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domingo, 6 de octubre de 2013

LIBRERIAS


Presentación en Barcelona 3 de octubre de 2013
Librería Laie 19.30 horas


1.-
Recuerdo el catálogo de Círculo de Lectores y el de Disco Play, los dos andaban de un lado a otro por casa, pasando de mano en mano de todos mis hermanos, hasta que llegaban los libros y los discos que habían pedido, éramos una feliz familia unida. Recuerdo eso y años más tarde la pequeña biblioteca pública que instalaron en un local situado entre los Juzgados y la Cárcel vieja, frente al castillo y junto a las cuestas del río, la bibliotecaria era coja y siempre sonreía. Me gustaba rebuscar en las estanterías y llevarme el libro prestado para devolverlo leído quince días después. A partir de ahí comienzo a comprar libros y discos y a montar y leer de mi propia biblioteca y de forma desordenada, a escribir caóticamente, más o menos igual que ahora, en esos años me cargué de fantasmas e intuiciones, una úlcera duodenal, períodos en los que intercalaba soledad y lectura sin apenas contacto con los amigos, rehuyendo a la familia y períodos de abandonarme a mi suerte y a la de esos amigos, para volver a casa, solo y por dormir, cuando eso era posible, períodos oscuros y vacíos en el espacio-tiempo, ese no lugar que tanto nos gusta visitar de vez en cuando, que pasa a ser un añoranza.
2.-
Jorge Carrión llega a este otoño de 2013 con un libro que ha ganado el 41 premio Anagrama de Ensayo, de una forma insólita, pues ha quedado finalista y de paso contestando las incertidumbres del futuro sobre Naturaleza de la novela, el ensayo de Luis Goytisolo. Las incertidumbres no se terminan de aclarar del todo, pero Jorge te da pistas sobre el pasado, analiza el mundo de los libros a partir de Stefan Zweig, con el que inicia el recorrido, ese vertedero que es la primera memoria colectiva y de ahí construye un mapamundi que comienza con libros de viaje; con las botas bien acordonadas se va asomando de forma concienzuda a las librerías más antiguas del mundo, en un desplazamiento ordenado por África, América de norte a sur, Europa, desde el orientalismo de Tánger, a la exclusividad de París, Londres o Berlín, de las pequeñas librerías a las grandes corporaciones, para terminar con un canto a la cotidianeidad de las nuestras, las de nuestra infancia, las de nuestros recuerdos, y también de los libreros. Ahí aparece ese Jorge más íntimo e intenso que le da al ensayo un sentimiento y una doctrina, esa que mueve a Goethe, García Márquez o Chatwin y que no es otra que la creación de mundos nuevos y el lugar donde poder encontrarlos todos juntos antes de que terminen devorados por un Mc Donalds. Este libro sólo lo puede escribir alguien que consagra su vida a la literatura, que ama los libros, que vive por y para ellos, que a cada ciudad que llega visita sus librerías, por pura necesidad, por placer, habla con los libreros, observa sus escaparates, el sótano y la trastienda, lo que se vende y lo que no.  Este escritor ha compartido esta vuelta al mundo de los libros en un recorrido en el que te encuentras acotaciones, iconos culturales, películas y teleseries. El jueves se presentó en Barcelona.
3.-
-Eres fiel­ como una perra –le dije a V nada más entrar-
-Por Carrión si –dijo ella heroica, con una mueca de desprecio-
Después le di dos besos sin conseguir que relajara ese gesto, su acompañante apenas se enteró, la cosa fue así de rápida.

