El lunes treinta de octubre, al anochecer, llovía peludamente en Barcelona y Maru Bernal presentaba a la ciudad, en la librería Alibri, “No todos volvimos de Troya”; ese mismo día Bob Pop tenía una charla en el mismo lugar y a la misma hora, en la planta noble, es decir la que está a pie de calle; Bob Pop y sus amigues charlaban ante el mismo público de “La ventana”, en la cadena Ser, y el mismo que, unos meses antes, acogía la casa Seat de Diagonal. Maru Bernal ocupaba el sótano, al que nunca había bajado, que es otra librería Alibri debajo de la librería. El público de Maru Bernal, a simple vista, parece el mismo que el de Bob, sin embargo, sólo una pequeña diferencia, imperceptible, era un público que procedía de la aristocracia docente, con Javier Velaza a la cabeza; del Aula Poética de la Universidad de Barcelona y de algunas señoras de Santander. Maru nació en Barcelona y vive en Cantabria, por lo tanto estos días se pasea por Villanova i la Geltrú, por los acantilados y por Sitges, y claro, por Barcelona, donde se fotografía y concede un minuto de nostalgia a las farolas del Paseo de Gracia, ve a las amigas que no se fueron y juguetea con sus recuerdos.
El libro que presenta lo publica la editorial madrileña Reino de Cordelia que se ha hecho cargo del XXV Premio de Poesía Ciudad de Salamanca, en cuya Universidad se licenció la poeta en Filología Clásica. Viniendo de esos lodos su libro nos cuenta Grecia en el siglo XXI, enfrenta la tradición con la modernidad, nos sirve en la mesa los fracasos y logros de los héroes; los coloca delante de nuestros fracasos y logros, para en palabras de Javier Velaza ser tamizados y convertidos en restos familiares en los que nos encontramos a nosotros mismos con los mitos de siempre y sus personajes, Odiseo, Penélope, las Moiras, Argifonte, Eco, Dafne, Orfeo, Medea, Hécuba, Helena, viajes, culpas, redenciones y, como debe ser, el mar mediterráneo de fondo. Este libro magistral y profundamente agradable, recurre a la tradición para explicar nuestras tragedias, amores, y si es que nos interesa, <<encontrar las claves de nuestro futuro>> tal y como asegura María José Bruña Bragado, de la Universidad de Salamanca.
Maru Bernal, que además de todo lo demás, es actriz, puesta en pie comienza un recital que recorre las tres partes que forma el libro. Puesta en pie desentraña cada poema, les saca la emoción o el énfasis necesario, según el momento y pasan por nosotros, esas tres partes: In illo tempore, De viejas culpas y nuevas redenciones, y Homérico Mediterráneo. La verdad es que uno se ha acostumbrado a la simple lectura de poemas y no a la dramatización e interpretación teatral de un recital clásico de poesía. Asistimos sorprendidos a algo olvidado, escuchar el sonido de la voz que nos lleva y nos trae poema a poema, fraseo a fraseo a esos surfistas y domingueros, el telar de Penélope, el viento del nordeste, el polvo de la guerra y la tragedia por la que, no siendo héroes, terminaremos convertidos en dioses, poema a poema. Esa es la forma de hacer y actuar de la poeta Maru Bernal.
Todo ese tiempo lo pasé sentado en mi silla de enea con un manojo de esparto en el regazo, trenzando cestillos que Maru Bernal llenaba de almendras, anises y ajonjolí, Orestes y Álvaro Cunqueiro estaban a mi lado.
Ella me firmó el libro con una frase de Goethe <<que cada cual sea griego a su manera, pero que lo sea>>.
Me alegro de haber estado. En unas horas he pasado de la celebración antológica de “La otra sentimentalidad”, con el recuerdo de Javier Egea y la presencia de Álvaro Salvador y Luís García Montero (entre otros muchos), en el X aniversario de poesía, música y plástica en Puente Genil (Córdoba), a los dioses, héroes y heroínas de Troya. Después he regresado a mi casa a esconder mi vejez y mi miseria (según la cita de Cavafis).
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