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domingo, 30 de diciembre de 2012

EL MOLINO Y LA CRUZ


Lech  Majewski
Cines Verdi. Barcelona
(El camino del calvario.1564. Brueghel el viejo)

 

Es un cuadro aparentemente caótico que transporta a los paisajes holandeses, una crucifixión, alejada del plano principal en el que se ve la soledad de la virgen, consolada por el apóstol San Juan. Toda la escena es una perspectiva tumultuosa, en la que se mezclan mercenarios al servicio de soldados españoles, invasores católicos, y un hombre con una cruz a cuestas hacia su destino fatal. A su alrededor hierve todo ese movimiento de curiosos, feriantes que aprovechan el tumulto, niños que juegan y en lo más alto el molino con aspas en movimiento, un día ventoso, un escenario que no tranquiliza a nadie, esos escenarios que le gustaban al Viejo y que reproduce en todos sus cuadros, tanto de paz como de guerra.
Es ahora, cuando el cuadro toma vida en forma de película rodada por Lech  Majewski, un tipo que te regala imágenes de una belleza poco común, en la que respiras el aire, oyes a los grajos del cuadro revoloteando por encima de tu cabeza, picotándotela, notas el frío y la soledad y te mete en ese molino que apenas se apoya en una pared de piedra que es como una grieta en el paisaje, que cruje. La pasión y el calvario de Jesucristo en el centro de Europa.
Aquella época fue un mal momento, guerras, muertes, delaciones, la cultura de la muy católica España enfrentándose a la cultura de las sombras, a los no creyentes, una sangría de dinero y hombres, que no sirvió para nada.
 Aquel pintor que ya sabía que su vida se agotaba, lo vio así, en la película es testigo directo, pinta los hechos tal y como un fotógrafo de guerra asiste a una ejecución. Y en paralelo te enseña los paisajes hasta llegar al pan, las costumbres, el cine al servicio de este juego de retransmitir y darle vida a una escena, a esos campesinos del siglo XVI que escuchan al árbol antes de talarlo, que venden ese pan del molino, el molino, los molineros, los paisajes brumosos, los juegos de los niños, todo lo pinta en sus cuadros, que son siempre una tentación para los cineastas y los novelistas,  llenos de vida, de acción, de miradas.
La acción de la película, con esa medida falta de palabras, es de una violencia tormentosa, el tratamiento que se da a los personajes es de absoluto abandono, dolor, indiferencia por los demás y vacío, esos personajes, bailan, lloran, sonríen, pero no hablan, no se transmite emoción alguna y esa dureza junto con la de algunas imágenes, te pone al borde de un infarto cerebral. Es otro cine. Estos días se puede ver en la sala 4 de los Verdi, pero solo en horario de las cuatro de la tarde, ya que comparte sala con otra película. La sensación al salir a la calle, es la de que no has superado todos los obstáculos.

jueves, 13 de diciembre de 2012

HOLY MOTORS


 
Empieza y termina. Vuelve a empezar y vuelve a terminar, y nunca sabes si va a volver a empezar, pero de nuevo comienza, se quita la piel, la nariz, los postizos, uñas y pelucas y ya no sabes si su cara es su cara o solo una máscara más. Entra y sale del absurdo, sin límites y te deja el cuerpo lleno de sensaciones que terminan siendo cicatrices cuyos reflejos no quieres en tu espejo. Si alguien no conoce el aspecto de  la infelicidad, esta película es un resumen, vete a verla. Éramos seis y  la sesión, la de las cuatro de la tarde.

Por la mañana visito el Cementerio de Poblenou (1775). Algunas criptas me resultan familiares. En alguna parte de mi memoria se aloja alguna imagen que no recuerdo pero que me termina mareando. Me cruzo con dos hermanas, una de ellas me saluda. En ese cementerio hay operarios que ponen a punto algunos mausoleos, también hay alcantarillas y supongo que pasadizos y conexiones hacia calles, réplicas de otros mundos paralelos, duendes que devoran flores. Antes de comer en el mercado de Santa Caterina, visito el museo Frederic Marés, me cruzo con dos visitantes, apenas nos miramos. Paseo entre la colección de vírgenes con niños que proceden de León, Navarra, Palencia, Zamora, vírgenes madres que sostienen a su hijo, con extraños parecidos, son todas del siglo XIII, cada cara marca un carácter, cada gesto un estado mental, ordenadas, carcomidas, conservan restos de policromía, conservan toda la energía de aquella época, siglo XIII, es de locos y de locos es la colección de cristos crucificados, uno detrás de otro, también del siglo XIII, casi todos miran con cierto placer, creo que el románico es el arte más paranoico de la civilización europea. Cada una de las caras de esas vírgenes con niño (son como un libro de familia) existió en algún pueblo, cada uno de las caras de esos cristos también, si te fijas en ellas te lo cuentan, lo están deseando, desean hablarte.

