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lunes, 7 de marzo de 2011

TERUEL

                                           Torre y Catedral

Llegamos a T de noche, después de más de cuatro horas de viaje y dejamos el coche en el parking del paseo del Ovalo. Hace frío, llegamos al hotel encogidos, sin necesidad de preguntar porque está justo al lado de la plaza del Torico. En T no hay nadie, apenas nos cruzamos con un autobús vacío. En el hotel nos dan la habitación nº7 reservada en la planta 3, solo se ven tejados y balcones y el frío al otro lado de las ventanas. Dejamos la maleta y nos vamos a dar la primera vuelta por la ciudad, en el hotel hace mucho calor y en la calle mucho frío. Subimos por una calleja hasta llegar al Museo Provincial, allí nos detenemos en un bar y tomamos un vino, es el típico bar de tapeo, espejos y fotos antiguas, venden farias y ya nadie fuma, falta eso, esa pesadez del humo en el ambiente; a todos esos bares alguien les ha arrancado un brazo; no se si será la crisis, pero como que falta algo o alguien, en la puerta de la calle no hay nadie echando un cigarrillo y nada indica que se les espere. Después entramos en el restaurante Yain, en el barrio judío, cerca de la catedral, pero al no tener reserva no nos podemos quedar, así que preguntamos al dueño por una segunda opción y nos señala La Menta o La Tierreta, (reservamos allí para el sábado por la noche) elegimos La Tierreta, también en otra de las callejas del barrio judío, detrás de la catedral, para ahora mismo. Sin haber reservado, nos sientan en una mesa en el centro del comedor y cenamos huevos con ralladura de trufa negra que lo envuelve todo en ese olor a tierra mojada, una ensalada de verdura y rodaballo, bebemos Viña del Vero, un vino suave y fresco. El lugar es agradable, decorado con cortinas blancas que marcan distintos ambientes y mesas que guardan la suficiente distancia, para poder hablar sin romper las costuras. De postre helado y café. Al salir S. abre la puerta del armario ropero y trato de detenerla pero llego tarde, en ese momento ha cruzado el umbral de T, hacia otra época. Salimos a las calles reventadas por los cascotes de las iglesias mezclados con los de las casas particulares, en ese momento los soldados de la XI división con Lister al mando, han reconquistado la ciudad a sangre y fuego, hace más frío que antes, de hecho está nevando.
-¡Eh vosotros qué hacéis ahí! –grita un miliciano, con los pies envueltos en trapos-
-¡A cubierto! –gritan-
Las bombas explotan lejos y caen cerca. Me preocupo por los “amantes de Teruel”, pero les han escondido en lugar seguro, los sótanos de un Convento. Esas momias, han rodado mucho desde 1553 que las encontraran y ahora se tienen que proteger de las bombas de Enrique Líster  y de Domingo Rey d'Harcourt . Nosotros también nos protegemos de todos, de las bombas y los generales y regresamos otra vez a la Tierreta, y salimos por la puerta que da a la calle, la calle de verdad, no la del invierno de 1937. Se respira frío pero como que es un frío algo más agradable. Bajamos la  calle hasta la plaza del Torico y de allí al hotel.

