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jueves, 29 de marzo de 2012

DAN FANTE


Un legado de escritura, alcohol y supervivencia
Sajalín editores
(Traducción de Federico Corriente Basús)

Presentación en el bar Heliogàbal (Vila de Gracia-BCN. 27/3/2012)


                                                    Dan Fante y su esposa

“Todos los demonios han desaparecido, son poco más que ecos en una habitación recién pintada. Todo lo que queda es mi amor.”


Llegar a la Vila, después de cruzar por Barcelona, siempre te da la sensación de atravesar una frontera y terminar dentro de un pueblo como Gracia, rodeada de su muralla invisible, plazas y terrazas, un territorio hippy, punkie, okupa, con diseñadores, libreros, poetas, editores, novelistas, músicos, traductores, talleres de circo, nuevos y viejos románticos, restaurantes, pequeños cafés, cines e iglesias y el bar Heliogábal. Y es allí donde el martes 27 de marzo de 2012, han elegido Miqui Otero y Kiko Amat, Francesco Spinoglio y los chicos de Sajalín para traer a Dan Fante, el hijo escritor del mítico John Fante, y presentar en Barcelona el relato de su vida, la herencia de su padre, (como dice el título) un legado de escritura, alcohol y supervivencia.
                                                    Francesco Spinoglio

Pero al primero que veo al llegar a la calle Ramón y Cajal es a Francesco Spinoglio, hablando con uno de los de la editorial Sajalín. Hemos llegado con tiempo, hemos aparcado a la primera junto a unos contenedores de basura en zona de carga y descarga. Falta más de una hora, el bar está cerrado y nos vamos a callejear por las tiendas. Francesco sonríe, su escritor de referencia ha venido de los Angeles, le acompañan su mujer y su hijo y estará con ellos, igual que estuvo la última vez.

Dan Fante, es la memoria de su padre. Su padre era un tipo duro, con un oficio duro, el de escribir novelas, guiones y novelas, un tipo que le ponía el corazón y las entrañas en cada página y Dan así lo aprendió, eso y un carácter explosivo mezclado con el fracaso de no conseguir el reconocimiento literario que persigue, forman el esqueleto sobre el que se van montando sucesos reales, experiencias, padres, hijos, trabajos, hoteles baratos, tabernas, escritura, el aroma de queso parmesano, mil gatos, mil perros, borracheras, palizas, shitkikers, el dólar rápido de Hollywood, es decir una vida compleja, una lengua afilada y maliciosa y la devoción católica envolviéndolo todo. Una vida, la del padre John que se desdobla en la del hijo Dan, como una herencia genética de escritores. Ahora lo tenéis ahí (nº13 de la colección al margen) todo bien resumido para que podáis saber cómo se vive una vida desde dentro y por otro lado, para los que pudimos saludarle, una referencia viva delante de nuestras narices; por unas horas estaba a nuestra disposición, con esa amabilidad dura del que ya no necesita seguir peleando en este puto ring en el que estamos los demás, reposando como un viejo guerrero  con su joven mujer y su hijo pequeño, un chico rubio que camina a su lado y mañana, todos se irán a Francia a casa de  un editor amigo; así vive un escritor.
                                                              Laura Fernández 
 Y cuando son las nueve llegamos de nuevo al Heliogábal que sigue cerrado. En la calle ya esperan los primeros. Saludo a Ana Llurba de Honolulu Books hasta que aparece Juan Soto que saluda y al que me presento, sin preámbulo alguno.
-Pareces más joven –dice-
Y uno tiene la edad que tiene, pienso y sonrío. Juan Soto que es el escritor que es, fuma y viste con la raza que le dan sus dos novelas, se le reconoce bien, es un tipo ágil que va y viene mucho, que es flaco porque es joven y porque fuma mucho y al que todo el mundo conoce.
-Me voy a Madrid, el jueves, en Alsa.

