calleja de un barrio industrial: junto a una Harley-Davidson, una pareja y su bebé. Al final la portada es elección de Noemí, un sugerente paisaje entre dunas. Los autores (veintiuno) llegaron como la buena fruta, una vez que la idea inicial estaba madura.
 ¿De dónde surgió la idea de crear un libro de relatos de viaje?
La idea es siempre del viaje, me encanta viajar y me gustaría poder viajar como en el siglo xix; me gusta fijar el viaje escribiéndolo, contar el viaje y ese viaje tiene maestros que van desde Conrad hasta Caparrós o Nooteboom, desde J. Esteva hasta J. Carrión, viajeros, novelistas, poetas; el viaje te descubre, te enseña y te cambia, todos los grandes escritores han experimentado viajando, escribiendo de sus viajes. La segunda parte de esa idea empieza y termina celebrando el nombre de la editorial Playa de Ákaba y de Lawrence de Arabia: un símbolo y un viajero.
 ¿Cuáles han sido tus tareas como coordinador?
Sobre todo elegir a los escritores, coordinar la entrega de textos con el maquetador y con Noemí e ir afinando la maqueta hasta la revisión final y la última corrección en la que ha trabajado en solitario Noemí, después de un montón de revisiones. El trabajo al principio ha sido lento y esa lentitud y ese verano de calor me fue llenado de ansiedad para poco a poco ver que el libro tomaba forma, que los escritores respondían con sus textos, que el libro iba creciendo, todo más o menos en tres meses.
¿Qué ha supuesto para ti, como persona y como escritor?
Para mí ha sido desenterrar el pasado y a la vez darme cuenta de lo fácil que es levantar de nuevo los posos del fondo del lago. No obstante, cuando tratas con escritores también tratas con su vanidad y sus egos, esa es la parte más difícil y la más insoportable. Todos estos tipos de la antología están tocados por la magia, tienen miedo, muchos están muy solos, son frágiles, no solo por vivir una época como esta, (la mejor de las épocas y la peor de las épocas) o por ser este el final de un período, de un ciclo económico, simplemente hablamos de gente frágil.
 ¿Qué ha sido lo más difícil en tu tarea de coordinación?
Sin duda cuando tienes que pedir a un escritor que te envíe un texto y a la vez le tienes que decir que no se va a publicar; y después luchar contra el tiempo, el período de entrega, controlar la ansiedad que eso te genera y pensar que, en cualquier momento, un accidente, una decisión, una tormenta puede arrasar la cosecha y ya no va a haber otra oportunidad.
 ¿Y lo mejor que te ha aportado este proyecto?
La satisfacción de llegar al final del camino. Por otro lado queda la incertidumbre y de nuevo la ansiedad de esperar que el libro se venda y termine gustando a los lectores, pero hablamos de libros y lectores no de Coca-Cola; la sed de los libros y de los lectores es impredecible.
 ¿Cómo fueron seleccionados los autores? ¿Qué perfil de autor buscabais? ¿Te ha costado mucho cerrar la lista definitiva? ¿Se te ha caído algún autor?
No comento sobre los autores que no están en la antología, cada uno de ellos es un mapa y un territorio. Respecto de los perfiles, las listas y las caídas, uno va formando su biblioteca por contagio de lecturas, un libro te presenta otro, un autor te ayuda a elegir el siguiente libro, un camino te lleva a un viaje, y es así como vas encontrando y vas seleccionando. Igual pasa con los vinos, cuando has educado el paladar no te cuesta elegir, con los autores no te cuesta acercarte después de haberlos leído y eso es lo que hice, leerlos, conocerlos y después ponerme en contacto con ellos, siempre intentando mantener ese principio por el cual escritores consagrados junto con escritores que empiezan a escribir, todos escritores viajeros, que han vivido en muchos lugares, que hablan varios idiomas, que viajan, que se mueven, de muy distinta sensibilidad y locura, que le mantienen el pulso al cambio de paradigma que se está viviendo ahora mismo.
Los relatos que componen la obra son muy variados, aunque todos tienen en común el nomadismo, literal o figurado, ¿se planteó alguna premisa a los autores o se dejó libertad absoluta en su creación?
