Un legado de escritura, alcohol
y supervivencia
Sajalín editores
(Traducción de Federico Corriente Basús)
Presentación en el bar Heliogàbal
(Vila de Gracia-BCN. 27/3/2012 )
“Todos los demonios
han desaparecido, son poco más que ecos en una habitación recién pintada. Todo
lo que queda es mi amor.”
Llegar a la Vila, después de cruzar por Barcelona, siempre
te da la sensación de atravesar una frontera y terminar dentro de un pueblo
como Gracia, rodeada de su muralla invisible, plazas y terrazas, un territorio
hippy, punkie, okupa, con diseñadores, libreros, poetas, editores, novelistas,
músicos, traductores, talleres de circo, nuevos y viejos románticos,
restaurantes, pequeños cafés, cines e iglesias y el bar Heliogábal. Y es allí
donde el martes 27
de marzo de 2012 , han elegido Miqui Otero y Kiko Amat, Francesco
Spinoglio y los chicos de Sajalín para traer a Dan Fante, el hijo escritor del
mítico John Fante, y presentar en Barcelona el relato de su vida, la herencia
de su padre, (como dice el título) un
legado de escritura, alcohol y supervivencia.
Pero al primero que veo al llegar a la calle Ramón y Cajal
es a Francesco Spinoglio, hablando con uno de los de la editorial Sajalín.
Hemos llegado con tiempo, hemos aparcado a la primera junto a unos contenedores
de basura en zona de carga y descarga. Falta más de una hora, el bar está
cerrado y nos vamos a callejear por las tiendas. Francesco sonríe, su escritor
de referencia ha venido de los Angeles, le acompañan su mujer y su hijo y
estará con ellos, igual que estuvo la última vez.
Dan Fante, es la memoria de su padre. Su padre era un tipo
duro, con un oficio duro, el de escribir novelas, guiones y novelas, un tipo
que le ponía el corazón y las entrañas en cada página y Dan así lo aprendió,
eso y un carácter explosivo mezclado con el fracaso de no conseguir el
reconocimiento literario que persigue, forman el esqueleto sobre el que se van
montando sucesos reales, experiencias, padres, hijos, trabajos, hoteles
baratos, tabernas, escritura, el aroma de queso parmesano, mil gatos, mil
perros, borracheras, palizas, shitkikers,
el dólar rápido de Hollywood, es decir una vida compleja, una lengua afilada y
maliciosa y la devoción católica envolviéndolo todo. Una vida, la del padre
John que se desdobla en la del hijo Dan, como una herencia genética de escritores.
Ahora lo tenéis ahí (nº13 de la colección al margen) todo bien resumido para
que podáis saber cómo se vive una vida desde dentro y por otro lado, para los
que pudimos saludarle, una referencia viva delante de nuestras narices; por
unas horas estaba a nuestra disposición, con esa amabilidad dura del que ya no
necesita seguir peleando en este puto ring en el que estamos los demás,
reposando como un viejo guerrero con su
joven mujer y su hijo pequeño, un chico rubio que camina a su lado y mañana,
todos se irán a Francia a casa de un
editor amigo; así vive un escritor.
Y cuando son las
nueve llegamos de nuevo al Heliogábal que sigue cerrado. En la calle ya esperan
los primeros. Saludo a Ana Llurba de Honolulu Books hasta que aparece Juan Soto
que saluda y al que me presento, sin preámbulo alguno.
-Pareces más joven –dice-
Y uno tiene la edad que tiene, pienso y sonrío. Juan Soto
que es el escritor que es, fuma y viste con la raza que le dan sus dos novelas,
se le reconoce bien, es un tipo ágil que va y viene mucho, que es flaco porque
es joven y porque fuma mucho y al que todo el mundo conoce.
-Me voy a Madrid, el jueves, en Alsa.
Y esas estamos cuando suben la persiana del bar; dentro
tienen preparadas dos hileras de sillas que lo ocupan todo, al fondo a la
izquierda hay una barra que se ha encogido para que quepamos. En dos minutos
cabemos sentados y en otros dos minutos se forman dos filas más con gente de
pie, acostumbrados a esperar autobuses, viajar en metro y acodarse en una
barra. Y los organizadores, Amat & Otero, dan paso al evento que consiste
en leer fragmentos de sus obras.
Cristina Fallarás
Se suceden Raul Argemí, Lucía Lijtmaer, Cristina Fallarás,
Francesco Spinoglio, una Laura Fernández adorable y el propio Dan Fante que
despide a la intérprete porque una traducción mata el espíritu de la lectura, algo
dramatizada, de algunos de los momentos del libro. Y para dramatizar y
teatralizar todos pusieron su punto de emoción, pero Cristina Fallarás se
entregó como se entrega siempre esta novelista que fue capaz de meterse dentro
de la novela para salir de ella convertida en personaje.
Juan Soto
El homenaje de
Barcelona al escritor italo-americano es así. Entre el público no falta el
editor David Martín Cope, ni Javier Calvo o Manolo Vázquez y Ana S. Pareja. Los
coros del Helio se los hace el bar de la esquina, un segundo lugar para
descansar. Cuando esto termina y la gente forma corros, salimos y nos vamos a cenar
un falafel rápido en un restaurante de la calle Verdi y cuando volvemos al bar
ya han desaparecido las sillas, los micrófonos, no queda rastro de Dan Fante ni
de su familia, pero sí que me encuentro a Francesco, recogiendo las sombras del
evento, guardando los demonios y ecos bien doblados, la barra se ha estirado,
mientras Amat & Otero (dos auténticos Hernández & Fernández), ponen
música para sus amigos, mientras dejan algunas sonrisas translúcidas parecidas
al gin-tonic, pero es martes y todos los demás, los seguidores y lectores,
caminan despacio para sus apartamentos a continuar traduciendo y escribiendo.
Montado en el coche para volver al Garraf, veo a Juan Soto
salir del bar de la esquina posiblemente en dirección al Helio, pero tampoco
estoy seguro si en ese momento va o viene o posiblemente tuerza a cualquier
otra parte, le siguen su novia (una
chica rubia con zapatillas Nike blancas) y dos jóvenes bueyes con bigote y
gafas de pasta que caminan despacio como si subieran una cuesta. Queda
pendiente una cerveza para darle continuidad a todo esto. Por hoy
no hay nada más. Un abrazo a todos.
Kiko Amat y Miki Otero
Dan Fante