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viernes, 24 de junio de 2011

Buen viaje


                                                

Este Blog, comienza hoy sus vacaciones. Volveremos a finales de agosto con más sensaciones, recuerdos, nuevas ideas desordenadas.
 En estos seis meses, entre relatos, crónicas de viaje, presentaciones de libros y opiniones, se han escrito más de cuarenta, todo volcado a esta red para atrapar estorninos,  Facebook, Twitter, la revista Alenarte, una buena simbiosis que se repite por todos los blogs amigos.
 Espero que cuando volvamos, volváis todos a visitarme, darme vuestras opiniones, espero que me acompañéis en las  nuevas entregas sobre ciudades como Soria, León, Zamora, Salamanca, Coria, Cáceres, Badajoz, La Cabrera y todo lo que pueda ir guardando en esta mochila de viajes y fotos.
En estos primeros seis meses, se contabilizan más de tres mil visitas, con lo que en esta casa estamos muy contentos.
Nada más, un abrazo para todos y no dejéis de leer, de viajar, no dejéis solas a estas editoriales que intentan salir adelante, igual que a sus nuevos autores.
Salud.
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Elías Gorostiaga por Elías Gorostiaga se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Basada en una obra en eliasgorostiaga.blogspot.com.

Levis



Una camiseta, mis Levis y unas zapatillas de loneta azules. Y por delante el mundo. Así es como uno toma conciencia de la vida,  de su propia vida y de su propio ego. Solo falta una chica, su camiseta, sus Levis, sus zapatillas de loneta azules, y por delante de los dos, el mundo en su totalidad. Un WV y una obra de teatro, el mundo en su totalidad, unos poemas y una canción, los besos, los juegos, los cigarrillos y la distancia. No había entonces ni una sola mentira.
 Muchos bares después, muchos cigarrillos, músicas y canciones, los viejos poemas y sus cicatrices y aquellos viejos Levis, por otros nuevos.
-Añade un tatuaje
 Añado un tatuaje en el hombro del brazo derecho, una espiral sin fin, sin principio. Y una chica, sin Levis, sin camiseta, sin zapatillas de loneta. Es invierno. Solo la bruma sabe como se mira un cuadro de Turner, solo en el museo del Prado puedes ir más allá de las paredes  “visitabas aquella exposición de los Maestros”, también ocurre en la Frick Collectión, en cualquier pared en la que cuelgue un Turner, entras y tocas la bruma, la humedad de Venecia.
-Añade un inglés.
 Shakespeare. Suficientemente inglés. Añado, pero no se puede añadir sin sufrir una pérdida, un olvido, un desengaño, el desencanto. Veo a Panero, a su hermano Miqui, a su hermano Luis, a su madre Blanc y vuelvo a entrar en la bruma, en algo más que la bruma.
-Añade la locura
 Ese lugar sin cifras, sin manteles, sin noche. No llegues allí, no hay horizonte, nadie usa Levis, ni camisetas, ni zapatillas de loneta. No hay chicas allí, no escarbes debajo de esa arena. Por mucho que te atraiga, deja esa poesía antes de que la ausencia venga a buscarte la mirada y el lodo.
-Todo, tómalo todo, está ahí para ti.
 Alguien empezó con aquella pequeña mentira, donde también había una pequeña verdad y todo estaba allí, pero nadie podía entrar dentro de aquella bruma, sin perderse para siempre.
 Al salir del museo del Prado, el sol reflejaba jardines muy bellos y sombras muy claras.

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sábado, 18 de junio de 2011

LILITH


Después, llegamos algo después de las once, quizá demasiado tarde para ver a L en directo. Esteban y Patxi beben desde la barra, ya han comido bocadillos en el Pepe Bar, en el entramado de calles Almogavars, allí donde el Sr. Lobo, la Oveja negra, Celeste, allí donde en los noventa todo el mundo se amontonaba con una cerveza en la mano y un cigarrillo en los labios, en esa zona de naves y fábricas, con esa anchura de calle y ventana, tan de aquel Nueva York de las películas negras, aquella parte de New York dentro de aquella parte. Después llegamos y ya me dolía mi dulce y sucia Janis, pero no era porque yo estuviera enfermo.
-Es esta ciudad –pensé-

