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domingo, 8 de septiembre de 2013

NOMADAS (Parte I)




Editorial Playa de Akaba
Presentación en Viladecans el próximo 23 de noviembre de 2013.


Fue así. Cuando Noemí expuso la posibilidad de crear una Colección me incorporé en la silla giratoria, me cuadré frente a la pantalla y escribí mi idea sobre un libro de viajes lleno de relatos, ella aceptó de inmediato. Todo fue un progresivo toma y daca, un desnudarse feroz; en media docena de correos ya no teníamos ropa que quitarnos, desbocados y tan desnudos como dos amantes montaraces en medio de un encinar.
Fue así. Me inventé una lista de autores, de entre todos los escritores a los que conocía, sobre los que escribía crónicas o críticas en el blog. Fui buscándoles uno a uno y el primero, como siempre, fue Carrión, Jorge Carrión. Tirando del hilo, fui tirando de ese hilo y Noemí fue añadiendo puntadas y nombres y empezamos a tejer el jersey.
-Es muy poco tiempo. Para estas cosas hacen falta un par de años –dijo Jorge-.
El plazo y nuestro tiempo, poco más de tres meses, frente al año o los dos años de otras ediciones, de otras recopilaciones, pero ahí estamos, añadiendo cada día gente a esa lista. Entraron Jordi Esteva y Gabi Martínez, fui a por Manuel Astur y lo encontré resacoso “si vas de romería lo pagas al siguiente día”, a Sergi Bellver, Pepe Ribas me contestó de inmediato y nos citamos en la libreria Laia de Barcelona, díselo también a Javier Puebla y Javier Puebla también aceptó y así esa tripulación de Akaba fue sacando la faluca y se subieron al barco Juan Vico y Luis Artigue, Patxi Irurtzun, Carlos Castán. Pero también dijeron que no los que no pudieron, los que no quisieron desviarse de sus proyectos personales; pero peor fue el silencio, el silencio debilita al que lo ejerce y es cruel para el que se mantiene a la espera y el silencio llegó pero llegó con algo de ruido. En ese momento me doy cuenta de lo poderoso, elitista, perezoso, que puede ser el selecto, intrigante y cruel Mundo de la Cultura, siempre moviéndose en círculos planos.
Pero a la vez, llegas al corazón de gente que invierte su talento, su tiempo y entrega su vida a escribir, “soy escritor”, gente llena de energía que te lo da todo y se pone a tu disposición de una forma tan generosa que solo puedes sentir agradecimiento. Hablo de Javier López Menacho, de Marta Sanz, Oscar Solana, Juan Vico, Felipe Zapico, Yeste, De Diego, Zanón o de Sergi Bellver.
Llegó la primera maqueta, eso siempre impresiona, ya ves el libro, es como una ecografía en la que se dibujan las formas abstractas de las primeras semanas de tu hijo.
-Esto ya está
Pero no hay nada todavía, quieres creer que si pero empiezan los momentos de incertidumbre, de espera y ansiedad, y así llega el verano, un verano que este año ha sido de fuego y sudor y con él las vacaciones, agosto, los viajes, las visitas. Me encuentro con Astur y Bellver en Oviedo, con Artigue en Valencia de don Juan, lo que queda de la familia Gorostiaga en Cubillas de los Oteros, intercambiamos opiniones, nos olemos y terminamos por entender que estamos hechos de las mismas células, que en el pulso palpitan las mismas emociones antiguas. Bellver, que es un colaborador nato, empieza a pochar cebolla, pimiento, tomate, suaviza los matices del fuego, trabaja su texto Islandia incluido en Agua dura una obra ambiciosa y a la vez colabora con el texto de otros nómadas.
La editorial Playa de Akaba, pasa por su primer año, un año de fuego con una docena de títulos, siendo NOMADAS el que cierra el año 13 de este siglo. A la labor editorial se suma el de los Talleres y la representación de autores, así como su asesoramiento. A la vez me entero de que soy editor externo  es decir que no me quedo a comer ni a dormir.
Y llega la última semana de septiembre. Tengo que apretar el acelerador y volver a insistir sobre textos que ya debía tener el maquetador , a la vez mi ansiedad me pilla deshojando la margarita, -me quiere, no me quiere, -me quiere, no me quiere. Tengo la mitad del libro y en una semana tengo la restante mitad. El libro está, pero siguen llegando versiones, varias veces corregidas y en estas Sergi Bellver me ofrece su mano derecha que yo ya tenía desde el mes de junio y a la vez me ofrece su mano izquierda y es con esta mano, con la que me pone en una bandeja dos figuritas de porcelana, una vive en Oaxaca y la otra en Nueva York y de la magia salen dos de los mejores textos para Nómadas y con estos textos vuelvo a soñar, tienen tacto, son sensuales, y todos los demás sentidos que quieras añadir, gusto, olfato, oído, vista. Este trabajo es impagable y solo puede salir de su propia actitud vital, las dos son nómadas, las dos viven su vida como se debe vivir, de forma única, valiente y arriesgada y es así como escriben, se llaman Nadia del Pozo y Marina Perezagua.

 

viernes, 26 de julio de 2013

PREFIERO ARDER

Toni Campos

Toni Campos
Presentación en Barcelona. Café Salambó 25/07/2013
Ediciones SBe&BOOKS
Primera edición: julio de 2013.
Diseño de cubierta: Miquel Cruañas

Dedicado a Bibiana


No voy a ir. No conozco de nada a este tipo. Hace calor. Tengo sueño. Hace mucho calor.

No escucho música, no hay ningún ruido en casa, salvo el que viene de la casa de los negros, allí el llanto de un niño que anda entre los dos y los tres años, llora, siempre llora, es su forma de buscar su camino. Estoy tumbado en la cama con todo el aire acondicionado y con todo, el calor se mete por las rendijas y por cada grieta. Me levanto de la cama, me miro al espejo y veo a un tipo que no toma drogas, ni bebe, ni fuma, ni nada, no me afeito y así me meto en la ducha, para salir como un coche viejo de un lavadero de chatarra, fresco, algo más fresco.
El barrio de gracia son dos cuerpos, uno pertenece a la línea roja y el otro a la verde, me como todo el recorrido entre estos dos puntos de anclaje y en el final, salgo a la calle por Fontana. Aquí se concentra el bochorno, palmo a palmo. La gente debilitada por esta ley de fuego lento, se ha posado en escaleras, quicios, sillas, terrazas, balcones, paredes, con la espalda sudada, tanto como la mirada.
-Sergi, ¿dónde andas?
Llego en diez minutos, dice Sergi, pero es mentira tarda exactamente tres cervezas que me sirve una camarera filipina a primera orden, junto a la barra; no hay nada en el Salambó mejor que esta camarera filipina. Dos minutos después del primer trago aparece Toni, de la familia Campos, rodeado de la familia Campos, de las mujeres de la familia, el resto al parecer bebían a mi lado. No cuesta saber quién es quién de todos estos, tienen el mismo corte de cara, de pelo, el mismo tiro de pierna, la misma espalda y una voz suave como la noche. Después veo llegar a Jorge y a Eloy, uno es Carrión y el otro Fernández Porta, dos sabios que no se estorban, suben los peldaños de la escalera sin apenas rozarlos, no se como se hace esto pero ellos si, tampoco conozco ni una sola teoría literaria, ni física, ni matemática, estoy aquí  (igual que en el mundo) porque hay cerveza y no sudo; la depresión del principio ha vuelto a su caja, muy bien doblada como el mantel de la última cena que yo he visto entre las reliquias de la catedral de Coria, pues ahí está mi depresión, la supero fácilmente y a la vez con un esfuerzo ingente, pero esto es otro cantar. Subo a la sala de billares del Salambó. Ahí, en ese pasillo lateral con barra y mesas tropicales de la Indonesia colonial de Ikea, es donde se celebran buena parte de los eventos literarios de este barrio, junto con Pequod no hay otro lugar mejor ni más pequeño, ni con más solera, bien lo sabe Pedro Zarraluki, bien.  Los billares para este evento se han reconvertido en grandes mesas, forradas de papel. Y es cuando llega Sergi, la espera me ha costado tres cervezas y en ese momento como subidos a una ola, llegan todos de golpe y todos por las escaleras del Salambó. Nos saludamos, todo el mundo sonríe, hay niños pequeños, carritos, familias, es way.
-Una cerveza –digo a la camarera rubia de esta zona vip- ¿Carlos una cerveza?

Toni Campos estudió derecho en Barcelona, donde se licenció y se aburrió hasta licenciarse en Humanidades y estudiar su Master en la Pompeu. Del Derecho consiguió cierto método, pero de lo otro, de lo que no sirve absolutamente para nada, sacó muñeca y pulso para escribir. Esa historia se resume en dos palabras, prefiero arder.
-Es una historia de amistad y redención a través de la música –escribe en la solapa del libro-
Aquí ya hay tres palabras más amistad, redención, música.

Si, pero por los cojones ¿no Toni?. Cuando le dijo a su padre que quería ser escritor, su padre le dijo que por los cojones, que estudiara derecho y este le contestó “prefiero arder”. Después se lo pasó bien, pero mientras pasa eso, juegas al futbol, te pinchas a la novia de un amigo, o a la novata de la fiesta, pasa la vida y hay un momento en el que tomas aire en la esquina del cuadrilátero, ese momento es un momento poético muy parecido a la transición hacia la muerte, en el que se te aparece la familia repartiendo carne a la brasa, a tu padre contándote un chiste, tu hermano y su envidia, tu amigo Javi el que te salva,  la novata de la fiesta que es más perra que un San Bernardo, a su hermana que no deja de reírse, mientras la historia de escribir te comprime de tal manera el pecho que crees morir y le oyes al médico de esa soledad, “debería pensar en dejar de fumar”, cuando en realidad el diagnóstico era que debería ponerse a escribir. Durante los siguientes años Toni se puso a escribir, pero cada vez que lo intentaba se le endurecían las muñecas, los dedos, el cuello, eran los años noventa y los años noventa fueron la resaca de los ochenta que dejó un rastro demasiado dulce en la música, algo que aprovecharon los nuevos oídos, para acercarse a grupos grunge, con Nirvana al frente y el jaco. Barcelona de un día para otro, se volvió Seattle y todo el mundo se dejó greñas rubias, barba, y se hizo con la camisa que usaba el padre el fin de semana en el huerto, franela. Solitarios y taciturnos buscando encauzar la inteligencia emocional, redimir los traumas familiares con la amistad de los colegas a través de la música. Y ese cambio siempre es una ruina, una ruina que recordarás siempre, porque eras joven, que es nostálgica, que no deja de ser el mejor momento de tu vida, que deja un reguero de cadáveres que se van olvidando, de amigos, de músicas y con el Master debajo del jersey un día empiezas a escribir de lo que sabes y te va saliendo una historia que es esta, que se apoya en un amplificador, una guitarra y una batería, en unos amigos, en una ciudad, en los restos de la familia que siempre dan para algo,  igual que los Levi’s 501 y las Rayban.
A Barcelona le hacía falta este libro que se presentó ayer,  a Barcelona siempre le va haciendo falta libros que la señalen y la coloquen, se lo pedimos a Marsé y nos escribió Ultimas tardes con Teresa, se lo pedimos a Mendoza y nos regaló La ciudad de los prodigios, a Casavella y nos regaló El triunfo y después pagó con su vida, y ahora la presión le pidió a Toni Campos una novela para Barcelona y este nos ha escrito “Prefiero arder”, que presentaron sus amigos entre ellos Eloy Fernández Porta y rodeándole para que no se refugiara en la esquina más oscura, la familia, y algunos de esa jauría de coyotes sin los que esta novela, ni probablemente su autor, existirían. Después alguien llenó las mesas de billar con platos de tortilla, embutido, queso y nueces, con croquetas recién fritas, pan con tomate y vino a discreción y mi estómago se lleno de amor y de palabras y allí nos encogimos junto a los tacos del billar, mientras el evento literario se iba vaciando a medida que Toni Campos firmaba libros, con esa sonrisa que es marca de la casa y esa calma pacífica del grunge, del Indie pop y de calor africano. Todo duró lo que tenía que durar y yo me devolví al paisaje y a mis pesadillas y caminé despacio las calles, antes de que llegaran las doce. En ese espacio encontré esta canción con la que empieza la novela:  “Gotta find a way, to find a way, when I’m there / Gotta find a way, a better way, I’d better wai”.

Un abrazo a todos los que nos encontramos.

 


lunes, 15 de julio de 2013

LA PERFECCIÓN DEL TIRO





Mathias Enard
verticales de bolsillo 

El criminal ha encontrado su lugar en la guerra, es un tirador de élite que no falla, se ha ganado el respecto de sus vecinos y el escenario son las calles, el frente, ellos, tomar un pueblo, una colina, matar y volver a casa a dar de comer a la madre loca, a dormir en sábanas limpias, a seguir de cerca a los que sienten miedo.
La guerra planteada así es el mayor de los absurdos, se lucha contra los otros tiradores, contra los obuses, los morteros, contra un enemigo al que se saca de las ambulancias para rematarles en el suelo, en un garaje. En esta novela se da rienda suelta a toda la barbarie para volver a casa, a dar de comer a la madre loca, a dormir entre sábanas limpias.
-¿Qué tal el trabajo?
El criminal amparado por su trabajo dispara a trescientos metros, es certero, frío, calculador. La novela comienza así:
Lo más importante es el aliento. La respiración calma y lenta, la paciencia del aliento;”
Nada es tan sublime como un buen disparo, un viejo, un taxista, un grupo de chicas saliendo del colegio, la cara, el pecho, un costado. El personaje principal habla de oficio difícil, va a la guerra como quién va a su trabajo, viene de la guerra y necesita a alguien que cuide de su madre loca, alguien que cocine, que arregle la casa, todo con un único fin dedicarse con mayor precisión, el rigor necesario, el tiempo que haga falta, tardar lo que sea necesario sin que los vecinos tengan que encargarse de nada. Fuera del campo de batalla la víctima se llama Myrna, vive con su tía en la ciudad, es joven y guapa, su padre murió reventado por un obús, demasiado joven, demasiado guapa, demasiado temerosa para vivir en la misma casa atendiendo a la madre enferma y aún así en el barrio murmuran, pero el tirador acalla cualquier comentario tan solo enseñando el fusil, una bala, una pistola, cualquier palabra de más puede significar la muerte, un tiro perfecto en la nuca, en un ojo, Myrna también lo sabe, también teme, sabe que el tipo es peligroso, conoce su maldad,  su mirada y su deseo desde la puerta de la habitación en la que ella duerme, a oscuras, y eso nos gusta, el ambiente de guerra nos agrada, vivimos tan cómodos en nuestras azoteas que nos cuesta poco convertirnos en francotiradores junto con el protagonista, en mirar por su visor, en elegir nuestra víctima, a todos nos gusta que la bestialidad de algunas escenas enormes protagonizadas por su amigo Zak al único al que teme y aprecia, se justifique por motivos de guerra, todos deseamos esa perfección, deseamos que la chica vuelva con él a su casa, a cuidad de su madre loca, que sean felices, sabiendo que ese tipo solo es feliz afinando su cuadro poético, con todos los latidos, con la dificultad de cada tiro, solo así en la tranquilidad de un tejado, en la soledad de esa respiración, del pulso, de la elección de la presa, sólo ahí es feliz, igual que Mathias Enard, igual que yo. Y en esa tragedia conocemos el final.


 