Y esas estamos cuando suben la persiana del bar; dentro tienen preparadas dos hileras de sillas que lo ocupan todo, al fondo a la izquierda hay una barra que se ha encogido para que quepamos. En dos minutos cabemos sentados y en otros dos minutos se forman dos filas más con gente de pie, acostumbrados a esperar autobuses, viajar en metro y acodarse en una barra. Y los organizadores, Amat & Otero, dan paso al evento que consiste en leer fragmentos de sus obras.
                                                               Cristina Fallarás

Se suceden Raul Argemí, Lucía Lijtmaer, Cristina Fallarás, Francesco Spinoglio, una Laura Fernández adorable y el propio Dan Fante que despide a la intérprete porque una traducción mata el espíritu de la lectura, algo dramatizada, de algunos de los momentos del libro. Y para dramatizar y teatralizar todos pusieron su punto de emoción, pero Cristina Fallarás se entregó como se entrega siempre esta novelista que fue capaz de meterse dentro de la novela para salir de ella convertida en personaje.
                                                                    Juan Soto

 El homenaje de Barcelona al escritor italo-americano es así. Entre el público no falta el editor David Martín Cope, ni Javier Calvo o Manolo Vázquez y Ana S. Pareja. Los coros del Helio se los hace el bar de la esquina, un segundo lugar para descansar. Cuando esto termina y la gente forma corros, salimos y nos vamos a cenar un falafel rápido en un restaurante de la calle Verdi y cuando volvemos al bar ya han desaparecido las sillas, los micrófonos, no queda rastro de Dan Fante ni de su familia, pero sí que me encuentro a Francesco, recogiendo las sombras del evento, guardando los demonios y ecos bien doblados, la barra se ha estirado, mientras Amat & Otero (dos auténticos Hernández & Fernández), ponen música para sus amigos, mientras dejan algunas sonrisas translúcidas parecidas al gin-tonic, pero es martes y todos los demás, los seguidores y lectores, caminan despacio para sus apartamentos a continuar traduciendo y escribiendo.
Montado en el coche para volver al Garraf, veo a Juan Soto salir del bar de la esquina posiblemente en dirección al Helio, pero tampoco estoy seguro si en ese momento va o viene o posiblemente tuerza a cualquier otra parte, le siguen su novia  (una chica rubia con zapatillas Nike blancas) y dos jóvenes bueyes con bigote y gafas de pasta que caminan despacio como si subieran una cuesta. Queda pendiente una cerveza para darle continuidad a todo esto.   Por hoy no hay nada más. Un abrazo a todos.




Kiko Amat y Miki Otero
 
                                                            Dan Fante

jueves, 22 de marzo de 2012

COLGADOS

Manolo Vázquez

Ella ( Marta Bassols ) sube las escaleras con bolsas de la compra. El (Alex Brull) la espera en casa, fumando. Algunos reproches del estilo "¿cómo llegas tan tarde?, ella le recrimina por volverlo a ver fumando, le habla de los gatos, de las cosas más cotidianas, más intrascendentes.

Esto de lo que escribo es un corto que se llama así, Colgados.Es un corto sencillo de once minutos, montado con cuatro planos fijos, una actriz que llena con la mirada todas las secuencias y una voz en off. La música es dont you forget de Micah P. Hinson y todo está pensado por un tipo que es amigo de Javier Calvo y asiduo del Manchester, se llama Manolo Vázquez y este corto, COLGADOS, que parte de la más absoluta sencillez, se convierte en una obra genial que te hace avanzar sobre un hecho absurdo, hasta llegar a la realidad más brutal en la que se desencadenan todas las emociones de golpe.

Como si fuera un mago, Manolo Vázquez abre las manos y te deja frente al plano, con esa realidad que a Silvia le empapa los ojos hasta llenarla de lágrimas toda la cara y que a mi me noquea, me deja zombie un par de minutos, justo para ver los títulos de crédito, el corte final y los últimos compases de Hinson.
...
-¿No me notas nada diferente?
-No se¿Te has cortado el pelo?.
...
¿Te ha dolido?
....
El corto es este: http://vimeo.com/8994107

viernes, 16 de marzo de 2012

HONOLULU BOOKS


SERGI DE DIEGO
Presentación en Barcelona 15-03-012

AINHOA REBOLLEDO
Presentación en Barcelona 15.03.012

Honolulu Books
Colección Lavorare Stanca. Colección Blogexploitation
Presentación en sociedad.
Espacio Miscelanea (Calle Guardia 10-Raval)

