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sábado, 16 de marzo de 2013

EL LADRÓN DE PERAS



Presentación en Barcelona de
El ladrón de peras. Poesía. Editorial Origami
Viernes 15 de Marzo de 2013. El nostre racó.



Conozco a Felipe Zapico desde hace más de veinte años. Estas son sus facetas

Como músico, cantante y cabeza visible  de un grupo mítico llamado Deicidas, que fue telonero de teloneros, con ellos ha recorrido todos los pueblos de España, ha recorrido todas las gargantas, durante aquellos años ochenta de drogas y chicas, de bares y conciertos, de ensayos y plazas de toros. Como barman en el pub Berlín, ha puesto copas a la sed y toda la música que te hace falta para mentirle bien a una chica, que desaparecerá siempre entre la niebla.

Como actor también aparece en cintas que no llegan a más, nunca llegan a más, pero suman, como fotógrafo, como viajero incansable con todo ese tiempo que le da y le quita la Universidad de Badajoz, cuelga cada día crónicas fotográficas, naturalezas, tapias, ruinas, torres, garzas, cementerios, cipreses, gente anónima tal que el resto de esas naturalezas muertas que desde hace años retrata.

Conocidas son sus ideas políticas, siempre al lado de la gente más débil, perdiendo siempre con los insumisos, con los desheredados, con todos los que tienen alguna idea diferente, apoyando con la lectura pública y callejera, recitando sus poemas como un  pensador o un buhonero sin lazarillo, como Agustín García Calvo, como todos aquellos que se reúnen para sumar, que encierran en un universo reconocible toda esa sensibilidad de hombre a diario, de todas las ofensas, de todas las debilidades, que ha sufrido pérdidas importantes en su vida, como hombre que recorre la vida siempre a diario.

Es Felipe Zapico y hoy, como el año pasado ha llegado aquí, a Barcelona, para presentar El ladrón de peras, un nuevo libro y una nueva editorial, un salto importante en su carrera, porque hasta ahora solo le había publicado la editorial leonesa de Héctor Escobar. Ahora el salto es a nivel nacional, una proyección que da envergadura a su sombra y su obra y si antes viajaba por placer ahora la intensidad de la encomienda le ofrece nuevos planos, un incontable camión de melones que abrirá a navaja uno a uno, para que comáis y os refresquéis, que el año viene duro.

En ese trayecto con Origami, aparecen otros escritores leoneses, poetas de rabia y niebla, estirpes de poetas y tritones y ese es el naufragio de todos, porque aquí, en esta cota cero de mar, el mar ha retrocedido y espera su momento para levantarse en una ola de treinta metros y recuperar estos muros, las bodegas, los bajos, todas la cuevas que van desde Vía Layetana hasta la Barceloneta, todo es terreno del mar y en ese mar os refugiáis, malditos y poetas, cada noche, con todo el peligro y sin el menor miedo.

La gente que es así, son mi familia y son mis amigos y brindo por vosotros.
Anoche, como otra noche en El nostre racó de Fernando Clemot, con el fino análisis de Luis Vea y la voz preciosa de Mag Márquez, mientras la Barcelona literaria ardía en el Kosmópolis del CCCB, la poesía más ácrata se reunía en la bodega de este barco mercante a medio naufragar entre guitarras y espejos de otro siglo, de este bar sin barra, para dar fe de que hay tantas olas literarias como orillas y tantas orillas como mares. Así naufragando, también vamos recorriendo nuestros paisajes y los paisajes de este libro, a diferencia de los de otros poetas leoneses, no lo forman las montañas, las fresas salvajes, el olvido y la niebla, lo forman estampas humanas con formas claras que todo el mundo reconoce y el primero en constatarlo Gsus Bonilla, el poeta elegido para prologar esta edición: “en El ladrón de peras nos encontramos seis cuadernos de poesía en uno, cada cual con su propia polifonía y nervio; “ Y así es, tanto que en algunos de esos poemas solo falta la música.

miércoles, 13 de marzo de 2013

MANUEL VILAS



Crítica (con notas personales) sobre Los inmortales
Alfaguara
 

Nota
 (1) Comentar en este blogg a Manuel Vilas cuando a estas alturas ya ha vendido nueve millones de copias de Los inmortales, es puro egoísmo.

Manuel Vilas ha escrito un libro trillizo y una novela, después se ha subido a las cadenetas de la feria y se ha puesto a dar vueltas a lo loco, (mientras suena en los altavoces Johnny Cash, cuyo trasunto vende bolas de azúcar en un chabolo pintado de rojo y lleno de bombillas y cables), exactamente como un acelerador de los que usan los astronautas para tararse y medir con un reloj sin esfera, el grado de aguante de los mofletes antes del desmayo, y también antes del ensayo definitivo en la Soyuz 1 que les lleva cada cuarenta y nueve años a la luna, la luna, un lugar que solo tres personas conocieron, los tres astronautas, por definición científicos-no poetas y Nadie Más, el resto es lirismo en el tiempo que dura una larga noche de verano, en el tiempo.
Llegados aquí, esos tres héroes, cuyos nombres omito por pura discreción, se reunieron más adelante (después de ser debidamente lavados durante años contra parásitos extraterrestres y polvo galáctico) con el Papa, para contarles un secreto  que les deja baldados, que se transmite solamente de Papa a Papa y que ni siquiera el Presidente de los Estados Unidos conoce (menuda tela)

Cerrado el paréntesis, sigo. Manuel Vilas ha escrito un libro.

(2)Para desplumar una gallina se hierve agua, se escalda y después tiras de la pluma hasta que el animal se queda solo con el pijama y el frío conocido como piel de gallina. Sirve para pollos, patos, perdices, pichones, y en general para todo animal de pluma.

20%

Ese libro a Manuel Vilas le ha dado tres premios de poesía, uno por pelo y una novela que se lee con delectación, en la que se relata así mismo, se destruye, devora paella y bogavante, se inmola, se besa, se abraza con los dos brazos. Incluye en esa ficción, al rey de España llamado Juan Carlos I, con el que cena creando un momento místico junto con dos muchachas llamadas Graciela y Roberta, que transcribo:
“El Rey acariciaba las grasas colgantes con una ternura misteriosa” y para acotar los sentidos del tacto, después de que el Rey les dejara, añade
“Aprovechó Vilas la marcha del Rey para acariciar los michelines de las dos chicas y sintió un frescor muy agradable en la mano, una gravedad y un frescor al mismo tiempo”
¿Cómo Vilas,  introduce carnívoramente un tema tan peliagudo como el de las gordas?. Hay más.

(3) me hice pis de gusto. Nunca pensé en acariciar a una gorda, tan solo fui capaz (en la adolescencia que eran otros tiempos) de darle sesenta y tres palmadas (cada cual más fuerte que la anterior) en los jamonazos de una gordita sin nombre que conocí aquella misma noche en la que la luna era llena y azul, hasta que se me hinchó la mano y el hueso del pene y exploté en el asiento de atrás de un BMW (que era el coche sin motor que utilizábamos todos los amigos, cargados de fluoxetina como toros, para impresionar) mientras, Tarantino gravaba (los descartes los utilizó después en Pulp Fiction. A Tarantino y sus grabaciones, también le utilizábamos todos para reírnos por la tarde del día siguiente, incluida la banda sonora de declaraciones rumberas e impunes, siempre impunes a la luz de la luna)
Sigo. Incluye en esa ficción a Dios y a un ruso español esquizofrénico y depresivo, Corman Martínez, a Stalin y a Carlos Castaneda. En ese momento el lector ya ha sentido la gravedad en los mofletes y sabe que el acelerador le quitará las babas que quedan cuando comes cabezas de langostino
“la esencia de los ríos, las cuevas submarinas, las algas del mar, los peces, millones de peces…”.

30%

Y la velocidad de los aceleradores, solo es comparable con la velocidad del metro, esos trenes subterráneos que coges en Plaza Cataluña en la ciudad de Barcelona, por poner un ejemplo y te puedes bajar en la Plaza de Castilla en la ciudad de Madrid, para ir a ver un partido de futbol por ejemplo y volver antes de cenar a casa, sano y salvo, excepto que te encuentres por el camino a la Banda de las Búlgaras y te roben el Libro del buen amor del Arcipreste de Hita (que sabes de memoria), aunque eso solo pasa en los informativos de Tele5, más o menos y en esta novela de Manuel Vilas, autor al que no me canso de peinar el tupé, delante de mi espejo del baño, pensando que soy yo pensando que es Jonny Casch o pensando que es Juan Ruiz el Arcipreste de Hita.

