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sábado, 7 de enero de 2012

POMBO

Premio Nadal 2012

Cada vez que veo un premio literario por televisión, me pongo malo y anoche, como cada seis de enero, hubo premio literario por televisión, el Nadal, el primero del año y uno de los más bonitos. Pero eso es lo que me debía parecer antes, ahora lo han convertido en uno más, uno de cincuenta, más o menos. Como ya sabeis este año el galardonado es el peculiar Académico de la Lengua, Álvaro Pombo, ganador entre otros, del premio Herralde, premio de la Critica, y claro está premio Planeta y escritor reconocido por su maestría en el uso del lenguaje, por su originalidad y si quieres también por su valentía. Pero: ¡que necesidad tiene de presentarse al Nadal!, acaso la vanidad de tener un premio de prestigio al final de su carrera, porque sin duda alguna este es el final de su carrera.

Siempre que veo la retransmisión de un premio así, espero encontrarme con una sorpresa, espero que aparezca una cara joven, que haya escrito algo y que pueda decirme algo, que me de esperanza y que me haga correr a una librería a comprarme el libro, nada más que eso; pero no, aparece el merecido escritor de turno, al que nada le faltará en ningún medio, para poder hacer el bobo (“ardor polémico” Carles Geli. El Pais) una vez más y con soltura.

 
Cada vez que veo a un genio salgo corriendo. Por eso no me gusta que este Nadal de Carmen Laforet, que sirvió en su día para sacar a la luz (de esas tinieblas que parece que se vuelven a repetir) a jóvenes escritores (que escriben) y para que  puedan seguir en el empeño de escribir y no para que de nuevo desfilen  más Matildas Turpin por el mundo, un mundo tan prolífico (en la banalidad hueca) que cansa un poco y sobre todo que va a ser la repetición de lo mismo, siempre y más de lo mismo y más y más, pero sin duda alguna, Pombo divierte, Pombo, entretiene, da que hablar y Pombo vende. ¿Pombo vende?.
Eso es lo que importa. A la que uno se presenta a ganar el Planeta, ya no hay vuelta atrás, de la misma manera que un perro no olvida ya el sabor de la sangre al hacer presa, Pombo no olvidará el regusto de la pasta gansa, del crédito en las mesas de los libreros y las grandes librerías, donde nadie olvidará su estruendoso espectáculo literario.

Pero bien sabe el viejo, cuando se acerca su edad, que uno no vive eternamente (y a dios gracias, uno no escribe eternamente), pero no por viejo dejas de mirarle el culo a las chicas (o a los chicos, según el caso) y no por viejo uno va a perder el apetito por ganar, ganar un escaño en el Senado, ganar una apuesta, ganar en definitiva algo más de vida y eso, en este caso, no deja de ser a costa y mérito de que a otro, con la misma maestría, originalidad y valentía, se lo hayan denegado. Al parecer este es el voto útil del jurado, en todo caso, os estáis quedando sin viejos para vuestros premios. Detrás de vosotros llega una generación perdida que no los va a oler (que son los que ahora aplauden y ríen a los espejos, como los que salen en la foto) y detrás, otra que huye de ellos como de la peste. Salud para verlo y para leerlo.

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