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jueves, 22 de enero de 2015

MILENA BUSQUETS





Puede contar, tiene ese don, ese azar y esa necesidad.
-El primer capítulo lo escribí en la cocina, en veinte minutos –dice Milena-

Milena Busquets es menuda y expresiva, en público no se viste con camisas de cuadros como Blanca, un personaje, inventado, de la novela. Viste una blusa de seda y una cazadora horrenda de piel de conejo que ha sacado de la chistera de algún mago. Milena habla con los ojos y sabe que ese lenguaje es el de la seducción, te trae y te lleva por unos hilos invisibles que a la que te descuidas, te convierten en marioneta. Jorge Herralde que cada vez se parece más al señor de un cuadro en una casa museo, se sentó a su lado y bebió todo el agua que pudo. Jorge es un viejo lobo de mar, un viejo zorro del desierto,  un puto apache, en cuarenta años dedicado a los libros nunca le había saltado una liebre como También esto pasará (Anagrama 2015) cuyos derechos se han vendido en Franckfurt a treinta países y por eso todos, desde Francesca Bonnemaison hasta Herralde,  estaban muy contentos. Milena no dejó de seducir y de lanzar hilos de seda a los amigos, lectores, vecinos, amantes, familiares, toda esa gente amontonada por el pasillo a los que les faltaba un gin-tonic o una copa de cava. Milena no encontró rival, lo intentó pero, sin no mucho esfuerzo, fue  ganando cada tanto a pesar de que el viejo zorro, devolvía pelotas lacónicas con muy buena mano. Al otro lado de la partida Xavi Ayen no se movió, no parpadeó, no respiró, estuvo atento como un lagarto que sabe que la mosca anda cerca, pero no quiso meter mucha baza precisamente por si la mosca, manteniéndose siempre en la misma línea del campo y jugando con pelotas que apenas botaban. De siempre Ayen no ofende, no intriga, no sangra ni sale trasquilado y eso no es poco tal y como está hoy el palacio de invierno, la corte y la Vanguardia. No es poco ni mucho. El paisaje de La Biblioteca, desde la última vez, ha crecido (para que luego digan), le han salido rampas, franelas, un ascensor, estanterías repletas,  muebles de aire colonial con estudiantes que parecen jóvenes, conectados a sus electrodomésticos, estudiando, escribiendo, maquinando, como si en vez de biblioteca fuera un Bar de Berlín o el salón de la vieja casa de mis abuelos. Ahí fue donde se celebraron los juegos florales y disfruté.  

-Quienes son tus influencias? –preguntó con cierto secreto, Ignacio Vidal-Folch al que la Busquets lanzó un parpadeo que revoloteó por toda la sala y se volvió contra ella como un boomerang-
Colette –dijo la escritora ruborizándose con solo acercar un pensamiento sobre  Proust- yo no escribo bien, hago lo que puedo.
 Hasta ayer, no había nadie en este país de escritores que sirviera para escrutar la membrana que envuelve el escroto de los hombres, a las mujeres, los amantes, las amigas, los conocidos, sin caer en todos los tópicos, incluso geográficos, sin ser cargante, sin enredarse, sonar malsonante y chafardero.   
Milena ha salido bien librada, ha escrito sabiendo lo que escribía, ha escrito de la vida de forma envidiable, se ha metido en la complicación de una mujer con amante sobre un fondo marino, con una madre muerta, ha purgado esa tristeza y ha llegado a la meta casi tan fácil como llegar a una edad y tener pecas. Lo bueno de esta presentación es que casi todo el mundo llegaba con el libro leído, yo también, bueno no del todo, había dejado seis páginas para el postre. Este libro me ha dado unas horas de felicidad, las suficientes para continuar el camino. Con dos o tres libros más en lo que queda de año, ya me conformo para aguantar como un yonqui la adicción.
“-No quiero ponerme triste, después de todo la tristeza es un sentimiento fino, modulado, profundo y de largo recorrido, prefiero enfurecerme.”

Esperé en la cola y cuando, después, llegó mi turno felicité a Milena, a la que fui conociendo durante algunos meses en su blog.
-Tu eres escritor –dijo-
Ella me firmó su libro y yo le dediqué el mío que guardaba en la manga. Me miró con esos ojos que estuve siguiendo durante el invierno. No voy a contar lo que descubrí en ellos.

La dedicatoria que me escribió fue una frase corta, la mía fueron tres palabras.  



1 comentario:

  1. http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/20/babelia/1421757381_266161.html

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