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miércoles, 23 de marzo de 2011

Frontones: la piel contra la piedra




En la ladera Sur del jardín de los patos de Valencia de don Juan, entre las cuestas y la torre del homenaje del Castillo, había un frontón para el juego de pelota. Aprovechando la inclinación de las cuestas, también habían construido diez filas de gradas que recorrían la pista, cerrándola junto a un sauce centenario, que daba sombra a una de las taquillas y una de las puertas de entrada. Un lugar agradable.
Allí las tardes de domingo la gente se juntaba para jugar a pelota, una tradición vasca y de León. Eso ocurría cuando era niño. Mis abuelos jugaban a pelota en otro frontón aun más antiguo que aprovechaba una pared de la muralla del castillo, lo que hoy es un auditorio al aire libre. El juego de pelota tenía su cenit en las fiestas del Cristo, en Septiembre, donde Felipe, organizaba una liga de pelotaris vascos que era el partido estrella y un segundo partido de pelotaris aficionados de la comarca. Cualquiera que se de una vuelta por los pueblos del páramo y la vega, verá que en cada uno hay frontón y casi todos son al aire libre, siguen siendo un lugar de encuentro para esas tardes de domingo, donde unos hombres fuman y miran y otros juegan, y los niños aprenden.

El juego por parejas o individual es sencillo, consiste en lanzar una pelota (con un bolo de goma, forrado hasta coger volumen y terminado en tiras de cuero cosidas,) y hacerla rebotar contra una pared para que el contrario la devuelva dentro de los límites del campo, hasta que uno de los dos no consigue que la pelota toque la pared o salga fuera del campo. Sencillo. Por parejas funciona igual, hay un zaguero y un delantero por equipo, en total cuatro pelotaris que cubren distintas zonas del campo.

 Jugábamos así a la salida de clase y en las fiestas de septiembre esperábamos el torneo. Por el frontón de Valencia de don Juan, pasaron los mejores jugadores de pelota del mundo, los vascos. Los jugadores de la comarca, ponían corazón, impulso, pero jugaban como juegan los hombres un domingo por la tarde, vestidos de domingo y algo torpes, algo cansados, los vascos movían la pelota y el juego  tomaba vida; por comparar, es como ver un partido de baloncesto de la ACB y otro de la NBA, hay diferencia.

 Los pelotaris vascos eran más fuertes, más rápidos, y hacían rugir la pelota como si una piedra estallara contra la pared y rebotara hasta la línea del nueve, cerca del sauce centenario, en eso también entraba el tamaño, la fuerza y la envergadura de aquellos hombres y por lo que se oía comentar, tenían técnica, algo inaudito para los de la comarca, carentes de toda técnica y mucha voluntad.

Aquel frontón se dividía entre el graderío de sol y el de sombra (con entradas más caras) y el partido comenzaba cuando la sombra marcaba claramente las dos mitades de las gradas. A medida que avanzaba el partido, la sombra se extendía a lo largo de todo el campo.

Hoy todo aquello es un recuerdo, igual que un recuerdo es volver a casa con las manos hinchadas por golpear la pelota, o las tardes fabricando yo mismo la pelota con goma de guante para el bolo, lana vieja de un jersey para recubrirlo y tiras de esparadrapo, que se iban reponiendo a medida que las viejas se gastaban.

Hoy los vascos como los demás, llevan a sus hijos a los frontones, les enseñan el juego.
-Pero al final será un vividor, un futbolista –me dice un pelotari de Bilbao que regenta una taberna-, como todos.

En Valencia de don Juan, ahora hay un frontón cubierto. Para jugar tienes que ir antes al Ayuntamiento para que te abran, poder entrar, y al final, como siempre, algo que era un juego público, un lugar de reunión, se convierte en un juego dirigido por una administración, que se termina agotando, que necesita de un presupuesto y algún concejal dirá: “y una escuela reglamentaria, un uniforme, para que los niños aprendan la técnica”; y pelotas rematadas en cuero legítimo.

El último recuerdo es ver los terrenos vacíos del frontón, convertidos en aparcamiento y jardín.
-¿Y el sauce? –pregunté a un vecino-
-Un día de tormenta –dijo- lo partió un rayo.

jueves, 17 de marzo de 2011

El último día del invierno (y II)

(Cáncer :  Cuando el organismo produce un exceso de células malignas, con crecimiento y división más allá de los límites normales.)


