V.O.+
Teatre Lliure de Montjuic
Del 24 de mayo al 3 de junio 2012 .
El Teatre Lliure de Monjuic es una ciudad para la
interpretación y lo es para su público, es un complejo formado por teatros, una
gran plaza, cafeterías, el instituto de los nuevos actores, un lugar para
encontrarse y alejarse de Barcelona, un lugar para respirar otro aire mientras
tomas un té y casualmente la hija de una actriz declama para su madre (como si
saliera de una película de Visconti) como quien juega a un juego nuevo y
antiguo a la vez, y entre las dos esa complicidad de aprender a expresar
sentimientos, algo que para un niño también es
jugar.
El Lliure es una caja oscura a la que te asomas para notar
el aliento, las pulsaciones de un organismo vivo, que al principio asusta un
poco. Entras en ese organismo por el escenario, un cubo sin luz y subes a una
pared de escaleras donde te cuelgas, como cuando te asomas a uno de esos
acantilados del oriente gallego, del occidente asturiano, a esa playa de las
Catedrales o al Cap de Creus, finales de un recorrido, donde por tus medios no
puedes continuar y tienes que detener los pasos un instante, y es desde allí
desde donde avanza la sombra para convertirse en la tercera dimensión, una
dimensión Gelabert.
V.O.+ es un espectáculo de danza, en la que intervienen músicos,
luces, sentimientos, lenguajes, pensamientos, per-la-ments, un tiempo presente,
y a la vez pasado y futuro, todo eso y un solo bailarín, un solo traje, un solo
par de zapatos, suficiente para salirse del cuerpo y entrar en otra dimensión,
la voz pausada, los gestos extremadamente amables que se forman de brisas, de
una delicadeza dañina como el acto de secarse el sudor, que al estar a la vista
y ser de esos movimientos es en si una parte más de la coreografía.
La escultura flexible ideada (como el vestuario) por Lydia
Azzopardi y construida por Olaf Carlshon, es inquietante y por un instante me
recuerda a las esculturas de Juan Muñoz, solo que esta mantiene la elasticidad,
la torsión, la textura de un cuerpo vivo, late y de ese retorcimiento nace Cesc
para presentar su repertorio, explicándolo palmo a palmo, igual que se explican
los platos nuevos en un restaurante y los sabores te van explotando en el
paladar, el maestro te enseña, te da luz e insiste en mezclar danza e
interpretación, y sobre todo le da cualidad a piezas breves que se transforman
en ejecuciones maestras y originales, una travesía de seducción de una
intimidad extraordinaria y minimalista, con un recorrido por obras antiguas del
año 1982, 2002, 2003, 2005 y tres piezas nuevas, con las que finaliza el
recorrido. Y en ese recorrido recuerda al coreógrafo Gerhard Bohner, se
acompaña de la música de Borja Ramos y Pau Casals, Frederic Mompou o Miguel
Matamoros.
No llega a una hora, es suficiente para un espectáculo tan íntimo
y tan exclusivo que abarca la vida entera. Dosis así para mirar dentro de ti,
debajo de tu piel y volver a un paisaje del que no te puedes olvidar.