En la caja tienen apilados los libros de relatos. La barra tiene forma de U, como toda buena barra y el local tiene también forma de U, como todo buen local y un escenario donde caben todos los que están, ni uno más. No está Loquillo, ni se le espera, pero El pájaro loco, se sabe todas las canciones, guitarra, batería, voz, guitarra, guitarra, piano, armónica, todos cantan y tocan los mejores temas de Loquillo y a su lado a un palmo debajo de ellos sus incondicionales, tres o cuatro amigos más Lilith (la primera esposa de Adán) y sus lilim, vagabundeando mentalmente, igual que una mosca contra un cristal.
Dejo mis últimos quince euros, en la barra y compro el último libro del día, “Simpatía por el relato”, una antología de cuentos escritos por rockeros, 2ª edición y otra vez de nuevo el proceso de firmas, empieza Baco, sigue Patxi, Agnes y me quito la sed a golpe de cerveza. Aquella fiesta en la que el cantante de El pájaro… se lo pasa  bien y los demás músicos disfrutan, hace que nos sintamos como en un local de ensayo.
El tiempo ha cambiado, las calles están vacías y algo oscuras, apenas hay tráfico y nadie por las aceras, salvo algunos porteros solitarios, apoyados en algún coche, bajo alguna luz, esperando que pase algo o que no pase nadie. Los locales están vacíos y las chicas se han tatuado también esta noche, pero los chicos de las motos no han venido, esta noche tampoco han venido.
Solamente Agnes, baila como si estuviera dentro de los pies de otra chica, en otro año, en otro local, en otra ciudad, baila y se come la canción a la que la invitan, con esa voz fuerte, también invitan a Esteban que sube decidido al escenario donde no cabe nadie más y siempre hay alguien más, pero el guitarrista se encoje contra la pared, y los demás se adelgazan, pero siguen sonando y siguen acompañando a esta segunda edición que camina de mano en mano y de voz en voz y que además servirá para ceder los royalties a dos proyectos solidarios en Pamplona y Fuenlabrada.
-Ya nos vamos –digo a Esteban-
Nos hacemos una foto de grupo para colgarla aquí.
-Ten cuidado con el coche –me contesta- y llámame cuando paséis por Madrid.

Salimos a la Ronda, pero ahora el litoral está tranquilo, alguien ha recogido los contenedores, las grúas, los depósitos y ha dejado salir a las sombras y cruzando entre ellas seguimos hacia el Garraf. Hoy también cargamos con unos cuantos libros en la mochila y cerca de dieciocho horas sin dormir. A medida que me alejo de BCN, los dolores desaparecen. Un abrazo a todos.  


LA ENFERMEDAD DEL LADO IZQUIERDO

                                             Patxi Irurzun y Esteban Gutiérrez
                         (Cripta de La Central del Raval, Barcelona 17 de junio de 2011)
Esteban Gutiérrez Gómez, Patxi Irurzun, Eutelequia, Lilith y algunos más como Fernando Clemot y Silvia Go

Hay una generación que encabeza Luna Miguel, hay otra generación descabezada, cuyos hombros pueden ser los de Esteban Gutiérrez, Patxi Irurzun, Felipe Zapico o Fernando Clemot. A todos ellos, música, literatura y editoriales de mala madre, donde vender cien ejemplares salvan los manteles y mil constituyen un éxito reseñable para continuar; nada más puedo decir porque yo ni siquiera estoy en esa lista.
-Larga y exitosa carrera, amigos.

Después de hora y media de viaje, para recorrer cuarenta kilómetros de mierda, de Sitges a Barcelona/Raval.
-¡Cómo te gusta meterte por la ronda del litoral! –dice Silvia Go-
-“Cómo me gusta” –pienso y miro a mi alrededor-
Cientos de contenedores apilados, grúas, depósitos de gas licuado, calor, humedad, hora y media y ni un pequeño resquicio de mar al fondo, ni brisa, nada.

