Corrección: Mar Astiárraga Panizo
Maquetación: Alberto R. Torices
Estoy aburrido de mi propio blog tanto como de mí mismo. Quizá esté aburrido de mi futuro tanto como de mi pasado. Me cuesta trabajo ponerme y quitarme, salir y volver a casa, me encuentro cómodo rodando con la moto y mis hermanos de Iron Horses. Cada vez el pasado es más brumoso, cada vez el futuro es más extraño y sin embargo lo ves previsible, como si alguien ya te lo hubiera contado. Juan Soto Ivars. No es la primera vez en la que aparece Juan en este Blog. Dibujar a Juan es fácil y es difícil, tiene pasado (tal y como comentara Víctor Amela), utiliza el presente a diario como columnista, es arropado en programas de actualidad para distintas televisiones, sus opiniones crean debate, sus amigos le acompañan, le traicionan en el mundo virtual, le defienden, le defraudan, le hacen reír, le recuerdan, le olvidan, todos forman un grupo homogéneo y joven, brillante, un grupo hermoso que produce envidia, una envidia que a mí me gusta y que admiro pero que en este país (casi siempre) es dañina, Juan lo sabe. Me gusta que siendo de Águilas (Murcia), sea también de Tánger, de Madrid, de Barcelona, se presenta sin complejos con una personalidad potente que agrada, valiente y, no solo lo demuestra cuando acierta, también cuando se equivoca (lo acabo de leer rectificando su equivocada opinión sobre la violación y crisis de estado por el pronunciamiento judicial en el caso de la Manada), algo poco común entre comentaristas y columnistas, pero esa es la potencia de tiro, comentar al paso, acertar o equivocarse y seguir. Esbozar un puto dibujo de Juan es también acertar y equivocarse, lo intentó Víctor en La Central, con muchos gestos, algo de complicidad, con un guión que se quedó corto y con muchas frases, algunas de las cuales ni siquiera el propio novelista recordaba haber escrito. Las presentaciones de libros (como este) suelen ser un tiempo para recoger cerezas, fruta de temporada, flores y miel, así el libro sea de temporada o (como es el caso) abarque la escritura de muchos años. La librería elegida para la ocasión es La Central, a la que le ha crecido una habitación sin libros en la que parece que has estado siempre. Allí andaba Olga, Alex Chico, Ginés S. Cutillas, hasta que llegaron del bar tanto el actor principal como su acompañante, consiguiendo impacientar a Paco y a los invitados. A primera vista no conocí a nadie más de los ya citados, salvo la discretísima traductora Kymm Coveney (con quien compartí fila) y eso es bueno en cuanto que la casa literaria ,siempre herida, tarda en renovarse (no se puede vender el mismo libro a los mismos amigos una y otra vez, sin que te terminen tirando por la borda) o esa era mi impresión. Juan entró en el futuro de la presentación, continuando una conversación con Amela que se traían de la calle, una especie de torbellino en la que nos metimos todos, así, con esa facilidad de romper el hielo, de hacerte cómplice, pellizcarte los mofletes, invitarte a una copa corriendo tu con los gastos; y apareció Astur, apareció la abuela Pepita, el abuelo facha, las frases, el final y el origen de todo, se fue esbozando la novela, los tiempos, los personajes, pasearon el futuro imperfecto, el presente histórico y el pasado continuo, el sufrimiento de las viejas generaciones, el hambre Laforet del futuro. Se fue despejando la madeja, se contaron anécdotas de Cebrián, de determinado domicilio en Madrid, del color de la luz que se pudre, del amigo yonki. Sin saber cómo o sabiéndolo, estando solo y a la vez acompañado, Juan Soto con la determinación de Paco Umbral, el apetito de Cela, con el flequillo de José Oneto, el amor de Hamsun, el mejor escritor de España junto con Astur (o ese era su deseo de veinteañeros), el periodista que ha transmitido en directo su propia vida literaria, sus abrazos, los amigos, los viajes, su boda, que escribe su futuro recordando ese pasado escogido entre lentejas por las mujeres de la familia, vuelve a la carretera de la mano de Olga y Paco Candaya, que desde el décimo aniversario de la editorial, apuestan por un cambio de rumbo latente en el catálogo; han puesto a correr a todos sus caballos por la geografía nacional y buena parte de la americana. Se esperaba, todo el mundo lo quería y ellos, Paco y Olga se han dado cuenta. Laureano Debat, Mónica Ojeda, Alex Chico y ahora Juan Soto Ivars, son los últimos nombres, sin que haya sido fácil para ellos.
Es tiempo de tomar un café dentro de una habitación blanca (que por momentos se vuelve amarilla), los niños dibujan a mi lado. Es tiempo de perder el futuro mirando hacia un pasado incierto.