Y eso es lo que pasa si no eres prevenido tío, que termina el partido que has venido a ver en Metro desde Plaza Cataluña y de repente avisan por megafonía que el metro se ha puesto en Huelga y no hay tus cojones de volver, que durará la huelga toda la noche y o te das prisa y reaccionas o todas las habitaciones se van a ocupar. Reaccionas deprisa y te alojas en una habitación con un gran espejo de la cadena NH, estas salvado, Manuel Vilas te ha salvado el pellejo,
-Gracias Jonny
-De nada Elías –dice Jonny Casch- dale la propina a Vilas cuando le veas. ¿Tienes fuego?
-No fumo Jonny –digo tembloroso- hace dos años que no fumo, pero sigo teniendo ganas.
 Y así hablando solo, me cruzo en la entrada de un Mac Donals al Papa Juan Pablo II, cantando una canción de Rafaela Carrá, a su lado va Manuel Vilas, el escritor, que le aconseja al oído. (No le doy ninguna propina a Vilas). Han tirado en el establecimiento todas las hamburguesas que han comprado, han liado un buen follón y ahora van en dirección a El Corte Inglés.

Dante Alighieri, Pablo Neruda, la sencilla Dublín y sus sencillos hoteles cuyas camas hay que admirar como si fueran cuadros de Velázquez, el Temple Bar, el río Liffey, las maquinillas Gillette, el full irish breakfast, son cosillas de este diario inmortal en el que me sumo y me sumo antes de dormir y después de leer esto, que es el final de un paseo feliz con Joyce, Dante y Pablo Neruda.

42%

“,entró la camarera y dijo: “Vaya, si esta habitación está inmaculada” y cerró la puerta. Caminó por los pasillos con el carro del servicio, pero de repente se dio cuenta de que una tristeza muy honda se le había metido en el cuerpo.”
  
La ventaja de Vilas sobre los demás novelistas es que habiéndose inventado la inmortalidad, lleva a todo cristo a su terreno, les hace jugar a su juego, dispara a sus gordas por docenas, ya sea disfrazado de Elvis junto a Picasso en una discoteca o en una orgía de gordas sufrientes y comida.

100%

 
Puro malta. Bebo agua y me enjuago frente al espejo. Frente al espejo hay un tipo con una camiseta imperio (duerme así) que me mira. Escupo el agua. No suena ninguna música, solo los pasos de los vecinos encima de mi cabeza. En el estado Vaticano vivimos un vacío de poder que el escritor Manuel Vilas aprovecha, para poner a Dios de su parte. Se espera la llegada del arcángel San Gabriel, pero solo llega mi hermano Alfonso y su mujer que vienen de Oviedo cargados de paquetes y ropitas para mi hijo de seis meses, son cosas de ellos y de mi amiga María Lulu, nada del Vaticano, ni de Dios, ni de ningún Arcángel.
Tío, yo también tengo unas gafas clásicas con los cristales verdes, yo salgo de continuo en esa novela. ¿Vilas, (listen to me) tu y yo, cómo vamos a repartirnos este negocio?. ¿Vilas?, contéstame tío, que vas a escribir mientras España se desangra con dos reyes uno padre y otro hijo y ningún espíritu santo?. ¿Cómo se guiará nuestra fe con dos Papas, uno al sol y otro en la sombra?. ¿Yel arcángel?. Incógnitas, llenas mi mundo de incógnitas. Vilas listen to me Vilas, please.

(4) Nada más, esto es todo. Espero que alguien me avise cuando San Vilas se haga carne en la ciudad de Barcelona, pueda saludarle y tocarle los pechos. De alma a Almax.

*Almax: El principio activo de Almax Forte Suspensión oral en sobres es almagato. Cada sobre contiene 1,5 g. Los demás componentes (excipientes) son: celulosa microcristalina, carmelosa de sodio, sacarina de calcio, clorhexidina acetato, esencia de menta, sorbitol al 70 % no cristalizable, emulsión de simeticona y agua purificada.

viernes, 1 de marzo de 2013

PALO ALTO (Final de partida)



ALFABIA publica a ISABEL NUÑEZ
 

Palo Alto es un nombre sugerente, el azufaifo una especie de árbol que apenas existe, Mariscal, Alfabia, son la lluvia. Para llegar aquí hace falta cruzar todo el engranaje de calles, semáforos, avenidas, torrenteras, puentes, viaductos, paisajes portuarios, túneles, flash back, hasta que caes en la dimensión de esa cuarta pared que forma un espacio climatizado lejos de Nuñez y Navarro, un espacio amable
 -he llegado a le jour clair –dices-.