 
Al pasar por la hípica de Sitges, cada mañana, veo los caballos. Esto ocurre cada día poco después de que amanezca. No todos son iguales, algunos, los más esbeltos, van vestidos con una manta que les aísla de la humedad. Ningún caballo se da cuenta, pero unos van vestidos y otros desnudos. Ninguno lo sabe, pero unos son de pura raza.

ainhoa tiene veinticinco años. se ha teñido la piel de color rosa y los labios de color rojo, el resto son los demás colores del arco iris, incluida una falda que compró en el cuento de blanca nieves. promete. acompañándola Paul. a él le dedica el libro. lo demás son viajes, ayuntamiento, bicis, su padre. miña terra galega.

Al entrar en la calleja lo primero que veo es una luz fuerte y grupos de gente fumando, entre ellos pasta Sergi que levanta la cabeza y me mira como un Lémur sagrado. Sucede en el nº10 de la calle Guardia con Nou de la Rambla, puro Raval. Todo en la vida es un poco confuso, te aseguro que estos apuntes también lo son.

Miscelánea es un lugar poco común, ellos lo saben y solo ellos y dios, saben por que medios y artificios han conseguido unir una tienda, un bar, una sala de exposiciones y un pequeño auditorio para sesenta, donde cabíamos ochenta. Para todo necesitas ser delgado y además no es lugar para cojos, necesariamente debes subir o bajar un par de peldaños que se ven y otros tantos que son invisibles. Por otro lado cabemos todos, muchos sentados y muchos de pie, muy quietos como “estatuas en este extraño invierno”.
Sergi es un tipo que mantiene una concentración explosiva. Pude verlo en acción en los siguientes segmentos de tiempo:
-Al encontrármelo junto y en el corro de amigos en la calleja Guardia-Raval.
-En el interior de Miscelánea, en el medio de algunos peldaños, donde me presentó a la editora.
-Durante el instante en el que un niño le llamó Tete
-Durante el instante en el que Ainhoa Klinski le encerró en un pequeño cuarto con un solo juguete y en ese instante pasó a ser inocente y sublime a la vez, fue todo tan dulce en los labios rojos y gallegos que en un instante vi pasar a Sergi de 0 a 100 en toda su explosión. Por un instante nadie sabía de lo que hablaba Ainhoa y al instante siguiente todo el mundo miraba a Sergi que a su vez se preparaba para mover ficha en una jugada muy complicada que supo sortear con elegancia. Sergi es flaco y elegante, como un galgo de carreras al que visten para que no coja frío, y vestido o desnudo, siempre se asoma a ti con una sonrisa.

Ella dijo:
“Me he pintado los labios de rojo, para besar a cada uno de los que me compren un libro. Es algo difícil de superar Sergi”.
Sergi dijo:
Como poco, haré lo mismo que hagas tu, estoy preparado para eso y para  treinta centímetros más”
 
La editora de Honolulu Books, Ana Llurba, es una chica muy joven que tiene las pupilas dilatadas todo el tiempo, asi que todo el tiempo mira a través de las pupilas dilatadas, como si fueran una pantalla de plasma en la que tu también miras en directo, pero mirando así no se descansa, hasta que cierra los ojos y muere como “Las ventanas rotas de los edificios de cristal apagado”, entonces se borra la imagen y desaparece una calle entera de una ciudad pequeña.
La editora de Honolulu, tiene hinchado el pecho de emoción y la emoción en un acto como este, toma cuerpo, no se deshace, ni se desvanece, cambia de ánimo, se vuelve maciza y termina por estrangular el aliento. Ella se dio cuenta de esa circunstancia justo antes de quedarse sin voz, y eso lo aguantó no más de cinco o seis minutos, dando paso a Ainhoa, que parecía esperar a la puerta del colegio a que su padre pasara a recogerla para volver a casa.
Pero su padre no aparecía y Ainhoa Rebolledo para empezar piensa algo que en vez de ponerla nerviosa la alimenta y es en lo lleno y oscuro que está ese lugar. Y así se lanza a hablar de bicicletas porque es de lo que escribe en el libro, de su relación con las bicis y con una en especial a la que llama Mari Klinski, y también de su Galicia profunda donde aprendió a pedalear y de su padre ausente que no ha podido aparecer por la presentación del libro. Ella no pierde el control de sus labios rojos, tiene un paladar exquisito para escribir. Ya que la he visto leer con sus gafas de pasta y la puedo leer yo mismo, me gustaría verla comer, sentarme a su lado en Jean Luc Figueras y escucharla decir con su voz japonesa, llena de nostalgia:
Así que bajé a la calle y fui a por una bicicleta. Aquí en Lyon coges una bicicleta en la calle como tiras un chicle al suelo en Madrid. o te metes un pico de heroína en el Raval”. Me encanta.
 El tiempo en Miscelanea ocupa lo mismo que una cuartilla clavada con una chincheta en la pared y ellos (los escritores) lo saben, son breves y precisos en la presentación del acto y en esa brevedad dirigen el micrófono y las miradas a Sergi, que ha seguido las intervenciones con esa concentración contenida y explosiva, como una película de Roland Emmerich. El tiempo de una presentación, no termina cuando se apagan los micrófonos, porque en ese punto es cuando empieza la verdadera tensión de los escritores, el tú a tu, la firma de libros, los besos, el vino y los pistachos.
 
