En unas semanas la tribu literaria tomará de nuevo las
librerías. Las independientes siguen tirando del carro y presentan sus
novedades. Antes de terminar septiembre, Jorge Carrión ofició su último
experimento en La Calders, Los difuntos, colofón literario de su trilogía Las
huellas de la mano de los punkies Aristas Martínez, de cuya cuadra forman parte
Francisco Jota Pérez, Javier Calvo, Matias Candeira, o Colectivo Juan de Madre,
todos ellos bichos de taxidermista. El 13 del mes de octubre la editorial
Candaya, que siempre sorprende, coloca
en las librerías españolas a un autor desconocido en España, Francisco Vitar, un
escritor de Santa Fe, Argentina, (ya traducido al inglés y al alemán) del que
prometen una portada con bicicletas ahogándose, del fotógrafo del mismo pueblo,
Federico Inchauspe. Todo lo demás es secreto, las editoriales van sacando
pequeñas cápsulas que hacen explotar en la conciencia lectora de la sociedad
lectora, hasta conseguir su cometido, interesar. Eso es lo que también viene
derramando desde hace meses, tanto Marina Perezagua como Enrique Murillo.
Marina Perezagua fue cocinando a fuego lento dos libros de relatos que
inquietaron a todo el mundo y desde entonces, todo el mundo está deseando leer
la primera novela de Marina. Eso también llegará ahora en Octubre. Marina es
una mujer fuera de serie a la que no dejo de felicitar porque lo que hace no es
para menos. Todo son azañas en la época más vulgar de todas las épocas, la
última, cruzar nadando el estrecho de Gibraltar, algo para lo que nos fue
preparando, igual que con la novela, durante todo el curso 2014-2015, con sus
entrenamientos en Nueva York, sus sesiones de apnea, miles de largos en piscina
y mar abierto. Marina, a la que solo conozco por Facebook y por correos de
cuando publicamos Nómadas, ha creado legiones de seguidores colgando fotos de
sus escapadas por el mundo, de sus actividades, sus perro-gatos, sus fotos en
el establo, en praderas, con sombrero, nadando. En paralelo Enrique Murillo, va tejiendo
su particular crisálida de la que saldrá esa mariposa que tiene portada y
título, Yoro. Enrique Murillo ha depositado en Perezagua la vida, se ha
entregado a esa vida como un chico de veinte años en un partido de baloncesto a
la salida del colegio. Ahora que está jubilado, edita lo que le sale de los
cojones, esa es su libertad y lo hace disponiendo de todo ese talento que ha
demostrado durante cuarenta años, solo que más afinado. Afinar y refinarse editando, es
difícil, que se lo digan a toda esa larga lista de independientes que revitalizan librerías y lectores, día a día; Murillo lo
consigue, como lo consiguen cada año las bodegas del Penedés, las queserías del
Cadí, los benedictinos con la miel y los licores, de forma artesanal.
Y Marina
se deja querer por amantes más poderosos, machos alfa de las editoriales,
jóvenes pavos presuntuosos o hembras lujuriosas de la misma camada, pero
rechaza porque coincide en los gustos,
aprende de Murillo, de su sabiduría taxonómica, del cariño al corregir y
editar, de esa élite de la que Murillo o los Candaya, nutren la vena de sus
colecciones. Y Marina acierta en la elección y vulnerable, sabe y conoce las expectativas, lo sabe y lo sabemos todos por la cantidad de deseos generados en las redes, por eso teme.
Entrando en
noviembre, Matías Candeira sacará del ataúd la novela que Candaya ya tiene
preparada, (fruto de la Beca Han Nefkens) sin que hayan dejado de la mano, ni
mucho menos olvidado al anterior becado y su celebrada novela Anatomía de la memoria, del
mejicano Eduardo Ruiz Sosa, que sigue vendiéndose en todas las librerías. Candeira
que no tiene miedo pero sí pulsaciones en las muñecas, batirá el bronce porque
sabe que sí se la juega, una novela no es un libro de relatos, una novela con
Candaya no es un cosido de relatos con Aristas y eso también lo sabemos todos.
Así que ahí estáis y en esas, tarde o temprano, nos encontraremos, nos oleremos,
leeremos. Con ese estado de cosas llegará el tiempo de las castañas, un
tiempo también para brindar antes de que la navidad termine con nosotros y
nuestros buenos deseos.
Por último deciros que con un lapicero cruzado en la
página cuarenta, leo entretenido Tras la guarida, novela corta de Rafael García Maldonado
(nº1 Breve. Playa de Akaba), un escritor joven que ya se diera a conocer con El trapero del tiempo (editorial Almuzara 2013), uno de los tipos más
felices, que también anuncia todo lo que él celebra, paseos, lecturas, amigos, comidas; y todo ello desde facebook y su farmacia en Coín, Málaga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario