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martes, 1 de julio de 2014

Elías Gorostiaga, entrevistado para ileon.com por Manuel Cuenya

Elías Gorostiaga: "León es mi tierra, son mis amigos y son mis muertos"

Por Manuel Cuenya | 01/07/2014

El polifacético Elías Gorostiaga, autor de 'El castillo de aire', está a punto de entregar a su editora Noemí Trujillo, de Playa de Ákaba, el texto definitivo del poemario 'Tierra de invierno', un libro escrito en Barcelona hace veinte años.

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Elías Gorostiaga. Foto: Queralt Aloy
Leonés de Valencia de Don Juan en el exilio, como tantos otros, que tuvieron que emigrar, Elías Gorostiaga, seudónimo literario de Elías Prieto Sáenz de Miera, también ha tenido que salir a buscar las historias a otros nichos, porque "los paisanos de antes, los que tenían algo que contar, esos que encuentras en Pla y en Delibes, son vetas agotadas".
Poeta, novelista, autor de teatro, bloguero, buen conocedor del cine, un nómada que emigró hace años a Cataluña. "Yo vivo y trabajo en L'Hospitalet unida a Barcelona por una calle, eso es una continuidad en el paisaje. Esta es una ciudad que se formó casi en su totalidad con la emigración de andaluces y murcianos y desde los años ochenta con sudamericanos, pakistaníes, chinos y africanos, una ciudad en la que oyes todos los idiomas de la tierra menos el catalán, salvo en reductos oficiales y administrativos. Aquí la lengua de la calle es en la que te puedas entender, todo el mundo está de paso y las raíces son pobres, por eso tienes que saber quién eres y donde estás y para eso tienes que volver sobre tu memoria, mantener vínculos. León es mi tierra, son mis amigos y son mis muertos y con dos hijos pequeños que crecerán rodeados de amigos de distintas razas, es importante que sepan y que regresen a la tierra de los padres y a la vez que sean ciudadanos del mundo. Creo que los leoneses, que vivimos fuera de León, tenemos ese mismo vínculo con nuestros antepasados y con los que nos van a suceder". Así se expresa el coordinador y prologuista de la antología de relatos 'Nómadas' (Playa de Ákaba, 2013), que reúne veintiún relatos escritos por autores consagrados en la literatura de viaje, además de jóvenes promesas de la narrativa actual. De la ciudad de Marrakech (estupendo relato) a la Ciudad de México. En este sentido, Gorostiaga muestra su fascinación por escritores viajeros como Salgari, que sortea peligros en tierras lejanas y a su regreso lo cuenta, "de esa estirpe y de esos sueños vienen pesadillas como los libros de Conrad o  Thubron, después te viene la curiosidad de leer a los escritores de la generación beat, sus viajes, sus juergas, su orientalismo y también te atrae y tienes la suerte de conocer a Julio Llamazares que es un viajero que sale a caminar por la mañana y regresa por la noche y te cuenta esa aventura a la luz de las velas: con quién ha estado, con quien habla, de lo que hablaron; todo se mezcla con tu propia fantasía, tus miedos y los sueños de todos".
"Julio Llamazares es un viajero que sale a caminar por la mañana y regresa por la noche y te cuenta esa aventura a la luz de las velas: con quién ha estado, con quien habla, de lo que hablaron; todo se mezcla con tu propia fantasía, tus miedos y los sueños de todos".
Confiesa que se siente especialmente atraído por Llamazares porque su filtro literario es tan bueno –matiza– que te cuenta cosas de lugares por los que acabas de pasar y resulta que no conoces. "Después de ese ejercicio también tú empiezas a viajar, aprendes a viajar, a mirar el viaje, lees a Caparros, a Le Clézio y también a Unamuno y a Pla, y quieres unirte a este grupo de escritores que toman notas y fijan cada vivencia, sin necesidad de tener que recorrer grandes rutas o recorriéndolas pero con una mirada personal y lo escribes con la misma idea del que se sienta en el bar a contar noticias, de forma cercana, con duende, inventando. Al final todos hemos escuchado alguna historia, mientras bebemos vinos en una bodega. Ese es el viaje. El nomadismo también es una forma de viajar, pero quizá no es la que yo mejor conozca y por eso es la que imagino de una forma más viva y a la vez menos real".