martes, 2 de julio de 2013

ANA PORTNOY

Ana Portnoy

Hoy es martes, 2 de julio de 2013. Esta tarde quedo en Mitte, un bar del ensanche de Barcelona, que es el salón grande de una casa grande, donde los inquilinos han dejado sus libros, el ordenador, la luz de la mesilla, un blog con notas. Mientras espero, la señora de la casa me sirve un café, me entretengo viendo colgar las fotos de una exposición que se está montando en ese mismo instante, es sobre bicicletas y Barcelona, por suerte ninguna de aquellas bicis es Mary Klinsky, que ya es algo. El Mitte es un salón lleno de sofás y lámparas, mosquiteras, espacio para leer y para divagar y allí quedo con Ana Portnoy. Cuando llega viene con una amiga a la que acaba de fotografiar, pero esa amiga se despide allí mismo y nos quedamos los dos, dos amigos de toda la vida, que acaban de encontrarse. Ana es argentina, de un pueblo del suroeste que salió de allí para salvar la vida vía Brasil y Méjico y terminó en Barcelona y es aquí donde ha vivido siempre, desde donde fotografía su universo de personas, casi siempre de personas que dejan huella.
-Me interesan las personas
Yo le digo que me interesan los paisajes, los viajes, contarlo, pero que no me gusta hablar, que no soy buen conversador, que prefiero quedarme en la sombra y mirar, volver a casa con esa caja llena de heridas.
-Yo puedo vivir sin hacer fotos, pero me moriría si no puedo relacionarme con personas
Por suerte, ella es buena conversadora “ponte aquí”, me dice, “ponte aquí” y vamos recorriendo todas las luces y sombras del Mitte, le digo que tengo una cabeza difícil y me sonríe. Después salimos a la calle y le digo que allí en frente hay una tienda de Harley Davidson, nos acercamos pero las Harley me rehúyen como un perro humillado, las intento montar una y otra vez, pero rehúyen, ¡putas motos salvajes! Y tampoco les gustan las fotos, ninguna sale bien, son motos duras y brillantes, por supuesto no se lo digo.
-Tenemos que volver al bar –dice Ana- salen demasiados brillos.
Volvemos al bar y volvemos a buscar la luz ideal para mi cabeza, esa luz que no deja brillos en la frente, ni rastro de brillos. Me enseña las fotos, esta si, esta no y borramos, me pongo las gafas, me las quito, poso, sonrío y al final aparece mi cabeza flotando entre tonos grises y negros.
-Mi padre era ruso, mi madre italiana
-Yo soy de León, -le digo- vine aquí con veintiséis años.
Le cuento mi historia, ella me cuenta la suya. Hemos venido a que me haga un retrato y el retrato ha quedado atrapado en la memoria pixelada de la Canon. Hemos venido a hablar, hace tanto que no nos vemos que Ana y yo tenemos mucho que contarnos y poco tiempo.
-Vivo sola en un piso muy grande
-Estoy retratando a mujeres vascas
-Mira mi página, anaportnoy.com, tengo fotos de todos los escritores.
Y es verdad ahí están todos, todos tienen algo de Ana, ya sea en la calle de la Sal, en el Mitte, sea donde sea, ella ha buscado con paciencia la mirada y mi complicidad, me he relajado y la foto que busca ha salido sola como un gato pequeño de entre las hierbas, allí estoy yo, maullando, igual que el resto de escritores de Barcelona. Pero se que todavía le faltan más por fotografiar, faltan muchos. Espero que un día reúna a mil más, a dos mil y que nos cuelguen a todos de una gran exposición, porque Ana Portnoy es una fotógrafa de estilo, suave, que está ahí, se acerca y te acaricia para que no te asustes, para que te relajes y sueñes un poco más, el salón es grande, el sofá cómodo y fuera, en el establo las Harley del infierno esperan que caiga la luz y se apaguen los brillos.
Me acompaña a la boca del metro y me siento como un adolescente y la veo a ella como una chica despeinada que vuelve a su calle, con sus vecinos, con sus sombras y me quedo con ganas de mirar como se va, pero las escaleras me tragan mientras mi caja de memoria empieza a decirme todas las cosas que me he callado, las que he pensado y las que no. Y me dicen que ya va siendo hora de tener un detalle con Ana, que alguien se acuerde también de ella, de preguntarle como le va y de hacer un café de vez en cuando, de vez en cuando tener un detalle, el mío es este.







martes, 25 de junio de 2013

El cazador de leones

Dedicatoria de Javier Tomeo:
 "Para Elías, muy afectuosamente y deseándole un brillante futuro literario". Javier.
Cadaqués 18.9.92.


miércoles, 19 de junio de 2013

HAMLET MACHINE



La casa está vacía, sin muebles, solo luz y paredes. La casa es un castillo a cuyas bóvedas no llega la luz, el suelo cubierto de arena es fresco, silencioso, aísla del ruido, de las vibraciones. La casa es un edificio medieval, un edificio que aloja carnicería, carbonera, cocina, hospital, biblioteca, comedor, todos llegan allí despacio buscando alojamiento, quizá tu enfermedad se agrave entre esas paredes, quizá te quedes allí atrapado, convaleciente de esa enfermedad sin cura que tu y yo conocemos, pero la mayoría de las veces estas sano, entras y sales con la misma salud.
Primero sale la sombra de Hamlet, se instala muy despacio en un lateral, espera silenciosa que la iluminen y mientras tanto respira, respira, huele la humedad de esos paredones góticos de donde no se escapa nadie, nunca.
El pequeño bailarín entra desnudo y solo al llegar a la escena, al recibir la luz de los focos, se viste los pies con esas zapatillas negras y frágiles, en ese momento la sombra de Hamlet toma vida y ya no se separa de él en todo el acto.
I'M GOOD HAMLET GI'ME A CAUSE FOR GRIEF
 El pequeño bailarín desnudo comienza a interpretar esa vieja existencia, ese rey torturado, y a ti se te eriza la piel, se te dilatan las pupilas, se te abre la carne, la piel de la danza es precisa y siempre repite los mismos compases, frases cortas para tensar el aire.
No hay un amanecer, el esfuerzo inmóvil de la sombra se vuelve contra ella
NO HAY UN PAPEL PARA TI EN TU TRAGEDIA –dice-
Me repugnan tus abrazos, esos velos que continuamente dibujas para mi, yo no soy la madre, ni la esposa, ni la amante, solo la nieve, los labios fríos, azules.
SIEMPRE QUISISTE SER UNA MUJER
NO HAY CONFORT
Ninguna sombra entre el público, asistimos al nacimiento de los gusanos, se pudre el rey y velamos su cuerpo, su herida, no hay un envoltorio, solo las voces de las concubinas, las voces del horror, de la envidia. No existe el maquillaje para un cuerpo desnudo que suda y se golpea, que se excita y respira entrecortado como el amor de dos hombres delirando. La danza aumenta sus latidos mientras la sombra te desafía, grita, lucha, y tu sigues ahí, sentado dentro de esas paredes, enfermo, cada vez más enfermo, envuelto en sudor, esperando un final, esperando que caigan todas las máscaras de esas voces que me acusan en tantos idiomas que ya nadie te puede contestar.
LAS RUINAS DE EUROPA SIEMPRE LAS RUINAS DE EUROPA.




[H]works es el nombre de una serie de trabajos que el coreógrafo y director italiano Moreno Bernardi realiza alrededor de Hamlet, tratando al príncipe como material de palabras, ritmos, estructuras, y considerando el texto como partitura destinada a ser descifrada y que esconde un misterio lingüístico de sonidos, melodías, espacios del alma, que a través del filtro del arte y de la composición nos ofrece otra realidad, otra sensibilidad frente a cuestiones, artísticas y no solo, contemporáneas.

R A D I O H A M L E T
composición para 4 voces en 3 movimientos
de Moreno Bernardi 

dirección/iluminación Moreno Bernardi
palabras William Shakespeare [Hamlet]
composición Moreno Bernardi
asistente Mònica Portillo
interpretes Moreno Bernardi, Jaume Madaula Izquierdo, Ilona Muñoz Rizzo, Mònica Portillo
diseñador de sonido Roger Rios
asesor de sonido Aleix Soler Castañe
idiomas italiano inglés alemán francés catalán portugués
duración 35’
producción MEp
apoyo CA I. mb.

Festival Shakespeare Barcelona 2013.

 http://morenobernardi


jueves, 23 de mayo de 2013

EUROVISION



  Foto: AFP PHOTO / THE SUN

Hay un hombre tendido en la calle. El tráfico se ha detenido, algunos curiosos vigilan de lejos. Un hombre negro con las manos teñidas de sangre explica lo que ocurre, en una mano lleva un cuchillo y un machete de carnicero, con la otra igual de ensangrentada gesticula de forma muy elegante. Un colega suyo, merodea tras un coche y junto al cadáver tendido en la calle, lleva una sudadera con la gorra tapándole la cabeza. El coche parece que ha sufrido algún tipo de accidente, está subido en la acera con el capó abollado, del fondo del motor mana un hilo de aceite que corre por la acera y baja a la calle, es una mancha oscura. El hombre del cuchillo termina sus explicaciones con  un “ojo por ojo y diente por diente”, con esa referencia, entramos en otro tiempo, una época arcaica en la que las explicaciones eran así, “el que la hace la paga”, y esos asertos se convirtieron en leyes. Desde hace décadas, alguien volvió a sacar esas leyes de aquellos libros que parecían polvorientos y ese alguien las puso de nuevo en circulación. El hombre que yace muerto, es un soldado del ejercito inglés, uno de los ejércitos más poderosos del planeta, pero no ha podido evitarlo, uno de estos dos tipos le ha cortado la yugular y ha muerto desangrado en pocos minutos, esa es una forma salvaje de morir en Londres. El tipo que grava las explicaciones es un aficionado con una cámara que pasaba por allí, no hace preguntas, mantiene el tipo y consigue que no le flaqueen las fuerzas, no le tiembla la imagen, no es periodista en una zona de guerra, su conocimiento técnico de las grabaciones, se limita a tomas caseras, quizá practica mientras sus hijos juegan, en una excursión durante el fin de semana, hoy esa excursión se ha convertido en una primicia mundial. Después ya no hay más grabación, el horror se fue metiendo en el cuello de este hombre, fue bajando hasta la boca del estómago hasta que ya no pudo más y se alejó horrorizado de estos hombres. Lo siguiente en esta liga de imágenes, es la final del concurso, el premio final. El concurso de Eurovisión lo ha ganado una cantante que representa a Dinamarca. Hoy la guerra santa en una barriada del sur de Londres, lo han ganado dos senegaleses con un par de cuchillos bien afilados que a ojos de los europeos es a la guerra santa del Islam más radical contra el mundo y no se cansan de repetirlo, contra nuestro estilo de vida. En esa rueda de prensa, sin que apenas le tiemble la voz, ese hombre con las manos ensangrentadas y algo pegajosas, un tipo por lo demás elegante, vestido de forma informal, que no presenta síntomas de angustia, ni pobreza o abandono, que es muy joven, quizá tan joven como el soldado que yace a unos metros, nos deja sin palabras, sin sonrisa, como si fuera parte de una película, de un concurso, de una canción del gueto. No tienen miedo, no huyen como los hermanos de la bomba en Boston, la policía no va a tardar mucho en llegar, ellos lo saben y permanecen rumiando esa ruina del ojo por ojo, del diente por diente, sin soltar los cuchillos. En Eurovisión España quedó penúltima con su canción, pero la banda dice que aprendió mucho, que lo pasaron bien, no tenían fuerzas para huir y poco más dijeron, y ya todo el mundo lo ha olvidado. Anoche, mientras veía a estos dos personajes invocando a Allah el más grande y justificar en su nombre esta locura, mientras veía esos largos minutos al hombre muerto sin que nadie se acercara a auxiliarlo, mientras me preguntaba en que parte de su cabeza el miedo había desaparecido, la falta de remordimiento les impedía huir y que parte es esta de las sagradas escrituras que no está escrita, en la que un hombre puede matar a otro sin necesidad de huir, pero si de explicarlo públicamente y esperar su muerte de forma resignada, igual que se espera para entrar a un concierto o un partido de football. Solo les faltó bromear entre ellos, pero tan solo esperaban, esperaban y la policía no llegaba, nadie llegaba, el tiempo se detuvo durante unos minutos. En la siguiente y última imagen, los dos asesinos yacen abatidos en el suelo, rodeados de equipos que intentan estabilizarlos. Si no están muertos les espera un acto de contrición bajo vigilancia, los investigadores construirán una ficción con sus declaraciones, que serán convincentes, no volveremos a saber nada más, nunca más se les volverá a ver, la contra réplica vendrá en forma de funeral y muchas flores, todo el mundo hablará a la vez, pero entonces con la misma falta de dolor, se pasará la página, para ver quién ha ganado la última final de football, de tenis, de ciclismo. Mirando todo esto, tan reciente y mirando a mi alrededor desconecto las imágenes y los sonidos y solo quiero salir de aquí, no ser ni pertenecer a ninguna religión, a ningún estado, no tener que reverenciar ninguna bandera, no tararear ningún himno, no escuchar canciones pueriles en ningún festival de Eurovisión, estar solo, poder estar solo y aprender a rezar de una vez.


