Fue recitando en el sótano de la librería Alibri de Barcelona, donde conocí a Maru Bernal en 2023, presentaba “No todos volvimos de Troya” (XXV Premio de Poesía Ciudad de Salamanca). Ahora, en abril de 2024 se acaba de publicar en la misma editorial, Reino de Cordelia, “Rumores Yámbicos” (LXI Certamen Internacional de Poesía Amantes de Teruel). Entre esos dos libros me hago un hueco donde dormir, comer, ver el mar, jugar y escribir en un sólo ejercicio y en una soledad. Mi relación con Maru es la de ser protegido. Dice Javier Vicedo en “Interior verano” <<no he tenido un padre que me dijera ”esa es la osa mayor”. A mí me pasa lo mismo, nunca he tenido un padre que me dijera ni eso, ni nada, así que siempre ando buscando un paraguas, una casa, una habitación donde abrigarme de la intemperie. La intemperie no se acaba nunca. En estos días Agustín Fernández Mayo presenta la muerte de su padre, Diego Sánchez Aguilar, la del suyo, Javier Vicedo me descubre su propia oscuridad y Maru Bernal se empeña en alumbrar el mundo clásico, sus leyendas y mitos, un mundo que nos hace falta porque somos parte de él aunque no lo conozcamos de forma ordenada; no obstante, esa tierra que Maru labra está trabajada para que a su alrededor solo entren mujeres, quedando los hombres mirando por las rendijas. Eso, además de crear una zona de seguridad, le sirve de refugio es esa poesía yámbica, el teatro y sus clases en el instituto que se han terminado para siempre, no enseñará más la magia a ese grupo de muchachas que siempre es exclusivo, tal y como funciona el arte poética y Beppo el gato de Lord Byron o la larga noche bohemia de Freda Marjorie Clarence Lamb. Su magisterio no se va a extinguir, cambiará de lugar.
“Rumores Yámbicos” es lo que la autora se guardó de “No todos volvimos de Troya”, donde las mujeres ya tenían una presencia torrencial. En esta entrega disfrutamos de las conversaciones entre Circe y Calipso, Atis y Safo, de Ágave a Sémele, de Antígona a Ismene. Todas ellas son mujeres, mujeres son Lilith, Pandora, Fedra, Ariadna, Thargelia, Aspasia, Lesbia o Clodia, en todas ellas y entre todas ellas se tejió el destino de los hombres que formaron nuestra lengua y nuestras costumbres y ellas se encargaron de tejer su propio rostro, el de las mujeres que limpian olivares, albercas, que saborean la amargura de las almendras. Todas ellas son cómplices, se reclaman, se resisten, sacan sus trapos sucios, ajustan sus cuentas, cuentas imaginarias entre pájaros y flores, peces de rabia, ciénagas, Ismene recrimina a Antígona el orgullo de querer hacerlo todo sola, tragedias calladas que salen de la voz de Maru Bernal y de los lizos del telar de Penélope, paradigma de fidelidad y excusa ante los pretendientes para alargar la larga espera de Odiseo. Los hijos, los hombres, son ellos también protagonistas de las conversaciones de estas mujeres que son la patria, los surcos y los diques del tiempo.
La suerte que tenemos es que Maru Bernal, tejerá para la colección "De la belleza" (Gustavo Martín Garzo) y en la editorial Eolas una nueva alfombra de rumores a más gloria de los dioses. Y eso, según Tiresias, será pronto.