El Angel
Karmelo C. Iribarren
Roger Wolfe
David González
Este es un libro macizo formado
por el cadáver de un poeta y tres muertos más. El cadáver poeta es El Angel,
los tres muertos en vida son Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe y David
González. Todas las demás opiniones son aspavientos y volteretas. Acompañando a
este réquiem, celebran a capela Gsús Bonilla y José Ángel Barrueco. Todos ellos
forman una poética libre e independiente. Yo es ahí donde quiero estar, pero
con el hígado fuerte, los pulmones sin esporas, el estómago entero, sin fisuras
en los huesos, ni en la piel, ni en las arterias y es que la vida a veces aprieta
mucho muchacho y vosotros lo sabéis.
El territorio en el que se
enmarca la edición, lo forma ese medio camino (totalmente edificado) entre
Vallekas, Lavapiés y Malasaña. Allí no hay ayuntamiento solo vecinos, y todo lo
que encuentras y la gente con la que te cruzas son notas de poesía en un
pentagrama de negras, blancas, corcheas, fusas, semifusas y todas esas notas
alternativas, de ritmo, espacio y tiempo. Ese ritmo te explota nada más ver la
cara de El Angel (foto de Alberto García-Alix).
A este chico le han tatuado con tres adjetivos que son: marginal,
apasionado y proscrito y ahora solo queda Ana Curra para defenderlo y su poesía
Los planos de la demolición, un título que en si mismo seduce por todo lo que
se ha construido desde esos años ochenta, tanto a ladrillo como a novela, tanto
a música como a películas y cine. Los planos de la demolición, son los planos
que cualquier persona con un tatuaje debe saber leer y desde luego el tatuaje
no hace falta que esté en la piel.
Todos los demás somos
supervivientes en esta larga noche de Zombies y premios literarios, tertulias
de Facebook y sueños incumplidos, rodeando la marabunta, un torbellino de
poetas y mercaderes envuelve todos estos caminos inclasificables.
Todos los que hay aquí reunidos,
que son todavía más y que deberán salir en próximas ediciones (hasta que la
ruina editorial impida habitar el edificio) dejaron el casete encendido y sin
darse cuenta se fue gravando letra a letra, toda la sangre del mundo, las
gargantas, las caladas de los cigarrillos, las chutas, los chupitos, las tardes
de siesta, la ruina. Es el réquiem de todos ellos, de los que vamos detrás, de
todos nosotros, de los que nos saltamos algunas clases, de lo que nos
ofrecieron y no quisimos.
Disociados no es un libro
inofensivo, los autores que lo firman, el editor, todos los que escriben aquí
su nombre, no son hermanitas de la caridad, se han dejado jirones de piel y
pelo, fotos, recuerdos, venas y muchos amigos.
David González, escribe duro
cuando sus recuerdos llegan de los maderos, de la cárcel, de Maika y su boca sin
dientes. En pie de guerra, David elige para sus poemas el pelo largo, elige esa
parte de perdedores en la que ya estamos todos y escribe para darte dignidad y
quitar el orgullo, piel de serpiente, botas de serpiente, siempre mudando la
piel, para crecer.
El Angel dejó a su muerte la
leyenda, la movida, algunas fotos, alguna chica, Ana Curra, una banda de
rock&roll “Tuve dinero y lo gasté a manos llenas” “tuve presente y futuro” “Tuve
todo y lo perdí todo” y algunos amigos que si alguna vez lloraron no volverían
a llorar más, esa interpretación es la de David González:
My Generation:
Rellena esquelas/como
crucigramas:/ y cuando en los entierros/
o en los funerales diluvia/ my generation/ se pone gafas de sol:
espejos: negros: así nadie nota/ que no ha derramado/ una triste lágrima:/
El Angel se recupera ahora
bebiendo cervezas en Lavapiés, con un homenaje in memoriam.
Karmelo C Iribarren es uno de
esos tipos que se queda triste después de una sonrisa y después las sonrisas se
van espaciando, se disocian de la realidad. Karmelo es un poeta que se asoma al
balcón antes de pisar la calle, que se ensimisma y contempla, porque en poesía
la contemplación es el eje por el que gira una y mil veces el mundo. Aquí te
vas a encontrar un recorrido de poemas desde el año 1993 hasta el 2012, una
selección personal que representa a una raza de escritor que ha llegado al mar
y se encuentra solo y a la vez otro hombre que se encuentra solo, a unos metros
ve y reconoce esa soledad y esas pulsaciones y reconocimientos se van
contagiando por las calles, los bares, la pareja, el teléfono, frente a la
televisión, bajo un paraguas y un taxi: “Ésa es la diferencia:/ los taxis son
como ciertos amigos,/ nunca están cuando más los necesitas./ Los paraguas, en
cambio, mueren por ti.
Con Karmelo C Iribarren notas
una orfandad apocalíptica, atraviesas la noche una y otra vez y te regala un
par de versos como estos
“Es como si tuviese todo/ lo que
nunca quise”
Roger Wolfe
Me gusta un poema que se titula
ODIO, te lo presenta como dedicatoria Céline y dice: “Me
faltan algunos odios todavía. Estoy seguro de que existen”. A continuación
Wolfe describe cinco páginas de odios, con los que Céline y tu, estáis de
acuerdo: “El odio son las cosas que te gustaría hacer con el locutor deportivo
de la radio del vecino esos domingos por la tarde.” Todos esos odios que leo
que Céline conoce que algunos nos faltan, se van acumulando en la vida de todos
nosotros desde que sales de casa hasta que vuelves y a veces sin necesidad de
salir de casa, son esos odios los causantes de que un tipo mate a su mujer, de
que alguien se líe a tiros en un colegio, en un supermercado, en plena calle,
son esos los odios que te van haciendo adulto, que te van quitando la sonrisa,
que vuelve histéricas a las cajeras, a las peluqueras, a los tipos de la
Seguridad Social, a todos esos policías anti disturbios que te vigilan y aporrean,
mientras cobran sueldos del presupuesto general. Y de la misma manera te
explica Wolfe qué es la poesía, las palabras y lo que espera
Las amarras
Lo único/que de verdad voy a
sentir/cuando me muera/es no poder fumar./Por lo demás, / puedes soltar
amarras,/ Caronte/cuando quieras.
Cada uno de estos poetas usa
palabras de distinta espesura, cada uno te vuelca emociones de distinto pelaje
y todos tratan de enterrarte, de levantarle el velo al paisaje que todos ven,
para curiosear en esa otra estancia que hay detrás.
Mil gracias a José Ángel
Barrueco (JAB) que se acuerda de mi y me proporcionó un ejemplar de la antilogia Disociados,
editado por Ya lo dijo Casimiro Parker y una portada gráfica de Chillida que es
como esperar a que desaparezca tu sombra, cuando te vas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario