LUNA MIGUEL (Crónica en Cuarto Creciente) por ELIAS GOROSTIAGA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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viernes, 25 de febrero de 2011
LUNA MIGUEL (Crónica en Cuarto Creciente)
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miércoles, 23 de febrero de 2011
El planeta de los NIMIOS
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martes, 22 de febrero de 2011
PEREZA
lunes, 21 de febrero de 2011
Céline y los chinos
No se por qué los judíos caminan tan deprisa, hablo de estos tipos vestidos de negro, abrigo, sombrero, traje y camisa blanca, entre rubios y pelirrojos, con lentes de alambre. No me refiero a Spielberg, los hermanos Cohen, Metro, Marx, Einstein, Mayer, Guggenheim, si no los otros, esos tipos que discuten a muerte por un salmo, que recitan incansables, un único libro y una única idea, la Torah, que viven en Nueva York, controlan la industria y el dinero, que viven en Moscú y en Berlín, que delatan a sus vecinos, si no respetan sus creencias, que aprendieron a torturar frente a las piedras labradas del templo, suavemente, de la mano de Herodes. ¿Por qué caminan tan deprisa?.
Te puede llamar la atención los tirabuzones de las patillas, la palidez de la piel, la inteligencia para los negocios, para la física y las matemáticas, conozco el Museo del Holocausto y uno se estremece de lo que ve y se pone en lugar de los que sufren.
Sales del túnel y te encuentras el paisaje, pero, ¿por qué, por qué andan tan deprisa?. ¿A dónde van?.
-¡Qué miras!
Seguramente nada, pero la mirada se mantiene intentando saber qué piensas, saber el valor de ese dinero, saber el peso de ese valor. No hay piedad cuando un judío juzga, no hay compasión. Hay una escuela de cadáveres, una exquisita escuela donde no te dejarán entrar, no vives en el gueto, en el gueto de Nueva York, en el de Berlín, en el de Moscú, en el de esa exquisita educación. Ahí entran los que entran, aquellos elegidos.
Aunque las opiniones evolucionan, nadie, nadie ni mi Yo Ateo, podemos opinar de algo relacionado con “lo judío”. Gitanos, homosexuales, comunistas, españoles, tarados, esos otros si, judíos no.
-¡Ojo!, y ten cuidado, ese terreno ya ha sido pisado por otros… y ten cuidado.
Céline escribió su “Viaje al fin de la noche” o “Muerte a crédito”, pero también escribió opiniones bastardas en un mundo bastardo, que era bastante mejor que el que nos dejaron en herencia (y lo que dejaremos nosotros), en todo caso opiniones particulares, vertidas a público en las Bagatelas sobre la dictadura judía, más presente cada día y solo uno de los problemas con los árabes, su vida y su mundo, pero no solo con ellos. Todo esto sigue siendo cercano, porque los campos de concentración nazis, siguen abiertos en espera de clientes. Mientras alguien pueda leer a Céline y alguien pueda tropezar en una alfombra llena de cadáveres, quizá exquisitos, pero cadáveres, todo sigue abierto. Abierto pero mal ventilado.
Conmemorar a Céline es una oportunidad para reflexionar sobre como eran las cosas y como son ahora, todo tan cínicamente correcto. Todos cambiamos, todos sufrimos una evolución, progresamos o nos anquilosamos, lo único que el tiempo no cambia, sobre lo que ya nadie se permite pensar es en “lo judío”, convertido en horror. Opinar sobre una injusticia, no te convierte en un asesino. Y los cadáveres siguen ahí, los que importan y los que no le importan a nadie, todos siguen ahí, encima de una mesa en un cuarto oscuro y todos vosotros tenéis la llave de algún cuarto oscuro, pero entrar en esos cuartos da miedo, y también da miedo salir. Lo que no debería asustar ni acobardar es que allí donde hay luz también se enciende la oscuridad y el desprecio.
-No seas ingenuo, tu también los despreciaste.
Y la lista es larga y las ciudades llenas de Oscuridad a la que no miras a la cara, que camina despacio como si arrastraran un agotamiento de cientos de cadenas, que incluso se tumban a tus pies, para que la esquives a las puertas de los comercios, de tu casa, de tu trabajo y cada día.
-Si tropiezas con alguno, discúlpate.
Eso es todo. Y esto cada vez se llenará más de exquisitos cadáveres, entre los que no vas a poder caminar, ni despacio ni deprisa.¿Y entonces?, ¿volverán a abrirse todas las habitaciones oscuras?.
