Acuérdate de esta fecha, es el veintisiete de agosto de dos
mil doce y son las cuatro de la tarde, acabas de nacer. Desde este momento
empieza tu cuenta atrás, no es la cuenta de sumar como cree el resto de la
gente, tu madre y yo sabemos que estas cuentas siempre restan, los demás creen
que empiezan a pasar los años, que solo es una suma de días, pero tu también
aprenderás que el tiempo siempre pasa en nuestra contra, como el agua de los
ríos que ya nunca vuelve y contra nuestro poder y voluntad, es lo que llaman la vida. Ahora lloras y ahora te mueves
de forma espasmódica, hace frío en esta habitación, oyes un idioma que no
entiendes, ruidos que no distingues, casi no ves, apenas tienes los instintos
de cualquier animal, pero más inútil, apenas te puedes mover y dependes de
nosotros para que puedas salir adelante, de nosotros y de tu naturaleza que
tira con fuerza. Pesas tres quilos y mides cuarenta y nueve centímetros, eres
muy bonito y tu madre y yo no te dejamos ni un minuto, piel con piel las veinticuatro
horas, dándote calor. Ahora duermes y lloras y expulsas meconio, heces, no se
si sueñas, si tienes pesadillas, no conoces a nadie, pero ya hay gente que te
ha venido a ver, que te sonríe y que te acaricia, pero no lo olvides la cuenta
ya está en marcha. Intentaremos que en ese tiempo que te queda, la vida no te
coma demasiado deprisa. Tendrás que aprenderlo todo y sobre todo tendrás que
saber que cuando creas que has hecho algo bien, vendrá otro que ha nacido el
mismo día, a la misma hora, en cualquier otro lugar, alguien cuyo reloj ya
corre en su contra y duplicará tu apuesta y será con él con el que te tengas
que medir y aprender, o serán los otros los que se midan contigo y aprendan y
en esa apuesta por vivir y aprender y ayudarte a ti y a los demás a no resultar
pedante, ni cargante, grosero e insufrible, a regular la vanidad de los que te
adulen, te sentirás juzgado y a veces tendrás que ser tu el que juzgue y para
eso las entrañas que ahora se te forman y te
hacen llorar, tendrán que ser fuertes y firmes para aguantarlo todo, esa
felicidad que te va a llegar y también todas esas horas amargas que te esperan,
eso es la vida y para eso ahora lloras y duermes, para que puedas cargar con
ese peso y otros muchos pesos que te esperan. Escribo esto pensando en ti Elías, igual que hiciera José Agustín
Goytisolo, cuando escribió palabras para julia y en su
nombre y en el de todos los que estamos en este camino, tu también tendrás y
darás amor, tendrás amigos y siempre habrá alguien que piense en ti, como yo
ahora pienso.
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viernes, 31 de agosto de 2012
miércoles, 22 de agosto de 2012
VIVA CRISTO REY
"Mientras los dioses no cambien, nada ha cambiado". Rafael Sánchez Ferlosio
Arde España, cada verano arde por los rastrojos y por los montes, pinares, reservas, paisajes. Los medios de que se dispone son abundantes, incluso acude el ejército y el Presidente de la Comunidad, del Cabildo, de la Generalitat, el alcalde, el pedaneo, el ministro, hidroaviones, helicópteros, escupiendo y meando para apagar llamaradas de quince metros, con el mismo resultado, miles de hectáreas calcinadas.
Arde España, cada verano arde por los rastrojos y por los montes, pinares, reservas, paisajes. Los medios de que se dispone son abundantes, incluso acude el ejército y el Presidente de la Comunidad, del Cabildo, de la Generalitat, el alcalde, el pedaneo, el ministro, hidroaviones, helicópteros, escupiendo y meando para apagar llamaradas de quince metros, con el mismo resultado, miles de hectáreas calcinadas.
-¿Qué le apetece desayunar señor ministro?
-Manteca coloraa –dice el ministro, mientras le tiembla la
doble papada- manteca coloraa –y se rie satisfecho-.
Arde España y se purifica en esa gran pira de agosto y como agosto, fiestas desde Santurce a Bilbao, desde Gijón
hasta Caldueñín, de Ribadeo a Losada y así hasta llegar a los meses de
septiembre después de la vendimia, donde siguen y siguen celebrando -cebando- al Patrono,
a la Virgen y a los distintos Cristos, que son muchos y siempre el mismo, es
decir uno y trino desde siempre, Cristo Rey, desde que las cenizas cubrían la tierra de forma bíblica. Y a
uno le invitan a esas fiestas.
Ese pueblo de trescientas casas, donde viven trescientas
personas, ese pueblo tranquilo de teja o pizarra, donde en todo el año se oye
un ruido, explota de golpe, se abren peñas, se compran hogazas, chuletas,
panceta, entraña, cajas de vino, bollus preñaos, manteca coloraa, costillares,
chorizos, se asan terneras, se preparan miles de tortillas, pollos, ensaladas,
son las fiestas.
-¡Bebe vino, hostia!
-Si, que son las fiestas, ¡a morir!
