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domingo, 8 de enero de 2012

Paté de POESIA




Poesía, estás tan empapada en tu propia grasa, tan bañada en tu propia vanidad, tan embebida en tu espejo de aduladores, de sonrientes enigmas, de frases cortas llenas de guijarros, sangre, lefa, flores oscuras, charcas, chulerías, flores amarillas, vísceras, tatuajes. Poesía.

Estás tan empapada en tu propia grasa, como un guiso de pollo, un capón relleno de ciruelas, una estantería cargada a reventar de libros con su relleno de versos y salsa de leche blanca que salpica palabra a palabra hasta emborronarlo todo, hasta el buen olvido, una vez más y más siglos.

Estás tan envilecida, que cualquier novedad supone el despegue de los elogios, cualquier faldilla aniñada es una revelación, cualquier victimismo un triunfo de la libertad, cualquier lágrima de cocoddrilo un drama literario, el Nuevo Drama, (tan obsoleto ya). Y un cubo de basura blanda, un precio en las colecciones de Heces de Otoño, de la Feria de Primavera, papeles en blanco con deseos para quemar en San Juan. Poesía.

Tan lejos y tan cerca de ti, de todos, de los de ayer y los de hoy. Tan en el camino que no se puede con tantos pares de botas, te quitas la piel de los dedos, el día que te crezcan las escamas en los ojos, quizá sean los oídos los que te estorben, los nudos de los dedos, el ruido de las puertas, el aire del arpa llamándote.

Todas esas voces, esas risas, la tiniebla de los creadores, lectura
improvisada para un autor que pasa al lado y hay que bloquear. Te sugiero, te susurro, te invito, te animo, te agasajo, te empapo hasta que tengas la costra bien dorada, porque esta noche tengo a mi mesa invitados para cenar y tu eres el primer plato y tu el segundo y tu Poesía, el postre:

Tengo cinco editoriales cerditos
uno fue  por leña
otro la cortó
otro cogió un huevo
otro lo frió
y el más pequeñín... todo, todo se lo comió.

Tengo cinco curiosidades y un cepillo de dientes para limpiar los bajos del pantano, cuando vacíen sus aguas estancadas. Un cepillo de dientes es poca cosa para tanta limpieza, tardaré y tardaré y no voy a terminar antes de que vuelva de nuevo el agua.

-No, no terminaré el trabajo.
-Mejor así.

Y cuando grites, “¡cuidado, viene Perelman”, o cuando corras intimidado a esconderte de los siempre imponentes Balances Parciales, o confieses a tus amigos “Mi madre es un pez”, y en día soleado te resguardes de la única “Sombra del viento”, cuando te llame por teléfono Dan Fante para venderte cartuchos de tinta para la impresora, ten el dinero en firme, la venta se va a efectuar, o quizá recibas cartas y cartas, toda la correspondencia de Bellow y te sientas abrumado con tantos secretos, recibirás de Luis Vea un Hachazo de metrónomo y no será lo último,  Camilo de Ory te abrirá una ceja con una sola frase, creerás que es un sartenazo, pero no grites, en realidad solo es sarcasmo, befa y restos de cerveza. Cuando grites en esta pesadilla, no será por un mal sueño, será un estado de ánimo.

Pero cuanto más grites, más carne te darán a tragar (como un pavo).
-Come, come, trágalo todo.
-No puedo más.
-Si, si que puedes, puedes con todo.

Todo el mundo dice que es exquisita, pero en realidad solo quieren que se te hinche el hígado, conseguir paté, paté de poesía.

Hay temas y temas en esta canción sin fin, que es la poesía, aunque creas que siempre son los Cardiacos, también suena Nicolas Jaar, que es tan joven que ofende a los escritores más jóvenes y más pardillos y  más petulantes, o Motorhead, John Maus,  T. Rex, Los Coronas.

Paté de poesía, sin fin, por todas las esquinas, sin descanso bajo la almohada. ¡Fuá!
  


Luis Vea


sábado, 7 de enero de 2012

POMBO

Premio Nadal 2012

Cada vez que veo un premio literario por televisión, me pongo malo y anoche, como cada seis de enero, hubo premio literario por televisión, el Nadal, el primero del año y uno de los más bonitos. Pero eso es lo que me debía parecer antes, ahora lo han convertido en uno más, uno de cincuenta, más o menos. Como ya sabeis este año el galardonado es el peculiar Académico de la Lengua, Álvaro Pombo, ganador entre otros, del premio Herralde, premio de la Critica, y claro está premio Planeta y escritor reconocido por su maestría en el uso del lenguaje, por su originalidad y si quieres también por su valentía. Pero: ¡que necesidad tiene de presentarse al Nadal!, acaso la vanidad de tener un premio de prestigio al final de su carrera, porque sin duda alguna este es el final de su carrera.