                                                     Plaza del Torico

El sábado en T. sigue con el mismo frío, a veces rachas de sol, a veces rachas de lluvia, según las nubes. Vemos la torre del Salvador, y buscamos la torre de San Pedro y a su costado la iglesia del mismo nombre y el mausoleo de los amantes, hace el mismo calor que en el hotel, mucho calor. La iglesia es una mezcla de románico por fuera y gótico por dentro, restaurada durante catorce años y ahora impecable a las visitas, con un precioso retablo Mayor tallado en madera sin policromar de Gabriel Joly. Subimos a la Torre y vemos la pequeña inclinación.
-Todas las torres de Teruel están inclinadas –dice la guía-
Y todas tienen campanas que ya nadie usa. Visitamos el sepulcro de los amantes, que murieron sin poderse besar y encima de su sepulcro (donde han dejado a las momias, que morbosamente se pueden ver entre la filigrana de piedra) la imaginación de sus figuras, con las manos juntas pero que no llegan a entrelazarse, todo un símbolo para la ciudad y para un amor imposible y fatal. A partir de esta visita T. se convierte en una ciudad de torres e iglesias, que trepamos la mañana y la tarde del sábado, que termina  pasando antes y después por la plaza del torico (una pequeña escultura en bronce macizo de un toro de unos treinta centímetros, que pesa cincuenta y seis quilos) y por el mirador del Ovalo y su escalinata de estilo mudéjar, torres e iglesias con un valor Mudéjar, (Patrimonio de la Humanidad desde 1986) que convierte esta pequeña ciudad de treinta y seis mil habitantes en un símbolo de convivencia entre culturas, como así se reflejó en el artesonado de la increíble techumbre de la Catedral.
Con el cansancio de subir torres y visitar iglesias y bares, nos regalamos una siesta en el hotel, donde tenemos que abrir el balcón para no morir de calor y quemada la tarde viendo la torre del Salvador por dentro y los paisajes de fuera, nos preparamos para cenar en Yain.
-¿Qué significa el nombre? –pregunta S-
Al parecer el edificio, construido no hace muchos años, albergaba en tiempos una bodega judía y de ahí toma el nombre. Nos lo cuenta Raul Igual, (mejor Sumiller de España 2010) que nos atiende en persona y probamos jamón de Teruel en pan de pita hinchado, que nosotros rompemos con una maza de madera, lubina a la plancha con calabaza frita y suprema de salmón con crema de espárragos blancos y lombarda; el postre es una semiesfera de café rellena de caramelo líquido. Bebemos un blanco suave de Rioja.

El resto del viaje al dejar T, pasó por los pueblos del Bajo Aragón y la comarca de Matarraña, Calanda, Alcañiz, La Fresneda, Valderrobres, Beceite, Cretas y Calaceite. En todas se siente esa historia en la que unos y otros se han dado mucha leña, en la que los olivos no han dejado de envejecer igual que sus pueblos y sus piedras y donde la gente aprende a tocar el tambor antes que a decir buenos días, y  hablan una mezcla de catalán que no es catalán y un castellano que no es castellano, donde en cada pueblo, hay una o varias iglesias imponentes y monumentales y una plaza mayor que se llama Plaza de España, un aceite que nada tiene que envidiar al aceite de Jaén y la gente mira a los forasteros y sonríe y comenta poco y en Calaceite, al dar la una, por los altavoces instalados en las calles, suena una jota aragonesa, para que nadie se olvide de por donde anda. A unos kilómetros de allí, cruzamos frontera a tierras de Tarragona.
                                                            una de las calles de Beceite

viernes, 25 de febrero de 2011

LUNA MIGUEL (Crónica en Cuarto Creciente)


                                                     Luna Miguel y Antonio J.Rodriguez

1.-
Nadie de los que andaban por allí llevaba 17 horas sin dormir, yo si. Pagué la Fanta, tres, Exhumación, Estar enfermo y Poetry is not dead, 23 euros clavaos. El tipo me lo agradeció porque vendía libros, pero no llevaba cambio para las vueltas, de hecho no llevaba cambio para las idas y así fue como le jodieron un libro.
No era lugar para saludar a nadie, nunca lo es (aunque mi intención era saludarla y conocerla). El grupo estaba dividido entre los que esperaban dentro, apoyados en la barra sujetando una cerveza y los que esperaban fuera, (por la Ley Sinde, ¿es esa?, o es la antitabaco, o es la de limitación de velocidad, no se ya como van las cosas por aquí), el caso es que estaban fuera y en la acera, fumaban todo lo que podían. Llegué del aeropuerto de buscar a Silvia que venía de Madrid, dejé el coche en el garaje, frente al Bar (5 euros más) y entramos. Lo primero que vi fue la paradeta con los libros, lo segundo a Luna, después a todos los demás y ya fue cuando conseguí que el chico se aclarara con los precios de los libros, le pagué etc y me senté al lado del escenario, que encontré, porque lo que quería era ir al WC. Pedí dos Coca-Colas, (6 euros) esperamos el momento, en  un pequeño diván muy apropiado al lado de las escaleras y junto a un grupo de indies, con las mochilas y los bolsos y los abrigos en el suelo. Eran más o menos las ocho. Las seguidoras y amigos de Luna fueron llegando a donde ya estaban, de hecho ya estaban todos desde algo antes, se fueron despojando de las chaquetas, mochilas, algunos desfilaron a los WC, algunos me pisaron los zapatos, llegó una chica con un vestido azul con los pies grandes dentro de zapatos grandes, caminando como si fueran pequeños y poco a poco, con la coreografía de un laboratorio de fotografía, se fue desgranando el misterio. Apareció un tipo de la editorial DVD, y dijo que habían editado 1500 ejemplares y que eso era muy meritorio tratándose de poesía y que de aquí a unos meses calcularían una segunda edición, se felicitó por organizar en acto entre dos editoriales, dijo que así debía ser, dio las gracias y se fue a sentar a las escaleras del WC. Dejó el micrófono al telonero, un tipo calvo que buscó su minuto de gloria en lo que fueron quince o veinte, dijo algunas tonterías, hizo algunas gracias, pocas, que levantaron la sonrisa de una seguidora de Luna, sacó sus aplausos, pocos, los guardó en el bolsillo de los pantalones y de la camisa y abandonó la tarima sin mediar sonrisa, sin que nadie le debiera nada y sin dejar ninguna deuda y se perdió entre los bultos de los seguidores de Luna. Comenzó el recital.