La carne es lo que tiene, se va pudriendo. Carrión unas veces es Jordi, otras Jorge y otras J. No es la primera vez que escribo de él ni creo que sea la última. Estaba contento por muchas razones, por el premio, por la editorial, por el autor que lo había ganado, por todo el sarao que se monta cuando un libro se pone en marcha y porque se alimenta entre otras energías, como la que produce todo ese motor literario del libro, de los libros. Todo fue ordenado de forma milimétrica, estábamos allí presentes a gusto del autor, a Antonio y Martín esos detalles se les pasa, pero los detalles estaban entre la primera y la última fila en la que yo estaba rodeado de los amigos, alumnos y colaboradores de J, toda esa comunidad. Antonio es Monegal y es profesor, eso quiere decir que da clases, que enseña, que fue profesor de un buen alumno como es Carrión y a la que presentó a la que hoy es su mujer, y hoy ese buen alumno se lo agradece, todo en una y le abre el micrófono para que presente su ensayo, un ensayo que ya era una célula, cuando estudiaba y mucho antes.
-De niño quería ser detective privado –dijo J- ese era mi libro favorito “Cómo ser detective privado”, con el que soñaba y que conseguí.
Antonio Monegal, habló de librerías, de libros y del tiempo
-El tiempo es lo más valioso que tenemos.
Todos movimos la cabeza afirmativamente, aceptamos que es así y a la que vas cumpliendo años más lo reconoces y continuó con la idea de que leer lleva una buena parte de ese tiempo, que no lees todo lo que compras, que a veces dejas libros a medias porque no son lo que parecen y que odia los libros electrónicos porque te señalan porcentajes de lectura, pero no te haces a la idea de por donde vas, como en un libro físico. Antonio Monegal, sonríe mucho cuando dice algo pretendidamente gracioso; en los demás se nos dibuja un gesto que se queda en sonrisa condescendiente. Monegal parece un buen tipo, aunque también lo parece, el profesor químico, de Breaking Bad.
Martín es Caparrós, ese apellido se convierte así en un adjetivo. La última vez que lo vi  se había afeitado el bigote por completo, hoy de nuevo ese bigote  volvía a ser poderoso, renacía espeso. La última vez vestía una camisa negra, hoy era una camiseta negra. La última vez vivía con una maleta, hoy ya ha dejado la maleta en un piso de Barcelona. Martín Caparrós andaba delicado por culpa de algunos pensamientos en los que andaba su hijo, y un hijo todo el mundo sabe lo que debilita, mucho más que una mala mujer, su lugar no son las librerías, le agobia ver toda esa cantidad de libros y de autores, siendo él una pequeña molécula en competición con todos los demás y se abruma, pero lo que dijo quizá fue suficiente para dibujar un estado con el que recorrer el libro.
-Jordi Carrión es como un sabueso –dijo Martín- sigue el rastro, se desvía, pero de nuevo vuelve al rastro que son las librerías.
Con eso fue suficiente. Dijo sabueso, cuando todos entendimos perro, pero perro para Martín, quizá tenga otro valor como palabra, es lo que tienen las palabras que unas veces se cargan de peso y otras quedan flojas, para mi sabueso se queda corto hablando de Jordi Carrión.
J. habló el último. Nos miró y desgranó pequeñas pepitas de cómo había llegado a escribir Librerías. Nos contó que ayudaba a su padre (en su tiempo libre vendedor para Circulo de Lectores) a repartir libros por las casas, tal y como cuenta en el ensayo, lo de querer ser detective enseñando a sus amigos a serlo, (siempre enseñando) y nos hizo cómplices de su felicidad. Nadie en Laie estaba por estar, todos teníamos un motivo, una razón, una amistad, un cariño, porque J, Jorge, Jordi y Carrión, lo ha dado todo y a la vez han montado una maquinaria bien engrasada que toda junta forma una Iglesia y esa institución se va llenando de fieles, apóstoles, predicadores, ángeles y arcángeles, devotos de todo tipo y condición y como siempre pasa en estos casos, también ha comenzado a devorarse, no hay Iglesia que no termine comiendo carne, bebiendo la sangre y guardando reliquias en esa memoria colectiva. Habrían hecho falta tres veces el aforo, para albergar a todos los que faltaban, pero con los que estuvimos fue suficiente para agotar los libros de la tienda. Después vino el cava, los saludos, las firmas, las sonrisas y un final de fiesta, al que no se quiso apuntar Caparrós, por esa disculpa del hijo con el que tenía que hablar,  los demás con y sin hijos tomamos cervezas, como tiene que ser. Al día siguiente, con el acto de Pequod (por la que ya pasan todos los grandes) y un vermut, Jordi Carrión cumplió con Barcelona. Barcelona ha agotado su segunda edición, espero que Anagrama reponga sus librerías, antes de generar altercados entre teleadictos. 


 

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