Me empieza a doler el codo. Dejamos el coche en el primer hueco de un parking junto a las Ramblas, (0,05 céntimos el minuto) y nos metemos por viejas calles de putas y mendigos, pakis y turistas sin pasaportes, sin dinero, sin zapatos, sin prosa, todos viejos miembros de bandas, editoriales, poetas sin sombra, atajamos por una calleja y esquivamos una fila de indigentes que entraban al asalto un comedor social. Cortamos la poesía como la cinta de un recinto a punto de inaugurar y nos metemos de cabeza en la cripta de La Central. En ese momento Esteban me guiña un ojo y Agnes presenta su canción, a uno de sus lados Rafa, al otro Albert, Agnes es rubia y tiene dos buenos lados y un dolor que es como tener mar de fondo dentro de la bodega del barco. Hago fotos con la Leica, muchas fotos y todos sospechan, sigue el dolor del codo, empieza a dolerme la muñeca y el dedo meñique. Antes de que me de cuenta se ha sentado Rafa, a nuestro lado, ha terminado la colaboración de Lilith y cada uno se dispersa por distintas sillas vacías.
-¿Cómo te llamas? –le digo-
-Cómo se llama el grupo? –le vuelvo a preguntar-
Rafa me enseña su camiseta negra serigrafiada “Lilith”. Ya lo sabía, lo pregunto por joder, por decirle algo a Rafa y le digo que voy a escribir de esto y le digo que después le veremos en el bar y así aparecen en la palestra Patxi y Estéban. Sus libros están dispuestos en una mesa vacía y se pueden coger. Patxi conoce tan bien a Esteban como a su dulce Janis (a la que a mi no me importaría saludar) llevan tiempo de road show por todas las librerías de España, casetas de feria y bares de rock y prueba de ello es que Irurzun, nos va explicando sus libros, sus relatos hasta llegar a este minuto. Descorre cortinas, laberintos, velos, colibrís y visillos y al final de ese recorrido hippy, breve y bonito, aparece Esteban.
Esteban es un tipo agradecido, con memoria, con guantes de boxeo, pero con la mandíbula blanda. Bebe cerveza con gaseosa, viste de negro, tiene pinta de alcalde de un pueblo pequeño, de maestro a punto de coger vacaciones de verano, de director de un Colegio a punto de coger vacaciones de verano, de rockero al que se le calló el pelo y le crecieron las orejas, no se parece a nadie que escriba relatos y sin embargo ha pillado ese trozo de historia y se ha liberado, como el personaje de su novela.

-Presentar La enfermedad del lado izquierdo en Barcelona, me da mucho placer.
-La narración perfecta se consigue con el cuento, más que con la novela.
-En España, no se cuida, no se publica, no se lee relato y es el momento, porque ahora todo se hace deprisa y en leer un cuento no se tarda nada, mi novela en un par de horas la has terminado
-Un vino una tapa y te lees un par de cuentos

Parece ser que ahora disponemos de ese tiempo, el tiempo que se tarda en ver unas fotos en Facebook, el tiempo en el que la sucia Janis, te come la oreja, el tiempo de una canción de Leonard Cohen, para leer sin necesidad de encerrarse dentro de ochocientas páginas. Según parece, bien escritas con ochenta tienes de sobra.

-Para qué se va a molestar la gente en leer algo que no le habla personalmente
-Eso, para qué –contesto en silencio-

En todo caso Esteban nos quiere cómplices, quiere que recordemos lo que escribe, el dolor de ese lado izquierdo que empieza a afectar mi mandíbula, también ella empieza a dolerme y los siete picos que me dibuja en la dedicatoria.
                                        Esteban Gutiérrez, Fernando Clemot y Elías Gorostiaga
Y la cosa se queda ahí, todos sonreímos y son las ocho. Pasan a firmarnos los libros y yo me uno al grupo para tomar una cerveza todos juntos, después de pasar por caja y llevarme además “La legendaria rebelión de los fumadores”, me empieza a doler un testículo. Es un momento feliz, todos juntos como viejos amigos, mientras en la calle dos chicas tocan el acordeón y cantan canciones de los años treinta, esos años entre guerras, en los que la vida era cantar y fumar y escribir buenas obras alcohólicas, mientras los inversores se suicidaban en Wall Street y los parados afilaban los dientes con la caridad de los comedores de beneficencia, igual que ahora. No dio tiempo para más, regateamos nombres, correos, besos y saludos, conozco a Eutelequia, lista como un espíritu listo a la que yo quería ver y hablar y a la que solo doy dos besos, pero que desapareció como un ada buena, dentro de su gabardina azul, rodeada de tipos que se habían olvidado de cambiar la piel de conejo por la piel de tambor.
-A las diez toca Lilith

Eran las nueve. Dejamos a todos y todos se despidieron, corrimos de nuevo por aquellas calles de putas, poetas y mulatos para recuperar el coche, pero el bistrot francés de la Boquería, nos paró los pies
-Tenéis que picar algo –dijo-
-Claro tio tenemos que comer algo antes de ir al concierto de Lilith
                                                         Au Port de la Lune
Y entramos en Au Port de la Lune. Cenamos en la tercera planta del restaurante, como si estuviéramos en el barrio Latino de París.
-Tenemos un poco de prisa –digo con ansiedad-
El camarero nos hizo unas fotos, para inmortalizar el momento y nos dejó la carta.
Tomamos vino blanco, ostras, ensalada de paté y queso.