2.-
Luna Miguel, sentada en un taburete, junto al espejo de la pared, con un cuadro de flores al fondo, Antonio Rodríguez, a pelo con un micrófono y un músico con una guitarra y un ampli que empezó a desgranar acordes suaves, sentado sobre un whisky.  Delante de mi estaban de pie dos chicas una de ellas con una cámara de fotos y otra su amiga, una tercera la fotógrafa del evento y una cuarta, Ana S. Pareja, de la editorial Alpha D. No veía nada, tampoco me esforcé mucho, por eso me centré en los pies. Todas las chicas tienen los pies grandes y todas caminan como si fueran pequeños. Ya antes observe que los pies de Luna son pequeños, pero sus botas son grandes y camina como si el suelo estuviera lleno de ratones. Después de las fotos y los primeros poemas, Ana S. Pareja desapareció y volvió a aparecer con una cerveza, pendiente de cualquier detalle, sube y baja a la red como un buen tenista, sube y baja, sube y baja y es eficaz como un cartero, (si yo tuviera una editorial tendría que tener a una Ana S. Pareja). Después la fotógrafa oficial, se movió con cortesía e hizo su trabajo y se abrió el recital. Mientras no veía, escuchaba.
La voz de Luna es agradable, dicta bien y se la entiende todo, baja y sube por la garganta, es segura, no hace extraños, la voz de Luna no está gastada, no está cansada, no está quemada, no tiene hipo y la caja de la boca resuena firme, una voz fiable como el motor de un Pathfinder.
Fiable, comenzó a leer de un folio Ladras o mueres (Howl) y no digo nada más sobre Poetry, ni sobre Estar enfermo, ni sobre Exhumación, porque para eso necesito dormir algo más durante estos días y los siguientes y así hasta que consiga saber si ya en este momento de mi vida pertenezco a alguna generación a la que pueda soportar, no se cual es el pecado, o si nunca he pecado.
Y se fueron intercambiando el micrófono entre Luna y Antonio, Antonio y Luna y por el medio andaban los acordes del joven músico, no mucho más joven que los poetas y no entendía nada de lo que decía Antonio y no entendía nada de lo que decía el músico al que nadie presentó y nadie dijo su nombre, pero todos acompañaban a Luna, que era también lo que hacíamos todos los demás y fueron cayendo los folios, despacio durante poco más de quince o veinte minutos, hasta que el músico intentó un malabarismo, para el que le faltaba algo más de edad, de hecho lo que el intentó yo lo he visto en otros músicos, pero a él le salió torcido y se derramó el whisky, después todos igual de tranquilos, fuimos desgranando hoja a hoja cada palabra.
Pude ver a los seguidores de Luna, a la corte de jóvenes poetas, acólitos de una religión que ya viene de los Beat, pero sin los Beat, con los rostros inexpresivos, limpios. Era pronto, nadie toma ya drogas en Barcelona, ni siquiera suaves, nada resultó exagerado, arriesgado, no hubo fallos técnicos, ni demasiado amor, todo transcurría como en una nube de algodón algo dulce, algo tibio, algo que contrastaba fuertemente con el alma de esos versos.
(Abro un paréntesis. Siempre que veo a Enric Cucurella en uno de estos actos, siempre que le veo ir y venir, siempre que le veo cerca de la barra con una cerveza, siempre me pregunto, ¿qué piensa Enric?. Cierro el paréntesis).
Le pedí a mi novia que se acercara a Luna Miguel, para que escribiera mi nombre y así lo hizo:  Para Elías Gorostiaga, después de una presentación repleta de problemas técnicos pero también de amor. Con cariño LUNA Barcelona 2011.  
Higiénico y Perfecto. Esperé en la calle, donde la acera volvía a estar llena de fumadores. Dentro, el ambiente era suave, escritores de la cuadra Alpha Decay, bien afinados por la incansable Ana, seguidores Facebook, ni frío ni calor. No se como son las relaciones sexuales de los mejores cerebros de mi generación, se lo que leen y lo que escriben, no se cuanto se juegan, pero hay algo apagado ahí dentro, los folios se desmayaban y más que complicidad noté humedad, algo extraño para gente de un mismo estilo y sin ningún drama.  Había un desacople que no era técnico, era otra cosa, una pose y ese exceso de pose apaga cualquier espontaneidad, ni siquiera entre ellos (y Antonio es el que tira de esa cuerda). Un recital no es un laboratorio, ni un quirófano, no es una nave espacial; debes ser algo más mediocre, tanto como el sudor en la palma de las manos. Mientras tanto al editor DVD, sentado en las escaleras, le dolían cada vez más los huesos. Pensé que ese tipo tenía suerte, le acompañaba una mujer.