Ese pueblo de trescientas casas, de siempre está rodeado de
pinares y bocaminas hundidas y cerradas, de ríos trucheros, en el que todos
emigraron a Francia, cuando los padres les dijeron “tienes que irte…” porque
las tierras ya no daban nada, el centeno dejó de pagarse, la mina se cerró y no
había nada más, y repitieron en las trescientas casas –tienes que irte- pero
además busca dinero, porque no te puedo pagar ni el billete del tren. Y se fueron
así, con una maleta pequeña y pesada, el pelo negro peinado a un lado, los
trescientos y dejaron a la puerta a esos trescientos viejos, vigilando las
casas que eran de piedra vieja, de pizarra o de teja, de adobe y ventanas
pequeñas, vigilando porque irían a buscarse la vida pero volverían, los
trescientos volverían al pueblo, aunque solo fuera para los cuatro días de
fiesta de agosto.
Y todos emigraron y unos a otros como una Logia, se ayudaron,
encontraron trabajo, trabajaron todos los días en silencio, sin visitar la
Torre Eiffel, ni los Campos Elyses, sin entender nada, sin saber nada, aprendiéndolo
todo (sin olvidar esa tierra mítica del padre) bajo el cielo oscuro de París y ahorraron para poder volver y dar el
dinero a los trescientos viejos que esperaban en las trescientas casas, donde
uno de los veranos ardió el monte, cada uno de los montes, hasta que las
cenizas lo cubrieron todo, incluso el agua de los ríos y el agua de las
fuentes, de los manantiales, de los pozos, incluso caían las cenizas sobre la
capital y su catedral, de forma bíblica.
Y así pasaron los años y los emigrantes regresaron para
formar sus familias y para volver a emigrar a Bilbao, Madrid y Barcelona y aquí
ya en este territorio de Cristo Rey, montaron esas familias de emigrantes y
trabajaron y se organizaron como una Logia, para ayudarse unos a otros, para el
baile de los sábados, para que no les pasara nada -temerosos de dios- y sobre todo para poder
volver cada agosto a celebrar las fiestas al pueblo y llevar de nuevo los
dineros ganados y arreglar la casa y convertir la cuadra en un garaje porque el
dinero que no se gasta en invierno, ni el de este año ni el del siguiente, se
gasta en verano, en un Sinca 1000, en un 124, en un 1.500, eran los coches de
los emigrantes, brillantes, bien encerados, esa obsesión por el coche, para no
tener que ir andando de un pueblo a otro, de una fiesta a otra, para salirse de
la carretera y chocar contra una encina, siempre una curva y una encina,
siempre esa mala suerte.
Y te invitan y te agasajan y el baile y la orquesta y bebes
más de lo que la sed te pide y te cuesta seguir de pie, pero tienes que
aguantar porque todos aguantan y dicen –caguen dios, otro cacharro- y otro
cacharro es ginebra con coca-cola para todos, para todos la orquesta, los
pasodobles, la rifa del jamón, los pasodobles, “una vieja y un viejo van palbacete, van palbacete”
- ….hostia …. que son
las fiestas
Y la resaca del día siguiente, siempre coincide con la misa
de doce, en la ermita, en la iglesia parroquial y después la procesión, con las
sacristanas ataviadas con los rezos, “-Viva, Cristo Rey” y van todos, los
trescientos que emigraron y volvieron y montaron sus familias, que ya son
viejos, y todos usan camisas blancas y pantalones de tergal bien planchados y
todos van detrás del santo, de la virgen en procesión y cantan loas y repiten a
coro “Viva” y después, cuando la procesión termina, se van incorporando los
hijos de esos trescientos, con resaca y gafas de sol, para tomar el aperitivo,
martini, y agua con gas, que es lo que se toma en Francia.
Y ahora vuelve con más fuerza que nunca Cristo Rey, las
monjas ministras, los ministros que apagan todos los incendios cuando ya no
queda monte que quemar, gracias a los muchos medios y gestión ejemplar y si no
se hace más es por la crisis, que quede claro que la crisis…
Y en el pueblo de los trescientos, donde los montes volvieron a crecer, pero no ya de árboles, pinos, fresnos, encinas, si no de monte bajo y arreglaron las casas de piedra vieja, las cuadras, las cocinas, los baños, levantaron casas nuevas, los alcaldes se contagiaron para construir piscinas, polideportivos, hogares para dejar jugar a cartas a los pensionistas, canchas de baloncesto.
Todo iba bien, todo iba bien, todos eran ricos -como los franceses-, incluso los
que no emigraron y se dedicaron a las chapuzas y después compraron una
camioneta que ponía "Construcciones Fernández”
y empezaron a levantar casas para los otros vecinos, tenían trabajo y cada
jueves detrás de la furgoneta del panadero, aparcaba el coche del director de
la sucursal de la Caja de Ahorros, para vender dinero barato a los vecinos.
-Claro, y pides dos millones más y cambias de coche.
Y ahora es agosto y el monte arde desde Portbou hasta
Castrocontrigo, arden las islas, las penínsulas, los valles, las rastrojeras, y
suenan las campanas de las iglesias, donde se desea y se pide a Cristo Rey que
llueva, pero que no mientras duren las fiestas patronales, las fiestas de
agosto.
-Mi chico se quedó sin trabajo –dijo uno de los trescientos-
un ERE o no se qué.
-Si, como el mio –dijo otro- y ahí está la hipoteca del piso
y del coche.
Y ya empezaron a decir que había trabajo en Alemania, pero
que no había dinero para el billete del tren.
-Aquí todos emigramos, hostia –contesta uno- no se qué
quieren estos chavales.
Y mientras, la madre calla y se retuerce las manos, en las
que guarda un pañuelo blanco de algodón, porque la conjuntivitis le hace llorar
unas lágrimas que no quiere.
Y cuando pasan las fiestas, cierran la casa y cierran el
garaje y queda dentro ese Seat León tuneado, con los tubos de escape muy guapos, porque el chico dice que va
a probar suerte, que primero va a ir a la vendimia y que después ya verá,
porque aquí, en Bilbao, en Madrid ni en Barcelona, hay trabajo, que hay que
volver a Francia y a Alemania.
-¿Entonces, como siempre, no?
-Claro,¡ qué te creías!.
domingo, 12 de agosto de 2012
CONNECTING PEOPLE
(El otro día conduciendo vi a un ciclista vestido de ciclista, subido en su bici de ciclista, hablando
por su móvil. Eran las nueve de la mañana y yo iba a comprar el pan).
El mundo de
los bobos existe, se llama así Connecting People. Cada bobo tiene su terminal
telefónico, es su tiza y su pizarra y lo enseñan con orgullo, en el tren, en el
metro, en los autobuses, encima de una bicicleta, mientras trabajan y mientras
duermen, los bobos están conectados entre si permanentemente. Los jóvenes
bobos, no dejan de escribirse mensajes a una velocidad endiablada, se
relacionan, vibran, quedan, acuden en masa a los eventos, difunden, compran y
venden, se enamoran a través de su terminal telefónico. Los dueños del negocio
lo han conseguido, han conseguido que seis mil millones de personas permanezcan
conectadas, interconectadas entre si, dependan de un producto que se renueva de
forma infernal, generando ingentes cantidades de dinero y de bobos. Así el bobo
forma parte de ese engranaje que es la globalización, ese gran mercado en el
que puedes comprar una bicicleta diseñada en Alemania, cuyos componentes se
fabrican en China y se montan en Yugoslavia, desde su terminal en una aldea
asturiana con cobertura, esa palabra mágica y a la vez maldita que se resume en
lo peor que le puede pasar a un bobo “no
tengo cobertura”. Y aquí el bobo es cuando es capaz de subir al monte,
coger un autobús, robar un coche, por el mero hecho de ir a buscar cobertura,
para mandar su mensaje, para consultar facebook, twitter, twenty, quizá un
poema de amor desesperado o quizá simplemente “k aces” y recibir en
contestación “nada”.
La educación ha sido privatizada, en unos pocos años, el
número de bobos contaminará el paisaje hasta volverlo irrespirable, vocinglera,
tuneada, bien musculada y depilada, formando esa masa mal informada, mal
educada, que ocupará los puestos más bajos del mercado de trabajo y que a la
vez no dudará en conseguir el último modelo de terminal telefónico y en muchos
casos dos. Los viejos no entienden nada de todo esto, les supera por todas las
costuras; les miran y solo ven chicos conectados a sus aparatos, aislados del
resto, pero cuando miran al otro lado también ven a los padres haciendo lo
mismo, las generaciones de bobos se van sucediendo, de forma ordenada y limpia, pixelada, fotografiada bajo un mar
de antenas de comunicación. De todo esto ha escrito Gary Shteyngart y publicada
por Duomo Ediciones, la novela “Una súper triste historia de amor verdadero” .
Bobos vulnerables. Y mientras escribo esto mi Compañía me acaba de enviar el
siguiente mensaje: “Olvidate de los
amores de verano. XXX te ofrece el amor
de tu vida: Samsung Galaxy y con Tarifa @XS por 0 eur”. La fecha tope para
conseguir el amor de mi vida es el 31 de agosto. Por esas fechas nacerá mi hijo,
que ya puede escuchar a través de la barriga esas odiosas melodías, pitidos y
señales, mi mujer todavía no sabe que puedo encontrar el amor de mi vida,
apretando una tecla de Nokia. Mi Compañía, pasada esa fecha, volverá a tentarme
con una nueva campaña y volverá a intentarlo con millones de personas más, cada
vez más volubles, más accesibles, más fáciles, porque sus tiendas tienen que
seguir ordenando ventas por 0 eur, generando basura y yo seguramente, el tipo que
ahora escribe esto, un bobo más, caiga en la tentación de ese nuevo terminal,
porque lo más fácil ahora es dejarse llevar por este río de bobos, humildes y
fieles servidores multimedia con gafas a pila e imágenes tridimensionales.
-conecting
people my friend.
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