lunes, 6 de mayo de 2013

DIETARIOS







PRIMERA PERSONA

            Esta fiesta la organizaron Kiko Amat y Miki Otero. En este par de días le han dado valor al teatro del  CCCB que es una sala polivalente, sirve para muchas cosas y está en todo lo alto después de subir unas escaleras mecánicas, seña de identidad del CCCB, largas escaleras mecánicas al cielo Miki y Kiko, Kiko y Miki.
El festival se llama Primera Persona y se ha llenado de música pop, monólogos tragicómicos, teatro y narrativa, todo una bandeja del McDonald’s. De todo lo que se anuncia en el Festival, sólo he podido asistir al apartado denominado Dietaris: La vida no tan secreta de Ainhoa Rebolledo, Isabel Sucunza, Patxi Irurzun, Federico Montalbán y Manuel Jabois, al breve homenaje por parte de Robert Juan-Cantavella y Laura Fernández a Curtis Garland, seudónimo de Juan Gallardo Muñoz, un prolífico novelista de lo que hoy se denomina literatura Pulp y por último al diálogo entre Junot Díaz e Iván de la Nuez.
El año pasado este mismo equipo trajo hasta Barcelona a Dan Fante al que vimos en Heliogabal, un bar de Gracia. Allí no faltaba nadie ni había que pagar entrada, (en el de ahora ya te tienes que currar la invitación, sino quieres pasar por taquilla) pero a cambio en el Heliogabal no tienen escaleras mecánicas, eso si, te podías tomar una cerveza, así que estamos más o menos empates.
Ainhoa Rebolledo (a la que conozco y leo) tiene una cicatriz de treinta centímetros alrededor de su cabeza que la recorre de forma circular como un trenecillo, una y otra vez, una cicatriz que nunca se cura pero nunca se agrava. Salió al escenario como si la hubieran empujado, vestida con una camiseta en la que se leía algo: “I love Barcelona”(en la crónica de su vida, siempre ronda ese comentario, de forma circular). El “I love BCN” a mi me suena a disculpa, o peor una forma de ganarse al público que en ese momento sólo oía por los altavoces la respiración entrecortada de Ainhoa, una respiración algo nerviosa y se agobió. Para quitarse el agobio, se quitó la camiseta y apareció un vestido negro de llorzas y volvió a circular la cicatriz circular, una especie de monólogo bastante turbio: “yo escribí este libro (se refiere a Mari Klinski) y lo publicó Honolulu Books… y yo quería haber firmado un contrato… y empezó a liarse con lo de la bicicleta y los 5000 libros o los 500, jimió de sus amigas, “-Hay hola” de su novio que estaba allí ahora con su nueva pareja, hasta que apareció gritando de entre el público Didac Alcaraz, con una escena entre cafre y cállate ya pesada, con un chiste que no se entendió y con una Ainhoa que no sabía qué hacer, si reir o llorar, mientras que la cicatriz circular ya subía y bajaba por todo su cuerpo y desaparecían del escenario para ir directamente al catering a sufrir, mientras las amigas no sabían si ir a abrazarla o llorar y el que fue su novio, atado a otra novia, espiraba como si aquel hubiera sido un último aliento.
-¿De la que nos hemos librado, no? –dijo ella con cierta maldad­­- a lo que el contestó de nuevo suspirando.


Eso fue lo peor de todo, o lo mejor de todo, según las distintas lecturas de las escaleras mecánicas. Cada uno de los demás “dietaris”, empezaron a bajar sus propias escaleras mecánicas y empezaron. Isabel Sucunza, a la que no conozco, ni he leído, se puso detrás de un mostrador y en la pantalla plantaron una tienda de ropa porque iba a hablar de su experiencia como vendedora en una tienda de ropa, donde las camisas se suicidaban. Lo peor de este “dietari” es que nadie se dio cuenta de cuando empezó y lo mejor que nadie se dio cuenta de cuando terminó. Patxi Irurzun (al que sí conozco y leo) salió como le habían dicho y ocupó el puesto que le dijeron y desde allí, directamente se puso a leer de su dietario “Dios nunca reza”. Se le notó que no es un hombre de andar en estos circos porque antes de empezar ya quería haber terminado. “Dios nunca reza”, es una crónica que comienza con una mudanza de domicilio y termina con el despido del trabajo, es un libro cruel y tierno y leyó de ese yo y de esa primera persona, con los mismos nervios y el mismo desconcierto de los demás, mientras en la pantalla proyectaban cajas simulando esa mudanza, todo un poco forzado y rígido, que es lo que pasa cuando quieres meter un frigorífico en la caja de una lavadora, que no hay forma de disimular. Federico Montalbán, al que no conozco ni he leído, salió al escenario acompañado de un ratón y de mucha moral, intentó un monólogo entre el ratón y él, el ratón no movió una ceja, ni tocó la guitarra, no cayó en ninguna trampa, no se movió y no dejó de mirarme fijamente, como se mira cuando quieres intimidar o impresionar, lo que no consiguió, el monólogo no sé de qué iba, no me hizo ni puta gracia y no se ni siquiera que imagen pusieron en la pantalla, pero la gente por lo menos se dio cuenta de que en el escenario había alguien que quería decir algo; y para finalizar apareció Manuel Jabois, a quien no conozco, pero he leído. Sin dudarlo se tumbó sobre una toalla, junto a unos cubos de los que usan los niños para jugar en la playa y con los que ninguno de los anteriores dietaris, milagrósamente tropezó y se puso a contar una de esas historias de chicos, ligues y borracheras que terminan en la playa, contada, sin proponérselo, de forma juvenil, amena y simpática, es decir sin forzar la máquina, sin cicatrices circulares, sin falsedad y ese final de fiesta fue de agradecer, incluso se agradeció el bailecito que se marcó para salir de escena, no obstante salió de allí como un ahorcado al que momentáneamente le acaban de conmutar la pena, cabizbajo y tropezando con los cubos y las palitas de la playa. No se supo más de él, ni de los demás que eran engullidos por la habitación del pánico, con abundante catering para pasar el trago; y es que si alguno tenía esperanza de enganchar lectores, que no vuelvan a subirse a un escenario, ni meterse en un teatrillo de títeres, porque aparte de que se ven los hilos, el resultado es el final de curso de una escuela de niños, con padres en proceso de divorcio, pero obstinados en disimular felicidad.


Sin embargo el homenaje a Curtis Garland, presentado por Miki Otero, (bonito conjunto de traje y botín) y la intervención de Laura Fernández y Cantavella, fue puro, interpretaron un diálogo del autor, con un fondo de títulos y libros que resultó agradable y sirvió para quitar los restos de tiza de la pizarra anterior. 