Es ahí en ese espacio, en ese claro en el medio del bosque donde hoy, un día invernal sin nieve pero con mucha agua de muchos vientos, la editorial Alfabia convoca a lectores, seguidores y amigos, a un homenaje; la causa es Isabel Núñez, la escusa es su libro “Entonces”, cuya portada es una sombra azul que se va desvaneciendo en una sombra azuloscuro y parece que desaparezca del todo a medida que intentas fijar los contornos.
Isabel Núñez dejó varios libros Si un árbol cae, Crucigrama, La plaza del azufaifo, Algunos hombres y otras mujeres, Sin razones del olvido, muchos artículos, muchas traducciones y ayer todo eso se notaba, estaba escrito por todas partes.

El barrio se ha llenado de edificios de diseño, puedes estar en Berlín, en Londres en Tel Aviv pero estas en Barcelona, un lugar que ha dejado algunas chimeneas de ladrillo, clavadas en la memoria, las nuevas referencias arquitectónicas de esa planicie que es el final de la ciudad.
La vieja estructura de fábricas, vuelve a la creatividad bajo un baño de cristal, vigas de madera que son el soporte de nuevos tejados y espacios vacíos, con las paredes oxidadas, preparadas para todo tipo de eventos, todo rodeado de jardines y pequeños caminos.
Los viejos barrios anarquistas se mezclan con lo más innovador del area 22@, la ciudad de la imagen, los territorios marítimo terrestres, el número 1 de la Diagonal y el mar y la sede de los Hell Angels.
Es ese el epicentro de una noche infernal, en la que entrábamos en la guarida empujados por ráfagas de viento,( menos mal que en el patio del recinto nos atendía un tipo amable que no dudaba en acompañarte al espacio XYZ)
-¿Ya hay gente? –pregunta una chica que acaba de llegar-
En ese momento quedan todavía veinte minutos, para las ocho y media, la hora anunciada y salgo fuera a tomar una cerveza, por hacer tiempo y ver esas nuevas calles. La cantina de Palo Alto está cerrada o fuera de servicio, es lo que tiene una noche así.

Lo que me gusta del carácter de la gente firme, es que mantengan las convocatorias. Lo que me gusta de los convocados, es que asistan así se caiga el cielo sobre sus cabezas. Y eso es lo que pasó, que la primera ojeada sobre el espacio vi muchas sillas y un par de grupos que miraban cada vez que se abría la puerta y frío, un frío de mazmorra.

Y que la segunda vez que me asomé, el frío seguía pero la gente crecía y se arracimaba junto a una mesa llena de buenas botellas de vino y es que no hay nada como el vino para entrar en calor.

La gente se iba moviendo de un lado a otro, capitaneando las excursiones Claudio López, con ese pelo blanco, enmarañado e inconfundible, Xavi Ayen, traductores, escritores, editores, el mundo de la cultura, fotógrafos, a los que no mueves atrincherados bajo la luz del flexo y que de repente se ponen en marcha y aparecen en la noche más perra en el lugar más anónimo y resguardado de la tierra, con toda la hojarasca que no se ha llevado el invierno, revoloteando entre semáforos, palmeras, carteles, alfombras, plásticos y señales de tráfico arrancadas, como si acabara de pasar una fiesta de alcaldes borrachos de los de antes, de los que nos dejaron sordos.



Y se la veía bien, de aquí para allá, la mejor de las mujeres en el peor de los tiempos, pactando, dirigiendo, ordenando hasta el último detalle en esas sillas de la primera fila reservadas con un guante, pero es difícil gobernar un muñeco de peluche que a la vez es el pato amarillo de la bañera de mi bebé y a la vez un vividor hippy y un creador de imágenes, un perro, un diseñador y un cineasta, hablo de Javier Mariscal, un tipo importante que sabe donde tomarle el pulso a la cultura, igual que Manuel Delgado amigo de las paradojas, descamisado, con una cabeza prodigiosa dentro de un cuerpo sin leyes, tal y como eran los comunistas de los años setenta y ordenar todo eso está bien, pero pensé que el momento de empezar no llegaría nunca y lo pensó Moreno Bernardi y al final consiguieron que la cámara les enfocara a los tres allí sentados, el comunista, el hippy y la editora más francesa de Barcelona, al fondo sobre la pared oxidada corrían las secuencias en sombra y hablaron de Isabel Núñez.
-Hola, empiezo yo y después seguís vosotros –dijo, como organizando la cosa- soy Diana Zaforteza.