Pero faltaba Sergi, que como buen anfitrión y amigo, agradece que estemos allí, agradece y agradece y se pone a hablar de sus amigos, de los blogs, de los escritores y poetas, hasta que la Editora le corrige y le marca el libro y Sergi dócil come de la mano como un buen caballo, pero no sin rendir tributo a Sonic Youth, que de todos y todo, es su gran inspiración.
Si Ainhoa escribe casi sin escribir, Sergi pedalea sin moverse, tiene reflejos de cigüeña y se alimenta de un núcleo muy profundo donde encajan, como un guante, teorías, sistemas cuánticos y abandonos, series de televisión, Terrence Malick, David Lynch, blogs; sostiene cada ruina, como un arquitecto en un quimérico ensanche mental. Y si no, que lo digan sus amigos, esos que le envuelven como un regalo, que tienen por él esa fe increíble de las religiones antiguas. Estabais casi todos y ese valor humano, es la moneda con la que se paga a un tipo como Sergi.
Al final del acto, todo suena afinado y afinando se ponen a leer de sus libros como si fueran guitarras viejas en un local de ensayo. El tiempo empieza a volverse curvo y las frases de los poemas y de los textos, tropiezan unas con otras pidiendo ya el fin. Apenas han pasado veinte minutos.

Y ahora, ahora mismo, parte de esta crónica la escribo con los oídos taponados con partículas elementales,  Teen Age Riot, Sacred Trickster, Anti-Orgasm, What We know y cosas así.

De Roland Emmerich (sus películas) prefiero no opinar.

El formato de los libros, es de bolsillo. Las portadas son chicas anónimas que te miran, que apenas tienen cejas, ni piel, ni arrugas, se han pintado la línea de los ojos y en los ojos les brilla una luz, la misma luz para las dos; y en el bolsillo los guardo porque ya tenía la mochila llena de haber pasado por la Central del Raval.

Para la próxima portada, me ofrezco yo mismo a poner la cara (sin condiciones).
Nota.
Por supuesto no digo nada de que a la vez y en paralelo, en la escuela de escritores de la 4ª planta del Ateneo, hablaban Agustín Fernández Mallo y Jorge Carrión, aunque Jorge se estaba acordando de Mari Klinski, pero sobre todo de E-Mails para Roland Emmerich. Un abrazo para todos.

 


domingo, 11 de marzo de 2012

BALANCES PARCIALES de Felipe Zapico




 (Presentación en Barcelona 10 de marzo de 2012. Luis Vea, Mag Marquez, Felipe Zapico y Elías Gorostiaga)

El día 10 comenzó con un retraso. En Viladecans ardía una nave, con pintura industrial, por los cuatro costados y uno de esos costado era la vía del tren. Comenzó con ese retraso de un tren que dos horas después llegó a Barcelona. En la estación de Sitges, para entretener a los pasajeros y ese primer sol del amanecer, un viejo loco, uno de esos viejos locos que abundan en las estaciones y los apeaderos escuchaba su música en un transistor viejo y gritaba poemas con una voz rabiosa: “me da miedo, me da miedo tu pelo”. Después gritó a un perro que ladraba al otro lado de las vías y fue recorriendo el anden con sus gritos, como un desterrado gruñendo a las latas vacías de cerveza, chillando a las piedras. Era el día 10 de marzo.