Poco a poco ese Teatro del CCCB se fue llenando, con esas quinientas localidades o cinco mil, (versus Ainhoa), sin contrato ni nada, pero con la aparición siempre agradecida de Claudio López. Me chifla este tipo, es el puto jefe, lo sabe y lo saben todos y cada vez que lo veo en uno de estos lugares, me entretengo con él y sus movimientos, los saludos y las breves conversaciones. El resto de la gente también lo sabe, porque todos esos 500 o 5000 pertenecen al gran mundo de la literatura y sus amigos y novios y conocen al Jefe y el Puto Jefe lo sabe y también sabe quien se va a sentar en los dos taburetes, Junot Díaz e Iván de la Nuez. Sin duda es junto con Donald Ray Pollock el plato fuerte del día. Junot Díaz es un tipo torturado y a la vez consagrado ganador del Premio Pulitzer 2008, con la novela La maravillosa vida breve de Oscar Wao (Mondadori).  Este tipo al que no conozco ni he leído, pero leeré, es caribeño de Santo Domingo y en unos minutos nos puso al día de su mamá, de su papá, del dictador Trujillo, del Caribe, de ese caribe que admira machos y hembras, de políticos viejos y jóvenes héroes, emigrantes y miserias. Nos puso al día y debe ser así en un caribeño, con ese desparpajo del que usa el castellano como segunda lengua impregnada de nerds y nerds, y que usa el inglés para escribir. Iván de la Nuez, ayudó en la tarea, una tarea llena de complicidades y aciertos. Supongo que es así como los demás intentamos aprender algo de esas complicidades, algo de algo.




Nota:
(Hubo un error, no era Carlo Padial, es Didac Alcaraz, como ya se rectifica)

jueves, 25 de abril de 2013

SOCOTRA



Socotra, la isla de los genios
Ediciones Atalanta S.L.
Dirección y diseño Jacobo Siruela





No es un libro de viajes, es el viaje en si mismo. Publicado por Atalanta, Jordi Esteva se convierte en la arena y el viento, en las dunas y las playas, en los acantilados, en el observador que no solo espera, compara y nos acerca el pasado al futuro. Es un escritor de los de antes, de los de toda la vida, como el gallego era afilador y el castellano labrador, un paisano que te acoge y te cuenta y te sostiene el cielo encima de tu estúpida cabeza y te va marcando las distancias que recorre y ves que la vida y los viajes y el camino es largo y de repente te has metido en un paisaje deshabitado con cincuenta años en la mochila y una vez allí, lo mejor es cruzar las piernas, tomar el te y escuchar a los demás viajeros, comerciantes, pastores, porque la vida consiste en aprender a esperar, aunque a veces esa espera pase a una velocidad vertiginosa.
Por esos caminos ahora me tropiezo con Jordi Esteva.

Jordi Esteva es un tipo grande, esculpido en una sola pieza, no usa pañuelo de cuello, ni collares, solo le cuelgan al pecho dos pares de lentes, la vista se va cansando y al final es la cabeza la que termina por mandarle mensajes a los ojos, esa fragilidad de la cabeza en la que se mezclan todas las sales, el éxtasis, los olores, el dolor, ese camino de arrieros y de ecos, es el que entra en casa. Esteva escribe.

En este libro, que no solo es de viajes, Jordi se reencuentra con su pasado y esa marea le devuelve restos de memoria. Con todo eso te prepara una sopa de vísceras de cabra, en la que se mezcla el árabe, el socorrí, los paisajes, la singularidad de las plantas, de sus olores, la singularidad de las pequeñas vacas, los bosquecillos,  los árboles de la sangre,  los pájaros, los buitres egipcios, la hospitalidad y el recelo y en esa sopa que uno a veces no se atreve a probar, también aparecen fantasmas de otros viajes, recuerdos del padre que se transfigura en todos esos hombres serenos y fuertes,  “el hombre de fuego”,  temperamento y determinación de llegar a ese lugar mítico del que hablaban los griegos, los árabes del mar, los mercaderes, los egipcios, en busca del incienso, mirra, ámbar gris, llegar no sin dificultad desde Mukala en Yemen tras intentarlo por barco desde el puerto de Adén y una vez allí, recorrer hasta los picachos más inaccesibles para interrogar a la montaña, él solo y a la vez rodeado de toda esa corte de camelleros, comerciantes, campesinos, pastores, historias de diablos, brujas, yins benéficos, los habitantes de una isla del tamaño de Mallorca, en la que todos se conocen o conocen la tribu de la que proceden, en la que los sucesos corren de boca en boca. Y todo empezó así:

“Algunas noches, cuando el sueño tardaba en acudir, hacía girar la bola del mundo y la detenía con un dedo. Una madrugada, la paré en un punto minúsculo entre África y Arabia. La isla de Socotra.”

Esa pasión de niño por la aventura, por los pequeños descubrimientos, es algo que en unos muere o se achicharra en cualquier verano mientras creces y en otros empieza a formar parte de tu vida. Hay escritores de viajes que crean el mundo alrededor de una región, un río, un camino, una ciudad, hay escritores de viajes como Conrad que necesitan adentrarse en los lugares más oscuros de la tierra, beber de esa sangre, contarlo. Hay pulsiones que te hacen buscar parientes en otros continentes, o simplemente te encomiendas a una chica a la que quieres sorprender, una huida en la que sabes que perderás, porque inexorablemente vas a volver y vas a volver para no ser ya de ninguna parte. De esa maldita curiosidad del niño, de esa que no se apaga a medida que creces, de eso, la culpa la tienen viajes y viajeros que siempre comienzan con Julio Verne y terminan con Melville, Stevenson, London, Richard Burton y ahora también con Jordi Esteva.
Jordi Esteva además, transmite ese saber estar, esa calma y un tono de reflexión que solo consiguen algunos hombres en una edad, es un tipo de una discreción exquisita y eso lo extiende ya a una forma de vida. Además de escribir, grava cada viaje, edita y fotografía. Ahora expone esas fotografías en Alcalá de Henares y en este libro Socotra, la isla de los genios, salen algunas de ellas. Vendrán otros recorridos, me acercaré a “Retorno al país de las almas” o “El espíritu de la pantera”, en la que ahora trabaja y estoy seguro que de esos libros y sus películas saldrán islas y misterios, para seguir viajando y contarlo antes de que la memoria se oscurezca y desaparezcan para siempre, igual que lo hicieran el ave Fénix o el ave Roc.



  

viernes, 19 de abril de 2013

YO, PRECARIO. La presentación



Javier López Menacho
Librería Alibri. Barcelona. 18.04.13
Los libros del lince




En el mes de abril, todos los libreros andan abriendo cajas de cartón. De esas cajas a veces sale un bolígrafo de promoción, una chocolatina, un tetra bric de leche y cacao, a veces deberían salir hasta libros, camadas de libros para consumir, para vender a cientos en los puestos de las Ramblas, en las aceras, en todo ese gran espacio urbano que se convierte en librería, mientras las librerías se convierten en restaurantes, burguers, hackers clubs, lugares de recreo para jubilados, traductores, guardias jurado, músicos, novelistas, cualquiera de las especies humanas de la jungla … y hoy en la caja de los Libros del Lince, apareció una chocolatina mordida, con sonrisa, pies y brazos de goma, una promoción literaria con cubierta de Miguel Brieva.

EL LAZARILLO DE TORMES

Todas las motos y todos los coches bajan por Balmes y se paran en el semáforo junto a la librería Alibri. Salvo para turistas, Balmes no es una calle peatonal, es una pista rápida por la que se gana el pulso a la ciudad. La librería Alibri sin embargo es totalmente peatonal, con una cuarta pared en la que se gravan los discursos de los libros, cuando se habla de libros. El aforo limitado de este espacio se extiende hasta la misma acera de la calle Balmes y  hasta las primeras islas de libros de la librería. Hoy en ese espacio, se celebra el día de Javier López Menacho, de quién ya hablé en este Blog en una entrada titulada “MENACHO”.
Javi, acaba de volver de Jerez, su tierra y su casa. Es allí donde se ha abierto la primera caja de libros y viene de la gira que la editorial le ha programado a Norte, Sur, Este y Oeste del país, es decir a todos los vientos y ahora toca Barcelona que es como jugar en casa, aquí junto a Jorge Carrión que acaba de llegar de viaje, acaba de recibir un premio y va a publicar libro y que por todo eso sonríe durante unas décimas de segundo y comparte corrillo, con unos y con otros durante unas décimas más, hasta que sienta cátedra y se sienta, es la hora. Es la hora y todos están en su puesto, menos el editor Enrique Murillo que en un acto de desobediencia civil, coge el micrófono y presenta el acto de pie, a camisa amarilla y más amarilla aún cuando los focos cenitales detectan actividad. Se le ve contento, todo el mundo comenta de Murillo que tiene “contactos”, es lo que se denomina un editor de raza y aquí en Barcelona, eso se respeta tanto como el modernismo.
-Bendito seas Enrique
Y Enrique hoy tiene otro hijo más para su editorial. Sentado a la diestra del padre, Javi atiende y mira por encima, por debajo y desde dentro de sus gafas y en ese sueño, sabe que es un buen hijo, que es trabajador, obediente, disciplinado, amigo de sus amigos y que está en el buen camino.

