Badajoz mira a Portugal y de reojo a Madrid, esa carretera y ese tren por el que entra y se va la gente, un M. que queda muy lejos de estos pastos, o quizá ya no tanto.
-Madrid se lleva a los hijos
-Unas veces regresan y otras vuelven.
Y otras veces nadie vuelve a tener noticias, como si entraran en un desierto que borrara todas las huellas.
Badajoz no teme el sur porque cada día que se levanta respira aire africano y no teme la frontera, porque es una ciudad que tan pronto está a un lado como al otro, sin que nadie pueda diferenciar cuando ocurre una cosa y la otra.
-Hace años aquí –dice el taxista, señalando la Avenida de Santa Marina- había ciento cincuenta autobuses.
Era la época de la peseta y el escudo, cuando cientos de portugueses se acercaban a Badajoz a comprar, (igual que los catalanes con Andorra), cuando cientos de extremeños cruzaban la frontera hacia Vila Viçosa, Elvas, a comer mariscadas con la familia, un Portugal siempre más barato para los españoles y una España más surtida que esos pueblos del Alentejo.
-Ahora es igual de caro –dice resignado el taxista- y además los portugueses ganan menos que antes.
Quizá sea eso, o sea que es fin de semana de Agosto, o sea lo que sea, el caso es que en Agosto, Badajoz cierra; un domingo a las cuatro de la tarde no hay nadie absolutamente nadie por la calle, salvo 36º de calor seco y algún turista que busca un lugar donde tomar un café con hielo, porque también el Museo de Arte Contemporáneo, también está cerrado y cerrado estará el lunes y cerrada nos encontramos la Catedral.
Badajoz como Soria, no tiene río, aunque el Guadiana lame sus heridas, el río deja a un lado la ciudad y en esa zona los tres puentes que lo unen con Portugal, así como los hoteles que están siempre al otro lado, igual que las chavolas del río y los pescadores, siempre al otro lado de Badajoz.
Plaza Alta
Badajoz, son sus callejas del Casco, sus plazas y ese calor colonial que lo convierte en una ciudad más de Méjico, Puerto Rico, Colombia o La Habana vieja, algo que notas nada más dejar la habitación del hotel, algo que notas cuando caminas por las calles empedradas, estrechas de casas bajas y encaladas, de casas recién pintadas y mujeres de Botero, que pasean por la calle o reposan en las terrazas de los cafés, ya sea en la Plaza Alta, en la plaza de la Soledad, de España, o en cualquiera de las otras plazas escondidas y bien pintadas, porque Badajoz muchas de las calles parecen recien salidas de una guerra o de un incendio, pero otras parecen recién pintadas, como posando para que las fotografíen, igual que las calles acabadas de terminar de lavar y de barrer. El caso es que por el calor o por el color de las cosas, el acento o el cansancio, en Badajoz se está más cerca de Iberoamérica que en ninguna otra parte y también más cerca de la Administración Extremeña, allá por donde íbamos, salía a nuestro encuentro la Diputación, alguna Concejalía de Recursos Humanos, alguna parte de la Junta de Extremadura, de algún tipo de institución o Club Taurino, iglesias sean catedrales o no y en las paredes de las casas abandonadas, otro tipo de pintada, esta vez contra el estado, el poder o el sufrimiento de los toros. El domingo buscamos para comer y lo que me recomendó Zapico estaba cerrado, igual que la cercana Albacería San Juan, menos en la Plaza Alta, donde si tomamos cerveza a los pies de la alcazaba, así que después de ir de aquí para allá, entramos en la taberna El Bigotes y picoteamos unas tapas y respiramos antes de seguir. Y seguimos de un lado a otro, hasta que el calor nos mandaba para el hotel y unas veces volvíamos por puentes inhóspitos y otras veces por el de piedra que parecía más amable, ahora hay que cruzar esos puentes para saber la anchura del cauce del río y aquí hay que tener pecho de legionario para cruzarlos. Así que desde entonces fuimos en coche que en verano se puede aparcar en cualquier parte y descubrimos la cachuela y ahora soy devoto de este lodo, unto o crema que sale directamente del hígado del cerdo y de su manteca. Eso, una cerveza fría y una terraza caliente y puedes pasar así las dos primeras horas de la mañana; a partir de ahí olvídate y deja que te lo hagan todo, estamos en Badajoz.
Elvas
Y cuando te canses te coges el coche cruzas una frontera invisible y te vas a Elvas, te das un paseo, y si te entra hambre pides un bacalao con garbanzos en cualquier restaurante. Esta pequeña ciudad amurallada, tiene unas vistas maravillosas sobre Badajoz y un acueducto de treinta metros y cuatrocientos años de antigüedad, así como un castillo, iglesias y conventos, baluartes, plazas, bares y lugares en los que uno también se deja llevar, como si en estas tierras el tiempo fuera algo más despacio y sencillo, tanto como un buen café a sesenta céntimos.
-Obligado.
Torre de la Catedral de San Juan Bautista (Badajoz)BADAJOZ- ELVAS por ELIAS GOROSTIAGA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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