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miércoles, 23 de febrero de 2011

El planeta de los NIMIOS


                                                   El planeta de los simios

Siempre que voy a una playa del norte, termino pensando en el Planeta de los simios, debe haber algo ahí, en el subconsciente simio-reptil. Y ahora que estoy lejos de todas las playas, termino pensando en este Planeta de los Nimios, donde los escayolistas cobran sueldos de astronautas. En el portaaviones-museo   Intrepid, en Nueva York, vi por primera vez una nave espacial, caminé dentro de un submarino y vi el Concord, todo en el perímetro de una milla. Cuando terminé la visita, respiré hondo y encendí un cigarrillo, antes de que le diera la segunda calada, apareció un tipo de rasgos orientales y me dijo que apagara el cigarrillo que allí, no se podía fumar.

-Nos estamos quedando sin  energía.
-Abandonemos la nave.
Trescientos veinte años luz, debe ser una distancia considerable, para darle la vuelta al tiempo. Me gustaría saber en que se entretiene un tipo en otro planeta a esa distancia. ¿Fumarán en pipa?,  tendrán primavera, vivirán 2031 años, ¿se les cambiarán las formas físicas con la edad?
-¿Es peligrosa la ionización?
-No.

Todo chorradas, lo que no son chorradas son los Nimios, esos tipos que prohiben, dictan normas, las corrigen, las cambian, las vuelven a cambiar, donde antes podías correr, ahora no puedes fumar. Qué pensarán los conductores multados de la velocidad variable. Un salto en el tiempo.

-Eras el primero de tu promoción.
-Taylor, te he dicho que te calles de una vez.

Tres paleticos americanos, caminan por el desierto vestidos con un mono blanco y una mochila en la que no falta una pistola, es el planeta de los simios, aquellos monos horribles, sanguinarios, pueriles. ¿Te recuerda algo?.

En el planeta de los nimios, si el ayuntamiento pinta una raya amarilla en la acera, vas y aparcas, el mismo ayuntamiento, te multa por medio de sus Nimios de uniforme. Si abres una cuenta en la Caixa, con un euro, a los doce meses, debes catorce, por gastos de mantenimiento, son los nimios,  si enciendes un cigarrillo en zona prohibida, cualquiera te echa el alto, sea o no sea nimio.
En esta película, programada para el 23F, (30 años después del golpe de estado de los Nimios), antes que cualquier otro, antes que el espectador, todo lo tiene que ver antes Taylor
-Taylor fíjate en esto.
Taylor, esto, Taylor lo otro, debe ser porque al cabo de veinte minutos, Taylor es el único de los tres, que no muere, el único que tiene oportunidad de conocer al doctor Zairus, Aurelio, Zira la doctora etc.
Y poco después aparecieron los gorilas a caballo, menudo lío montaron en el maizal. Así están las cosas amigos, monos medievales y erectos, organizados, cazando humanos que no vocalizan.

Taylor, por cierto, fuma, no le volvemos a ver fumar en toda la película, tampoco sabemos si eso le produce algún tipo de mono. Ansiedad si y a mi también.
Licencia Creative Commons
El planeta de los NIMIOS por ELIAS GOROSTIAGA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 22 de febrero de 2011

PEREZA



El que no escribe de Thomas Pynchon, escribe de Wallace y tarde o temprano aparece por medio Javier Calvo, nuevas y viejas vacas sagradas. Leo con atención, pero eso no me quita las dudas. Escribo con atención pero, eso no me quita la pereza que me produce sentarme a escribir la novela en la que trabajo, pero también me da pereza trasladarme a Barcelona para ver a jóvenes poetas y novelistas, presentar sus viejos trabajos recién editados, me da pereza. Me da pereza agradecer a mi vecino Jordi, su amabilidad por conseguir y darme el Manual de Usuario del Pathfinder (saludaré a su mujer, a su hija y a su perro Dog),  me produce cansancio apagar la televisión y la dejo funcionando horas antes de que calcule clavarle un hacha en la cabeza o desconectarla. El remedio contra la pereza no es la diligencia, es odiar. Siento rabia cuando las perras ladran una hora después de acostarme, asesinaría al que pasea el perro cuando todos estamos acostados. Me ofrezco voluntario para una nueva cirugía con cicatriz, en la cara de Belén Esteban, me ofrezco voluntario, para intercambiarle la cabeza con la de Jesulín, y sucesivamente, con la de todos los demás telecincos, para terminar este empacho.

 El que no escribe de Pynchon, escribe de Wallace, uno muerto en vida y el otro vivo después de ahorcarse. Cuando él decidió ahorrarse el resto de sus días, yo paseaba por Jerusalén. Suceden las cosas, y por rápido que sucedan, siempre es más rápido de lo que te esperas.

-¿Qué harías si supieras lo que va a pasar?

Yo no haría nada, me sentaría a esperar que pasase, igual que uno se sienta para ver anochecer. Esperar y que suene el teléfono. Pero no puedes vivir con el traje del muerto colgado en el armario, porque tarde o temprano te termina picando el cuello y de la misma manera tiene que ser insoportable aguantar a tu lado a Sallinger o la larga cicatriz de  kaltenbrunner.

Agradezco todos los mensajes, agradezco ese color amarillo con el que se visten las Mimosas de casa (frente a mi habitación) a finales de febrero, pronto llegará la primavera. Agradezco cada nota a pie de página, leo “El beso” de Chéjov y se me escapa la tristeza. En un instante todo puede terminar en las alcantarillas y pierdes la memoria de todo lo demás, es un instante.

Nadie puede creer en esos poetas suicidas, a no ser que asesinen a un millón de personas. Dentro de poco empezará a soplar de nuevo el viento y necesitaré la compañía de cualquier asesino de la editorial Sajálin. Mejor que solos, cualquier asesino para matar este tiempo de poetas, falsas princesas y toreros muertos.

lunes, 21 de febrero de 2011

Céline y los chinos



No se por qué los judíos caminan tan deprisa, hablo de estos tipos vestidos de negro, abrigo, sombrero, traje y camisa blanca, entre rubios y pelirrojos, con lentes de alambre. No me refiero a Spielberg, los hermanos Cohen, Metro, Marx, Einstein, Mayer, Guggenheim, si no los otros, esos tipos que discuten a muerte por un salmo, que recitan incansables, un único libro y una única idea, la Torah, que viven en Nueva York, controlan la industria y el dinero, que viven en Moscú y en Berlín, que delatan a sus vecinos, si no respetan sus creencias, que aprendieron a torturar frente a las piedras labradas del templo, suavemente, de la mano de Herodes. ¿Por qué caminan tan deprisa?.

Te puede llamar la atención los tirabuzones de las patillas, la palidez de la piel, la inteligencia para los negocios, para la física y las matemáticas, conozco el Museo del Holocausto y uno se estremece de lo que ve y se pone en lugar de los que sufren.
Sales del túnel y te encuentras el paisaje, pero, ¿por qué, por qué andan tan deprisa?. ¿A dónde van?.
-¡Qué miras!
Seguramente nada, pero la mirada se mantiene intentando saber qué piensas, saber el valor de ese dinero, saber el peso de ese valor. No hay piedad cuando un judío juzga, no hay compasión. Hay una escuela de cadáveres, una exquisita escuela donde no te dejarán entrar, no vives en el gueto, en el gueto de Nueva York, en el de Berlín, en el de Moscú, en el de esa exquisita educación. Ahí entran los que entran, aquellos elegidos.
Aunque las opiniones evolucionan, nadie, nadie ni mi Yo Ateo, podemos opinar de algo relacionado con “lo judío”. Gitanos, homosexuales, comunistas, españoles, tarados, esos otros si, judíos no.
-¡Ojo!, y ten cuidado, ese terreno ya ha sido pisado por otros… y ten cuidado.

Céline escribió su “Viaje al fin de la noche” o “Muerte a crédito”, pero también escribió opiniones bastardas en un mundo bastardo, que era bastante mejor que el que nos dejaron en herencia (y lo que dejaremos nosotros), en todo caso opiniones particulares, vertidas a público en las Bagatelas sobre la dictadura judía, más presente cada día y solo uno de los problemas con los árabes, su vida y su mundo, pero no solo con ellos. Todo esto sigue siendo cercano, porque los campos de concentración nazis, siguen abiertos en espera de clientes. Mientras alguien pueda leer a Céline y alguien pueda tropezar en una alfombra llena de cadáveres, quizá exquisitos, pero cadáveres, todo sigue abierto. Abierto pero mal ventilado.

