Compré El tiempo del
hombre muerto, pensando que era un buen título para una novela y lo empecé
a leer como si fuera una novela, hasta que me di cuenta que no lo era, que este
libro es un artefacto lleno de títulos, un artefacto que mal manipulado te explota
en la cara y te la deja como la portada del libro. Lo forman setenta y un
documentos, dedicados a otros tantos elementos incontrolados, que forman,
muchos de ellos forman parte de la literatura bastarda de este país, que en
buena medida se articula a través de la web por medio de blogs y editoriales
innombrables.
-Todos a la cárcel –dijo aquel tipo por teléfono- ¡ya!.
Y la orden no se cumplió porque el que la recibió andaba ya
muerto y a la vez andaba de parranda y eso es lo que pasa aquí, que te encuentras
con un libro visceral en el extremo de la fórmula, un libro de reflexiones que
no te deja respirar, que te sacude hasta que se te cae la última mota de polvo,
y cuando termine contigo, este hijo de puta te va a dejar solo con el relleno
de serrín y con lo justo para que puedas seguir caminando, porque te va a sacar
todas y cada una de las entrañas que te quedan, como se trabaja a una momia
para que viva el resto de la eternidad.
"Las putas moscas
llevan follando sobre mi calva toda la mañana…
pero yo aguanto,
sentado, a que pasen las horas. (el discurso de las botellas)"
Pués eso es lo que pasa cuando abres la cajita que no debes,
cuando abres el regalo que no puedes, cuando abres la puerta del desván que te
dijeron que no podías abrir, ni la del baúl, ni todas esas puertas que siempre
te dijeron y nunca obedeciste, esas son este libro y el cabrón que te dice que
no sigas leyendo es el autor, el propio Alfonso Xen y el pecado es haberlo
abierto, empezar a sacar todo eso prohibido que hay dentro, algo que a veces
huele mal, y que a veces huele a podrido, algo que no tiene buen sabor pero que
vuelves a comer, ese traje que no te gusta y te vuelves a poner porque te queda
como un guante y así todas y cada una de esas canciones que quieres oir y que
son una disculpa para volver a los bares y otra cerveza más, para volver a ver
a esa chica de los Levis que lleva un blues negro que a ti te gusta.
Y lo has abierto, digo que has abierto el libro y se
empiezan a caer todos esos nombres como David Refoyo, todas esas crónicas para
decorar un vacío, Toño Gallo, Agustín Calvo Galán, Odklas, Carlos Moreno, Das y
Barrueco, y brindas y dices:
-Va por mis cojones
Y esa es la tónica del libro, pero no es tónica es solo
cerveza y Mario Crespo, Vicente Muñoz Alvarez, Julio César Alvarez a todos esos
perroplumillas que se me quedan por la mesa y me miran y no paran de fisgar
entre el teclado del ordenador y de meterse entre los libros, entre las resmas
de papel y cojo un matamoscas y me lío contra todos ellos, pero escapan y el
único que no lo hace es Luis Miguel Rabanal y me acerco a el y me sonríe y a la
vez me dice telepáticamente: Elías, tu
puedes ayudarme.
-No tío yo soy bueno, yo solo quiero ser bueno, tengo dolor
de corazón, propósito de enmienda, soy temeroso de dios y la herida llena de
moscas.
-¿Tienes miedo?.
Y yo te paso la pregunta Xen, ¿tienes miedo?, porque yo no
la puedo contestar. Y alguno de mis vecinos o su perro, pone un blues y luego
otro, y luego una canción que ya he olvidado y luego otra que no quería volver
a escuchar. Y me quedo triste y veo que cada vez me parezco mas a la portada
del libro, esa portada de Julia D. Velázquez, que no deja de ser otra cosa que
un aullido y un flequillo, y ese color que se come todos los demás colores y un
dolor que se come todos los demás dolores.
Y sé una cosa, sé que para escribir todo eso que publica
Antonio Huertas, tienes que haber vivido mucho en los bares, tienes que haber
liado muchos cigarrillos, que haber mirado mucho la luna, esa luna llena y
amarilla y sobre todo te has metido en la niebla, una niebla que yo también
conozco, entre el Torío y el Bernesga, que confunde todas las formas y el
brillo de las luces, hasta el delirio.
Y por último, solo quiero deciros una cosa, este libro es
imprescindible en cualquier biblioteca, es para tener siempre a mano porque lo
puedes leer de izquierda a derecha, por el medio, por el final, por donde
quieras, y volver a él cuando lo necesites, como un viejo amigo.
Hacía tiempo que no me echaba a la cara a un tipo con tanta rabia,
con tanta fiereza, con el brazo gordo de tirar piedras y no de jugar al tenis y
con una cabeza tan remota que en ella puedes encontrar conversaciones acabadas
desde el principio, todo ese vacío decorado a puta hostia desde la primera línea, sin dar respiro ni tregua. Así
es este libro resacoso, escritura hecha en directo, sin límites, con miedos y
sombras. Lo dicho, que en un tu a tu, fijo que nos quedamos callados y solo
empezaremos a hablar a partir de la segunda caja y que esté JAB de testigo,
sujetando las armas.
“:por eso escribo esto, al menos tengo algo claro, pues
vivir a través de los demás es atravesar un desierto”
(Un abrazo y cuídate tío, de tí y de los demás, más que nada para poder seguir escribiendo.)
El tiempo del hombre muerto.Editorial Origami.2011
Alfonso Xen Rabanal
yo estoy bloqueado desde que estoy leyendo este hombre muerto, para qué escribir más, ya lo dice todo Xen en este libro que explicará a generaciones futuras qué pasó en esta españa de hoy y cómo llegamos hasta aquí
ResponderEliminarun grande
En completo acuerdo contigo Malone.
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