Siempre que veo la retransmisión de un premio así, espero encontrarme con una sorpresa, espero que aparezca una cara joven, que haya escrito algo y que pueda decirme algo, que me de esperanza y que me haga correr a una librería a comprarme el libro, nada más que eso; pero no, aparece el merecido escritor de turno, al que nada le faltará en ningún medio, para poder hacer el bobo (“ardor polémico” Carles Geli. El Pais) una vez más y con soltura.

 
Cada vez que veo a un genio salgo corriendo. Por eso no me gusta que este Nadal de Carmen Laforet, que sirvió en su día para sacar a la luz (de esas tinieblas que parece que se vuelven a repetir) a jóvenes escritores (que escriben) y para que  puedan seguir en el empeño de escribir y no para que de nuevo desfilen  más Matildas Turpin por el mundo, un mundo tan prolífico (en la banalidad hueca) que cansa un poco y sobre todo que va a ser la repetición de lo mismo, siempre y más de lo mismo y más y más, pero sin duda alguna, Pombo divierte, Pombo, entretiene, da que hablar y Pombo vende. ¿Pombo vende?.
Eso es lo que importa. A la que uno se presenta a ganar el Planeta, ya no hay vuelta atrás, de la misma manera que un perro no olvida ya el sabor de la sangre al hacer presa, Pombo no olvidará el regusto de la pasta gansa, del crédito en las mesas de los libreros y las grandes librerías, donde nadie olvidará su estruendoso espectáculo literario.

Pero bien sabe el viejo, cuando se acerca su edad, que uno no vive eternamente (y a dios gracias, uno no escribe eternamente), pero no por viejo dejas de mirarle el culo a las chicas (o a los chicos, según el caso) y no por viejo uno va a perder el apetito por ganar, ganar un escaño en el Senado, ganar una apuesta, ganar en definitiva algo más de vida y eso, en este caso, no deja de ser a costa y mérito de que a otro, con la misma maestría, originalidad y valentía, se lo hayan denegado. Al parecer este es el voto útil del jurado, en todo caso, os estáis quedando sin viejos para vuestros premios. Detrás de vosotros llega una generación perdida que no los va a oler (que son los que ahora aplauden y ríen a los espejos, como los que salen en la foto) y detrás, otra que huye de ellos como de la peste. Salud para verlo y para leerlo.

lunes, 2 de enero de 2012

BRAGAS

                             Yo no soy Juan Manuel de Prada , que comenzó su carrera literaria, con una novela, que tituló COÑOS, (con los años, ganó el premio Planeta de Intereconomía) y no tengo intención de iniciar con este artículo el primer capítulo de esa carrera literaria, lo hago simplemente porque esta mañana, antes de tirarme por el patio interior del edificio de apartamentos para separados, donde vivo, me di cuenta que en todos los tendederos de las casas, donde parecía que vivían solo hombres separados, en todos, habían colgado diligentemente la colada, la primera colada del año, puesto que hoy es lunes día 2 de enero de 1956. En todos los tendederos, vi bragas rojas. Por supuesto las había de otros colores, (bueno no muchos), sobre todo blancas y negras y otras prendas que las acompañaban, como sujetadores y alguna camiseta.

-Aquí hay tías –me dije sorprendido-

Y digo sorprendido, porque siendo un edificio donde venimos a refugiarnos tipos que hemos perdido a la pareja, algunos a la totalidad de la familia, a los hijos, a los padres, el trabajo, la salud, (y por lo tanto el ánimo, la autoestima etc) y cualquier otro tipo de pérdida que te puedas imaginar, un lugar espartano, con algunas reglas, horarios, alquileres baratos,  y en donde nadie puede esperar encontrarse a una chica, y de hecho yo nunca me encontraba con ninguna, tan solo a tipos raros, desastrados y a veces sinceros.

-Paco, separado 45 años y calvo –dijo en el ascensor- ya ves.

Antes de que se le empañaran los ojos

-Yo Elías –le contesté- lo siento –(y pensé para mi, yo no soy como tu)-.

Y así cada uno de los tipos, incluso muchos que apenas dicen nada, bueno casi ninguno dice nada, (la mirada y el lugar es suficientemente elocuente). Ya ves, tipos como yo sin suerte, que venimos a pasar aquí el tiempo necesario antes de comenzar una nueva vida, una buena cantidad de tiempo hasta que nos podamos meter en casa de alguien, hasta que podamos encarrilar nuestras vidas (ja, ja, ja) y de paso arruinar alguna otra. Bueno, una suerte de reflexiones de este estilo, que nunca llevan a ninguna parte salvo a un whisky.
 
Pues como te iba diciendo, me quedé allí con un pie en el quicio de la ventana, dispuesto a saltar y con la vista puesta en aquella colección de bragas rojas.

