La Virreina (Centre de la imatge). Barcelona 2013.
El del retrato es un doble vínculo de amor y odio, como con
los padres, los hermanos, algunos amigos y la gente de la que no puedes
prescindir, pero no solo eso. Ese doble vínculo vuelve sobre nosotros, cuando
el tiempo ha pasado y de repente ves como eras, te ves de joven y empiezas a
dudar de que ese eras tu, el color del pelo, la piel sin tatuajes, las
patillas, la expresión de los ojos y te odias o te termina gustando y te
encuentras con expresiones de mal-querida “está mejor ahora que cuando era
joven”.
Alberto García-Alix, reúne en La Virreina (Rambla 99 BCN) según Nicolás Combarro, comisario de la
exposición, “una parte clave de su obra”, agrupando autorretratos, desde
aquellos primeros años ochenta hasta hoy. Eso es mucho tiempo, muchas poses,
muchas cabezas y muchas partes del cuerpo, partes íntimas que desnudan no solo
lo humano también los demonios que se esconden dentro de la piel, la
introspección y ese recorrido es una narración poética, dramática, trágica, en
la que caben todas las formas de la metáfora urbana, fotografías que cuentan,
que relatan una historia con la que te quedas fascinado en cada cuadro. Ves a
la gente mirando extasiada cada foto, como si las fotos les hablaran, les
fueran contando el recorrido de un buco de heroína, la soledad de una calleja
entre tapias, lo abandonado del “Tálamo nupcial”, las heridas que provoca una
mala noche, la poética destrucción del vacío en su casa de Madrid, la dirección
escrita en un sobre, un condón anudado colgando de una mano con forma de gancho,
fotos con esos contrates de grises que García-Alix te mete debajo del párpado y
recuerdas siempre, como no olvidas esa voz jodida que le sale de la garganta
cuando le oyes en la radio mientras conduces por carreteras secundarias.
Estos autorretratos, son una parte clave de su obra, como la clave de bóveda de los arquitectos y sus
catedrales, como ese misterio por el que tipos como los ángeles del infierno, con sus Harley Davidson, las chupas y sus botas,
aparecen por la exposición para dar un abrazo al maestro, gente como Nazario y Mariscal
aparecen y dan legitimidad notarial a la exposición, gente de las galerías de
arte, coleccionistas que se presentan y a los que abraza y jóvenes fotógrafos
que le pasan un par de caladas. Es García-Alix y todo el mundo en Barcelona le
conoce y le quiere y le abandona y le vuelve a encontrar y todas esas chicas
que ya saben lo que es una polla, sonríen como colegialas y se le acercan
posando, con esa sonrisa para que les
firme el tarjetón de la expo, y les firma.
Y en las dos habitaciones oscuras, proyectan “De donde no se
vuelve” y “Tres videos tristes”, otra vuelta de tuerca, más metáforas visuales,
un testamento por si las cosas se complican y aquel trasplante de hígado me
deja seco. Y volvió de aquello y volvió a empezar y se hizo con otra Harley y
volvió de China y sigue en el camino para que todos esos ángeles del infierno,
le escolten por todas esas carreteras que van de Madrid a Barcelona y de Madrid
a La Coruña y de Madrid a Gijón y así, con la chupa de cuero con cremalleras,
con ese rock and roll desde siempre, junto a Paloma Chamorro, o junto a El ángel,
cuyos poemas ahora vuelven a ser reeditados
-En un 70% la gente que retrato son mis amigos. La vida me
encuentra con ellos.
-Me gustan más los personajes fronterizos, con los que me
entiendo.
-La fotografía nos condena a saber que ese momento existió.
-La fotografía siempre es pasado. Tiene un componente más
triste más melancólico
Sobre lo que entiende A. G-Ax de los retratos, transcribo
opiniones que todos vais a ver:
“No pienso que un
retrato sea solamente el rostro. Se puede retratar a una persona por un
elemento que le sea muy característico, pueden ser los zapatos, puede ser una
mano, puede ser un trozo de la cara, lo que si que tiene que ser es algo que
sea muy propio de esa persona, puede ser la habitación donde uno duerme.”
En esta exposición vais a encontrar eso, este tipo de
retratos y de autorretratos, zapatos, manos, trozos de la cara, heridas, pájaros,
camas deshechas. Esos trozos de frontera que llenan las paredes de la Virreina
en Barcelona, ciudad en la que también vivió y a la que retrató y retrata cada
vez que viene. La última vez fue a finales de octubre del año pasado, con
motivo de la Feria del tatuaje, cuya crónica escribo en este blog.
La exposición de la Virreina dura hasta el cinco de mayo de
dos mil trece y es gratis, completamente gratis, solo cuando salgas sabrás cual
es el precio que has pagado.
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