No recuerdo ya las premisas y por el resultado creo que a nadie le importaron mucho; al ser puramente orientativas a veces no sirven para nada, por eso yo también me olvidé de las premisas y dejé que fluyeran los textos, hay autores que mandaron textos ya publicados, o que forma parte de lo que será una novela. A mí esas elecciones me parecen bien, sobre todo cuando el tiempo de convocatoria es tan escaso y el verano metido por medio, pero al final será la opinión de los lectores la que termine eligiendo cada trabajo y poniendo a cada uno en el orden que le corresponda.
 ¿Se hizo selección previa de manuscritos o de autores?
Se eligió a los autores según mis gustos y según mis gustos algunos fueron rechazados. Fueron los que se quedaron los que tomaron el alma de la edición; agradecí a los que me dijeron que no participaban por estar ocupados en distintos proyectos; alguno se bajó a medio camino disculpándose de forma peregrina y me dejó con el ramo de flores en medio de la iglesia, aún así el peor de todos es el que no contesta ni siquiera por cortesía. Aun no siendo yo nadie en el circuito literario, lo menos que pueden hacer es contestarte, decir algo más que ese silencio, pero ahí intervino la suerte de encontrar la ayuda y la experiencia en antologías de Sergi Bellver, que tenía a mano a dos autoras y hubiera tenido muchas más, que fueron un balón de oxígeno como podréis leer.
 Con Nómadas, la editorial Playa de Ákaba inaugura su colección de narrativa breve; hay quien la considera un género hermano menor de la novela, y quien la considera un género muy complejo por el dictado de la limitación de espacio. ¿Cuál es tu postura como autor?
Yo tengo muy poca obra, y la que tengo no se ha publicado, casi es mejor que esto sea así. Y el resumen es ese, hay críticos que odian lo breve, hay lectores que prefieren apasionados panfletos decimonónicos de miles de páginas, hay autores que condensan sus novelas dando como resultado libros geniales, difíciles, lentos, macizos, pero que todo el mundo tiene en su casa o en el bolsillo trasero de sus Levi´s. Sí, hay de todo y uno ya ha pasado por el sarampión, la varicela, la salmonelosis, sí todo eso. El paisaje que ahora recorro es el de lectores utilizando dispositivos portátiles de forma compulsiva y con muy poca concentración porque constantemente reciben mensajes que abren y contestan y todo eso viene en el mismo paquete. La editorial Playa de Ákaba debe tratar de definir bien su proyecto editorial, tal y como lo están haciendo Alfabia, Mal Paso, Jekyll and Jill, Ático de los libros, Minúscula, Libros del Lince o Candaya, antes de arruinarse en el abismo, no solo creando espacios de poesía, novela o narrativa breve, sino de definiendo qué o a quién publicar, para qué lector, en qué formato, con qué gusto. Lo que hace bien Playa de Ákaba es canalizar ideas, conducir el esfuerzo de los participantes de sus talleres, que son materia prima caníbal, carne de escritor con la que ir editando, primero Nómadas y en el mes de abril de 2014, la nueva Carta basada en laCarta sobre el comercio de libros que escribiera Diderot al gremio de libreros y en la que colaboraremos más de cuarenta autores, de nuevo una tormenta de ideas para editores, libreros, políticos y la industria del libro. No sé qué saldrá de ahí, tal y como funda su derecho, la editorial paga a sus autores, nos mima; mientras el mercado no lo impida, puedan gastar fuerzas y gastar ganas, algo saldrá, tarde o temprano algo saldrá.
Desde la redacción de la Revista Digital Playa de Ákaba queremos agradecer a Elías Gorostiaga el tiempo que nos ha dedicado, su amabilidad y sobre todo, el habernos dado la oportunidad de conocer mejor Nómadas, un libro que sin duda dará mucho que hablar en los próximos meses.
A todos vosotros, os emplazamos a seguir la actualidad editorial de Playa de Ákaba. Pronto publicaremos una serie de 21 cuestionarios que hemos preparado para los autores que han participado en Nómadas. 21 formas de entender la literatura, 21 formas de viajar por el mundo. No os los perdáis.
Redacción Revista Digital Playa de Ákaba