Mariscal y Manuel movieron la cabeza, como diciendo ya veremos, ya veremos y el homenaje comenzó. En ese mismo momento el libro, todos los libros de Isabel a la que también llamaban Teresa, comenzaron a hablar de ella y durante media hora o algo más, todo el mundo, incluso González-Sinde, (la ministra de la famosa Ley Sinde, con unas orejas que a mi siempre me han parecido sexys y desde luego lo mejor de aquel desastroso gobierno de Zeta Pe, hoy ya no tan malo) sentada por fin junto a Claudio López (mientras el androide portátil de este, piratea libros de la competencia en descargas de cuatro micras de segundo), escucharon.

Esta crónica no hace mención alguna de lo que allí se dijo, (para eso tenéis a Xavi Ayen y la Vanguardia de hoy), pero el tono fue muy agradable, aunque el frío no se iba de ninguna de las maneras.
-¡Qué bien hablas cabrón! –soltó Javier a un Manuel bendecido por la oratoria, cuando le tocó esa especie de turno- yo es que soy más de imágenes.

Mientras movían la mesa y los micrófonos, la gente se tiró de nuevo al vino, intentando sacarse como fuera el frío del alma y fueron llamados al orden, el orden, porque todavía quedaba una secuencia más, la de Moreno Bernardi, el amigo de Isabel a la que rindió culto como solo un amigo y un bailarín con talento pueden hacer y de una sola manera, deshaciendo el cuerpo en luces y sombras, dialogando a veces furioso, a veces dentro de una rigidez que solo las estatuas de los jardines mantienen en esa eternidad que Bernardi brindó a la familia y los amigos y a los que estábamos allí de paso. Fue la despedida, mientras la ciudad rugía bajo esos vientos furiosos de norte y sur, mientras esos vientos intentaban abrir la puerta de la fábrica, este bailarín con una sobriedad serena, bailó para ella. Después de ese final, la noche empezó a cargar la batería de todas las casas, con una luz parpadeante de semáforo. 


viernes, 15 de febrero de 2013

Manuel Astur (parte 2)


Y encima es mi cumpleaños
Manuel Astur
Esto no es Berlín, ediciones
Madrid, noviembre de 2012
Diseño y maquetación Margarita García
6€

Presentación en Librería Pequod
Barcelona (Gracia) 15 de Febrero de 2013.
De la mano de Sergi Bellver


Eran las ocho y media de la tarde del viernes quince de febrero y hacía media hora que la presentación de este libro había comenzado en la acera de la librería Pequod. Dentro estamos Cocha la librera y yo, pacientes como terneros, yo apartado junto con las sillas: Apagaron las luces del escaparate y creí que después cerrarían la librería y que me quedaría allí dentro, sentado, rodeado de libros y de revistas como un mueble más y lo hubiera hecho, me hubiera pasado allí toda la noche, pero no, no fue así.

Todas esperaban un hijo de Manuel, pero Manuel esta vez no se lo dio, tuvo a bien esa gracia.  Todas esperaban a Juan Soto, pero Juan no había llegado ni llegaría. Nadie de la editorial, ni Elisa ni Francisco, pero aunque se hizo esperar, terminó por aparecer algo apreciado por todos.

-Ya llega el vino –dijo alguien-
Solo en ese momento en el que llegó el vino, empezaron las celebraciones.

Yo, como que siempre hago, dejé mi parte de margen y después de comprar el libro, me refugié en el Mercado que hay al lado de la librería y me senté a la primera barra que vi.
-Un vino y unas aceitunas.

Tener un mercado tan cerca da sed y media hora de sed es mucho tiempo, así que eso pedí, vino de batalla y aceitunas de Jaén o marroquíes.
 Para pasar ese tiempo, saqué a la barra el Fanzine  que regalaban con el libro y me gustó leer esto: “Manuel Astur era un grandísimo hijo de puta”

“Manuel Astur era un grandísimo hijo de puta. Detestaba tener que compartir mi vida con él. Pequeño mezquino asustado de ego sobredimensionado…”

La parte gemela de Manuel Astur, comenzó así a hablar de su rival, de su antagonista, de esa persona que duerme en su cama, que escribe sus libros, que sonríe, y todos los que llenábamos Pequod, empezamos a ver el reflejo de Manuel en el espejo de Astur, mientras continuaban gimiendo porque no estaba Juan Soto.
-Issis, Ainhoa –dijo Manuel con media sonrisa- callaros.

De esa forma Manuel o Astur, se pusieron a desgranar una melodía que a mi ya me sonaba, pero me gustó oírla, escucharla de la voz del poeta, un tipo que parece lo que es, un personaje de Dickens que da vueltas continuamente a la rosca de un reloj, sabiendo que ese reloj ya no marca la hora exacta. No sabemos si ese afán y esa maldita hora es suficiente, pero el trabajo pocas veces da los frutos que se persiguen, solo que en esta ocasión y cuando tienes el libro encima, empiezas a sopesar que por una vez nadie te engaña y menos cuando te cobran seis euros (de hecho, pagué 2,70€ por el vino y las aceitunas –y me cagué en su puta madre-)

“fui con unos amigos a buscar drogas a las barriadas pobres de las afueras y, en la casa en la que entramos, había una mujer desnuda tirada en un colchón sucio amamantando a cuatro niños (recuerdo incluso que uno me ladró pero, cuando vi esto, ya había conseguido la droga)”

Y por este poema con el que coincido (yo también lo había elegido) con Sergi Bellver.

Un botón / marrón / en un pantalón / vaquero/un vaquero sin pantalones / convertido en jabalí / grito /  junto al castaño /  tu nombre / me vigila desde hace siglos / el agujero / del viejo roble.

Y por más poemas que forman un puzle del cuerpo humano, un paisaje de Asturias, el Madrid más pop,  y por más poesía que no viene cortada en versos, que son narraciones que te susurran y te retuercen la lengua que te besa.

Este libro lo abre un prólogo de Juan Soto y el autor dos páginas después le devuelve a Juan una narración que bien podría ser otro prólogo para cualquiera de sus novelas: “La época más feliz de mi vida la pasé junto al Lago Ness. Con mis amigos y el horror convertido en mito para nuestra diversión”.

Podría escribirlo todo, podría ser el hombre más feliz de la tierra desmayado en la hierba húmeda, si yo hubiera escrito este libro. Se que muchos de los que estaban allí escuchando a Manuel o a Astur, les hubiera gustado estar dentro de su camisa, terminada en una pajarita de cartón y una sonrisa, que es la parte más carismática de Manuel Astur, se que ellas querían un hijo igual que Knut Hamsun, pero hoy, esta noche, este asturiano, no les dio el gusto. Sin embargo les da a cambio un conflicto, se titula así: “Y encima es mi cumpleaños”. En las primeras líneas del libro, se desvela el misterio de ese título.

Este es mi sueño:

Todos mis antiguos amigos han muerto
y los viejos conocidos se han vuelto locos
Unico superviviente en un nuevo mundo lleno de futuro
Yo y mi familia
conjurados genéticos contra el resto de la raza.
 ..."

Hasta otra. Ha sido un placer.



viernes, 8 de febrero de 2013

David Foster Wallace


Presentación en Fnac Triangle de Barcelona
6 de febrero de 2013

La escoba del sistema
David Foster Wallace
Editorial Pálido Fuego
Con la intervención de José Luis Amores y Javier Calvo.


Hoy he visto a DFW en Barcelona, en la acera del Triangle. (Yo) había tomado unas muestras de ácido, que me pasaron los viejos que juegan al ajedrez junto a las esculturas de Llimona, y fue cuando le vi sentado en un banco, cerca del Zurich, en esa acera especialmente preparada para la trata de negros y mercancía falsa importada de China. No pierde detalle; así todo el tiempo pasa, ahora anda cerca de los cincuenta, le veo un poco acartonado, pero bien. Me senté a su lado y enseguida le noté predispuesto
-Tengo todo el tiempo del mundo –dijo con un gesto entre mueca y algo de asco-
-Yo no, le contesté.

Pensé que algo ocurre en estos momentos tan convulsos, en los que Manuel Vilas habla con Dios y lo cuenta en Facebook y yo me encuentro en la acera del BBVA, a DFW, pero no solo en la acera, (sentado a mi lado) también se transmuta en lo que escriben Pron, Fresan, Barrueco por la blogosfera y las pizarras de los colegios, de los bares, las tapias de las callejas. Pensado esto sentí que DFW tenía problemas para conectar con la gente.