A Javier no le han dado ningún premio, todavía, y le han dado el premio más grande, su primer libro, ese que no olvidará nunca.

Pero las cosas no se hacen solas ni por pura suerte y eso lo saben todos, Carrión, Menacho y Murillo. Las cosas van acompañadas de mucho trabajo, aprendizaje, de mezclarse con otros que tienen intereses mutuos, de debatir, intuir, interpretar, esa es la formación continua de un escritor, llegar a casa cansado y escribir, llegar a casa triste e ironizar, llegar a casa dolido, quitarse las gasas de las heridas y escribir, leer y escribir, aprovechar cada instante frente a Carrión, escuchar a Wilmar, a Gámez, a Sergi de Diego, a Laureano Debat o a Maribel Ruiz y volver a casa para hablar horas y horas con sus amigos de Jerez junto a la playa y escribir ocultando el talento y la sensibilidad, ocultando el dolor, la ira, la rabia, la injusticia, el compañerismo y eso son muchas horas de trabajo.
“Es un libro que solo puede escribir Javi” ,dice Carrión­, y todo el mundo mira a Javier que aguanta las miradas y Javier mira de vez en cuando a Carrión que no repara en gastos, que no se pasa  un milímetro de la raya, nunca, y que mide el tiempo en milésimas de segundo, porque cada mínima parte cuenta, lo sabe Jorge que también fue precario para pagarse la vida y que desarrolla una energía inmensa que va distribuyendo, a cada uno los suyo y en frases precisas, llenas de palabras que pesan y es cuando suelta lo del Lazarillo de Tormes y es cuando todo el mundo en un estímulo vestibular, gira en  un milímetro de tímpano todos los huesos del oído, y en el espacio que ocupa ese milímetro, oigo claramente el ruido que hizo el universo cuando se formó:
- El Lazarillo de Tormes del siglo ­ XXI, es Yo, precario.


Yo, precario, es un título que no le gusta mucho a nadie, “Te van a llamar el Precario”, pero es un buen título porque el contenido te va ganando suavemente. Y es en los corrillos de después, donde se hace la crítica
-Tiene recorrido
Alguien dice eso, y eso quiere decir que cuando pase esta crisis, el libro seguirá vivo y será una referencia histórica; yo lo creo. Las historias que cuenta salen de la más pura vida, esa en la que no hay rencor cuando lo fácil hubiera sido cargar contra todos, incluido dios, la virgen y los santos del cielo, todos los demonios, bancos y banqueros, los suicidas, incluso los precarios compañeros de trabajo, pero no, por eso la huella que deja su lectura durará más, lo comentarás con los amigos, le sacarás alguna chispa de humor, algún chascarrillo, y mientras la poesía que lo empapa, se te va a colar dentro de la camiseta, y serás temeroso de dios, temeroso de verte metido alguna vez, en una cualquiera de esas situaciones que se describen, temeroso de dios y de los hombres, igual que lo era el Lazarillo en su continuo deambular, buscando lo suficiente para no morir de hambre o descalabrado. La diferencia entre las épocas reside en la igual precariedad. Si quitas los adornos y la tecnología, solo queda la España más básica, la del killo, la del nen, la del pícaro, la supervivencia, la de buscar amo que no te humille, ni maltrate, ese amo que a veces es tu propio compañero de penurias, de burlas y salir del círculo, huir, rodeado de la más absoluta soledad.

Hay gente que paga por asistir a las clases de Jorge Carrión, yo lo haría con gusto, pero con Carrión se aprende igual en las presentaciones, charlas, conferencias que se van organizando o que él mismo promueve, con sus textos, su blog, sus artículos que en un aula de la UPF y hoy está aquí para dar una nueva clase. Todos los escultores del renacimiento quisieron ser dios y de inmensas moles de mármol, sacaron cuerpos preciosos, pero no pudieron insuflar vida. Hoy he visto a un Carrión dios, mostrando el nacimiento de una nueva criatura, un escritor, su balbuceo, sus lloros, la personalidad contestataria, el crecimiento, el desarrollo, fui testigo de cómo todo el mundo seguía ese rastro y de la sonrisa protectora del editor, de los compañeros de generación, que también crecieron y mamaron de los mismos pechos una leche muy nutritiva y a la vez adictiva, que han escrito y publicado. He visto a Javier López Menacho posando para todos nosotros, sin máscaras, con su camisa de cuadros. Mirando a un lado y a otro, ha cruzado la meta y en el último minuto ha conseguido no emocionarse.
Javi, cerró el acto con esta frase:
-Ahora ya sé, que lo que haré el resto de mi vida, será escribir.

Te deseo toda la suerte del mundo amigo, de todos, es el oficio más duro. Los que hoy te acompañaron también lo saben.


sábado, 6 de abril de 2013

DISOCIADOS



El Angel
Karmelo C. Iribarren
Roger Wolfe
David González

Este es un libro macizo formado por el cadáver de un poeta y tres muertos más. El cadáver poeta es El Angel, los tres muertos en vida son Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe y David González. Todas las demás opiniones son aspavientos y volteretas. Acompañando a este réquiem, celebran a capela Gsús Bonilla y José Ángel Barrueco. Todos ellos forman una poética libre e independiente. Yo es ahí donde quiero estar, pero con el hígado fuerte, los pulmones sin esporas, el estómago entero, sin fisuras en los huesos, ni en la piel, ni en las arterias y es que la vida a veces aprieta mucho muchacho y vosotros lo sabéis.
El territorio en el que se enmarca la edición, lo forma ese medio camino (totalmente edificado) entre Vallekas, Lavapiés y Malasaña. Allí no hay ayuntamiento solo vecinos, y todo lo que encuentras y la gente con la que te cruzas son notas de poesía en un pentagrama de negras, blancas, corcheas, fusas, semifusas y todas esas notas alternativas, de ritmo, espacio y tiempo. Ese ritmo te explota nada más ver la cara de El Angel (foto de Alberto García-Alix).  A este chico le han tatuado con tres adjetivos que son: marginal, apasionado y proscrito y ahora solo queda Ana Curra para defenderlo y su poesía Los planos de la demolición, un título que en si mismo seduce por todo lo que se ha construido desde esos años ochenta, tanto a ladrillo como a novela, tanto a música como a películas y cine. Los planos de la demolición, son los planos que cualquier persona con un tatuaje debe saber leer y desde luego el tatuaje no hace falta que esté en la piel.

Todos los demás somos supervivientes en esta larga noche de Zombies y premios literarios, tertulias de Facebook y sueños incumplidos, rodeando la marabunta, un torbellino de poetas y mercaderes envuelve todos estos caminos inclasificables.
Todos los que hay aquí reunidos, que son todavía más y que deberán salir en próximas ediciones (hasta que la ruina editorial impida habitar el edificio) dejaron el casete encendido y sin darse cuenta se fue gravando letra a letra, toda la sangre del mundo, las gargantas, las caladas de los cigarrillos, las chutas, los chupitos, las tardes de siesta, la ruina. Es el réquiem de todos ellos, de los que vamos detrás, de todos nosotros, de los que nos saltamos algunas clases, de lo que nos ofrecieron y no quisimos.
Disociados no es un libro inofensivo, los autores que lo firman, el editor, todos los que escriben aquí su nombre, no son hermanitas de la caridad, se han dejado jirones de piel y pelo, fotos, recuerdos, venas y muchos amigos.
 

David González, escribe duro cuando sus recuerdos llegan de los maderos, de la cárcel, de Maika y su boca sin dientes. En pie de guerra, David elige para sus poemas el pelo largo, elige esa parte de perdedores en la que ya estamos todos y escribe para darte dignidad y quitar el orgullo, piel de serpiente, botas de serpiente, siempre mudando la piel, para crecer.
El Angel dejó a su muerte la leyenda, la movida, algunas fotos, alguna chica, Ana Curra, una banda de rock&roll “Tuve dinero y lo gasté a manos llenas” “tuve presente y futuro” “Tuve todo y lo perdí todo” y algunos amigos que si alguna vez lloraron no volverían a llorar más, esa interpretación es la de David González:
My Generation:
Rellena esquelas/como crucigramas:/ y cuando en los entierros/  o en los funerales diluvia/ my generation/ se pone gafas de sol: espejos: negros: así nadie nota/ que no ha derramado/ una triste lágrima:/
El Angel se recupera ahora bebiendo cervezas en Lavapiés, con un homenaje in memoriam.