domingo, 6 de octubre de 2013

LIBRERIAS


Presentación en Barcelona 3 de octubre de 2013
Librería Laie 19.30 horas


1.-
Recuerdo el catálogo de Círculo de Lectores y el de Disco Play, los dos andaban de un lado a otro por casa, pasando de mano en mano de todos mis hermanos, hasta que llegaban los libros y los discos que habían pedido, éramos una feliz familia unida. Recuerdo eso y años más tarde la pequeña biblioteca pública que instalaron en un local situado entre los Juzgados y la Cárcel vieja, frente al castillo y junto a las cuestas del río, la bibliotecaria era coja y siempre sonreía. Me gustaba rebuscar en las estanterías y llevarme el libro prestado para devolverlo leído quince días después. A partir de ahí comienzo a comprar libros y discos y a montar y leer de mi propia biblioteca y de forma desordenada, a escribir caóticamente, más o menos igual que ahora, en esos años me cargué de fantasmas e intuiciones, una úlcera duodenal, períodos en los que intercalaba soledad y lectura sin apenas contacto con los amigos, rehuyendo a la familia y períodos de abandonarme a mi suerte y a la de esos amigos, para volver a casa, solo y por dormir, cuando eso era posible, períodos oscuros y vacíos en el espacio-tiempo, ese no lugar que tanto nos gusta visitar de vez en cuando, que pasa a ser un añoranza.
2.-
Jorge Carrión llega a este otoño de 2013 con un libro que ha ganado el 41 premio Anagrama de Ensayo, de una forma insólita, pues ha quedado finalista y de paso contestando las incertidumbres del futuro sobre Naturaleza de la novela, el ensayo de Luis Goytisolo. Las incertidumbres no se terminan de aclarar del todo, pero Jorge te da pistas sobre el pasado, analiza el mundo de los libros a partir de Stefan Zweig, con el que inicia el recorrido, ese vertedero que es la primera memoria colectiva y de ahí construye un mapamundi que comienza con libros de viaje; con las botas bien acordonadas se va asomando de forma concienzuda a las librerías más antiguas del mundo, en un desplazamiento ordenado por África, América de norte a sur, Europa, desde el orientalismo de Tánger, a la exclusividad de París, Londres o Berlín, de las pequeñas librerías a las grandes corporaciones, para terminar con un canto a la cotidianeidad de las nuestras, las de nuestra infancia, las de nuestros recuerdos, y también de los libreros. Ahí aparece ese Jorge más íntimo e intenso que le da al ensayo un sentimiento y una doctrina, esa que mueve a Goethe, García Márquez o Chatwin y que no es otra que la creación de mundos nuevos y el lugar donde poder encontrarlos todos juntos antes de que terminen devorados por un Mc Donalds. Este libro sólo lo puede escribir alguien que consagra su vida a la literatura, que ama los libros, que vive por y para ellos, que a cada ciudad que llega visita sus librerías, por pura necesidad, por placer, habla con los libreros, observa sus escaparates, el sótano y la trastienda, lo que se vende y lo que no.  Este escritor ha compartido esta vuelta al mundo de los libros en un recorrido en el que te encuentras acotaciones, iconos culturales, películas y teleseries. El jueves se presentó en Barcelona.
3.-
-Eres fiel­ como una perra –le dije a V nada más entrar-
-Por Carrión si –dijo ella heroica, con una mueca de desprecio-
Después le di dos besos sin conseguir que relajara ese gesto, su acompañante apenas se enteró, la cosa fue así de rápida.

