Y encima es mi cumpleaños
Manuel Astur
Esto no es Berlín, ediciones
Madrid, noviembre de 2012
Diseño y maquetación Margarita García
6€
Presentación en Librería Pequod
Barcelona (Gracia) 15 de Febrero de 2013 .
De la mano de Sergi Bellver
Eran las ocho y media de la tarde del viernes quince de
febrero y hacía media hora que la presentación de este libro había comenzado en
la acera de la librería Pequod. Dentro estamos Cocha la librera y yo, pacientes como terneros, yo apartado junto con las sillas: Apagaron las luces del escaparate y creí
que después cerrarían la librería y que me quedaría allí dentro, sentado, rodeado
de libros y de revistas como un mueble más y lo hubiera hecho, me hubiera pasado allí
toda la noche, pero no, no fue así.
Todas esperaban un hijo de Manuel, pero Manuel esta vez no
se lo dio, tuvo a bien esa gracia. Todas
esperaban a Juan Soto, pero Juan no había llegado ni llegaría. Nadie de la
editorial, ni Elisa ni Francisco, pero aunque se hizo esperar, terminó por
aparecer algo apreciado por todos.
-Ya llega el vino –dijo alguien-
Solo en ese momento en el que llegó el vino, empezaron las
celebraciones.
Yo, como que siempre hago, dejé mi parte de margen y después
de comprar el libro, me refugié en el Mercado que hay al lado de la librería y
me senté a la primera barra que vi.
-Un vino y unas aceitunas.
Tener un mercado tan cerca da sed y media hora de sed es
mucho tiempo, así que eso pedí, vino de batalla y aceitunas de Jaén o marroquíes.
Para pasar ese tiempo,
saqué a la barra el Fanzine que
regalaban con el libro y me gustó leer esto: “Manuel Astur era un
grandísimo hijo de puta”
“Manuel Astur era un grandísimo hijo de puta. Detestaba
tener que compartir mi vida con él. Pequeño mezquino asustado de ego
sobredimensionado…”
La parte gemela de Manuel Astur, comenzó así a hablar de su
rival, de su antagonista, de esa persona que duerme en su cama, que escribe sus
libros, que sonríe, y todos los que llenábamos Pequod, empezamos a ver el
reflejo de Manuel en el espejo de Astur, mientras continuaban gimiendo porque
no estaba Juan Soto.
-Issis, Ainhoa –dijo Manuel con media sonrisa- callaros.
De esa forma Manuel o Astur, se pusieron a desgranar una
melodía que a mi ya me sonaba, pero me gustó oírla, escucharla de la voz del
poeta, un tipo que parece lo que es, un personaje de Dickens que da vueltas
continuamente a la rosca de un reloj, sabiendo que ese reloj ya no marca la
hora exacta. No sabemos si ese afán y esa maldita hora es suficiente, pero el
trabajo pocas veces da los frutos que se persiguen, solo que en esta ocasión y
cuando tienes el libro encima, empiezas a sopesar que por una vez nadie te
engaña y menos cuando te cobran seis euros (de hecho, pagué 2,70€ por el vino y
las aceitunas –y me cagué en su puta madre-)
“fui con unos amigos a
buscar drogas a las barriadas pobres de las afueras y, en la casa en la que
entramos, había una mujer desnuda tirada en un colchón sucio amamantando a
cuatro niños (recuerdo incluso que uno me ladró pero, cuando vi esto, ya había
conseguido la droga)”
Y por este poema con el que coincido (yo también lo había
elegido) con Sergi Bellver.
Un botón / marrón / en
un pantalón / vaquero/un vaquero sin pantalones / convertido en jabalí / grito /
junto al castaño / tu nombre / me vigila desde hace siglos / el
agujero / del viejo roble.
Y por más poemas que forman un puzle del cuerpo humano, un
paisaje de Asturias, el Madrid más pop, y por más poesía que no viene cortada en
versos, que son narraciones que te susurran y te retuercen la lengua que te
besa.
Este libro lo abre un prólogo de Juan Soto y el autor dos páginas
después le devuelve a Juan una narración que bien podría ser otro prólogo para
cualquiera de sus novelas: “La época más feliz de mi vida la pasé junto al Lago
Ness. Con mis amigos y el horror convertido en mito para nuestra diversión”.
Podría escribirlo todo, podría ser el hombre más feliz de la
tierra desmayado en la hierba húmeda, si yo hubiera escrito este libro. Se que
muchos de los que estaban allí escuchando a Manuel o a Astur, les hubiera
gustado estar dentro de su camisa, terminada en una pajarita de cartón y una
sonrisa, que es la parte más carismática de Manuel Astur, se que ellas querían
un hijo igual que Knut Hamsun, pero hoy, esta noche, este asturiano, no les dio
el gusto. Sin embargo les da a cambio un conflicto, se titula así: “Y encima es
mi cumpleaños”. En las primeras líneas del libro, se desvela el misterio de ese
título.
“Este es mi sueño:
Todos mis antiguos amigos han muerto
y los viejos conocidos se han vuelto locos
Unico superviviente en un nuevo mundo lleno de futuro
Yo y mi familia
conjurados genéticos contra el resto de la raza.
Hasta otra. Ha sido un placer.
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