- ¿Y mientras tu discutes, quién se prepara para jugar?
domingo, 20 de febrero de 2011
viernes, 18 de febrero de 2011
ARCO
martes, 15 de febrero de 2011
El día de hoy, ahora y el día de mañana
sábado, 12 de febrero de 2011
Balada Triste de ALEX
(Nota: todavía no sabemos como caían los ciervos por el agujero, ni el jabalí, ni como resistió allí, el pobre payasín, tan blandito y desnudín, para ir a caer en manos de aquel malvado y su mozo de cuerda, snif)
jueves, 10 de febrero de 2011
EL LECTOR MECANICO
No hay nadie que haya leído un millón de libros, ni siquiera un millón de poemas, ni siquiera los atribulados lectores de las editoriales han leído tanto, simplemente porque es imposible, es imposible leer todo lo que se escribe, todo lo que se ha escrito, todo lo que se publica, pero sí que es posible leer con atención algunos libros imprescindibles que te giran la cara como la peor de las bofetadas y en ese mismo instante empiezas a caminar por un mundo que ya no vuelve a ser, nunca más, el mismo. Y es imprescindible dejar a medias libros que no te consiguen manchar.
Todo esto viene a cuento, porque se dice que en este país se lee poco y el que lo dice, le tiene sin cuidado qué es lo que se lee y como se lee. Para este tipo, lo verdaderamente importante es la cantidad de lectores y la cantidad de libros, (sean estos los tradicionales de papel o los electrónicos), le importan las cantidades; y con ellas las estadísticas, y saber en qué posición quedamos dentro de los pequeños estados autonómicos y dentro de los demás países vecinos.
No conozco el número de lectores, y en todo caso no me interesa lo más mínimo, a mí me interesa la calidad del lector. Presumo de tener entre media docena y docena y media de lectores de cierta calidad, según los momentos, y según los momentos uno o dos. Y me interesa porque un buen lector y uno malo, opinan, resumen, comentan, seleccionan lo que leen, un lector nato además lo valora, se vuelve creativo, actúa en lo que lee y lo compara con otras historias, navega en ese mar, disfruta y contagia a los demás; un mal lector, almacena libros, horas de lectura como si se tratara de tarros en la despensa, lee hasta la última letra de cada novela pero no se entera de nada más, deja el libro en el estante y a por otro, igual que cena salchichas y bebe cerveza, actúa de forma automática, y cuando termina su hora de lectura apaga y a otra cosa, de tal forma que si alguien le cambia la señal, el punto de libro y lo atrasa una hora, al día siguiente volvería a leer lo mismo sin extrañarse lo más mínimo, lector mecánico, enciendes y apagas, enciendes y apagas y olvidas.
Oigo que muchos escritores, entre otros Vargas Llosa, dieron vueltas y revueltas hasta que consiguieron publicar (en su caso La ciudad y los perros) y lo mismo le pasó a Garbo (Cien años de soledad). Estoy seguro de que algunas de las editoriales que visitaron, dejaron los originales a lectores mecánicos que opinaron. Ninguno de esos lectores ha dicho nunca nada al respecto, ninguno lo hará.
Supongo que, en estos tiempos, incluso a un lector nato, le costará encontrar en la lectura una emoción superior a todas las emociones que le regalan y le envuelven, a golpe de videojuegos, juegos interactivos, chateos con los amigos, deberes y quehaceres, y lo último de lo último que le pase por la cabeza, sea descubrir algo tan antiguo como un libro y leer, pero por todos los santos del cielo que no le obliguen y se convierta a un parásito lector mecánico jode-novelas. Dejen que los vicios lleguen reptando, despacio y se instalen en la sangre, aunque descubramos que, a ese nuevo lector, la mirada se le vuelve algo más lánguida y la ironía cruce con él la calle, esquivando el resto del tráfico. Déjale que descubra la cualidad de las palabras, el matiz de sus significados, el tono, el calor de las frases, deja que esos descubrimientos lleguen a los oídos apropiados y deja que recupere parte de esa inteligencia iluminando a los que no lo han conseguido. Y lo hará.
En todo caso leer bien, de forma natural, tiene tanto de arte como el propio mérito de poder escribir bien, que al fin y al cabo solo consiste en conocer e interpretar la vida y la muerte. Eso es lo único que nos diferencia de los demás animales, de los demás lectores mecánicos, de los demás escritores mediocres de este mercado.