-¡Estos cabrones!

Todo demostraba que ellas, habían sido diligentes, ordenadas y limpias: cena de noche vieja, día del año, colada y a colgar la colada (esperando que el rojo y la suerte se conjuguen), que la vida sigue. Y eso fue lo que hoy me salvó la vida, aquellas maravillosas bragas y algo que recordé de una película.

-Una mujer siempre es limpia con su ropa interior.
 
Lo recordé, lo dice la protagonista de una película, no recuerdo cual y no recuerdo a cuento de qué, pero lo dice y hoy 2 de enero de 2012, tengo la prueba, incluso en un edificio de separados y suicidas, donde se oyen las lamentaciones al otro lado de la pared, a veces un disparo y la mayor parte del tiempo televisiones encendidas, que nadie ve. 
Y después de volver a mi habitación para pensar tumbado, llegué a la conclusión de que creo firmemente que a los matrimonios con hijos, que siguen manteniendo una vida de regalos, trabajo y plenitud, les vaya mucho mejor que a mi, ni aparentemente mejor que a todos estos desgraciados, que son ahora mis vecinos, no lo creo y para eso, hoy que es el día del espectador, me meto a ver una obra de teatro de Yasmina Reza y que Roman Polanski ha convertido en “Un dios salvaje”. Me he reído un rato, el viejo Polanski se mantiene en forma y de paso se monta una película con cuatro amigos y cuatro duros y se ríe de esas extrañas parejas que llenan con tedio sus extrañas vidas. Uno sale con ganas de tomarse un whisky sin hielo. El próximo día se lo recomendaré a estos tipos de este lado de la vida, igual que hago ahora con vosotros. Y espero que todas vosotras guardéis otro año más vuestras bragas rojas ya lavadas.

domingo, 25 de diciembre de 2011

LLORAR

 

Lloran por el Querido Líder o el Gran Dirigente o las dos cosas, que ha llegado a puerto. Su cuerpo relleno de serrín reposa en paz para que sus ciudadanas le lloren y le lloran las plañideras vestidas de luto, le llora la tropa de su ejército, le lloran los gallos y las gallinas del corral, antes de que los campesinos les quiten los huevos del mismo culo para comérselos. Todos le lloran con arrebato, ante los fotógrafos, ante las Leycas de televisión, ante cualquiera que les grave, lloran y se tiran de los pelos, pero ni rastro de lágrimas, porque después de tantos años experimentando, el corazón de los coreanos es más pequeño que uno de mis testículos, lo suficiente para seguir bombeando, sangre.

Todos estos lloros, representan a Kim, el tercero de los hijos que ahora quedan huérfanos, representan a un ejército (de verdad o de mentira), de un millón de hombres, entre los que se encuentran los soldados de madera que miran al otro lado de las líneas fronterizas incrédulos, desmoralizados por el rock & roll, que por medio de potentes altavoces, les brindan cada día y en directo sus vecinos del país del sur.
 


Korrea,  y sus dos mitades. Los de arriba comen hierba y compiten por los mejores pastos con los caballos del Gran Líder, mientras que la totalidad de su economía se destina al bienestar de la familia de este, fabricar bombas nucleares, misiles de prueba que se lanzan al mar y mantener el ejército (de verdad o de madera), que custodia ciudades en las que nadie sabe lo que hay, pero sobre todo creen que hay sospechosos. Los de abajo escuchan a los Stone o Aerosmith en los altavoces de la frontera con sus arrogantes gafas de sol. En sus ciudades hay tiendas de Zara, ven la tele, cantan en karaokes, toman té, comen, van y vienen con sus afanes, como en todas partes y sus plañideras no lloran, pero temen.
El hijo (por el que también lloran)  Kim Jong Un, del que no se sabe nada, casi no existe, sin fecha de nacimiento, sin gestos, sin palabras que suenen a palabras, dentro de un uniforme barato (de lo chino), rasurado por el cogote, también llora.
El cuerpo lleno de serrín, limpio de vísceras, de lefa, de pasión, radiado por la enfermedad, y la cabeza rellena de bolas de papel de periódico apretujado; nariz, oídos, ojos y garganta sellados con cera y conservado a una buena temperatura ambiente, con suficiente humedad, al estilo de Hồ Chí Minh
Y en eso se basa el llanto, crear temor y líderes, miedo, hambre, plañideras, proyectos militares, disciplina a base de correa, cerrar fronteras y silencio, ese gran silencio de los asesinos, que terminan rellenos de serrín y exhibidos en su propio museo chino, al que ahora (o ya desde hace tiempo) también se ha aficionado la vanidad de algunos mafiosos, pero solo los más narcisistas, para que se les pueda llorar más dilatadamente en el tiempo, llorar y llorar.