La infelicidad de padres con hijos, la infelicidad de mujeres solas, de perros reales que duermen en la misma cama que los personajes a los que acompañan, de la luna reflejada en el parabrisas de una limusina blanca, una trampa, el camerino de una estrella sin público, pero con un productor (Michel Piccoli).
-Pareces cansado

Todos los personajes fuman, todos los escenarios son inhóspitos, degradados, extremos, explosivos, todos son suicidas que van preparando su camino, un camino que se recorre hasta el agotamiento y surge una y otra vez la música de  Dmitri Shostakovisch (Funeral March) , esa despedida de Kylie Minogue, con el Pont Neuf de fondo, (ese puente en el que hace muchos años yo escribí el nombre de una chica), después de haberle escuchado cantar Who we where de Neil Hannon, haciendo girar a la película en el desconcierto, con un final de secuencia brutal.
 
Todo es brutal y detalladamente escrito en ese guión que aparece en cada una de las nueve crisis o capítulos. Denis Lavant, el protagonista, no te da ni el más mínimo respiro, ni te lo da Carax, uno de los directores de cine más bastardo e hijo de puta. Conoce cada uno de los planos y sabe lo pernicioso de la reacción: construye sin maldad, como sin argumento, apenas existen diálogos y los que hay se agotan desde el principio faltos de ironía, cicnismo, de un laconismo y una falta de emoción, de energía, de vida, que produce un inmenso desasosiego contado en planos cortos, no es el cine de David Lynch, es Carax levantándose de la cama en la que duerme su perro, abriendo la puerta hacia una sala de proyección y enseñándote un camino por el que nadie ha pisado antes, ni siquiera él, que también es espectador.

Termino el día vagabundeando por el gigantesco, desolador y polvoriento aparcamiento del centro comercial Icaria en la Vila Olímpica, en el que la máquina no acepta tarjetas para validar el ticket del parking y en el que he abandonado dos horas antes el coche, entre huecos sin numerar, que se han ido llenado de sombras. Es parte del guión.


jueves, 6 de diciembre de 2012

SAFARIS INOLVIDABLES

Fernando Clemot
Menoscuarto Editores
Presentación en Librería Alibri
Barcelona 4 de diciembre de 2012

Presentación a cargo de Fernando Valls, director de la colección reloj de arena


Hay ciudades como Gerona con dos nombres, el catalán y el castellano y hay ciudades como Palencia con un solo nombre pero que hay que repetirlo dos veces, porque el equilibrio del oído te dicta Valencia; el equilibrio del oído y que Palencia es una de esas ciudades invisibles,  (hay unas cuantas más) que nadie conoce y en la que nadie nunca ha estado, de hecho nadie conoce a nadie de Palencia y sin embargo la editorial “menoscuarto” vive allí, en la plaza Cardenal Almaraz y es la que publica este libro de Fernando Clemot.

Safaris inolvidables se presentó ayer (4 de dic.), martes frío y ventoso de diciembre, en la librería Alibrí de Balmes, (antes librería Herder). La mano que mecía esa cuna era la de Fernando Valls y disculpó que el editor no se sentara al micrófono porque estaba en Palencia y repitió lo de Palencia para que quedara claro. A mi me gustó y me gusta lo siguiente:
“en lo editorial, no todas se reparten Madrid y Barcelona, también las ciudades invisibles crean historia, editores, autores, colecciones y vidilla; a mi me alegra que la gente se decida por estos trabajos tan poco rentables (escribir y publicar) y viva en otras ciudades, en otros ámbitos y hable con otras voces.”
Y en esas voces se encuentra la de Clemot, que seguro que es casualidad, pero su otra editorial, Barataria, se domicilia en La Puebla de Cazalla. Los ámbitos de este tipo son el relato, la novela y los amigos y allí en Alibrí/Herder se reunieron unos cuantos, Vico, Bea, Bellver, Cutillas, Gol, Ubaldo, Espinoglio, fans, lectoras, poetas, novias, no todos los que aparecen en Facebook y otras marcas sociales, pero tampoco hace falta. De hecho el propio Fernando agradeció, especialmente, la presencia de Jordi Gol
-Para mi, es como un talismán, me trae suerte.