El día 10 llegó por segunda vez a las ocho de la tarde. Allí en aquel lugar del Poble-sec, junto a la Avenida del Paralel, cerca del Molino, una barriada en la que se mezclan los nuevos obreros dominicanos, pakistaníes, rumanos, con los viejos obreros llenos de recuerdos y huelgas generales, que ya casi no miran ni hablan porque tienen la espalda dura y rígida de luchar contra la vida durante muchos años. Allí en una calle oscura, junto a una iglesia casi vacía, donde algunas mujeres rezaban a los Cristos de siempre, allí como si fuera un local clandestino, una asociación de poetas y artistas y un local con dos puertas, que gestiona Jorge y a sus pies la perra Akela, una perra que te mira con los ojos muy abiertos y que ya casi no ve. Al segundo intento, la puerta que se abría para dentro y la puerta que abría para afuera nos dejó pasar después de llamar al timbre, después de que se encendiera la luz verde. A las ocho de la tarde, por segunda vez (la primera era demasiado pronto) llegamos a ese mundo de palabras guardado celosamente por esas dos puertas y una pequeña perra casi ciega. Es la presentación de Balances Parciales, el segundo libro de poemas de Felipe Zapico Alonso para Eolas ediciones (colección Seinne), la pequeña editorial de Leon, la editorial de Hector Escobar.

Zapico estaba allí, rodeado de amigos como Mag Márquez o Luis Vea, un exalumno, algunas mujeres, algunos anarquistas y una bolsa de deportes que podía contener un fusil de asalto, varios cócteles Molotov,  pero en la que solo hay libros, los que escribe durante esos días largos del invierno y del verano, sus notas, sus recuerdos, quizá un arma más temida que cualquier otra de las que se usan en las guerras silenciosas.

Recitó Mag Márquez, con una voz suave y algo hinchada, revisó la hoja de servicio de Zapico, desde el primer poema que escribió y publicara en la revista Diente de León, hasta hoy y ahora y así le dio paso para que fuera deshilando con otra voz, más cavernosa, poemas como este: “Estalló un vaso a nuestros pies / dos bofetadas sirvieron para educarle / las mujeres me admiraron esa noche / pero durmieron con los hombres / que se habían quedado quietos / muy quietos”. Cualquier profesor de literatura sabe que si analizas estos versos termina por salir un hombre y del hombre el mundo y de ese mundo un paisaje y así una memoria, una secuencia y ese es el final del libro, una secuencia tras otra, servida en cuatro partes “Notebook (La frontiera), Tragos, Hojas volanderas y Poemas súbitos. Todas las partes y todos los poemas hablan de un dolor, pero no puedes quedarte ahí y tampoco pararte, igual que él no puede dejar de escribir porque la herida no le deja y no puede quedarse quieto esperando, porque eso es la muerte: “Cuando ya nadie ama, / por cansancio / o temor a la catástrofe / me hago la VI, / con lluvia y sin luna, /  hasta el mar.”
Balances parciales son dos libros en uno, porque acompañando los textos tienes los dibujos de Javier Zabala, y eso crea un objeto de mucho más valor  que los quince euros que pagas, es una de esas pocas cosas que valen más de lo que cuestan.


Hicimos muchas fotos, nos dimos muchos abrazos, conocí al Poeta Luis Vea y al Poeta Mag Márquez y cuando todo aquello terminó y ganamos la calle después de despedirme de Akela, la perra a punto de ceguera, de pasar de nuevo por las dos puertas,  por la que se filtraba un hilo muy fino de humo de cigarrillos clandestinos, salimos por las calles oscuras a ganar el Paralel, cruzarlo como se cruza un gran río y asomarnos a las callejas de los nuevos catalanes, venidos de tierras tan antiguas como gastadas, cruzamos al paso por la puerta de un cuartel de la Guardia Civil, vigilado por una garita anti-poemas y complejos sistemas informáticos, chalecos anti bala y todo lo que llama la imaginación.