Karmelo C Iribarren es uno de esos tipos que se queda triste después de una sonrisa y después las sonrisas se van espaciando, se disocian de la realidad. Karmelo es un poeta que se asoma al balcón antes de pisar la calle, que se ensimisma y contempla, porque en poesía la contemplación es el eje por el que gira una y mil veces el mundo. Aquí te vas a encontrar un recorrido de poemas desde el año 1993 hasta el 2012, una selección personal que representa a una raza de escritor que ha llegado al mar y se encuentra solo y a la vez otro hombre que se encuentra solo, a unos metros ve y reconoce esa soledad y esas pulsaciones y reconocimientos se van contagiando por las calles, los bares, la pareja, el teléfono, frente a la televisión, bajo un paraguas y un taxi: “Ésa es la diferencia:/ los taxis son como ciertos amigos,/ nunca están cuando más los necesitas./ Los paraguas, en cambio, mueren por ti.
Con Karmelo C Iribarren notas una orfandad apocalíptica, atraviesas la noche una y otra vez y te regala un par de versos como estos
“Es como si tuviese todo/ lo que nunca quise”
 
Roger Wolfe
Me gusta un poema que se titula ODIO, te lo presenta como dedicatoria Céline y dice: “Me faltan algunos odios todavía. Estoy seguro de que existen”. A continuación Wolfe describe cinco páginas de odios, con los que Céline y tu, estáis de acuerdo: “El odio son las cosas que te gustaría hacer con el locutor deportivo de la radio del vecino esos domingos por la tarde.” Todos esos odios que leo que Céline conoce que algunos nos faltan, se van acumulando en la vida de todos nosotros desde que sales de casa hasta que vuelves y a veces sin necesidad de salir de casa, son esos odios los causantes de que un tipo mate a su mujer, de que alguien se líe a tiros en un colegio, en un supermercado, en plena calle, son esos los odios que te van haciendo adulto, que te van quitando la sonrisa, que vuelve histéricas a las cajeras, a las peluqueras, a los tipos de la Seguridad Social, a todos esos policías anti disturbios que te vigilan y aporrean, mientras cobran sueldos del presupuesto general. Y de la misma manera te explica Wolfe qué es la poesía, las palabras y lo que espera
Las amarras
Lo único/que de verdad voy a sentir/cuando me muera/es no poder fumar./Por lo demás, / puedes soltar amarras,/ Caronte/cuando quieras.

Cada uno de estos poetas usa palabras de distinta espesura, cada uno te vuelca emociones de distinto pelaje y todos tratan de enterrarte, de levantarle el velo al paisaje que todos ven, para curiosear en esa otra estancia que hay detrás.

Mil gracias a José Ángel Barrueco (JAB) que se acuerda de mi y me proporcionó  un ejemplar de la antilogia Disociados, editado por Ya lo dijo Casimiro Parker y una portada gráfica de Chillida que es como esperar a que desaparezca tu sombra, cuando te vas. 

viernes, 5 de abril de 2013

EL LUMINOSO REGALO






MANUEL VILAS
Alfaguara
Presentación en Barcelona
Atril de La Central. 4.4.13. 19:30 horas

El Luminoso regalo está dedicado a Jesucristo. Al amor.
Punto 4 del Decálogo de Víctor Dilan


La historia, un psicoanálisis continuo, a veces te la cuenta Víctor y ten en cuenta una cosa amigo y tenla en cuenta desde el principio, aunque Víctor parece un colega legal y buen compañero de barra, no te puedes fiar de él, de la misma manera que no te puedes fiar de una rubia. Son cosas que aprendes por el camino a base de joderte el hígado y que ahora te resume este tipo llamado Manuel Vilas en esta novela.
El luminoso regalo, es una historia de tíos, y las historias de tíos, para tíos, son siempre sobre tías, tías y sexo y todas las fases del amor, del desamor, tías son esas chicas que imaginamos en esas noches de cansancio y bares, a las que idolatras, con las que quieres y no puedes o que no existen, que solo habitan un pequeño espacio en tu puta cabeza enferma.
-En esta novela, la moral la pone cada lector –dice Vilas-

Ester, es esa chica angelical con la que sueñan todos los salidos de la tierra, la representación del mal desde la expulsión del paraíso, la mujer devoradora de hombres, la que no debe tener hijos, la que debe estar fuera de la familia, la que roba maridos a las otras mujeres, esa que no te niega nada, que te mira a los ojos, que se queda con tu puta alma, con tu energía y no te da nada a cambio. En esas noches de hotel, en esas noches de bar, a tu lado en el Ave, en el Intercontinental Air Lines, la cubana del malecón, la prostituta a la que no sostienes la mirada, esa chica exuberante de Manara. Esa es Ester, pero Ester no tiene cara.
Víctor es guapo, es alto, es escritor,
-Intenté que fuera un político del PSOE –dice Vilas- pero los políticos de este país, ya sabéis como son, no daba la talla.
Víctor Dilan está casado en santo matrimonio y tiene una hija y muchas amantes, es una construcción de hombre fatal que seduce de forma animal y atrae de forma demoníaca, con una energía que rompe la voluntad de las chicas, de cualquier chica y se topa con Ester: , “nos cazamos sin piedad, como bestias. Bestias éramos los dos. Iguales éramos. Igual de malignos los dos.

Manuel Vilas es un macho Alfa de esta manada de escritores que no anda muy sobrada de machos Alfa. Se orina a la entrada de La Central, se orina subiendo las escaleras, marca el territorio en el ángulo de la mesa de forma leve, con el simple roce de la piel de los pantalones, dibuja el tacón de sus botas en el entarimado de la librería. Manuel Vilas es un semental y marca el territorio como un león, como un tigre, como un carnero y manda. Eso, a Dios y a  Alfaguara les da seguridad y a Vilas dinero, hoteles y mujeres y ahora, amigos a quienes contarles esto. Hoy el Atril está hasta la bandera, tanto de jóvenes como viejos machos destronados en otras berreas, jóvenes hembras de mirada y apetito voraz, mujeres de cierta edad poniendo ojillos, todas bulbeando como yeguas en celo. Vilas nos mira y disimula desde esa terrible seguridad que le da el haber marcado el territorio, con la seguridad de que nadie se va a llevar a ninguna hembra y eso que el joven macho Corominas andaba por allí rodeado de jóvenes leones sin manada, triscando cerveza. El macho Vilas ventea con las aletas de la nariz, atiende y muge tenso como un toro, aunque también esto lo disimula. A la media hora el olor a almizcle de buey llega a la puerta de la calle Mallorca, donde en la bodega de la librería convertida en majada, tampoco cabe nadie más. Todas ellas (en apariencia lectoras) se encuentran porcinamente sofocadas, con los morros grasientos y en las morenas el bigote que creían transparente, se ha vuelto duro, hirsuto y napolitano.

-No entiendo nada, tu –dice una veterana y sofocada dependienta- quina cantidat de gen.

A medida que avanzas sobre el libro, te das cuenta de que esta historia disimulada con exageraciones, marca de la casa, va a terminar mal, la intensidad del drama, la continua crudeza de las descripciones, repetitivas, de las que no te puedes bajar porque Vilas el Gran Cabrón, va introduciendo pequeños guiños que empujan la historia, puntadas y más puntadas en ese tejido y te salpica y te colapsa, te queman las bujías, te quitan la piel y no te gusta, no te gusta nada verte despellejado con los músculos al aire, latiendo, los tendones, los huesos, todo el sistema nervioso, esa necesaria y excesiva suciedad de tramoya que mancha sábanas, lenguas, anos, pichas, y enfoca e ilumina con una luz muy poderosa, hasta la última rendija de oscuridad, quiere verlo todo, quiere enseñarlo todo, incluso descuelga un espejo para que lo que veas, convirtiéndose en un profanador de tumbas. Vilas el profanador y su amor mutante, sentados a cada lado del sofá y tú con tu libro en el medio, paralizado.
La novela avanza a collejas, tienes al autor encima, como aquellos viejos maestros de latín, pendientes de tu declinación.
-Lee el libro, cerdo cabrón –insiste Vilas con sus grandes manos- no te dejes ni una sola letra.
Entras en el juego y sigues en el, sin que te importe que te repita las cosas cien veces, “Quiso que Víctor viera que era una mujer muy ocupada, una mujer muy codiciada” y te lo vuelve a repetir cuatro líneas más abajo: ”Quiso que Víctor notara eso, que era una mujer codiciada”, o te lleva a la conclusión de que la chica con la que se entrevista le abre sus puertas, unas puertas por las que el se va a colar, “Vio la puerta abierta. Se quedó fascinado ante la puerta abierta. No pensó que esa mujer abriera una puerta. Ni ella misma era consciente de que había abierto la puerta.”. El perro Vilas no da tregua, tiene las mandíbulas poderosas, cuando muerde no cede ni un milímetro, esa es la técnica y te lo va a repetir todo hasta la saciedad.
-¿Zafiedad? –también-.
-Lee el libro guarra hijadeputa –os va diciendo- y no hagas preguntas, ya te lo aclaro yo todo.
No habrá paz, sabes que no habrá paz mientras no puedas dejar de leer y aunque el autor te insulte y te humille, seguirás con la novela, no la dejarás, no puedes.