La carne es lo que tiene, se va pudriendo. Carrión unas veces es Jordi, otras Jorge y otras J. No es la primera vez que escribo de él ni creo que sea la última. Estaba contento por muchas razones, por el premio, por la editorial, por el autor que lo había ganado, por todo el sarao que se monta cuando un libro se pone en marcha y porque se alimenta entre otras energías, como la que produce todo ese motor literario del libro, de los libros. Todo fue ordenado de forma milimétrica, estábamos allí presentes a gusto del autor, a Antonio y Martín esos detalles se les pasa, pero los detalles estaban entre la primera y la última fila en la que yo estaba rodeado de los amigos, alumnos y colaboradores de J, toda esa comunidad. Antonio es Monegal y es profesor, eso quiere decir que da clases, que enseña, que fue profesor de un buen alumno como es Carrión y a la que presentó a la que hoy es su mujer, y hoy ese buen alumno se lo agradece, todo en una y le abre el micrófono para que presente su ensayo, un ensayo que ya era una célula, cuando estudiaba y mucho antes.
-De niño quería ser detective privado –dijo J- ese era mi libro favorito “Cómo ser detective privado”, con el que soñaba y que conseguí.
Antonio Monegal, habló de librerías, de libros y del tiempo
-El tiempo es lo más valioso que tenemos.
Todos movimos la cabeza afirmativamente, aceptamos que es así y a la que vas cumpliendo años más lo reconoces y continuó con la idea de que leer lleva una buena parte de ese tiempo, que no lees todo lo que compras, que a veces dejas libros a medias porque no son lo que parecen y que odia los libros electrónicos porque te señalan porcentajes de lectura, pero no te haces a la idea de por donde vas, como en un libro físico. Antonio Monegal, sonríe mucho cuando dice algo pretendidamente gracioso; en los demás se nos dibuja un gesto que se queda en sonrisa condescendiente. Monegal parece un buen tipo, aunque también lo parece, el profesor químico, de Breaking Bad.
Martín es Caparrós, ese apellido se convierte así en un adjetivo. La última vez que lo vi  se había afeitado el bigote por completo, hoy de nuevo ese bigote  volvía a ser poderoso, renacía espeso. La última vez vestía una camisa negra, hoy era una camiseta negra. La última vez vivía con una maleta, hoy ya ha dejado la maleta en un piso de Barcelona. Martín Caparrós andaba delicado por culpa de algunos pensamientos en los que andaba su hijo, y un hijo todo el mundo sabe lo que debilita, mucho más que una mala mujer, su lugar no son las librerías, le agobia ver toda esa cantidad de libros y de autores, siendo él una pequeña molécula en competición con todos los demás y se abruma, pero lo que dijo quizá fue suficiente para dibujar un estado con el que recorrer el libro.
-Jordi Carrión es como un sabueso –dijo Martín- sigue el rastro, se desvía, pero de nuevo vuelve al rastro que son las librerías.
Con eso fue suficiente. Dijo sabueso, cuando todos entendimos perro, pero perro para Martín, quizá tenga otro valor como palabra, es lo que tienen las palabras que unas veces se cargan de peso y otras quedan flojas, para mi sabueso se queda corto hablando de Jordi Carrión.
J. habló el último. Nos miró y desgranó pequeñas pepitas de cómo había llegado a escribir Librerías. Nos contó que ayudaba a su padre (en su tiempo libre vendedor para Circulo de Lectores) a repartir libros por las casas, tal y como cuenta en el ensayo, lo de querer ser detective enseñando a sus amigos a serlo, (siempre enseñando) y nos hizo cómplices de su felicidad. Nadie en Laie estaba por estar, todos teníamos un motivo, una razón, una amistad, un cariño, porque J, Jorge, Jordi y Carrión, lo ha dado todo y a la vez han montado una maquinaria bien engrasada que toda junta forma una Iglesia y esa institución se va llenando de fieles, apóstoles, predicadores, ángeles y arcángeles, devotos de todo tipo y condición y como siempre pasa en estos casos, también ha comenzado a devorarse, no hay Iglesia que no termine comiendo carne, bebiendo la sangre y guardando reliquias en esa memoria colectiva. Habrían hecho falta tres veces el aforo, para albergar a todos los que faltaban, pero con los que estuvimos fue suficiente para agotar los libros de la tienda. Después vino el cava, los saludos, las firmas, las sonrisas y un final de fiesta, al que no se quiso apuntar Caparrós, por esa disculpa del hijo con el que tenía que hablar,  los demás con y sin hijos tomamos cervezas, como tiene que ser. Al día siguiente, con el acto de Pequod (por la que ya pasan todos los grandes) y un vermut, Jordi Carrión cumplió con Barcelona. Barcelona ha agotado su segunda edición, espero que Anagrama reponga sus librerías, antes de generar altercados entre teleadictos. 