Fiel a su origen, Elías Gorostiaga, que toma el segundo apellido de su madre, porque le resultó curioso ese injerto vasco en el tronco de una familia leonesa, "de esas de ocho apellidos", regresa a su tierra siempre que puede. "De alguna forma vuelvo a ese apellido, a una tierra de emigrantes y por medio de un libro dedicado a los nómadas". Una tierra por la que se siente marcado, también desde un punto de vista literario. "Los paisajes siempre son una referencia que a su vez son un estado de ánimo. Los paisajes los aprendes desde niño, son parte de tu memoria y es lo que buscas el resto de tu vida. Cuando vuelvo a Valencia de Don Juan o a León, las calles, las plazas, muchos de los edificios, los amigos no existen y ese vacío choca con tu memoria, pero otras cosas siguen ahí el río Esla, las choperas, las montañas al fondo, los paisajes ondulantes de la tierra del pan. Y a veces esto que parecía algo inamovible, también te lo cambian, te lo destrozan instalando una vía, una autopista, torretas eléctricas, molinos de viento, la capacidad del hombre para cambiar el paisaje y con el los recuerdos es aterradora".
La vida dentro de la literatura
Adicto a la lectura, que busca la vida dentro de la literatura de forma incansable hasta tal punto que, cuando no la encuentra, la quiere escribir él mismo ("quieres escribir lo que te gustaría que te contasen y en esas estamos, intentando unir el placer de tu adicción con tus gustos"), Gorostiaga reconoce que lee muchas novelas de escritores jóvenes y no tan jóvenes, "que se escriben en unos meses para un mercado y un público que apenas exige, pero que quiere aparentar, porque ser escritor o leer es algo que viste".  Sin embargo, a él lo que realmente le interesa es un tipo de público y de escritor más exigentes. "Esa adicción de la que hablo te obliga a escribir a diario, la temes porque sabes que no la puedes vencer ni engañar con sucedáneos".
"El nomadismo también es una forma de viajar, pero quizá no es la que yo mejor conozca y por eso es la que imagino de una forma más viva y a la vez menos real".
Con veinte años, publicó su primer poemario, 'El castillo de aire', del que se imprimieron cuatrocientos ejemplares en los ochenta y que recuperó para su blog, donde se puede leer. "Aquel libro, se gestó junto con el grupo de teatro Aa di Parpant con Ramiro Pinto y Yolanda Prieto, el edificio Pallarés, el barrio Húmedo, eran los años de la movida, toda aquella noche interminable de creatividad en la que León también estuvo inmersa, Los Cardiacos, Los Flechazos, Deicidas, los escritores Llamazares, Pereira, Colinas, Gamoneda, Ildefonso Rodríguez, formaron cada uno en su medida, una célula más de aquella explosión y en ese paisaje el estreno de 'Luna de lobos' en el Emperador. Ese es el marco y el vértigo en el que nace aquel poemario, no hubo presentación, nadie lo leyó, salió una pequeña reseña en 'Diario de León' y ahí quedó todo. Esa falta de continuidad en publicar, porque he seguido escribiendo, me ha descolgado de todos los demás, eso, e ir a trabajar a Barcelona. No obstante tipos como Alfonso Xen Rabanal todavía se acuerdan".
Además de poeta, Gorostiaga ha hecho sus pinitos en el teatro y en el cine, de los cuales dice que son amores pasajeros, lenguajes que a veces se mezclan, pero lo que necesita es escribir y dentro de la escritura –asegura– la novela es el centro de todas sus emociones. Por su parte, "la poesía es un instrumento para refrescar el cansancio o el vacío en el que a veces te lleva la novela y escribir sobre viajes es una variante algo más relajante que la novela, el viaje o la crónica son géneros que provocan otro tipo de satisfacción y todo en su conjunto es lo que terminan por definir a  un escritor".
