15
Duchas baratas,
camas calientes,
esa era la pensión.
Persianas caídas por el viento,
argelinos al final de la calle,
negros junto a los contenedores,
morralla pegada a los portales
esperando una oportunidad.
Y en el medio de ese camino estoy yo,
seguro de pasar al lado de todos ellos,
seguro de perder,
seguro de mis cuatro nudos,
de los cables,
las correas,
el engranaje,
seguro de pisar a fondo aunque vengan curvas,
con las gomas gastadas, si ¡y qué!.
Esperando estoy yo también, como todos los del barrio
y no terminas de llegar, nena.
Nunca estas cuando te espero.
Siempre apareces cuando ya no lo cuento.
Siempre,
como si fuera la primera vez.
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