En mi paisaje interior (yo también tengo paisajes interiores como Santa Teresa) no queda ni una sola palabra de lo que dijo Valls (y no por Valls, ni por ningún otro), solamente recuerdo salpicaduras de medio vaso de agua derramado torpemente las hojas sueltas y las cosas que se ponen en las mesas; de hecho esos momentos de presentación, ensalzamiento, honoris causa, los utilizo para volar entre los asistentes, curiosear, mirar en sus oídos, el pliegue del cuello, las uñas bien cortadas, los zapatos, me asomo a sus miradas,  dentro de los ojos y me relajo como un bebe en brazos de su madre, como si acabara de descubrirme las manos.
Fernando Clemot habló de los relatos, de los suyos, de sus estructuras, dijo que los relatos se debían leer por el orden del libro, que entre unos y otros se salpicaban y el lector encontraría en unos, cosas de otros, y que el lector observará una acusada sensibilidad en la segunda mitad, quizá porque mientras lo escribía murió su madre y fueron momentos difíciles que no le gustaría volver a repetir, así todo
-Disfruté mucho escribiéndolo.
Eso ya se lo he oído decir a Fernando, en la presentación del Libro de las maravillas, en comparación con lo que sufrió escribiendo el Golfo de los poetas. Ese sufrimiento lo transmitió al lector, porque yo no pude terminar de leer el Golfo lo que me echó para atrás a la hora de leer su segunda novela. Pero ha pasado el tiempo y ayer según volvía para casa fui leyendo en el metro los primeros relatos de este libro y me gustaron. En la presentación Fernando deshojó el titulado La agonía de las flores y lo leyó en alto, con esa voz y esa entonación del que lee mucho.
-Lo que se escribe hay que leerlo en voz alta, como hacían antes. De esa manera sabes donde falla lo que estas escribiendo, encuentras el ritmo de la narración.
Y así lo hizo, leyó para todos, y todos nos dejamos llevar por ese relato breve y todos aplaudimos a este tipo que, con el paso del tiempo va afinando su escritura, que no es un suicida y por lo tanto dispone de una larga vida para escribir mucho, que imparte talleres de narrativa en la Autónoma de Barcelona, en el Laboratorio de escritura, en cada presentación de cada uno de sus libros y en la de los de sus amigos.
Y mientras ellas se arracimaban encima de Fernando para buscar su complicidad, la firma del libro y un beso, yo seguí sentado, esperando que la Librería se fuera apagando y mientras espero saludo a Luis Vea a Francesco, a Ubaldo que hacía tiempo que no coincidíamos, quizá desde que la malograda editorial Eutelequia dejase de publicar autores, para empezar a devorar a sus propios hijos.
Mi opinión es que Fernando se va a convertir en un clásico, solo necesita quitarse (cuando escribe) algo de esa tristeza y de ese sufrimiento en el que tanto se apoya y que salpica casi todo lo que escribe. Pero a mi es a la última persona de esta ciudad, a la que debe escuchar. Mucha suerte con estos relatos y mientras regreso de este viaje leo.
“No hay peor momento que el anochecer para acabar un viaje”
Ya en casa me vuelco en Google Earth, sigo las directrices de ese viaje de relatos  que nos regala Clemot, como método complementario de Safaris inolvidables y empiezo a volar en un sueño cargado de múltiples relatos.

viernes, 30 de noviembre de 2012

WILMAR CABRERA


Los fantasmas de Sarriá visten de chándal
Editorial Milenio. Narrativa
Biblioteca Clará. Barcelona.





Mientras parte del mundillo literario fermenta en críticas cínicas, espasmos, cambio de pañales, ironías, maldades vanidosas, bandidaje, este tipo va por su sombra escribiendo de fútbol. Yo no se nada de este deporte  pero ayer en la Biblioteca Clará de Sarriá, noté la pasión que siente la gente aficionada, pasión y sentimiento. Pero tanto las pasiones como los sentimientos cuando se organizan en Clubs, Bancos, Cajas de Ahorro, Peñas, Loterías, Corredurías de Comercio y otros chiringuitos manipulados por directivos codiciosos, terminan convertidos en ceniza y nostalgia.

Wilmar Cabrera nació en Palmira (Valle del Cauca) Colombia, pero allí no se toma buen café. Hay algún que otro escritor colombiano conocido como García Marquez, Alvaro Mutis, Héctor Abad Faciolince, Laura Restrepo, Vásquez, y parece que Wilmar se ha unido a ese grupo que busca fuera de las fronteras ese buen y tonificante café colombiano, que tenemos por aquí. Este tipo se ha movido de un lado a otro y me gusta que entre todos estos sitios haya recalado en Kingston, Jamaica
-Si, si, cultura rastafari, si, buen café amigo, jee, jee.