Respecto al cine, estudió guión en el Centro de Estudios Cinematográficos de Catalunya (CECC), que es una escuela experimental alejada del cine comercial, y edición en el CEV, ambos ubicados en Barcelona. De aquella experiencia, aparte de conocer desde dentro todo el proceso, aprendió a tomar conciencia del esfuerzo adicional de formar equipo con un montón de gente y del material, muy caro, "en la que no cabe ninguna distracción, ninguna pérdida porque con una equivocación se viene abajo un proyecto, por eso cada vez que se termina el rodaje de una película o el montaje de una obra de teatro me parece un milagro. Mi estado de ansiedad me impide vivir tanto el cine como el teatro de forma tranquila y prefiero esa tranquilidad de poder ir al cine como espectador y disfrutar".
Recientemente ha colaborado con su texto, 'La carta de Diderot' en 'Nueva carta sobre el comercio de libros' (Playa de Ákaba, 2014), en el que han participado un total de veintiséis autores, incluido él mismo, y cuyo título hace referencia a 'Carta sobre el comercio de libros', una obra del filósofo Diderot, que no ha sido ni muy leído ni su obra muy conocida, salvo la 'Encyclopédie', según Gorostiaga. "La editorial eligió la 'Carta sobre el comercio de libros' porque trata de una preocupación y un problema que ya existía en la Francia del siglo XVIII con el negocio de los libreros, los autores, los pensadores y sus derechos, temas de actualidad por los estragos de la piratería y la absoluta falta de interés en solucionarlo por parte de los legisladores, algo que perjudica al autor y la industria editorial, muy propio de la picaresca española". Un libro que deberían leer todos los editores, libreros, escritores y devotos de los libros.  "En la actualidad, las producciones del espíritu dan tan magros rendimientos que, si rindieran aún menos, ¿quién desearía pensar?", denunciaba el autor de 'La Religiosa'.
"Los paisajes los aprendes desde niño, son parte de tu memoria y es lo que buscas el resto de tu vida"
Ahora, está a punto de entregar a su editora Noemí Trujillo, de Playa de Ákaba, el texto definitivo del poemario 'Tierra de invierno', un libro escrito en Barcelona hace veinte años. "En él ofrezco al lector mis paisajes, mis recuerdos y algunas soledades que son universales y que reconoce tanto el lector de poesía como el que no lo es. Saldrá en los primeros meses de 2015". Asimismo, reescribe una novela por cuarta vez y, mientras tanto, está terminando un libro de viajes cuyo eje central es Barcelona, su cinturón y sus ciudades más emblemáticas, las más mezcladas. Y, por si esto no fuera suficiente, está también con un libro de relatos que le hace disfrutar mucho. "Para todo esto no hay plazos de entrega", concluye.
Entrevista breve a Elías Gorostiaga
"Actúo como un viejo trapero, uno de estos chatarreros de hoy".
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
'Alfanhuí', 'El jugador', 'Pedro Páramo'. Chéjov, Isaak Bábel.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)
Sin duda Julio Llamazares y sus desoladores habitantes, Rafael Sánchez Ferlosio y las andanzas de Alfanhuí y Juan Goytisolo con su elegante precariedad estética.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)
Los escritores no me resultan insoportables, pero me parecen algo cargantes Savater, Pombo o Belén Gopegui.
Un rasgo que defina tu personalidad
La fidelidad a mis amigos y la comprensión con las circunstancias de cada uno, salvo la envidia, la envidia me parece lo más despreciable, además es la causa de desencadenantes emocionales desastrosos.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La honestidad, la educación y, aunque valoro la sinceridad, la inteligencia del cinismo me hace gracia.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
Portada de Nómadas
Portada de Nómadas