-Tenemos un poco de prisa –pensé- mientras pedía al camarero otra copa de aquel vino francés.

…y salimos de allí saludando a todos, felices como si fuéramos estrellas de alguna puta y oscura constelación. Felices, pero cada vez con más dolores.
-Creo que BCN me está jodiendo –pensé- masajeándome la rodilla.
-Lilith.

viernes, 10 de junio de 2011

TIEMPO PRESTADO

                   Sala Mimosa del hotel Mandarín Oriental (Carmen Romero, Diana Zaforteza y Han Nefkens)

Hola Han, hijo mio:

Llega un momento en que las perras, no reconocen a sus hijos, en ese momento saben que no pueden esperar nada de la vida (La leyenda del indomable. Stuart Roseberg).

Cualquier día, a las seis de la mañana, ya estoy despierto. No es algo que no le pase a cualquiera que se acueste a las diez de la noche. Algo más difícil es escribir, quizá algo así como comerse cincuenta huevos para ganar una apuesta.
Han, sabes que vives de milagro, tienes todas las papeletas para morir mañana, pero también las tienes todas para vivir un día más. Por eso y porque no tendrás descendientes, compartes con los demás lo que tienes, somos todos herederos de Han, cualquiera de nosotros podemos disfrutar de las obras de arte que te gustan, esas que cuelgan de algunos museos, podemos disfrutar de las novelas que escribes; en mi nombre, gracias por esa generosidad. Salvaste el pellejo y ahora lo cuentas, tu hermano no lo consiguió. Esa excepción te permite no tener miedo, has estado cerca de la muerte, tan cerca que sabes a que huele, su aspecto, ¿te puedes acordar?.

 Ayer llovió en Barcelona y en Olivella, una tormenta, una tormenta así se olvida en unas horas. No solo tu Han vives en un Tiempo prestado, ese tiempo lo vivimos todos, pero…
-         no todos publicamos.
-         no todos podemos colgar nuestros cuadros en las paredes de  un museo.
-         ¡Callaros!, dejad que se explique.

Tu si Han, tu te dedicas a ese mundo, el afásico mundo del arte contemporáneo, entonces ¿lo de escribir?. Haces bien en estar aquí, vives en el país de los museos de arte contemporáneo, en el país de los aeropuertos sin aviones, en el país de las nuevas-geniales-editoriales, como Alfabia y los escritores sin libros, un país que no es ni será nunca Holanda, un país que ha sido árabe, es también un país que se sitúa en otra órbita, en otro paisaje, en otro azul.
Treinta años son muchos, pero sigues recordando a tu madre. ¿Quién de los dos hermanos era el favorito?. ¿Quién nos lo podrá contar?.
Un pequeño recuerdo entre nubes. Has empezado a escribir pequeños recuerdos, un libro de pequeños momentos, Francisco Umbral escribió a la muerte de su hijo en Mortal y rosa; tu que la conoces y las has tratado ¿es la misma muerte que en Tiempo prestado?.
Destrozar este libro sería muy fácil para cualquier crítico y para cualquier hijo de puta, yo no lo soy, yo solo soy un novelista que se acuesta pronto y a las seis de la mañana ya está despierto y sale al jardín a tomar café y respirar ese primer aire de la mañana cuando el sol todavía despierta, alguien que no puede renacer, porque solo morirá una vez.
-Mentira, eres cobarde como los demás.
-Mueres varias veces cada día.
-Callaros, me volvéis loco.

Me das envidia, al poderte quitar la piel y mostrarnos esas heridas sin costra, el despojarte del peso de la memoria, la esclavitud de los recuerdos, me da envidia que nadie se haya bajado del tren mientras tu recorrías ese lejano país, unas veces enfadado con las cosas y otras veces, las cosas (el guacamole) enfadadas contigo.
-Hizo correr al perro hasta que reventó.
¿Estas seguro de que no tienes miedo?.
“- Quiero que Felipe esté siempre conmigo
¿Son tus memorias? Tiempo prestado diario de las obras de reparación de una casa en ruinas, la casa-cuerpo del propio autor, es a la vez un bello libro de viaje de un país que no sale en las guías, del que nadie habla, del que no se suele volver.
Y ese país lejano, pasa por México, Holanda, Barcelona, los amigos, la familia, el arte contemporáneo, la afasia, Felipe, la tarta Sacher de la pastelería Escribá, el guacamole y esa maldita serie de view-master.
Han, te gusta vivir, disfrutas y pagas lo que la vida vale … y a veces más, te lo puedes permitir, incluido el drunch en la sala Mimosa del Mandarín Oriental (que ya cuento en http://alenarterevista.net/tiempo-prestado-de-han-nefkens-o-diana-y-el-mandarin-oriental-por-elias-gorostiaga/el número de Junio), el obsequio para tus amigos de un galerista bon vivant.
-Para los novelistas el Fnac
-Ssssh