 –¿Y tu, también vas a escribir de mi, en tu blog?.
-Claro tío, en mi blog solo salen los mejores, los más complicados.
Sin ese pañuelo enrollado alrededor de la frente, sin gafas y con una bufanda de seda DFW me confesó que había nombrado profeta en el ámbito hispano a Javier Calvo, “ámbito hispano”, recalcó, desde Méjico hasta Tierra de Fuego. Me dijo que Javi, (le llamó así) era un tipo que había entendido perfectamente sus libros, a sus personajes, su leyenda, que conoce sus drogas, su locura,  y que por eso se merecía ese honor, ser profeta y profetizar los nuevos caminos de la literatura en el ámbito hispano, al fin y al cabo dijo, España y su historia es siempre excesiva, desde la conquista del Nuevo Mundo tan convulsa y excesiva,  tuvisteis una guerra civil excesiva, la corrupción de vuestro políticos tan lamentablemente excesiva, vuestros escritores enloquecieron y crearon una literatura genial que ahora vosotros habéis olvidado de forma violenta y obsesiva, y ahora vuestras editoriales del ámbito hispano sacan libros que yo ya daba por muertos, algo muy hispano y muy excesivo; por eso Javi que es mi traductor y gracias a eso va entendiendo el camino correcto para sus propios libros, su obra tan distinta y tan igual, un camino por otra parte excesivo, puede hablar de mi y decir lo que quiera, que yo lo doy por válido, convalido sus opiniones sobre mis libros y sobre mi,
-Javi, lo que quiera, -dijo, mientras un mantero colocaba falsos bolsos de lujo, a sus pies-.


No me sorprendió que dijera esto, al fin y al cabo Javier Calvo puede escribir y decir lo que quiera, con o sin permiso de Foster Wallace, es el puto jefe del negocio, es el puto jefe de los traductores y cada año se come un buen paquete de premios, no sin cierto desdén (fingido) por los premios, por los demás novelistas y por su mismo pelo.
Pero David dijo profeta y no apóstol, porque entiendo que un apóstol, no crea nada nuevo, tan solo mantiene vivo y difunde determinado espíritu, creencia, filosofía o religión, por eso dijo profeta, porque además el riesgo de que te nombren profeta es que tienes que lanzar profecías, manifestarte sobre algo que todavía no ha sucedido pero, que sucederá, profeta.
En ese Javi-lo-que-quiera, noté que también le daba un poco igual, supongo que la edad, sus circunstancias, lo incómodo del cuello un poco torcido, y que al fin y al cabo, se estaba convirtiendo en un puto fantasma más de las librerías, de los centros comerciales, de los atriles en los que se debate una y otra vez su obra, de los derechos de autor y de los falsos derechos, y también le daba un poco de lado, que le comprasen o le estudiasen, incluso con Roberto Bolaño o el Cid Campeador.
-Al parecer, estos, (chascó los dedos y en ese momento aparecieron varios tipos entre ellos Gerry Howard o Colin Harrison y Michael Pietsch, fumando y explicándose, como solo los editores lo saben hacer), seguirán descubriendo novelas, seguirán vaciando mis entrañas y después publicarán todo el corcho del muñeco, insaciables –dijo-.
-Si, llevan años así, ordeñando el mercado –dije yo, por meter baza-
-¿Ordeñando? –dijo pensativo- si, bien Elías, está bien empleado, ordeñando.
Después de una pausa, en la que parecía apetecerle un cigarrillo, continuó
-¿Sabes Elías?, conseguí tener lectores fieles que seguían mis pasos, pero la desgracia llegó cuando todos los chicos querían escribir como yo, cuando el esquema es escribir como lo hace Nadie y Nunca Antes, ese es el punto de partida y también el final.
Suspiró, me siguió pareciendo que deseaba fumar, cosas de la ansiedad (pensé)

-Ninguno de vosotros es más listo ahora que habéis leído La broma infinita.
Yo pensaba para mi y mi ácido, que todo el mundo es más tonto, si cabe, después de haber leído Fresy cool, pero me pareció un pensamiento turbio y escupí.
-No escupas tío, solo escupen los chinos –dijo David, con la misma muesca gesto y asco de siempre-
-No, si no es saliva era Fresy
-¿Frezy? ¿es tabaco de mascar?
-No, Fresy, no es nada David, no le des vueltas, es una chorrada.
-Aquí tenéis cosas frescas, joder, cosas que no se hacen en ninguna otra parte
-¿Si, como Bolaño?.
-Si, Bolaño, -pensó-, pues mucha poesía tío, aquí hay buenos poetas, casi todos los poetas españoles, son buenos poetas, mira Luna, Vilas, Bonilla, Zenon, Rabanal, Iribarren, El Angel, incluso Panero, son gente que ha cerrado la puerta y tiene la soga en las manos, tú les conoces, escribes crónicas de ellos.
-Si, conozco a algunos, pero no hablábamos de poesía
-Si que hablamos de poesía, es la parte más importante de cualquier novela. La realidad sin poesía es aplastante.


Quizá empezó entonces, a escribir lo que será su penúltima novela, o la primera, pero el que si empezó  fue Javier Calvo, Javi-lo-que-quiera, a hablar sobre “La escoba del sistema”, la novela que publica la editorial Pálido Fuego. Eran las siete y cinco de la tarde, unos días antes del cumpleaños de DFW y seguía cabiendo gente en ese espacio poliédrico con cortinas, que han ideado al lado de las escaleras mecánicas para acceder al Fnac, y que vale ya para todo. Javier Calvo que cada vez parece más un dibujo para un episodio de los Simpson, habló autotraduciéndose, con calma, modo y forma, saboreando las palabras como si entre el paladar y la lengua, fueran exquisitas, y se fueran pudriendo a medida que llegan a nuestros oídos.

-Los yogures cada vez caducan antes, amigo –escribió al margen de libro DFW-
- El día caducará antes de que anochezca –escribí yo- después de media noche, todo olvidado.

Quizá lo peor fue darme cuenta que el único del público de carne y hueso era yo. Todos los demás o eran dibujos animados de los Simpson,  traductores, gente especializada, alguna muñeca hinchable más o menos hinchada, con más imaginación e ingenio que dinero en los bolsillos, con más libros en el Kindle que tarjetas de crédito o espinillas, con más fiestas entre vértebras y costillas que una estrella porno de Hollywood B con alas de resina y también algunos tipos que se instalan huyendo del frío, a ver lo que cae. Y lo que pasa con la gente que espera un milagro, es que te deja sin saliva y llega un momento que solo quieres escapar, salir de esa ratonera y volver a encontrar la carne y el hueso, dejar a los fantasmas dentro de sus libros y volver con la gente de verdad, con los vendedores negros de bolsos falsos, con su dientes blancos sin tornillos ni empastes, ni carillas, solamente sus grandes dientes y sus sonrisas, su miedo de verdad.

Pero volvamos a donde estamos. En ese punto Javier Calvo ofició de pianista y José Luis Amores hizo de dueño del local. Javier fue contando entre línea, que DFW, era un escritor excesivo, que agotaba las novelas, que en definitiva agotaba a los lectores, a los traductores, pero que nadie era capaz de escribir como él, nadie salvo Samuel Beckett, que por otro lado también agotaba las novelas. Dijeron que era un tipo con un gran sentido del humor, pero que sobre todo ese humor, ya en su primera novela se distinguía una grieta, una locura controlada, algo que a medida que pasa el tiempo se acentúa, igual que se acentúa la genialidad de lo que iba escribiendo, hasta llegar a La broma infinita.
-A mi ese título no me gusta, -dijo el pianista, parafraseando a Shakespeare- más que La Broma infinita yo lo hubiera traducido como Jolgorio infinito. Yo lo hubiera titulado así.

Hablaron de lápices afilados, loros, novelas escritas a la vez en primera y tercera persona y su humor, su humor, los nombres de sus personajes.

“Era un tipo incapaz de conectar con la gente, de hecho cuando escribe trata de que todo el mundo pierda la concentración,  que abandone lo que está leyendo, con esas continuas acotaciones que solo son un juego, un saco en el que mete de todo, algo totalmente excesivo, una forma total de entender la novela.”

-Debes ser amigo de este tipo –me susurró DFW al oído-, mejor que ser su enemigo.
-Este tipo no tiene enemigos –le dije y vi que me guiñaba un ojo-

El pianista no tuvo fallos, interpretó un papel pegado a su piel, llegó sin decir nada y se fue de la misma manera, saludando imperceptiblemente a los amigos, a los dibujos animados, dejando a DFW alojado en una esquina, bajo una luz pálida para que el sueño en el que piensa, mientras enloquece como un buen vino, no se vuelva demasiado inestable y se termine agarrando a la garganta de la gente.

Cuando el dueño del local tuvo a bien despedir el acto, cuando vieron que la tienda se desalojaba y el ruido de los manifestantes en la calle, pasaba de largo, cerraron el local de forma discreta, tal y como lo abrieron. Yo me fui a las sombras con los míos, junto a las puertas grafiteadas del BBVA, y calentarme las manos en un fuego pálido que unos que protestaban contra el Mercado y sus víctimas, empezaban a encender. Podrida literatura.