A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante. Oscar Wilde.
Olvídate, lo tienes que pagar, lo pagas todo incluso lo que no deberías, porque también cargas con todo, con lo tuyo y con lo que te ha rodeado y por eso a veces tienes que romper con lo que venga, porque llega un momento en el que lo que quieres es caminar con tus propias botas, salir de ese camino carretero y pisar el tuyo y con el tiempo ver que alguien te sigue, alguien que no conoces ni te conoce.
-Esa es la vida amigo –dice el cínico- no esperes que nadie más te lo diga.
Si vas a V y no conoces, ten cuidado con Los Estériles, esos que habiendo vivido todas las edades, se quedaron en la adolescencia y ahí siguen, sin más generación que la suya, sin más motivación que reflejarse en un espejo, sin más amor que el que les devuelve ese reflejo, sin mayores ambiciones pero sin que los de su alrededor tengan ninguna, para no sentirse solos, porque el final de Los Estériles es la soledad, una soledad que se fabrican cada día y siempre posando delante del mismo espejo y recibiendo esa imagen de la que están enamorados, no una imagen cualquiera, esa imagen idílica de la adolescencia, la misma imagen de los zombies pero al revés, ni una arruga, ni una costra, calvicie, bolsa, papada, una belleza sublime y permanente la de Dorian Gray y su doloroso retrato, una pesadilla del mismo calibre que la del cuerpo descompuesto de este Halloween tan celebrado en noviembre y en las series de cine B y el disco girando, girando y la aguja en el mismo surco, la misma canción de los Stone, de U2, de AC-DC …, bandas de viejos cadáveres y jóvenes seguidores zombies.
Si vas a V, no hagas fotos a Los Estériles, no hay nada que espante más a un estéril que una foto actual, sin precaución, sin contraste de grises, sin la iluminación adecuada, puede que sin los medios necesarios esa foto refleje de verdad, lo que los espejos no se atreven a decir. Y ahí están en sus rincones, encorvados, entre sombras, destruidos, amagando, esquivos, pendientes, sin nada que hacer, sin ningún puente que cruzar, con toda esa esterilidad que te convierte en una figura de cera, rígida, inerte.
Si vas a V, les notarás, solo tienes que darte una vuelta y ver a los que no tienen hijos (nunca escuchan a ninguna mujer), ni se les espera y a los que hace muchos años que los tuvieron, pero se negaron a crecer con ellos y así siguen olvidados por los hijos, los amigos y esos espejos, que no cesan de enviar ese retrato juvenil, esos buenos espejos del café Diario, del Casino y en general de todos los bares (detrás de las botellas), a veces tan cansados, a veces tan sutiles al desprecio.
Si vas a V, ten cuidado con los deseos, esos deseos se quedan atrapados dentro de ti. Si de repente te sorprendes mirándote en uno de ellos, despierta, espabílate, no les devuelvas la mirada y por un instante aléjate, ellos no se moverán. Cuando regreses, cada una de las veces, también volverán ellos, Los Estériles, torcidos moralistas, los que nunca se atrevieron a dejar de mirarse, presumidos, indolentes, arrogantes, narcisistas, vanidosos y afectados y los peores de todos, los imitadores vagos y la chabacana cobardía de los aduladores, ellos también seguirán allí; y yo seguiré volviendo para verles, no hay espectáculo mejor.
Pero así todo, tú que no conoces, si eres débil, no caigas en sus falsos enigmas y quieras compartir sus falsos secretos, porque cuando mires dentro, no verás nada, no hay nada y si lo hubiera... tú (tan débil) no sabrías distinguirlo.
- ¿Hay algo más delicioso que eso?.
V(Valencia de don Juan. Leon). Todo lo demás es en homenaje al retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.
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Se ve que les tienes cariño a los esteriles y que no puedes vivir sin ellos aunque no estes en V. Pero ten cuidado y no te confundas porque estan en todas partes incluso dentro de uno mismo.
ResponderEliminarUn beso. Alvaro
El uno mismo es al que más cariño le tengo, je, je, ... Pero no hace falta estar en V, en todas partes pasa, solo hace falta un espejo.
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