 

sábado, 14 de septiembre de 2013

WILLY URIBE, salud y fortuna



9788415070313

El último viaje del Omphalos
(los libros del lince)
Presentación en Barcelona
La Central del Raval
Barcelona 12 de septiembre de 2013





Un barco es una isla. Un barco anclado frente a una isla es un archipiélago y un barco abandonado a su suerte, una ratonera.


            Es así como Willy Uribe (Bilbao, 1965) comienza esta novela que se presentó el jueves en el Raval. Como viene siendo habitual La Central ha abandonado la vieja capilla y prefiere organizar estos actos entre las islas de libros del ático, mejor ventilado, más amplio, sin necesidad de esa piel con piel de fiesta gay o de bodega de barco negrero, esa falta de oxígeno. Esta presentación no se había difundido mucho por la red ni por ningún otro medio, por lo que asistieron allí cuatro amigos, un par de gatos, algún dibujante, compañeros de fatiga (me senté al lado de Javier López Menacho y delante de Santiago García Tirado), compañeros de editorial y poco más, incluidos Enrique Murillo e Ignacio Vidal-Folch. Enrique Murillo es el editor, presentó el acto de forma breve y sin alardes, tan natural como un viejo amigo habla con otro viejo amigo en la barra del bar, esto último es lo que faltaba allí, unos pinchos y un zurito.
            Ignacio Vidal-Folch, soporta una larga carrera, soporta como puede la vida, porque a los intelectuales les pesa la vida más que a los demás y esa carga se le nota a Ignacio. A Ignacio hace años le vi presentando  a Ray Lóriga en el Fnac de Diagonal y pensé para mi que tipos tan distintos, y con esa manía mía les hice fotos, entonces con una vieja cámara de carrete, cuando a Lóriga le faltaban unos cuantos tatuajes en los brazos y seguía con Cristina y cuando este espacio no había sido cedido a la cafetería; Ignacio también andaba de público en la presentación del último libro de Patricio Pron, ese del título largo del espíritu de las plantas de salón sigue subiendo en la lluvia, que tanto gusta a los amigos de Mondadori, pero desapareció despacio, tanto que le hizo correr al editor Claudio López para lo que fuera que Claudio López tuviera que hablar con él. Así que no me sorprende y a la vez me sorprende verle con Willy Uribe en este acto
-Este libro se lee en cinco horas, tomando café –dijo en ese tono suave del que toma café despacio-
Y se enrolló, primero con el micrófono al que no le sacaba nada más que susurros, (se lo colocaron, lo menearon arriba y abajo, le hicieron cosquillas, tanto la encargada de La Central, como por los intentos de Willy y después Enrique y me dieron ganas de levantarme a mi también y arrimarle la silla, porque los intelectuales tienen esa pose medio tumbada que les viene ya de Sartre, ese estigma que ya conocéis), hasta que al final salió algo de ese elemento tan valioso que es la voz, con el que fue regando más o menos dos metros de parcela, esa distancia corta en  la que Ignacio se siente bien y desgranando las entrañas de la novela, citando El barco ebrio un poema de Rimbaud que tiene estrofas como estas

Así, barco perdido entre pelo de ancones, 
Lanzado por la tromba en el éter sin aves, 
Yo, a quien acorazados o veleros del Hansa 
No le hubieran salvado el casco ebrio de agua; 

Vidal-Folch, fue marcando los tiempos, contó sus propias anécdotas de viajero y vividor aislado esperando un barco que nunca llega, en una isla de mierda y rodeado de escoria. Y esa experiencia de Vidal-Folch inoculada en el espacio-tiempo se transmitió a la piel y la sangre del surfista y escritor Uribe, navegante a veces a pie y otras en tabla.



