Esta antología de Antonio Manilla es además de una muestra de su trabajo poético en el tiempo, una muestra de los Museos de Historia Natural y Humana. Es este libro un refugio para los pájaros, las plantas y los hombres, incluidas mujeres y niños, con un hueco para los amigos y para su propia tierra, Cármenes, en la montaña de León. Manilla al igual que Bobin, Camon, Tonino Guerra, Sinclair Lewis o Miguel D’Ors, es un hombre de fe y por lo tanto cree en la bondad humana y salvo en sus artículos de prensa (en la que repasa el día a día de su ciudad), para escribir poesía se aleja de la estupidez y del mal, se refugia en el río, en el regato de Argallo o el salto de la Fervienza, lugares escondidos que conoce gente anónima, además de Ramón J. Soria Breña, Pablo Andrés Escapa o José Antonio Llamas, <<esta es la tierra que enterró a los míos>>.
Sabe Manilla donde se buscan las leyendas, y esas leyendas se encuentran en el atardecer, en el cementerio acatólico de Roma, en la marea baja o entre los niños que buscan nidos, todo eso son <<los años y su herida>>, un balance en el que, tarde o temprano, todos los poetas hurgan. Creo que este libro es uno de esos libros imprescindibles, de los que se tienen a mano y a ratos se vuelven a leer, convirtiendo a su autor, igualmente, en imprescindible, uno de esos autores que, en silencio, en el mismo silencio de los tulipanes y las rosas de Bobin, desde su casa en León o en la montaña, acaricia, pesca, fuma en pipa y ve lo que otros miran para que cuando los demás miremos, podamos ver. Eso es la poesía y la nostalgia del verano, esa que se difumina con las primeras lluvias, unas lluvias que por escasas se están borrando de la memoria de la gente en una buena parte de este país.
“[…]Para cumplirse el ciclo del otoño / han de llegar aún/ una presencia y un eco imprescindibles: / la lluvia que acaricia las estatuas, / la que conforma los espejos, / la que sucede en el ayer/ de un hombre ciego en Buenos Aires. / La misma que ahora mismo / se acerca a recordarnos / en el cristal de la ventana / con tímidas señales / una verdad hermosa como un verso: / la luvia son las manos / de la melancolía. / Sus arrugados, / tenues, / fieles dedos. (sobre un tema de Cervantes, pag.123).
Antonio Manilla (León, 1967) es historiador y periodista. Entre sus obras se cuentan los poemarios Broza, El lugar en mí y En caso de duda y otros poemas de casi amor. Fue Premio Nacional de Periodismo Francisco Valdés en 1998, Emilio Prados en 2002, José de Espronceda en 2007, Premio Ciudad de Salamanca de Poesía en 2015 o el Generación del 27 en 2018. Ha hecho incursiones en el género biográfico y en la literatura infantil y juvenil. Desde 2013, mantiene una columna semanal en el Diario de León. Algunos de sus poemas han sido versionados por el músico Diego Guitiérrez.