La política actual es hipócrita, asume los desastres de sus antecesores, para los que no hay castigo. La decisión del político no tiene responsabilidad alguna. Y la sociedad que sostiene esto es igual de hipócrita porque por un lado se indigna y por otro vuelve al establo. Yo, igual que los demás, tengo la sensación de vivir en un engaño permanente. Hay una continua malversación de fondos, una corrupción latente en cada estrato, desde las Eléctricas o el sistema bancario, hasta los Ayuntamientos y los particulares,  en cada proyecto de autopista, vía férrea, aeropuerto,  centro de arte moderno, auditorio de música, rotonda, hospital y evento, el gasto de dinero público no tiene control alguno, la sociedad ha sido tomada por gente sin escrúpulos que a su vez se venden como triunfadores y que se gastan tu dinero o directamente se lo quedan, de forma miserable, para acto seguido pedir más. Es algo horrendo que nos ha llevado a la crisis, que ha hundido a muchas familias, que obliga a emigrar de nuevo a los españoles y que nos mantendrá en esa crisis porque hay que devolver esa ingente cantidad de dinero mal empleada.
¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
Varias cosas, en fin de semana salir con la moto y hacer pequeños recorridos al amanecer, y a diario algunos momentos que me da la escritura, mi mujer y mis hijos, que a la vez también son un pequeño infierno; y desde luego cada vez que puedo viajar, viajo, intento reencontrarme con amigos, pero esto está supeditado a mi tiempo libre y al de mi familia.
¿Por qué escribes?
Para poner orden, tiendo a recoger todo lo que los demás tiran, actúo como un viejo trapero, uno de estos chatarreros de hoy. Me paso la vida recogiendo la basura de los demás, me la llevo a casa hasta que llega al techo y es entonces cuando empiezo a seleccionar, a ordenar, en ese punto comienzo a convertir todo ese material en literatura, eso es escribir y lo hago tanto de mi como de los demás, con un punto de emoción, sentimientos, frustraciones, miedos. De ese cuerpo son mis personajes.
¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
Sirven para perder el tiempo, entretenerse, cotillear, ver la aburrida vanidad de muchos autores que hacen de eso una engañosa vida literaria, también sirve para encontrarte con amigos de los que no sabías nada, con familiares a los que nunca ves, pero las redes comen mucho tiempo. Para afinar el estilo literario solo hace falta escribir y leer.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Las fuentes son las de siempre, los clásicos de la novela picaresca y cortesana del siglo XVI y XVII, ahí está todo, de ahí viene todo.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
El blog: http://eliasgorostiaga.blogspot.com.es/ fue una forma de poner en la mesa de los lectores mis opiniones, mi cinismo, de interesarme por el panorama literario desde toda esa oferta que brinda vivir en Barcelona. Las crónicas del blog en muchos casos son inventadas y a la vez fieles en los detalles, siempre estoy pendiente de los detalles, en ellos está Dios. Nadie escribe de las presentaciones de libros, de esos actos que abundan en librerías, cafés, bibliotecas. Es un ejercicio que me sirve como herramienta de comparación y reflexión. De los blogs lo que más sigo son los que tratan de fotografía, motos, viajes, danza y algunas críticas que me interesan.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
Sal, aprende y cuéntalo de forma única e inimitable. Vete donde tengas que ir, solo, acompañado o como sea, no dejes nada para otro día, para otro momento. Cada día es una fotografía que no vuelve y en eso también entran mis hijos, crecen deprisa y ahora es a ellos a los que más atención presto, me regalan momentos irrepetibles. Todo lo que escribo también es para ellos. Espero que dentro de unos años encuentren esta entrevista y entiendan lo importante que es vivir, lo irrepetible que es la vida. En ese sentido 'Nómadas' es mi regalo para ellos.