No lo olvides ahora que te has recuperado, Han algunos novelistas ni siquiera tenemos tierra en los zapatos y eso que no conseguimos quitarnos el polvo del camino.
Hola Han, hijo mío, bienvenido a casa, sigue habiendo mucho trabajo que hacer, mucha vida que vivir y más noticias, pero que sean de países no tan lejanos. Salud.


Tiempo prestado( noticias de un país lejano). Han Nefkens. Ediciones Alfabia. Diseño de portada: Alfonso Rodríguez Barrera.
Editores: Diana Zaforteza y David Martín Copé
Pastelería Escribá (Ramblas de Barcelona)

jueves, 9 de junio de 2011

HIJOS



-¿Tienes hijos?
El que lo pregunta, se acaba de separar, es de Cistierna y lo conozco porque su empresa me acaba de instalar un depósito de gasoil, un acumulador de agua y una caldera y se termina hablando, unas cosas te llevan a otras y te preguntan.
-Yo, tengo una hija.
No se por qué la gente tiene hijos y no lo se, porque después cuando pasan los años, te los encuentras y escuchas sus historias, historias que solo son problemas.
La ilusión y la energía de saber que son tuyos, pero los hijos siempre son de las madres, desde el principio hasta el final. Los padres, poco a poco pierden la resistencia, esa tenacidad que hace falta y que solo mantienen las hembras.
La niñez con todos los traumas, el acuciante aprendizaje, las formas y las maneras como se van formando, creando los contornos de la personalidad, algo agotador que se desequilibra en un momento, igual que un dedo en el tarro de la mantequilla, una huella que se mantendrá y formará el carácter para siempre y eso será culpa del padre.
-Mira que pantalones más bonitos
Paga y calla, y así será siempre, paga todos los gastos, saca el dinero de donde quieras pero paga, “tu hijo lo necesita”.
-Yo no lo necesito, mi hijo si.
Tu hijo te va a redimir de todos los pecados, tu hijo tendrá lo que tu no has tenido, ( pensamiento estéril),  el hijo hará y será lo que le de la gana, porque después llegará la adolescencia.
-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz.

¡Los hijos!. Siempre te acompañará el recuerdo de cuando eran pequeños. No te lo creas, no te acordarás de cuando eran pequeños, tendrás que buscar las fotos para recordarlo y no es lo mismo, tu memoria presente y el deseo de futuro te impiden mirar para atrás.
-¿A qué hora llegaste ayer?
-Lo sabes perfectamente –dice ella- para qué me lo preguntas.