A Willy Uribe, no le conocía, le había visto en fotos, reportajes, huelgas de hambre que siempre se pierden un poco y más si eres de Bilbao, escritor y fotógrafo, había leído alguna crónica como la escrita para Cristina Fallarás en Sigueleyendo sobre la (última) huelga de mineros de León y esos disturbios infernales que ya no transmite ninguna cadena de televisión y al final con esas cosas te vas haciendo una idea de cómo son las personas y en este caso de Willy y empiezas a valorarlas hasta que las tienes delante y es cuando tu mapa parpadea y pierde todas las referencias, como si hubieras entrado en una nube de niebla.

Y eso me gusta. Willy dijo que esta novela solo se podía publicar en una editorial como esta, imposible para una editorial americana porque no hablaba de sexo, ni de amor.
-Yo soy de Bilbao –dijo el escritor- me resulta difícil escribir de sexo.
Marcado el territorio, se disculpó ante Vidal-Folch, por no conocer ese poema de Rinbaud (con el que le fustigaba Ignacio como si fuera un pequeño látigo de juguete ante la mirada atónita del vasco)
-Yo soy un escritor intuitivo, no tengo ni idea de literatura.
Y en ese punto Enrique Murillo sonrió. Después Enrique comentó cosas como que fue Ramiro Pinilla el que le recomendó a Willy.
-Se aísla para escribir –dijo el editor- y le da lo mismo que sea en una casa, un piso prestado, una tienda de campaña.
Su verdadera necesidad (como la de muchos de nosotros) es ese aislamiento, escribir quince días del tirón para dar unidad a la novela, es su medio de vida, dejarlo y volver a tomar por el cuello otros quince días prestados y así hasta el final. El escritor que como otros muchos que voy conociendo, anda de prestado, durmiendo en cajeros, casas de amigas, ha dejado esta novela encima de la mesilla de noche de tu dormitorio, es posible que en tu puta vida hayas subido a un barco así. Espero que no te marees, lo ha escrito un tipo valiente al que cada vez admiro más y espero que alguna editorial francesa promueva su edición, porque como en el caso de Alberto García-Alix, hasta que los franceses no te descubren, nadie te toma en serio. Después ya vendrá el ministro con las medallas. Un fuerte abrazo a todos.



domingo, 8 de septiembre de 2013

NOMADAS (Parte I)




Editorial Playa de Akaba
Presentación en Viladecans el próximo 23 de noviembre de 2013.