Conmemorar a Céline es una oportunidad para reflexionar sobre como eran las cosas y como son ahora, todo tan cínicamente correcto. Todos cambiamos, todos sufrimos una evolución, progresamos o nos anquilosamos, lo único que el tiempo no cambia, sobre lo que ya nadie se permite pensar es en “lo judío”, convertido en horror. Opinar sobre una injusticia, no te convierte en un asesino. Y los cadáveres siguen ahí, los que importan y los que no le importan a nadie, todos siguen ahí, encima de una mesa en un cuarto oscuro y todos vosotros tenéis la llave de algún cuarto oscuro, pero entrar en esos cuartos da miedo, y también da miedo salir. Lo que no debería asustar ni acobardar es que allí donde hay luz también se enciende la oscuridad y el desprecio.
-No seas ingenuo, tu también los despreciaste.
Y la lista es larga y las ciudades llenas de Oscuridad a la que no miras a la cara, que camina despacio como si arrastraran un agotamiento de cientos de cadenas, que incluso se tumban a tus pies, para que la esquives a las puertas de los comercios, de tu casa, de tu trabajo y cada día.
-Si tropiezas con alguno, discúlpate.
Eso es todo. Y esto cada vez se llenará más de exquisitos cadáveres, entre los que no vas a poder caminar, ni despacio ni deprisa.¿Y entonces?, ¿volverán a abrirse todas las habitaciones oscuras?.
- ¿Y mientras tu discutes, quién se prepara para jugar?

viernes, 18 de febrero de 2011

ARCO

Interior Museo Arte Contemporaneo Castilla y Leon -MUSAC-


Arte Contemporáneo. Setenta y cinco catedrales no son suficientes para creer en dios, y veintiséis museos y fundaciones de arte moderno y contemporáneo no hacen de España un país menos cateto, amante de arte, ni lleno de coleccionistas, pero sí que crea un problema presupuestario y si no, que se lo digan a los del MUSAC un enorme museo lleno enormes salas vacías, como una catedral saqueada.

Llegar al arte, es un arcaico proceso que evoluciona de una forma lenta, de la misma manera que crece un ciprés, incluso más lentamente. Y ese proceso no se acelera por mucho  que quieras correr, no se llega más al alma por muchos artistas que quieras inventar, no se selecciona de año en año. A ti se te cae el pelo, te crecen las ojeras, se te rizan las cejas, se te aja la piel, pero pasan lustros antes de que crezca un artista nuevo, genial, único, es decir una persona que tenga algo nuevo que decir, algo genial, algo único, porque esa no es una labor de peluquería, esa labor no hay nadie ni nada que pueda acelerarla, no es un proceso científico, es un proceso evolutivo. Pueden pasar cuarenta años antes de que se descubra un acontecimiento físico, pueden pasar otros cuarenta, antes de que el Instituto Clay de Matemáticas premie la resolución de uno solo de Los Siete Problemas del Milenio, y lo mismo ocurre con las demás disciplinas de la mente y el alma. Y eso no se consigue creando fábricas de churros.
Catedral de Leon (Foto de Alejandro Fernández Cabañeros)

Una sola vez he visitado el MUSAC y me aburrí como un hongo, me quedé helado de frío y salí oliendo a fritanga de la cafetería. Una sola vez visité ARCO, ya hace años, y me pareció algo frívolo, un parque temático, como esos de Levante, donde la gente asistía en masa sin orden ni concierto, para quedarse mirando montajes, cuadros absurdos,  y terminar agotados, tumbados dentro de una carpa, muy al estilo de cualquier festival de música veraniego, pero sin playa. Eso si, todo el mundo muy joven, muy puesto, muy pasarela Cibeles, con los labios algo ceñidos, con algo de desdén, es decir era todo una pose, un decorado, nadie andaba por allí por necesidad, tan solo echar el rato, pasear, ligar, ver y ser vistos. Ningún Barceló, ningún Picasso, ningún Modigliani, no vi a Turner, ninguna pelea entre temperamentos, no había nada. Igual que en el MUSAC, espacios inmensos rellenos de postizos, abandonados en galerías arruinadas y así, hasta hoy.

Y antes la Berlinale, para los del cine y  después la feria de Fráncfort para los libreros, eso si, cada vez, cada año, dedicado a un país, porque   así jugamos todos y como siempre, cuanto más demócratas seamos más nos reiremos y mejor justificamos las facturas. No encontramos nada nuevo, nada genial, nada que te acelere el pulso, pero nos lo pasamos bien y algo nos reímos.

Cada año, veo programadas en TV las mismas películas, a la misma, hora del mismo día (ninguna de ningún festival de cine); veo en las liberarías colgados los mismos autores, (salvo raras excepciones en raras editoriales), veo documentales sobre los creadores del arte moderno y contemporáneo, (pero ninguno de los que inventan el arte del futuro incluso del presente) porque los otros no existen y la mayoría de los que prometen (como los milagros de las religiones) terminan siendo humo, y seguramente el genio que nadie descubre, tampoco va a ARCO, no le interesa lo más mínimo. En eso, es como los demás visitantes, incluidos don Felipe y doña Leticia, que van porque es lo que toca.