Cruzamos la calle, rescatamos el coche del garaje y salimos de Barcelona hacia el Garraf. No crucé ni media palabra con nadie, salvo para observar lo de los pies grandes de las chicas, las cosas salieron así, a mi las cosas casi siempre me salen así. Los cristales se fueron empañando. Creo que LUNA…(continuará) http://alenarterevista.net/luna-miguelpoetry-is-not-dead-porelias-gorostiaga/

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LUNA MIGUEL (Crónica en Cuarto Creciente) por ELIAS GOROSTIAGA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El planeta de los NIMIOS


                                                   El planeta de los simios

Siempre que voy a una playa del norte, termino pensando en el Planeta de los simios, debe haber algo ahí, en el subconsciente simio-reptil. Y ahora que estoy lejos de todas las playas, termino pensando en este Planeta de los Nimios, donde los escayolistas cobran sueldos de astronautas. En el portaaviones-museo   Intrepid, en Nueva York, vi por primera vez una nave espacial, caminé dentro de un submarino y vi el Concord, todo en el perímetro de una milla. Cuando terminé la visita, respiré hondo y encendí un cigarrillo, antes de que le diera la segunda calada, apareció un tipo de rasgos orientales y me dijo que apagara el cigarrillo que allí, no se podía fumar.

-Nos estamos quedando sin  energía.
-Abandonemos la nave.
Trescientos veinte años luz, debe ser una distancia considerable, para darle la vuelta al tiempo. Me gustaría saber en que se entretiene un tipo en otro planeta a esa distancia. ¿Fumarán en pipa?,  tendrán primavera, vivirán 2031 años, ¿se les cambiarán las formas físicas con la edad?
-¿Es peligrosa la ionización?
-No.

Todo chorradas, lo que no son chorradas son los Nimios, esos tipos que prohiben, dictan normas, las corrigen, las cambian, las vuelven a cambiar, donde antes podías correr, ahora no puedes fumar. Qué pensarán los conductores multados de la velocidad variable. Un salto en el tiempo.

-Eras el primero de tu promoción.
-Taylor, te he dicho que te calles de una vez.

Tres paleticos americanos, caminan por el desierto vestidos con un mono blanco y una mochila en la que no falta una pistola, es el planeta de los simios, aquellos monos horribles, sanguinarios, pueriles. ¿Te recuerda algo?.