Fue así. Cuando Noemí expuso la posibilidad de crear una Colección me incorporé en la silla giratoria, me cuadré frente a la pantalla y escribí mi idea sobre un libro de viajes lleno de relatos, ella aceptó de inmediato. Todo fue un progresivo toma y daca, un desnudarse feroz; en media docena de correos ya no teníamos ropa que quitarnos, desbocados y tan desnudos como dos amantes montaraces en medio de un encinar.
Fue así. Me inventé una lista de autores, de entre todos los escritores a los que conocía, sobre los que escribía crónicas o críticas en el blog. Fui buscándoles uno a uno y el primero, como siempre, fue Carrión, Jorge Carrión. Tirando del hilo, fui tirando de ese hilo y Noemí fue añadiendo puntadas y nombres y empezamos a tejer el jersey.
-Es muy poco tiempo. Para estas cosas hacen falta un par de años –dijo Jorge-.
El plazo y nuestro tiempo, poco más de tres meses, frente al año o los dos años de otras ediciones, de otras recopilaciones, pero ahí estamos, añadiendo cada día gente a esa lista. Entraron Jordi Esteva y Gabi Martínez, fui a por Manuel Astur y lo encontré resacoso “si vas de romería lo pagas al siguiente día”, a Sergi Bellver, Pepe Ribas me contestó de inmediato y nos citamos en la libreria Laia de Barcelona, díselo también a Javier Puebla y Javier Puebla también aceptó y así esa tripulación de Akaba fue sacando la faluca y se subieron al barco Juan Vico y Luis Artigue, Patxi Irurtzun, Carlos Castán. Pero también dijeron que no los que no pudieron, los que no quisieron desviarse de sus proyectos personales; pero peor fue el silencio, el silencio debilita al que lo ejerce y es cruel para el que se mantiene a la espera y el silencio llegó pero llegó con algo de ruido. En ese momento me doy cuenta de lo poderoso, elitista, perezoso, que puede ser el selecto, intrigante y cruel Mundo de la Cultura, siempre moviéndose en círculos planos.
Pero a la vez, llegas al corazón de gente que invierte su talento, su tiempo y entrega su vida a escribir, “soy escritor”, gente llena de energía que te lo da todo y se pone a tu disposición de una forma tan generosa que solo puedes sentir agradecimiento. Hablo de Javier López Menacho, de Marta Sanz, Oscar Solana, Juan Vico, Felipe Zapico, Yeste, De Diego, Zanón o de Sergi Bellver.
Llegó la primera maqueta, eso siempre impresiona, ya ves el libro, es como una ecografía en la que se dibujan las formas abstractas de las primeras semanas de tu hijo.
-Esto ya está
Pero no hay nada todavía, quieres creer que si pero empiezan los momentos de incertidumbre, de espera y ansiedad, y así llega el verano, un verano que este año ha sido de fuego y sudor y con él las vacaciones, agosto, los viajes, las visitas. Me encuentro con Astur y Bellver en Oviedo, con Artigue en Valencia de don Juan, lo que queda de la familia Gorostiaga en Cubillas de los Oteros, intercambiamos opiniones, nos olemos y terminamos por entender que estamos hechos de las mismas células, que en el pulso palpitan las mismas emociones antiguas. Bellver, que es un colaborador nato, empieza a pochar cebolla, pimiento, tomate, suaviza los matices del fuego, trabaja su texto Islandia incluido en Agua dura una obra ambiciosa y a la vez colabora con el texto de otros nómadas.
La editorial Playa de Akaba, pasa por su primer año, un año de fuego con una docena de títulos, siendo NOMADAS el que cierra el año 13 de este siglo. A la labor editorial se suma el de los Talleres y la representación de autores, así como su asesoramiento. A la vez me entero de que soy editor externo  es decir que no me quedo a comer ni a dormir.
Y llega la última semana de septiembre. Tengo que apretar el acelerador y volver a insistir sobre textos que ya debía tener el maquetador , a la vez mi ansiedad me pilla deshojando la margarita, -me quiere, no me quiere, -me quiere, no me quiere. Tengo la mitad del libro y en una semana tengo la restante mitad. El libro está, pero siguen llegando versiones, varias veces corregidas y en estas Sergi Bellver me ofrece su mano derecha que yo ya tenía desde el mes de junio y a la vez me ofrece su mano izquierda y es con esta mano, con la que me pone en una bandeja dos figuritas de porcelana, una vive en Oaxaca y la otra en Nueva York y de la magia salen dos de los mejores textos para Nómadas y con estos textos vuelvo a soñar, tienen tacto, son sensuales, y todos los demás sentidos que quieras añadir, gusto, olfato, oído, vista. Este trabajo es impagable y solo puede salir de su propia actitud vital, las dos son nómadas, las dos viven su vida como se debe vivir, de forma única, valiente y arriesgada y es así como escriben, se llaman Nadia del Pozo y Marina Perezagua.