jueves, 15 de mayo de 2014

CANDAYA


 Editorial Candaya
es la mejor editorial independiente que hay en España y el sábado diez de mayo celebraron diez años de vida, diez. La edad de las editoriales pequeñas es como la de los perros, para encontrar la equivalencia hay que multiplicar por siete y esa escala humana es la que sitúa al editor en su máximo esplendor, algo así. Lo que sigue a continuación no se escribe, se dice con voz del nodo: “mantienen una apuesta seria, firme y arriesgada” . Sus hombres son Tello, Galarza, Cheijfec, Roas, Serrano Larraz, Ruiz Sosa, Vitale, Fernández Mallo, esa es la apuesta y lo celebraron aquí, al lado de mi casa de L’Hospitalet, a escasos cien metros, en Salamandra 2 la que fuera durante años la gran sala de conciertos para bandas pequeñas de rock and roll. Hoy en los restos y en sus tripas Candaya cuenta su historia y la historia se sostiene bien en ese escenario. En el callejón de al lado los porteros han abofeteado a buenos y malos clientes…
“-¿dónde vas?
-a la fiesta
-a qué fiesta
-a la de Candaya
-Pasa”
…a buenos y malos chicos, se han escrito las historias de muchos yonkis cuando era su momento, de algunos rockeros, se ha fotografiado Manu Chao o Muchachito Bombo Infierno.
En facebook, firman como Olga y Paco Candaya, como si fueran un solo cuerpo o una sola sonrisa y a esta fiesta de escritores han invitado a Teresa Ordinas (viuda de Avelino Hernández), Teresa Espar y Rosana Alvarez (viuda y nieta de Pepe Barroeta), mujeres de escritores que como dice Laura Freixas es el oficio más triste del mundo, han invitado al mundo entero, pero algunos no han ido. Y ahí está casi toda la tribu, tristes, fatigados, gordos, junto a la barra, junto a los bocadillos y los vasos de vino, junto a la paradeta con sus libros, masticando palabras de poetas, removiendo la memoria, dando las gracias, contando anécdotas. Hay pocas chicas y casi todas son de institutos de Vilafranca del Penédes,  jóvenes aspirantes sin faja, la nueva cantera, las nuevas promesas, con sus vestiditos de chicas, sus poemas, su falta de tristeza, van en grupito al lavabo como todas las chicas y después aparecen y desaparecen, pero no son como las demás, en realidad son otra especie humana que crecerá y te leerá la vida en un suspiro. Paco y Olga ocupan escenario y todos se refieren a ellos como los causantes de esta plaga, “son muy hippies”, dice Carrión, al que acto seguido, o quizá fuera en la primera parte del segundo acto, cuando le veo atravesando la oscuridad entre la población de sillas para ofrecer un plato de cerezas a su mujer, sentada con el embarazo de siete meses en la última fila. “-Estoy muy concienciado”, me dice comentando su próxima paternidad. Cerca de la anterior imagen hace noche el mecenas Han Nefkens y su pareja, ahora vinculados con Candaya y antes con Alfabia. Y en todo ese blanco y negro de hace años, la magia la pone un niño rubio coloreado, el único niño, el hijo de Carlos Gámez  que mira como si fuera hijo de Daly o Picasso, de ambos, o de un titiritero húngaro, mira con cara de artista como si fuera a intuir una nueva época, el niño dice “papá tengo caca” y el mundo desaparece a nuestros pies. Carlos Vitale, también mira así, como un niño grande que no termina de comprender el mundo, por qué el mundo es tan grande y por qué sigue creciendo y hablándose tantos idiomas. Tiene dos libros en la paradeta, no me los recomienda porque es generoso “si quieres, -me dice- el mejor es el de Barroeta”. No quería comprar libros, no quería nada, ya estaba fuera de hora, no quería hablar con nadie, eran las once de la noche y me parecían las cinco de la mañana. Ví a José Luis Espina con la chaqueta blanca de Garci y un maletín colgado en bandolera, no le vi gravando con su cámara (como tantas veces) a todos esos escritores, iba de un lado a otro haciendo escrache con los saludos y sin encajar con nadie, cosas de los esnob, vi a Eduardo Ruiz Sosa beber cerveza, comer bocadillos y guardar una parte del cambio de cincuenta euros en los pantalones y la otra parte en una carterita de cuero, le vi con un sombrero Dekap demasiado pequeño para su cabeza y vi a otros autores, poetas, novelistas, con y sin sombrero, con y sin ojeras, con y sin melena, hablar y hablar, reir y reir, mientras el acto continuaba con su artrosis, vi a mucho sudamericano venido de fuera y también venidos de dentro, era una fiesta un poco rara, en la que había gente inmovilizada en sillas de tijera esperando un electroshock o algo, una revelación, una luz, algo de sal, una señal y la señal no llegaba o llegaba demasiado débil, tal y como eran las grabaciones de escritores débiles y ausentes de la fiesta, David Roas o el de Agustín Fernández Mallo gravado desde el imán de un acelerador de partículas, y toda esa sala oscura y extraña de la vieja Salamadra, poco acostumbrada al volumen de los libros, con la barra iluminada para atraer polillas, mientras en la Sala 1, a doscientos metros de la Sala 2, tocan Xosé Tétano,  Leli Loro y Rafael Filete es decir Los Ganglios, un grupo de mierda como lo eran Alaska y los Pegamoides que en sus años ganaron millones a espuertas y se cortaron la yugular para siempre y cortaron para siempre jamás el flujo de los huevos de oro a las bandas de los años futuros hasta hoy, culpables por impedir que Los Ganglios  ya no puedan conseguir voz, ni amigos en el cine ni en la televisión y poder pasar el trago en esta larga sequía. Pero estamos con los Candaya y su gloria. Me acerqué por detrás de la barra, para verles de cerca, estos tipos no conseguirán el volumen de Planeta, pero están a gusto con sus gatos, unos gatos a los que les sobra comida y ratones, cumplen a fielato como editores, tienen casa en el Penedés por donde circula todo quisqui y el hueco que ocupan no se lo disputa nadie, por autoridad, por la autoridad que da el criterio de sus títulos, de sus traducciones, de su huella que se ve en los estantes de todas las librerías. Si alguna editorial comenzara ahora su carrera, debería tratar de entender a esta curiosa pareja de Candayas, esta especie distinta formada por gente normal, que incluso se confunde con el resto de la gente, así, en L’Hospitalet y el viento de la Avenida del Carrilet o entre viñas del Penedés, donde yo también paso los fines de semana que puedo. Y durarán otros diez años más, mientras el azotado cuerpo de literatos aguante la tarta sin mancharse la comisura de los labios.  Sea.