-Vamos a un restaurante gallego –dijo una que hacía las veces de guía- si es que está abierto.
Y dejó aquella incertidumbre en los pasos de todos y de nuestros estómagos.

Cruzamos las haimas del Raval, cruzamos entre árabes jóvenes que guardaban algunos secretos y miradas de celo y mercadeo, cruzamos bajo las persianas más vigiladas, más sigilosas y la noche de luna llena, seguía su ritmo mientras los poetas la recorrían en busca del Gallego.

-Es aquí -dijo la guía-

Es aquí (pensamos todos)  y entramos en hilera hacia el fondo y después hacia el comedor del altillo donde una mesa para doce nos esperaba. Se cayeron del cartel algunos de las figuras que acompañaron al poeta y aparecieron otros. No se los nombres, solo recuerdo las caras, sus sonrisas, pedimos lacón con grelos, pedimos codillos, pinchos morunos, todo se llenó de pimientos de padrón y pimentón, (los pimientos no picaban, pero el pimentón sí), trajeron vino del diablo Vinya Rovisel, y cerveza. Bebimos antes de comer nada y cuando todo llegó, noté que la poesía deja el estómago vacío y que un Gallego, es el mejor lugar del mundo para comer codillo y lacón. Y eso es lo que hicimos. Hablamos de algunas cosas, pregunté por algunos amigos que no conozco y a los que leo, poetas, escritores, pregunté por la catedral de Badajoz y se me contestó, pero una de las chicas del grupo acusaba más de la cuenta el vino del diablo y dilapidó aquel tiempo con otro tiempo del que había salido mal parada.

Hubo algunas risas, algunas fotos más y más abrazos y la noche se fue volviendo cada vez más estrecha. Fue el momento de levantarse de la mesa llena de orujos, porque el humo prohibido de los cigarrillos subía por debajo de los manteles, (aburridos todos los fumadores de bajar a la calle) y ese fue el momento de soltar aquel día diez y de volver al Garraf, un día muy largo que empezó muy pronto, como siempre lo hacen los días señalados con una marca de bolígrafo en mi calendario de cartón. Para todos vosotros un abrazo más.

Nota:
Felipe Zapico Alonso, tiene un motor con el que imparte clases en la Universidad de Badajoz,  poeta, músico de rock & roll, Dj,  fotógrafo, actor, viajero. Siempre tiene un proyecto y no voy yo a desvelar cual es el que mueve ahora con ese motor, pero suena; ya os lo contará él por su propia voz; seguid atentos.

lunes, 5 de marzo de 2012

Biblioteca Nacional, una novela de Mario Crespo. Eutelequia narrativa



 
(30 páginas de largo y 3 millas de alto)

Cuando veo a Mario Crespo de inmediato me doy cuenta de dos cosas, vive al lado de un cuelgue suave y dos, que no es ni Pablo Villa, ni Guardiola, ni Vila-Matas, ni es David González, no es el doctor Jorge Carrión, ni Fernando Martín, es Faemino. Habla con un tono de nuez que se afloja al llegar a la boca y se deshace entre los labios, entre los labios y entre las manos por las que pasa una gran cantidad de aire y de expresiones.

Pero cuando leo la novela, me doy cuenta de algunas cosas más, como cualquiera de vosotros, mis procaces y amados lectores, editores, consultores, gestores, animadores, compañeros todos, de viaje; cuando leo la novela y a la vez recuerdo la presentación en Barcelona de su libro Biblioteca Nacional, me doy cuenta claramente que puedo escuchar a Mario mucho tiempo sin cansarme, este tipo tiene ese don, no cansa cuando habla, (ni cuando escribe) porque no es pretencioso, más bien es como un colega al que hace tiempo que no ves y que te está contando todo eso que hace tanto tiempo que no te cuenta, lo que resulta muy agradable y a la vez estimulante.