En el planeta de los nimios, si el ayuntamiento pinta una raya amarilla en la acera, vas y aparcas, el mismo ayuntamiento, te multa por medio de sus Nimios de uniforme. Si abres una cuenta en la Caixa, con un euro, a los doce meses, debes catorce, por gastos de mantenimiento, son los nimios,  si enciendes un cigarrillo en zona prohibida, cualquiera te echa el alto, sea o no sea nimio.
En esta película, programada para el 23F, (30 años después del golpe de estado de los Nimios), antes que cualquier otro, antes que el espectador, todo lo tiene que ver antes Taylor
-Taylor fíjate en esto.
Taylor, esto, Taylor lo otro, debe ser porque al cabo de veinte minutos, Taylor es el único de los tres, que no muere, el único que tiene oportunidad de conocer al doctor Zairus, Aurelio, Zira la doctora etc.
Y poco después aparecieron los gorilas a caballo, menudo lío montaron en el maizal. Así están las cosas amigos, monos medievales y erectos, organizados, cazando humanos que no vocalizan.

Taylor, por cierto, fuma, no le volvemos a ver fumar en toda la película, tampoco sabemos si eso le produce algún tipo de mono. Ansiedad si y a mi también.
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El planeta de los NIMIOS por ELIAS GOROSTIAGA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 22 de febrero de 2011

PEREZA



El que no escribe de Thomas Pynchon, escribe de Wallace y tarde o temprano aparece por medio Javier Calvo, nuevas y viejas vacas sagradas. Leo con atención, pero eso no me quita las dudas. Escribo con atención pero, eso no me quita la pereza que me produce sentarme a escribir la novela en la que trabajo, pero también me da pereza trasladarme a Barcelona para ver a jóvenes poetas y novelistas, presentar sus viejos trabajos recién editados, me da pereza. Me da pereza agradecer a mi vecino Jordi, su amabilidad por conseguir y darme el Manual de Usuario del Pathfinder (saludaré a su mujer, a su hija y a su perro Dog),  me produce cansancio apagar la televisión y la dejo funcionando horas antes de que calcule clavarle un hacha en la cabeza o desconectarla. El remedio contra la pereza no es la diligencia, es odiar. Siento rabia cuando las perras ladran una hora después de acostarme, asesinaría al que pasea el perro cuando todos estamos acostados. Me ofrezco voluntario para una nueva cirugía con cicatriz, en la cara de Belén Esteban, me ofrezco voluntario, para intercambiarle la cabeza con la de Jesulín, y sucesivamente, con la de todos los demás telecincos, para terminar este empacho.

 El que no escribe de Pynchon, escribe de Wallace, uno muerto en vida y el otro vivo después de ahorcarse. Cuando él decidió ahorrarse el resto de sus días, yo paseaba por Jerusalén. Suceden las cosas, y por rápido que sucedan, siempre es más rápido de lo que te esperas.

-¿Qué harías si supieras lo que va a pasar?

Yo no haría nada, me sentaría a esperar que pasase, igual que uno se sienta para ver anochecer. Esperar y que suene el teléfono. Pero no puedes vivir con el traje del muerto colgado en el armario, porque tarde o temprano te termina picando el cuello y de la misma manera tiene que ser insoportable aguantar a tu lado a Sallinger o la larga cicatriz de  kaltenbrunner.

Agradezco todos los mensajes, agradezco ese color amarillo con el que se visten las Mimosas de casa (frente a mi habitación) a finales de febrero, pronto llegará la primavera. Agradezco cada nota a pie de página, leo “El beso” de Chéjov y se me escapa la tristeza. En un instante todo puede terminar en las alcantarillas y pierdes la memoria de todo lo demás, es un instante.

