La Fugitiva es de color azul oxidado.
-Vamos a tomar un chocolate con churros.
Son las seis de la tarde y Zapico y su novia acaban de
llegar de Ciudad Real. Vienen a cazar ciervos en la dehesa del Prado, pero hoy
los ciervos se han quedado en las cuadras de la pinacoteca, entre Goya y Velázquez,
además Zapi no usa armas de caza solo tira desde su Leica power 25mm. En Madrid
no hace falta buscar mucho para encontrar bocadillos de calamares, ni chocolate
con porras y así nos metimos en una terraza en la plaza de Santa Ana y antes de
que pidiera lo mío a un camarero boliviano, Zapi me regaló su última joyita
para coleccionistas COSAS (a Elías con cariño) su último libro de poemas
editado por Zoográfico, artesano. Entre soletes y vaquillas la plaza está
tomada por casetas y terrazas donde todo el mundo se embucha el consabido
chocolate. No se tarda mucho en dar parte de los churros y a los veinte minutos
nos vamos caminito caminando hacia la calle Atocha en busca de Santa Isabel y
en la esquina azul están todos esperandonos, una moto Triumph bien cuidada, mi
primo Lorenzo Gorostiaga, mi amigo Lorenzo Rodríguez y Rubén Sánchez Trigos,
parece la fiesta de los lorenzos, de hecho todavía podía haber aparecido
Lorenzo Silva y Lawrence de Arabia pero ninguno de los dos aparece, no era el día
ni el lugar y no hay nadie más
-No hay nadie –me dice Lorenzo Rodríguez como sin creérselo-
no ha venido nadie.
Si, nadie, salvo los clientes habituales que llevan un par
de tardes allí metidos cotilleando desde su ordenador portátil y en la barrera Miguel
y Clea los encargados de atenderles a ellos y a nosotros.
-Somos profesionales Lorenzo –le digo- presentaremos el
libro como si estuviera lleno.
Y así es, nos pusimos a hablar y a beber agua, vasos de agua
porque el chocolate da sed y algo de ardor, Lorenzo presenta y se rie mientras
una pareja de novios que han ido a la Fugi a tontear entre libros y té, se
levantan algo avergonzados y se van, procuro no mirarles mucho para que no se
sientan culpables y lucho para no sentirme culpable yo mismo por forzar a la
editorial a un segundo día de presentación en Madrid, jueves, el día en el que
todas las librerías, bibliotecas, centros de arte, auditorios, consulados
presenta algún libro, a algún autor, a alguien, jueves, malditos jueves
literarios a las ocho de la tarde, por supuesto la convocatoria desde facebook era
para las siete y esperamos hasta que la evidencia se puso a silbar como un tren
furioso a su paso por un apeadero.
Los mejor de todo es que nos ganamos la atención de los que
estaban, incluida la de Clea. Mi admiración por Clea y su editorial Eutelequia
en la que muchos de mis amigos salieron del anonimato y que previsiblemente
seguirá siendo así aunque a otro ritmo y mi apoyo incondicional a las librerías
de este país y de todos los libreros que te ofrecen su mercancía al tacto y
además en este caso cuando terminamos de mirarnos y explicarnos Clea dijo
-Y ahora os invitamos a una copa de cava y berenjenas
fritas.
Detalles, estábamos
en La Fugitiva y allí seguimos después un buen rato, algo después de que Zapico
y su Leica se retiraran a las calles de Madrid a recitar cosas.
También nos terminamos retirando nosotros, Lorenzo G se
despidió con toda la cortesía, Rubén tenía un compromiso, cenar con los angeles
bebés de Murillo que si bien no son ángeles del todo, tampoco son demonios, ni
se depilan las cejas y Lorenzo que en su momento se preocupó porque ni siquiera
llegaba su novia Irina, y yo, los tres nos fuimos a ponernos ciegos y a
celebrar el silencio de los corderos, de todos esos corderos cabrones que te
dicen que si, que voy joder, y megustean el facebook hasta dejarlo resbalín,
resbalín como un trampolín, pero son cabronsetes y no vienen y no van y ahora
quieren saber que pasó. Pues nos fuimos a cenar a la taberna La lechuga, donde
el camarero te vacila cuando le pides la carta y te recomienda tomates
rellenos, pero no estábamos para tomates rellenos y pedimos torreznos y huevos
y mucho pan y una botella de vino y empezamos a hablar de literatura con
chistorra y Faulkner, de Julio Llamazares y de Chirbes y de clásicos como
Bellver y Astur, o moderneces como Galdós.
-Yo me tomaría un whiskey –dije yo-
Y no tuve que insistir
-Vamos a la coctelería Del Diego
Fue así como cruzamos la Gran Vía que es el río sagrado de
Madrid, ese Madrid que exporta muchachos con bufanda de cuadros bien anudada y
cuyos camareros, taxistas, peluqueros, policías terminan su frase como hablan
los dibujos de Ibáñez, con un …caballero,
al estilo de –pues no faltaba más, caballero
–dígame, caballero o –puedo ayudarle caballero.
Y nos tomamos un gimlet a la salud de Lorenzo Silva y todos
los lorenzos del mundo, un coctel de novela negra para esta noche de Madrid.
Fue como terminamos siendo amigos, bebiendo ginebra y zumo de lima con más
literaturas y consejos. Salud y abrazos amigos.
Caguenla y yo con artrosis.
ResponderEliminarSi lo llego a saber, voy con el puto ibuprofeno del brazo, para ser más nadies...
Ayquécoño.