En la calle Mallorca, cerca de La Central, hay dos perros enganchados, mira cada uno para un lado con lástima, como esas parejas rotas que se juntan para follar, mira cada uno para un lado. Tendrán que seguir así en esa posición. El macho ha eyaculado y no falla, los perros no fallan, ella estará preñada por lo menos de otros dos perros más y traerá una camada de ocho o nueve, de distintos padres, con distintos colores pero hermanos, todos hermanos y hermosos, y hermosos morirán todos, nadie se compadece y recoge en el centro de Barcelona, a un autor tan poético y luminoso, una contradicción de la naturaleza, mantener a un perro así es sumamente caro.
Y el perro te habla
-Bienvenido al barro ancestral –dice ese perro follador, preso de si mismo y de su hueso-
-Guau –ladras tu, delante de la puerta de cristal- Guau, guau –repites, mientras ella, la perra, gira su cabeza y ves que te mira con tristeza, con esa preñada tristeza de las perras-
Y en ese momento se desenganchan, olisquean, se lamen esos restos tan sabrosos y desaparecen por las calles del centro, las peor iluminadas de la ciudad. En cada uno de esos dos perros brilla una mirada distinta. Al llegar a la altura de las Ramblas se cruzan con una joven yonki que busca algunas monedas entre los transeúntes, que busca algunas palabras dormidas que no le salen bien de la boca, es joven, una joven y escuálida yonki.

BIENVENIDO AL BARRO



Manuel Vilas no está solo en La Central, nunca más un escritor solo. Ese lema lo repite Cristina Fallarás, de forma contenida y a la vez rabiosa, con las piernas inquietas junto a la mesa. Sabe a qué ha venido, sabe de qué libro tratamos esta noche, le gusta, le gusta Ester, le gusta que el sexo sea explícito, pero le dan cierta grima los padres de familia con trajes de raya diplomática que viajan a su lado en el Ave Madrid-Barcelona, un recorrido muy trillado por escritores y hombres trajeados.
-Si cariño –dice el hombre de traje- no olvides rezar tus oraciones.
Y eso lo cuenta Cristina y cuenta que mientras, ella lee el libro de Vilas, y cuenta que el tipo ojea cada vez más morboso su escote, sus piernas, y el sexo explícito del libro. Eso a Cristina le gusta y le da miedo porque ella también es Víctor, juega en el papel de La bruja y le pone una intensidad a las lecturas de la novela, con la que el autor se encuentra abrumado.
-A veces me pasa que es como si no lo hubiera escrito yo –dice-

El joven periodista Xavi Ayén es el tercero, es un especialista en actos literarios de la Vanguardia, sigo sus crónicas cada vez que La Vanguardia tiene a bien dejarle espacio, medio espacio quizá su crónica se lea en unas horas, en estos días, una crónica limpia, blanca y pura que ya ha escrito, una crónica diferente a esta, para ser leída por trescientas mil personas y olvidada en el acto, quiero creer que la memoria de mis lectores, dura algo más, quiero creer que los míos digieren lento y de forma malvada, no perdonan. Vilas, quizá desde Casablanca junto a Jorge o a Juan Goytisolo, se unirá a ese pequeño y siniestro club, para masticar en silencio y digerir lento. Del joven periodista Ayén, a los pocos minutos de coger Fallarás el micrófono, no quedan ni la piel ni las plumas y Manuel Vilas, ya sin cazadora, cada vez se va acolchando más.
Cristina Fallarás, que me da besos cada vez que me ve, pero nunca me dice nada, además de periodista, también es novelista, ha recibido premios y a pesar de eso Sigue leyendo y tira de un carro muy pesado en el que cada vez se sube más gente y a veces en ese carro también se sube ella para tomarse un respiro, un whisky caro, un cigarrillo rubio, un valium 10, charlar un rato con los vecinos, con los amigos, con los hijos, pero nadie de los que se han subido se baja para tirar. Hoy, en uno de esos descansos, se ha venido a charlar a La Central y ha dejado a los gatos del carro mirando una luna muerta, confiados de que se acordará de ellos y volverá con unas migajas y cigarrillos. Ellos reirán mientras ella y sus cuatrocientos cuerpos sigan vivos y presentes y ausencias y pelo enredado, ensortijado, Cristina tiene el pelo rojo y mira al público a veces buscando complicidad, a veces de frente, nos mira a uno y a uno, tu, tu y aquel, sabe lo que pesan nuestras miradas. Sus ojos duermen poco, cada mañana se irritan en la ducha con el jabón y se irritan para todo el día, pero aguantan la luz de los focos, (sobre todo si se pone las gafas de Risto Mejide) de los flashes y no llora con el humo de los cigarrillos. Tiene una confianza inmensa en el amor, en los actos de amor, en los actos beat generation de amor.
-Aunque sean actos desesperados, indignos, desaconsejables, inmaduros, abyectos y tristes –dice Víctor Dilan-
De todo eso toma nota Xavi Ayén, pero de todo eso no dirá ni media palabra, -periodista discreto- guarda los preservativos en la vieja cámara réflex que esconde en una bolsa refrigerada que abandona en el suelo junto al sofá, todos abandonan sus bolsas refrigeradas junto al sofá, como si estuvieran en uno de esos campus universitarios de Berkeley, hablando de amor y saliva y pruebas de VIH, hepatitis, agente naranja...
-No supe decírtelo a tiempo pero te amé de verdad.
-Y el cabrón dice que se hubiera dejado amputar una pierna por ella –dice un lector- ¡Mentiraaaa!, qué tipo más mentiroso este Víctor.
-Todos los tíos sois mentirosos, todos –dice una Agente Literaria-
-Y todos pagamos por los pecados de esa primera mentira, todos –le contesta un viejo editor-.



Y la novela sigue follando y follado, con todas a todas horas y el recuerdo de Ester de Elena y de toda aquella colección de chicas, salpicando y salpicando hasta la decadencia, el divorcio, el alcoholismo, la locura total, el internamiento en un hospital mental. Y llegados a este punto, no consigo hacerme todavía con la cara de Ester, con la cara de ninguna de esas chicas, incluida una de León; es Ester rubia, mal hablada, no veo su cara aniñada, no la veo, ni la quiero ver, igual que Dilan, muy guapo, muy muy guapo, muy alto y todo lo que quieras, pero no, de hecho solo envejece psicóticamente; si me esfuerzo podría ver a Dorian Grey, pero no, no es la época, ni es el tema, el tema es el infarto familiar, la destrucción de la santa católica y apostólica familia, el alcoholismo,  esas partes oscuras que aprendimos en la familia, con la religión, con el cuerpo de cristo, con el brazo incorrupto de Santa Teresa puesto encima de la televisión, esa mezcla terrible de miedo, sexo y roc and roll, ¿no, Vilas?, toda la novela chorrea como un pez descongelado ¿no? la alegoría de El negro,Ester González, Elena, Dulce María,  Víctor.
-El amor ante la bondad, es casi un perro triste.
-¡Ya!, perro triste.
Y el luminoso final, con la aparición de María dirigiéndose a su padre, usando su mismo tono, María esa hija a la que tampoco veo la cara, o tan solo imagino con un vestido blanco “Estoy delante de tu tumba. Tiemblo delante de tu tumba”. Y todos temblamos con la reencarnación de Dilan en su hija, perfeccionada, sublime, folla con hombres, niños, mujeres (“Ella se traga los pelos de mi coño y yo, siempre un poco más allá de todo, me como los pelos de su culo. Eso hacemos, papá”) se lo cuenta en la tumba;  Hay más regalos en esta novela, un final con rebanadas de memoria que refresca y alivia. En esta novela el poder del sexo es uno más de esos poderes terrenales que tan bien quedan en los telediarios con  Strauss-Kahn con sus nenas en paralelo a su católica familia o Berlusconi con las suyas. Y yo con mi memoria reptil de hace veinticinco años con aquella aniñada-rubia Christina Rosenvinge y el escritor Ray Lóriga, un amor desequilibrado y apasionante (envidiados durante esos años por todos los de mi generación) con su final tan triste, ella sin poder cantar y él con su nombre tatuado en el brazo, sin apenas poder escribir, ejemplos radicales que se vivieron intensamente entre ellos y en los ojos de los demás, para terminar convertidos en arena.
Indeseadas coincidencias, son.

Agotando caminos, Manuel Vilas te deja este regalo que explota una y otra vez.
Supe que anoche en La Central de la calle Mallorca, estaba en el lugar adecuado cuando noté la singular presencia de Javier Calvo, asexuado, pagano, un extravagante animal literario encerrado en el Raval, agotado. 

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