¿Te sigue quedando autoridad? A partir de ese momento, todo se empieza a reducir,  se resume en: una cuestión de horarios, una cuestión de modas, una cuestión de educación, estudios, novios, viajes, y tu eres el que autoriza todo eso, demasiadas cosas juntas que ya no tienes, eres un hombre cansado al que ya no le quiere su mujer, porque ella, en secreto, ya solo quiere a sus hijos, ya lo sabes nunca te volverá a querer, has pasado a ser el último de la casa, incluso tu perro tiene más afectos y más atenciones,(pero sigue pagando).
-No le hables así al niño.
Eso quiere decir: “no hables mas con el niño, no os vais a entender”. No se si alguna vez sucederá, ahora no y eso pasa en la mayor parte de las familias, no te entiendes con un tipo que es igual que tu, pero veinte años más joven, porque el: tiene con quién hablar y reir: sus jóvenes amigas, su moto, su tiempo, sus vacaciones, su “todo incluido”. Ni lo sueñes tío, tu hijo es tu viva imagen, pero nada más, el parecido no te convierte en nada, no eres el y tu mujer no es tu madre, así que mejor te callas la boca y no la abres más, hasta el último vaso de agua de tu vida.
-Parece que quiere decir algo.
Si, parece que quiere decir ¡hijos de putaaaaaaaaaa!
Por qué queréis que tengamos hijos, por qué me preguntáis, con esa cara de mala hostia ¿tienes hijos?, y peor, por qué me miráis así, yo no tengo la culpa de que tu tengas dos, y el otro, una y el otro, tres, no tengo la culpa de que seáis tan generosos, ¿cheques bebe?, pídeles cuentas a ellos, no soy judío, musulmán, ni del opus, mano de obra bien educada, no necesito tener una prole detrás, como Ruiz Mateos, tan solo un Rolex y un Ferrari (o no tenerlos), y eso es lo que te quitan los hijos, y te quitan la salud y vas perdiendo la vida y cambias hasta que ya nadie te pueda reconocer, solo quieres estar tranquilo con una ginebra, un buen vino, coñac…, ¿tranquilidad?, ¿dormir?,  ahorrar “para el día de mañana”, otra vez:  “para que al niño no le falte de nada”. Si fuera Saturno, yo también devoraría a mis hijos, uno a uno.
¿Cuándo sea viejo?
Cuando sea viejo viviré tan feliz, sin la ansiedad ni la pena de esperar que ellos, los hijos, me vengan a ver o no, me vengan a pedir, me digan que estoy viejo y aunque no me lo digan.
¿Y tu, tienes hijos?.
Pues ya lo sabes.

miércoles, 1 de junio de 2011

TORMENTA


(Foto de Alejandro Fernández Cabañeros)

Noto ese viento, como si todo lo quisiera borrar, el paisaje, las hojas, las llagas, la memoria, y vuelve la calma, una calma como si también lo quisiera borrar todo y ordenar el paisaje, las hojas, las heridas y la memoria.
Cae la tarde, despacio, el sol suave. No quiero salir fuera y mirar el cielo, ver como se va amoratando igual que una mala herida, como va creciendo igual que la nata hervida en una cazuela. La humedad huele, la tierra, los hormigueros, los motores, junio.
Todavía los pájaros se empeñan en atender sus nidos y nacen pollos nuevos, algunos diminutos con los ojos más grandes que la cara y piden un ir y venir, entre las hojas que vuelan y el trigo, piden más porque les pican las plumas y el hambre.
Ya salió el loco a pasear a su perro. El perro es viejo, morirá pronto y el loco es joven, algo más joven que un adolescente. Caminan despacio, uno va detrás del otro, cuando el perro se para el loco avanza y cuando el perro camina, el loco espera distraído, mirando las hormigas que van y vienen, cada una con su trocito de abeja.
Pasan al lado de casa, al lado de la tormenta, ninguno mira y les veo irse hasta que la maleza, las cuestas y las hormigas les devoran, pero no se les mueve ni un solo pelo del flequillo.
El viento ya pasó definitivamente, salvo para las hojas de los chopos que no dejan nunca de lamerse, de tiritar como si un miedo infinito les gastara bromas pesadas.
El zumbido de un mosquito, sube por las costuras del oído y me deja nervioso como un bebé despierto y sucio. Dura un segundo, algo más, pero no muere porque se que antes o después volverá, aparecerá como un amante obsesivo, detrás de la luz, de un periódico, en el reflejo de un cristal, entre los ojos. Su zumbido entrará de nuevo.
Se golpea la puerta del garaje y una ventana. Golpean algunas voces y un portazo nuevo que se va a lo lejos con esas voces, como si alguien tuviera algo nuevo que decir,  un reproche, un mal tono.
Un taxi corre cuesta abajo y entra tan deprisa en la curva que el frenazo hace que la carretera se estreche hasta ajustar las dos líneas blancas a la anchura de los ejes. La carretera entra en un puente y así entra el taxi apretujándose porque el puente es aun más estrecho que la carretera y porque la fatalidad del caso es que por el lado contrario pasa otro coche que va frenando. Segundos después los dos desaparecen dando portazos, gesticulando, gritando sin que nadie oiga nada, sin subtítulos.
Todo se ha olvidado, aquella pequeña memoria del sol bajando, también desaparece y desaparecen lentamente los colores, igual que las fresas debajo de las hojas. Todas las puertas mueren por dentro atravesadas por pequeñas llaves. Detrás de la tormenta, ya pueden pasar todos los aviones. Llega claramente el sonido de sus motores Rolls Royce y es de noche.



                         (Foto de Felipe Zapico) 
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