Fernando Clemot
Menoscuarto Editores
Presentación en Librería Alibri
Barcelona 4 de diciembre de 2012
Presentación a cargo de Fernando Valls, director de la colección reloj de arena
Hay ciudades como Gerona con dos nombres, el catalán y el castellano y hay ciudades como Palencia con un solo nombre pero que hay que repetirlo dos veces, porque el equilibrio del oído te dicta Valencia; el equilibrio del oído y que Palencia es una de esas ciudades invisibles, (hay unas cuantas más) que nadie conoce y en la que nadie nunca ha estado, de hecho nadie conoce a nadie de Palencia y sin embargo la editorial “menoscuarto” vive allí, en la plaza Cardenal Almaraz y es la que publica este libro de Fernando Clemot.
Safaris inolvidables se presentó ayer (4 de dic.), martes frío y ventoso de diciembre, en la librería Alibrí de Balmes, (antes librería Herder). La mano que mecía esa cuna era la de Fernando Valls y disculpó que el editor no se sentara al micrófono porque estaba en Palencia y repitió lo de Palencia para que quedara claro. A mi me gustó y me gusta lo siguiente:
“en lo editorial, no todas se reparten Madrid y Barcelona, también las ciudades invisibles crean historia, editores, autores, colecciones y vidilla; a mi me alegra que la gente se decida por estos trabajos tan poco rentables (escribir y publicar) y viva en otras ciudades, en otros ámbitos y hable con otras voces.”
Y en esas voces se encuentra la de Clemot, que seguro que es casualidad, pero su otra editorial, Barataria, se domicilia en La Puebla de Cazalla. Los ámbitos de este tipo son el relato, la novela y los amigos y allí en Alibrí/Herder se reunieron unos cuantos, Vico, Bea, Bellver, Cutillas, Gol, Ubaldo, Espinoglio, fans, lectoras, poetas, novias, no todos los que aparecen en Facebook y otras marcas sociales, pero tampoco hace falta. De hecho el propio Fernando agradeció, especialmente, la presencia de Jordi Gol
-Para mi, es como un talismán, me trae suerte.
En mi paisaje interior (yo también tengo paisajes interiores como Santa Teresa) no queda ni una sola palabra de lo que dijo Valls (y no por Valls, ni por ningún otro), solamente recuerdo salpicaduras de medio vaso de agua derramado torpemente las hojas sueltas y las cosas que se ponen en las mesas; de hecho esos momentos de presentación, ensalzamiento, honoris causa, los utilizo para volar entre los asistentes, curiosear, mirar en sus oídos, el pliegue del cuello, las uñas bien cortadas, los zapatos, me asomo a sus miradas, dentro de los ojos y me relajo como un bebe en brazos de su madre, como si acabara de descubrirme las manos.
Fernando Clemot habló de los relatos, de los suyos, de sus estructuras, dijo que los relatos se debían leer por el orden del libro, que entre unos y otros se salpicaban y el lector encontraría en unos, cosas de otros, y que el lector observará una acusada sensibilidad en la segunda mitad, quizá porque mientras lo escribía murió su madre y fueron momentos difíciles que no le gustaría volver a repetir, así todo
-Disfruté mucho escribiéndolo.
Eso ya se lo he oído decir a Fernando, en la presentación del Libro de las maravillas, en comparación con lo que sufrió escribiendo el Golfo de los poetas. Ese sufrimiento lo transmitió al lector, porque yo no pude terminar de leer el Golfo lo que me echó para atrás a la hora de leer su segunda novela. Pero ha pasado el tiempo y ayer según volvía para casa fui leyendo en el metro los primeros relatos de este libro y me gustaron. En la presentación Fernando deshojó el titulado La agonía de las flores y lo leyó en alto, con esa voz y esa entonación del que lee mucho.
-Lo que se escribe hay que leerlo en voz alta, como hacían antes. De esa manera sabes donde falla lo que estas escribiendo, encuentras el ritmo de la narración.
Y así lo hizo, leyó para todos, y todos nos dejamos llevar por ese relato breve y todos aplaudimos a este tipo que, con el paso del tiempo va afinando su escritura, que no es un suicida y por lo tanto dispone de una larga vida para escribir mucho, que imparte talleres de narrativa en la Autónoma de Barcelona, en el Laboratorio de escritura, en cada presentación de cada uno de sus libros y en la de los de sus amigos.
Y mientras ellas se arracimaban encima de Fernando para buscar su complicidad, la firma del libro y un beso, yo seguí sentado, esperando que la Librería se fuera apagando y mientras espero saludo a Luis Vea a Francesco, a Ubaldo que hacía tiempo que no coincidíamos, quizá desde que la malograda editorial Eutelequia dejase de publicar autores, para empezar a devorar a sus propios hijos.
Mi opinión es que Fernando se va a convertir en un clásico, solo necesita quitarse (cuando escribe) algo de esa tristeza y de ese sufrimiento en el que tanto se apoya y que salpica casi todo lo que escribe. Pero a mi es a la última persona de esta ciudad, a la que debe escuchar. Mucha suerte con estos relatos y mientras regreso de este viaje leo.
“No hay peor momento que el anochecer para acabar un viaje”
Ya en casa me vuelco en Google Earth, sigo las directrices de ese viaje de relatos que nos regala Clemot, como método complementario de Safaris inolvidables y empiezo a volar en un sueño cargado de múltiples relatos.