Y lo que te cuenta es una historia que sucede en la Biblioteca Nacional y en esa historia te engaña por la mano (como en los juegos de cartas) y te engaña porque mezcla la vida personal de su personaje Pablo y su vida familiar, con un suceso que le ocurre en el trabajo, un suceso paranoico que se produce por un desarreglo físico y psíquico. El caso es que a la vez que te engaña te dice la verdad y te voy avisando lector, que es así y eso lo disfrutan más los que más le conocen porque se dan cuenta de donde está ese límite. El escritor se lo pasa bien con ese juego, por sus páginas pasan personajes conocidos y sus amigos, a los que cita y da vida a los muertos con sus apariciones y a los vivos, porque son reales, tan reales como que escriben y publican y a la vez se citan unos a otros, redimiéndose así una y otra vez asegurándose un cielo algo viciado y en mi opinión una forma de ir al infierno de los novelistas y sus vanidades de ida y vuelta (parece ser que Houllebecq, Vila-Matas, Barrueco etc, no escriben en balde). No solo ya no nos vale describir gente o situaciones y ambientes que se parecen a otras que ya conocemos o que podemos imaginar, si no que el estímulo debe ser directamente meter de personajes de tu novela a tus amigos, familiares o compañeros, lo que no les convierte en literatura sino en cotilleo de revista. Creo que ahí la novela pierde algo de músculo y se vuelve perezosa. Pero si, leer BN es una especie de cuelgue que puede que disfrutes más si a la vez te fumas una buena hierba, no terapéutica si no de la del tiesto en el balcón, hasta que ya no notes las orejas y después te miras al espejo por si aparece Guardiola o Ramoncín, o incluso el mismísimo Pablo Villa mirándote entre líneas con la ansiedad en las mandíbulas  “¡qué tio qué¡, dime qué te parece, me interesa mucho tu opinión”.
-Te digo lo que me parece –mirándome en el espejo, como cada mañana- me parece que tiene poca ambición.
Si, yo también creo que es una novela poco ambiciosa, que se queda corta, que se podía haber sacado más, si no fuera por la puta ansiedad de terminar ciento cincuenta páginas y publicar.
-¡Eh tío, se me escucha! –mirándome en el espejo- ¿ahí al fondo, se oye bien?
-Si, tío se oye bien, demasiado bien.

Y aquí también, junto con la ansiedad el puto ego-de-artista, apretando los cojones y la paranoia del YO lector que quiere saber en qué termina la cosa, es lo que hace que te leas cincuenta páginas el primer día y el resto el segundo día, del tirón, mientras recorres todas las habitaciones hasta llegar a la bañera y ver mis huevos flotando en el agua azul por las sales minerales del mar muerto, ahogando el ego de Mario Crespo que gorgoritea en el fondo de ese mar de vanidad y buenas intenciones y terminas la novela con algo de rabia y algo de pena, no se la proporción.

Entrevista con Pablo Villa, frente a un espejo

-¿Eres un buen escritor?
-No lo se, pero a veces se me pudre el carácter y lo paga mi chica.
-¿Te gusta joder?
-Me gusta mucho, lo hacemos bien y a menudo. Nos gusta.
-¿Te sientes estafado?
-Claro, somos una generación de gente bien preparada, hablamos idiomas y después de hacer lo que teníamos que hacer, nada, el paro o un sueldo de mierda en el que te putea gente que vale muy poco.
-¿Conoces a Guardiola?
-No, ni me interesa, soy del Madrid, que quede claro ¡halamadrid!
-¿Fumas maría?
 -Cada vez menos, los años no pasan en balde, prefiero el LSD, me veo mejor en los espejos.
-¿Cómo estas de ego?
-Buena pregunta, soy un ser absolutamente vanidoso, los escritores lo somos.
-¿Ultimamente sigues alguna luz?
-Hay que fijarse metas, cuando trabajas para la administración, de lo contrario enloqueces. ¿Te queda claro esto?
-¿Y para terminar?, ¿hoy hay niebla?
-Si, siempre hay algo de niebla. Esto es Madriz hijo.

El espejo se funde a plomo y Pablo se refresca la cara hasta que el grifo, automático, se cierra. Vuelve al trabajo, hoy los escritores han escrito mucho, los editores lo publican y el trabajo se acumula en los carros de la Biblioteca, igual que los cigarrillos en las aceras. Alguien que espía le oye decir en el pasillo “-¿para cuando dices que sale esta entrevista?”.