Pero el deporte que realmente le gusta a Wilmar, lo que de verdad le pone es andar en bici, pedalear, subir y bajar de la montaña, con un paisaje cenital de Barcelona al fondo, visto desde Vallvidrera. Pero no ha escrito de ciclismo, ha urdido una historia tomando como escusa
-El mejor partido de la historia del futbol.

Ese partido se jugó en Barcelona en el año 1982, aquel año del mundial de futbol, cuya mascota, hermano, era una naranja a la que llamaban, “naranjito”.  Pero en el 82 España era un país moderno, europeo, pop, había salido de la noche de los muertos vivientes y en Cataluña todo el mundo contento con la autonomía, cantaban a todo pulmón Raimon, Serrat, Paco Ibáñez, Mª del Mar Bonet, Llach y los modernos de glamour en aquel Studio 54 del Paralelo, con Depeche, Pet Shop Boys, The Cure, Bowie, todos con hombreras y rimel y estas cosas de la moda, cosas como las costuras impermeables del balón Tango España 82 de Adidas con el que se jugó aquel mundial.

Los aficionados al futbol, los de verdad, conocen los detalles, guardan álbumes de cromos de los jugadores, recortes de revistas, todo lo que se escribió en prensa, bien encuadernado, como demostró en la Biblioteca Clará, Dani Kirchner que con nueve años estuvo en aquel partido con su padre y guarda en su casa este tipo de colecciones, cosa curiosa siendo del Barça y esta es la afición, cons sus bares, sus amigos, sus tardes de cigarrillos y cervezas y bocadillos y discusiones; y ahora Wilmar un colombiano en Barcelona, pone a andar este libro al que titula Los fantasmas de Sarriá visten de chándal, una novela que comienza con un balazo en la pierna de un tipo que mientras muere en la acera, recita la selección italiana de fútbol del Mundial de España, la que eliminó a Brasil de cuartos de final:
Zoff…Scirea, Cabrini, Oriali, Collovati…
- Aquella derrota supuso para Brasil, lo mismo que el hundimiento de las Torres Gemelas para Estados Unidos. Desde entonces el futbol brasileño dejó de ser lo que era.

-Gentile, Tardelli, Antognoni, Conti… Rossi y Graziani.

Y como dice la contraportada del libro, Wilmar Cabrera ha tejido un entresijo literario que en muchas partes es una crónica deportiva, de esas crónicas que no escribe Ray Lóriga, porque el fútbol le gusta demasiado y en esa fabulación, también aparece como personaje el jardinero que cuidó el césped del estadio de Sarriá durante cuarenta años, aquel estadio mítico que era la casa de los aficionados del Español, que alojó el mejor partido de fútbol del mundo y que causó tanto dolor en esa afición al ser derribado. Hoy allí hay pisos y los fantasmas de Sarriá siguen llorando en silencio cuando recorren General Mitre, Doctor Flemning y la Avenida de Sarriá.
-¡Aficionados a mi!  
exclamaría hoy cualquier dirigente de cualquiera de estos Bancos y Chiringuitos intervenidos por mala gestión.
Desde Jamaica alguien solo dice
-Jee, jeee, jee.



sábado, 17 de noviembre de 2012

PLAYA DE ÁKABA




Es la última editorial y llega de la mano de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo. Hoy a las doce del medio día ha nacido en Barcelona en la Casa del Libro; firmó como testigo-poeta Carlos Zanón y bendijo el también poeta Santiago Tena. Todos los demás hicimos coros, saludamos y acompañamos al recién nacido.
Lorenzo Silva justificó el nombre de la editorial, como la playa en la que descansar después de cruzar el desierto de Nefud (en referencia a T. E. Lawrence en el levantamiento árabe contra los turcos 1917-1918). Muchos escritores de talento, ven como sus libros no encuentran editor o se editan de una forma muy precaria, que esa producción queda fuera de mercado, por eso esta editorial busca en ese hueco un espacio para crecer, editar de forma respetuosa con el libro y el autor y para llegar ahí, cuatro pilares que son una colección de poesía, obras clásicas, narrativa e infantil y esa edición partiría, tal y como explicó el autor y se puede leer en la web de la editorial como “ un modelo intermedio: literatura de calidad, impresión bajo demanda, distribución en librerías, presentaciones y venta de Ebooks.
No me cabe ninguna duda de que va a ser así. Estos tipos se levantan a las cinco de la mañana y disfrutan todo el día de su trabajo, escribir, leer, viajar, compartir con la familia y los amigos, ampliar círculos, asistir a todos los compromisos, con esa seriedad, honestidad y fiabilidad de los motores alemanes junto con la dulzura y la inmensa sensibilidad de Noemí Trujillo, que no es una persona sino un duende. Esto último no, pero lo primero lo pude comprobar, cuando asistió a las charlas de la Pompeu organizadas por Jordi Carrión, el día siguiente de ganar el Planeta y vérsele después en el Getafe Negro y otros compromisos, sin fisuras y con esa entrega que pone Silva a cada paso, cuando quizá lo más cómodo hubiera sido no ir, por puro agotamiento.

