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viernes, 8 de febrero de 2013

AUTORETRAT. Alberto García-Alix. BCN 2013



La Virreina (Centre de la imatge). Barcelona 2013.

                                                                           



 

                                                                          
El del retrato es un doble vínculo de amor y odio, como con los padres, los hermanos, algunos amigos y la gente de la que no puedes prescindir, pero no solo eso. Ese doble vínculo vuelve sobre nosotros, cuando el tiempo ha pasado y de repente ves como eras, te ves de joven y empiezas a dudar de que ese eras tu, el color del pelo, la piel sin tatuajes, las patillas, la expresión de los ojos y te odias o te termina gustando y te encuentras con expresiones de mal-querida “está mejor ahora que cuando era joven”.
Alberto García-Alix, reúne en   La Virreina (Rambla 99 BCN)  según Nicolás Combarro, comisario de la exposición, “una parte clave de su obra”, agrupando autorretratos, desde aquellos primeros años ochenta hasta hoy. Eso es mucho tiempo, muchas poses, muchas cabezas y muchas partes del cuerpo, partes íntimas que desnudan no solo lo humano también los demonios que se esconden dentro de la piel, la introspección y ese recorrido es una narración poética, dramática, trágica, en la que caben todas las formas de la metáfora urbana, fotografías que cuentan, que relatan una historia con la que te quedas fascinado en cada cuadro. Ves a la gente mirando extasiada cada foto, como si las fotos les hablaran, les fueran contando el recorrido de un buco de heroína, la soledad de una calleja entre tapias, lo abandonado del “Tálamo nupcial”, las heridas que provoca una mala noche, la poética destrucción del vacío en su casa de Madrid, la dirección escrita en un sobre, un condón anudado colgando de una mano con forma de gancho, fotos con esos contrates de grises que García-Alix te mete debajo del párpado y recuerdas siempre, como no olvidas esa voz jodida que le sale de la garganta cuando le oyes en la radio mientras conduces por carreteras secundarias.

Estos autorretratos, son una parte clave de su obra, como la clave de bóveda de los arquitectos y sus catedrales, como ese misterio por el que tipos como los ángeles del infierno, con sus Harley Davidson, las chupas y sus botas, aparecen por la exposición para dar un abrazo al maestro, gente como Nazario y Mariscal aparecen y dan legitimidad notarial a la exposición, gente de las galerías de arte, coleccionistas que se presentan y a los que abraza y jóvenes fotógrafos que le pasan un par de caladas. Es García-Alix y todo el mundo en Barcelona le conoce y le quiere y le abandona y le vuelve a encontrar y todas esas chicas que ya saben lo que es una polla, sonríen como colegialas y se le acercan posando, con esa sonrisa para que les firme el tarjetón de la expo, y les firma.
Y en las dos habitaciones oscuras, proyectan “De donde no se vuelve” y “Tres videos tristes”, otra vuelta de tuerca, más metáforas visuales, un testamento por si las cosas se complican y aquel trasplante de hígado me deja seco. Y volvió de aquello y volvió a empezar y se hizo con otra Harley y volvió de China y sigue en el camino para que todos esos ángeles del infierno, le escolten por todas esas carreteras que van de Madrid a Barcelona y de Madrid a La Coruña y de Madrid a Gijón y así, con la chupa de cuero con cremalleras, con ese rock and roll desde siempre, junto a Paloma Chamorro, o junto a El ángel, cuyos poemas ahora vuelven a ser reeditados
-En un 70% la gente que retrato son mis amigos. La vida me encuentra con ellos.
-Me gustan más los personajes fronterizos, con los que me entiendo.
-La fotografía nos condena a saber que ese momento existió.
-La fotografía siempre es pasado. Tiene un componente más triste más melancólico
Sobre lo que entiende A. G-Ax de los retratos, transcribo opiniones que todos vais a ver:  
No pienso que un retrato sea solamente el rostro. Se puede retratar a una persona por un elemento que le sea muy característico, pueden ser los zapatos, puede ser una mano, puede ser un trozo de la cara, lo que si que tiene que ser es algo que sea muy propio de esa persona, puede ser la habitación donde uno duerme.
En esta exposición vais a encontrar eso, este tipo de retratos y de autorretratos, zapatos, manos, trozos de la cara, heridas, pájaros, camas deshechas. Esos trozos de frontera que llenan las paredes de la Virreina en Barcelona, ciudad en la que también vivió y a la que retrató y retrata cada vez que viene. La última vez fue a finales de octubre del año pasado, con motivo de la Feria del tatuaje, cuya crónica escribo en este blog.
La exposición de la Virreina dura hasta el cinco de mayo de dos mil trece y es gratis, completamente gratis, solo cuando salgas sabrás cual es el precio que has pagado. 


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