Nadie puede creer en esos poetas suicidas, a no ser que asesinen a un millón de personas. Dentro de poco empezará a soplar de nuevo el viento y necesitaré la compañía de cualquier asesino de la editorial Sajálin. Mejor que solos, cualquier asesino para matar este tiempo de poetas, falsas princesas y toreros muertos.

lunes, 21 de febrero de 2011

Céline y los chinos



No se por qué los judíos caminan tan deprisa, hablo de estos tipos vestidos de negro, abrigo, sombrero, traje y camisa blanca, entre rubios y pelirrojos, con lentes de alambre. No me refiero a Spielberg, los hermanos Cohen, Metro, Marx, Einstein, Mayer, Guggenheim, si no los otros, esos tipos que discuten a muerte por un salmo, que recitan incansables, un único libro y una única idea, la Torah, que viven en Nueva York, controlan la industria y el dinero, que viven en Moscú y en Berlín, que delatan a sus vecinos, si no respetan sus creencias, que aprendieron a torturar frente a las piedras labradas del templo, suavemente, de la mano de Herodes. ¿Por qué caminan tan deprisa?.

Te puede llamar la atención los tirabuzones de las patillas, la palidez de la piel, la inteligencia para los negocios, para la física y las matemáticas, conozco el Museo del Holocausto y uno se estremece de lo que ve y se pone en lugar de los que sufren.
Sales del túnel y te encuentras el paisaje, pero, ¿por qué, por qué andan tan deprisa?. ¿A dónde van?.
-¡Qué miras!
Seguramente nada, pero la mirada se mantiene intentando saber qué piensas, saber el valor de ese dinero, saber el peso de ese valor. No hay piedad cuando un judío juzga, no hay compasión. Hay una escuela de cadáveres, una exquisita escuela donde no te dejarán entrar, no vives en el gueto, en el gueto de Nueva York, en el de Berlín, en el de Moscú, en el de esa exquisita educación. Ahí entran los que entran, aquellos elegidos.
Aunque las opiniones evolucionan, nadie, nadie ni mi Yo Ateo, podemos opinar de algo relacionado con “lo judío”. Gitanos, homosexuales, comunistas, españoles, tarados, esos otros si, judíos no.
-¡Ojo!, y ten cuidado, ese terreno ya ha sido pisado por otros… y ten cuidado.

Céline escribió su “Viaje al fin de la noche” o “Muerte a crédito”, pero también escribió opiniones bastardas en un mundo bastardo, que era bastante mejor que el que nos dejaron en herencia (y lo que dejaremos nosotros), en todo caso opiniones particulares, vertidas a público en las Bagatelas sobre la dictadura judía, más presente cada día y solo uno de los problemas con los árabes, su vida y su mundo, pero no solo con ellos. Todo esto sigue siendo cercano, porque los campos de concentración nazis, siguen abiertos en espera de clientes. Mientras alguien pueda leer a Céline y alguien pueda tropezar en una alfombra llena de cadáveres, quizá exquisitos, pero cadáveres, todo sigue abierto. Abierto pero mal ventilado.

Conmemorar a Céline es una oportunidad para reflexionar sobre como eran las cosas y como son ahora, todo tan cínicamente correcto. Todos cambiamos, todos sufrimos una evolución, progresamos o nos anquilosamos, lo único que el tiempo no cambia, sobre lo que ya nadie se permite pensar es en “lo judío”, convertido en horror. Opinar sobre una injusticia, no te convierte en un asesino. Y los cadáveres siguen ahí, los que importan y los que no le importan a nadie, todos siguen ahí, encima de una mesa en un cuarto oscuro y todos vosotros tenéis la llave de algún cuarto oscuro, pero entrar en esos cuartos da miedo, y también da miedo salir. Lo que no debería asustar ni acobardar es que allí donde hay luz también se enciende la oscuridad y el desprecio.
-No seas ingenuo, tu también los despreciaste.
Y la lista es larga y las ciudades llenas de Oscuridad a la que no miras a la cara, que camina despacio como si arrastraran un agotamiento de cientos de cadenas, que incluso se tumban a tus pies, para que la esquives a las puertas de los comercios, de tu casa, de tu trabajo y cada día.
-Si tropiezas con alguno, discúlpate.
Eso es todo. Y esto cada vez se llenará más de exquisitos cadáveres, entre los que no vas a poder caminar, ni despacio ni deprisa.¿Y entonces?, ¿volverán a abrirse todas las habitaciones oscuras?.
- ¿Y mientras tu discutes, quién se prepara para jugar?