 Y saldrá adelante esta editorial porque ese camino de Ákaba ya lo recorrió Lawrence de Arabia en una situación más arriesgada y más penosa, pero con la misma convicción, con la misma entrega, rodeado de amigos con quienes soñar juntos en algo tan básico y simple como es conocer el terreno. Silva y Trujillo saben que clase de arena pisan en este desierto, lo saben porque lo publican “Aprende todo lo que puedas sobre tus jerifes y tus beduinos. Llega a conocer sus familias, clanes y tribus, amigos y enemigos, pozos, colinas y caminos….Llega a hablar su dialecto del árabe, no el tuyo.“  Los dos son escritores, saben de lo que escriben y del trabajo que cuesta, del miedo y la soledad, la angustia y lo duro que es seguir escribiendo cuando nadie te publica, la insistencia de continuar ese camino, intuyendo que en el final llegarás a ver el mar, pero rodeado de ese desierto en el que sin duda muchos desfallecen, porque el trabajo es largo, muy largo. Lo saben y te tienden esa mano.

Hoy sábado abrieron esa puerta de cristal y uno de los que estaban allí para contarlo era Carlos Zanón, un novelista que escribe poesía y un poeta que se ha metido en el territorio de las novelas. Ahora reúne en este libro “Yo vivía aquí” un antología poética, que suena a desahucio o a paisaje quemado, que va de los años 1989 a 2012. Y en esa casa o en ese paisaje viven seis libros “El sabor de tu boca borracha”, “En el parque de los osos”, “Ilusiones y sueños de 1000 maletas”, “Algunas maneras de olvidar a Gengis Khan” “Tictac Tictac” y “Rock’n’roll”. Zanón tiene un perfil muy contundente, casi tanto como D. Carlparsoro, y sin embargo cuando se pone a recitar se emociona y te levanta los pelos y la piel y se emociona más cuando habla de Isabel Núñez y eso hizo que todos los que estábamos en la casa del libro, estalláramos en un silencio explosivo. La complicidad de un poeta va siempre de la mano de sus versos y estos son algunos de ellos: “La soledad no es añorar/ a quien amas y no está./La soledad es no añorar/ a quien no amas y está”, el poema se titula El caníbal y es del cuarto libro. Vas a disfrutar.

Ya te dije antes que Noemí Trujillo, es un duende y se lo dije así a Lorenzo mientras me firmaba su libro. Y además se le toma la voz cuando recita porque se emociona, sufre, es cómplice con caricias y sonrisas y sabe que se ha metido en un buen lío con esta editorial, pero ahí está,  recita y se le toma la voz, por eso prefiere que para leer sus poemas suba al atril de la Casa, el poeta Santiago Tena y este los recita a tono y fuego, pero a la misma languidez de un paisaje con lago a las seis y media de la mañana. 
Fue algo así; en una hora conocíamos las intenciones y los afectos, pero duró más porque se organizaron tres colas para firmar, un tic tac de saludos y deseos y fotos y esos círculos de cosas que suceden cuando la gente se junta alrededor de un recién nacido al que todo el mundo quiere ver y sacar un parecido.
Fue algo así y Lorenzo Silva terminó la presentación con este poema de Noemí: “A veces me nacen ortigas porque me abandono”. Nadie, en aquel momento, estaba dispuesto a que eso ocurriera.
Mi hijo de dos meses también estuvo allí y por su naturaleza lloró.

Solo fue un post. Noemí Trujillo
Yo vivía aquí. Carlos Zanón
Camino de Ákaba. Thomas Edward Lawrence.

http://playadeakaba.com

 
Decían que se llamaba amor,
lo que hizo que Sylvia metiera la cabeza
en el horno,
Frida se pintara con clavos en la cara y el cuerpo
y Anne se cansara de ser mujer;
esto que día a día te vuelve débil
y puede matarte mientras duerme contigo.