-Aquí hay tías –me dije sorprendido-
Y digo sorprendido, porque siendo un edificio donde venimos a refugiarnos tipos que hemos perdido a la pareja, algunos a la totalidad de la familia, a los hijos, a los padres, el trabajo, la salud, (y por lo tanto el ánimo, la autoestima etc) y cualquier otro tipo de pérdida que te puedas imaginar, un lugar espartano, con algunas reglas, horarios, alquileres baratos, y en donde nadie puede esperar encontrarse a una chica, y de hecho yo nunca me encontraba con ninguna, tan solo a tipos raros, desastrados y a veces sinceros.
-Paco, separado 45 años y calvo –dijo en el ascensor- ya ves.
Antes de que se le empañaran los ojos
-Yo Elías –le contesté- lo siento –(y pensé para mi, yo no soy como tu)-.
Y así cada uno de los tipos, incluso muchos que apenas dicen nada, bueno casi ninguno dice nada, (la mirada y el lugar es suficientemente elocuente). Ya ves, tipos como yo sin suerte, que venimos a pasar aquí el tiempo necesario antes de comenzar una nueva vida, una buena cantidad de tiempo hasta que nos podamos meter en casa de alguien, hasta que podamos encarrilar nuestras vidas (ja, ja, ja) y de paso arruinar alguna otra. Bueno, una suerte de reflexiones de este estilo, que nunca llevan a ninguna parte salvo a un whisky.
Pues como te iba diciendo, me quedé allí con un pie en el quicio de la ventana, dispuesto a saltar y con la vista puesta en aquella colección de bragas rojas.
-¡Estos cabrones!
Todo demostraba que ellas, habían sido diligentes, ordenadas y limpias: cena de noche vieja, día del año, colada y a colgar la colada (esperando que el rojo y la suerte se conjuguen), que la vida sigue. Y eso fue lo que hoy me salvó la vida, aquellas maravillosas bragas y algo que recordé de una película.
-Una mujer siempre es limpia con su ropa interior.
Lo recordé, lo dice la protagonista de una película, no recuerdo cual y no recuerdo a cuento de qué, pero lo dice y hoy 2 de enero de 2012 , tengo la prueba, incluso en un edificio de separados y suicidas, donde se oyen las lamentaciones al otro lado de la pared, a veces un disparo y la mayor parte del tiempo televisiones encendidas, que nadie ve.
Y después de volver a mi habitación para pensar tumbado, llegué a la conclusión de que creo firmemente que a los matrimonios con hijos, que siguen manteniendo una vida de regalos, trabajo y plenitud, les vaya mucho mejor que a mi, ni aparentemente mejor que a todos estos desgraciados, que son ahora mis vecinos, no lo creo y para eso, hoy que es el día del espectador, me meto a ver una obra de teatro de Yasmina Reza y que Roman Polanski ha convertido en “Un dios salvaje”. Me he reído un rato, el viejo Polanski se mantiene en forma y de paso se monta una película con cuatro amigos y cuatro duros y se ríe de esas extrañas parejas que llenan con tedio sus extrañas vidas. Uno sale con ganas de tomarse un whisky sin hielo. El próximo día se lo recomendaré a estos tipos de este lado de la vida, igual que hago ahora con vosotros. Y espero que todas vosotras guardéis otro año más vuestras bragas rojas ya lavadas.