martes, 8 de abril de 2014

ANATOMIA DE LA MEMORIA


Eduardo Ruiz Sosa
Editorial Candaya 2014

Ganador de la Primera Beca de Creación Literaria convocada por la Fundación Han Nefkens


Conocí a Han Nefkens en el Mandarín Oriental, por medio de la editorial Alfabia. Fue hace años, quizá tres años ya y en aquel acto en el que Nefkens presentaba su libro, abrieron el sobre con la noticia de esta beca, era primavera y todos estábamos vivos, aunque quizá era otoño, de lo que si tengo la más absoluta certeza es que manteníamos la memoria en un estado excelente. Hoy, en la librería La Memoria  (Plaza de la Vila de Gracia), se presentó al público de Barcelona, aquel proyecto hecho realidad. La novela de 573 páginas incluidas cuatro de dedicatorias con muchos nombres de gente que ha recorrido un aparte de este camino y de entre todos a mi se me ocurre el de María, esa mujer que sostuvo al escritor mientras luchaba contra el viento y la marea de este proyecto, recordándole cada mañana, como solo las mujeres saben, las promesas que una vez hizo y que debía cumplir y porque María sobre todo, es una persona espoleada por  un proyecto de futuro que se dibuja en esta frase: “para ti son todas las palabras y toda la vida”; esto parece un calentón pero viendo como van las cosas, yo (María) me lo tomaría muy en serio … y el índice.
Y las cosas son como son.
Como he dicho conocía el premio, la fundación, incluso al jurado, pero no al tipo. Se llama como ya he dicho al principio de este asiento Eduardo, nacido en Culiacán, México hace treinta años. Vive en Cerdanyola del Vallés desde los veintidós y en esos treinta años estudió Ingeniería Industrial, se doctoró en Historia de la Ciencia y ahora termina el último año del Doctorado en Filología Española, quizá esta novela sea ya en si misma el doctorado de un novelista o algo más. La base de la novela es la memoria sobre algunos hechos reales y otros imaginados, Gonzalo de Rojas (el alma), Tijuana, el desierto, el río, una isla (las metáforas), Antonio Gamoneda al que le robó el olvido y Robert Burton al que le robó la fisonomía del título. El patio de La Memoria es acristalado, en él se ilumina un limonero, ellos no lo ven, ellos solo ven al público y una buena parte del público es femenino, ellas son mexicanas, bellas, indígenas, Fridas de pelo negro y hermoso, de ojos oscuros y bocas dulces, el trópico de cáncer. Hoy, esta noche el trópico era también de Candaya un País en el que habitan Paco y Olga y toda la obra que albergan y un lector de confianza, fue el lector de confianza el que empezó a pelar el higo, espina a espina, a cada espina una emoción, Eduardo le miraba como si hablara de otra novela, de otro libro, perplejo, todos nos quedamos perplejos cuando el lector de confianza de los Candaya, dijo que solo lo había leído una vez, pero que todo estaba en las primeras veinte páginas, perplejos y así hasta que el higo quedó limpio, hablaron del demonio, de la violencia que recorre México, de esa bahía a la que tiraban desde helicópteros a los opositores políticos, los desaparecidos, del flautista de Hamelin, de los Enfermos y de los enfermos y esta frase de Burton: “Y podemos percibir con claridad una extraña educación de los espíritus, como cuando sangra la nariz del muerto ante el presencia de su asesino”.
Nadie de los que estábamos allí dejamos de mirar a Eduardo Ruiz, su pelo negro y sobre todos sus tatuajes, los del brazo izquierdo y esa insolencia de los treinta años que parecían sostener a un tipo de sesenta, pero sobre todo le miraba Matías Candeira, el siguiente becario de Nefkens, la comparación con la obra del gallego llegará como dice José María Micó como “un mar que abrasa bajo un sol que ahoga”. Suerte.






domingo, 30 de marzo de 2014

Route 66

                                                                 Victor Muntané Pavillard

Son 3.940 km que atraviesan ocho estados y la mayor parte del recorrido se hace por una carretera abandonada, a veces intransitable, tramos de tierra y vuelta al pasado, eso si, un pasado rodeado de motos en su mayor parte de Harley Davidson, un camino rebautizado por John Stenbeck como The Mother Road, en el que vas a ver maizales, los humedales del Mississipi, desiertos, viejas gasolineras restauradas como la Standard Oil Co en Odell, hoteles, restaurantes, burguers, que van desde el Sports Bar de Chicago a  The Big Texan Steak Ranch de Amarillo-Texas, museos de cádillacs clavados en el suelo, museos como el del alambre espino, lugares que solo se encuentran aquí en la carretera madre y así un día tras otro con desvío al Grand Canyon o Las Vegas y un final en el Pacífico de Santa Mónica. Víctor Muntané un empresario aventurero, practicante de todo tipo de deportes, judo,vela, esquí naútico, ganador del Camel Trophy en 1987 y aunque nacido en New York, español y catalán. Las motos son su pasión más viva y ha juntado esa pasión con un sueño por medio de una empresa de turismo en moto, una forma de vida, de amistad y de amor y todo eso mientras va formando una leyenda que tuve el placer de conocer este último fin de semana de marzo en El salón de la moto de Barcelona. Su libro “Route 66 mi sueño y pasión” es una guía detallada de esta ruta con fotos y mapas de cada jornada junto a breves apuntes para orientar a posibles viajeros.
La Harley Davidson es como la Coca Cola o William Burroughs  un icono más de la cultura americana contemporánea, de ese largo aliento que  es conocido en cualquier rincón del mundo, unido a ese fetichismo un poco hortera (solo hay que ver Harley Davidson and de Marlboro man), con tecnología, contracultura, pasión, roc and roll, viajes y carreteras, amigos fieles, peleas, peligro y muerte y sobre ese envoltorio suficientes películas como Easy Rider de Dennis Hopper,  Los ángeles del infierno de Roger Corman, Salvaje de Laszlo Benedek, si bien la moto que usaba Marlon Brando era una Triumph, o La ley de la calle –Rumble fish- una maravillosa abstracción poética de Coppola con Matt Dillon (18 años) y Mickey Rourke (con 31 años) , suficiente música, suficiente literatura, fotografía en la que se mezcla la carretera con las drogas, chicas malas con peleas y esa rebeldía en blanco y negro de los jóvenes de los años cincuenta que terminó en la pesadilla de Vietnam y la contestación de libertad de los años sesenta. En esta segunda década del siglo XXI, la historia se repite, se repiten los mitos aunque se hayan perdido los héroes, todos los actores jóvenes de Hollywood han heredado la pasión de una HD en su garaje, pero a veces con la misma apatía que la de tener un frigorífico en la cocina. Cercanos a mi, con más encanto, autenticidad y a pie de calle, son seguidores de la marca, de su estilo de vida, los fotógrafos Alberto García-Alix y Olaf Pla, viajeros de la ruta y herederos de toda esa cultura americana.  
                                            
 Rumble fish                                                                                                              Olaf Pla

Ayer en el recinto ferial de La Farga, no encontré ningún mito, ninguna pandilla, ningún tatuaje, tan solo aficionados al motor, narcisistas fotografiándose sobre los lomos de motos inaccesibles y poderosas, que nunca conseguirán porque estos son años esclavos de hipotecas a perpetuidad, trabajos y vidas quemadas sin rebeldía de clase alguna, sin fe. Todo eso sentía paseando con mi hijo por el pabellón, hasta que llegó la inmensa figura de Víctor y su viaje perpetuo, algo que a él le ha dado la libertad de vivir y a mi de soñar. Yo no tengo ahora una de estas máquinas, pero el sueño se persigue y siempre al amanecer mientras recorro las calles vacías, cuando todos duermen, cuando menos tráfico hay en la ciudad, en ese momento es cuando siento todo el peso de la libertad en la metáfora del día que empieza. La ruta y la moto con la que a veces la recorro no viene en ninguna guía, no está escrita, solo es un espejo romántico en el que me miro cuando nadie me ve. El abismo.




viernes, 7 de marzo de 2014

Encuentro en Berlín

PEPE RIBAS
Encuentro en Berlín
Destino 2013

 
El acorazado Potemkin fue el pistoletazo de salida de una carrera muy larga en la que todavía todos siguen corriendo y a la luz de los informativos, periódicos, los libros de historia, las novelas, el real-imperial mapa austrohúngaro palpitando, el mapa energético siempre sumergido y emergente, junto con los soldaditos de plomo de la colección de mi bisabuelo, todo desplegado encima de la mesa de billar francés, me convierten ahora en un peligro delante del teclado de este ordenador y pienso que nadie conoce en que parte de esa carrera los árbitros han colocado la pancarta de meta y mientras eso no se sepa, todos correrán, la carrera seguirá viva. Es posible que al decir meta, alguien piense que me refiero a la metanfetamina tan de moda en seriales norteamericanos, que también siguen los rusos en sus ordenadores, los ucranianos, los moldavos, los rumanos, mientras en las portadas de las grandes revistas internacionales se empiezan a poner de moda los cosacos, los partisanos, los vagabundos y borrachos callejeros de Odessa, los jugadores de ajedrez, altamente adictos y duros como piedras heladas, todos amparados bajo el paraguas de políticos, empresarios, jueces, policías y otros colaboradores, fértilmente corruptos por el mercado del gas, del petróleo, de los juegos de estrategia, del contrabando de heroína, de prostitutas, de esclavos, de armas de guerra y salchichas saladas de Campofrío (marca España), más que en cualquier otra porción de la Europa nacionalista y religiosa. Durante años todo este magma ha estado latente y otras latiendo y ahora que los partisanos del 15M llenaron las plazas de barricadas y las metieron fuego, apresaron policías, se enfrentaron a sangre y punta de pala, murieron los que tenían que morir y huyeron los que tenían que huir, los rusos, los que nunca se fueron, han vuelto a proteger a los suyos, los que hablan catalán, sus barcos, sus puertos y aeropuertos, sus juguetes de guerra y su gas. Y ahí estamos, tengo la mesa de billar hecha un asco, también hay vodka, tazas con café y Encuentro en Berlín de Pepe Ribas. En la novela de Pepe Ribas hay un activista chileno, Ernesto, que anda por Berlín y un cosaco ucraniano, Maksim, entre esos dos personajes principales se teje una relación que pone carta a carta, toda una serie de mosaicos que cruzan las fronteras más aterradoras de Europa, a solo unas horas de tu casa, de tu trabajo y del contador del gas. A Pepe le han levantado los adoquines de la plaza un año después de que se sacara este libro de la chistera, se lo olía, podía haber sido un año antes, un mes, con ese tiempo a su favor su novela gana en audacia y actualidad y eso quiere decir que Pepe Ribas sigue manteniendo el pulso, el nervio de la información y el secreto. Una de los momentos más inquietantes fue desayunar con él el año pasado poco antes de la llegada del verano, en la cafetería de Laia donde me firmó este libro. A poco espabilado que seas te das cuenta que tienes delante de ti los restos del muro de Berlín, el mapa gris de España, la movida de los ochenta, el salto con pértiga de la Pangea democrática, el filo de los nacionalismos, la melancolía del anarquista ilustrado, la piedra y la chispa, muchos años detrás de la pista, tienes delante tipo que parece retirado hasta que empiezan a salirle personajes, secuencias, crímenes, intereses económicos, políticos, todo ese gran paisaje del siglo xx que ahora se repite con los mismos crímenes en el mismo calendario, pero con mucha más gente deseando matarse y los rusos, esos mismos rusos de siempre, frente a los alemanes, esos mismos que reconstruyeron tantas veces los cimientos de sus ciudades, los banqueros y las ciudades, siempre Berlín, Kiev, Yalta, Moscú, todos los muertos que vienen ya caminando, todos los que animan, los que brindan, los que escriben Zweig, Maray, Singer, Piazecki, Haffner, Schlink, Grossman, Kertész, Roth, Beevo, gente de “hielo y fuego”, tanto para rezar, luchar o morir, gente que hereda historias de sufrimiento, hambrunas, deportaciones, masacres, repoblaciones y así hasta hoy hasta los nuevos cosacos, los nuevos columnistas. Pepe Ribas y esa mirada a la que no se le escapa detalle ni picardía, es ahora más necesario que nunca, pero hoy los caminos, las novelas, el cine o el periodismo de leer y no de mirar, mantienen una inercia de fiesta que alguien sigue pagando en pleno desmoronamiento y en ese no poder ya predecir nada aparece esta novela “Encuentro en Berlín”, todo lo que este tipo ha escrito sale cada día en las portadas de todos los periódicos. Salud.