Quizá el cáncer sea una de las enfermedades más asquerosas. Da igual a que órgano afecte, da igual la edad del enfermo, da igual los protocolos del tratamiento, las palabras de los médicos, el dolor, el sufrimiento. Da igual, el Cáncer es exigente, te come despacio, sabe que una vez que te ha mordido, recorrerás la distancia y después quedarás tendido para poderte rematar, sin prisa, sin inmutarse.
Pero antes ya perdiste el pecho, una pierna, un dedo, un pulmón, el pelo, te quemaron las entrañas, te sentaste en los sillones donde proporcionan el tratamiento, con los demás pacientes a los que terminas tomando afecto, mientras alguien espera fuera, siempre alguien espera fuera, con los demás que esperan.
-Hoy tiene curación –dicen algunas voces- si se pilla a tiempo

Se citan los casos de las curaciones y los casos nuevos. Te miran al pasar y saben que es Cáncer. Y el Cáncer sabe que tiene los días ganados, que no será hoy, ni mañana, que tiene los días contados, campaña tras campaña.
-Ha muerto la madre de Arancha.

Y huele a frío y jabón y si hace calor, huele a enfermedad, análisis, esperas. Preocupación. No hay niños que jueguen allí, los niños esperan en su caja de cuentos a que vuelva papá y mamá y la abuela, a que todos vuelvan. Pero quizá de ese viaje, mamá ya no volverá, ni siquiera para cantarte una canción que tranquiliza, creías que eso no pasaría nunca, pero el día llegó, cuando no estabas a su lado y tu todavía esperas otras canciones más. Lloras, lloras porque la abuela no volverá a besarte, la yaya, l’avia, la señora mayor que te miraba y sonreía. Ya no la volverás a ver. Y lo  peor todavía no ha empezado, después de que la incineren o la entierren, después de llorar con los amigos, después de la primera noche, abrirán las panaderías, los mercados, el vendedor de cupones abrirá su quiosco, el metro pasará a la misma hora, y tendrás que volver a tu trabajo y eso es injusto porque no se dan cuenta de lo que sigues sufriendo y llorando y buscarás un lugar donde nadie te vea, para que nadie sepa que la vida sigue y que no te queda otra. Yo buscaba el mar, junto a la iglesia de Sitges.   Hay quien busca un jardín, un callejón con gatos viejos, un bar, un club, una sala de cine, algo de calor.
-Ha muerto la mujer de Ciano.

Con tratamientos conocidos, te da tiempo a una última carta a tus hijos, sabes que no podrás extenderte mucho, tomas papel y bolígrafo, un lápiz de colores y escribes las notas que te parecen y dejas sitio para que caigan las lágrimas que sean necesarias, administras la dosis para los que puedan leer ese último recuerdo. Me lo contaron, se generan células de forma desordenada y si eres viejo generas menos y aguantas más y si eres joven, crecerán de nuevo, se dividirán en exceso y de forma desordenada, más allá de los límites normales. Sencillo y eficaz, tanto que en el mundo, más de siete millones de personas mueren así, cada año. No les conoces, y eso cada año.

Sencillo y eficaz. Todo lo demás, todo lo que acabas de leer es literatura. El espacio que queda entre la literatura y la muerte, ese es el espacio que te toca recorrer, hazlo de forma tranquila, pero no lo olvides y no dejes de vivir ese camino. No sabes en que momento a ti también se te acaba.

Y desde que escribo esto, hasta ahora mismo, que lo vuelvo a leer, salen nuevos casos, casos conocidos de políticos, que también respiran el mismo aire contaminado que tu, que también beben y se lavan con el agua depurada, igual que los demás. Pero ellos no esperan, para ellos siempre se abre un urgente protocolo de prioridad. No quiero seguir por este lado de la vía, no llega a ninguna parte.

-Vete pensándotelo, ¿cuando te toque a tí, qué vas a hacer?.



Recomendaciones: Tiempo de vida - Giralt Torrente (Anagrama). Andrés Barba en su artículo de la contraportada, Babelia nº1002 de El País y los libros que allí se recomiendan.
Fotografías: Alejandro Fernández Cabañeros

martes, 15 de marzo de 2011

El último día del invierno (I)

    


-¿Cómo era?
Tiene los ojos verdes. Al final ya no, al final los ojos se van desdibujando como todo lo demás, pero sigue manteniendo la mirada. No la vi por última vez, por última vez, (en vida) solo la vieron dos personas, pero yo tengo el recuerdo.
-¿Cómo era?

Tenía ilusión, le gustaba soñar pero no podía, nadie la dejaba ni la dejaron nunca y eso crea tristeza y da carácter. Es esa, la vida, la que la ponía cada vez en seco, a tierra, de rodillas, y siempre con lealtad, a todos, a los que estaban y a los que nos fuimos, a los que debíamos haber vuelto, a los que mentimos cuando solo te pedían un poco de comprensión para soñar juntos. Ella solo quería que la dejaran soñar, un poco y ese pequeño deseo no fue. Y siguió siendo leal.
-Eso es lo que quema.

Lo peor, cuando el tiempo se va y nadie se acuerda de decirte que el tiempo pasa, y la memoria se borra y se van borrando los recuerdos, los detalles, todo lo que no quieres olvidar y el tiempo…

El tiempo actúa dejando escamas de mármol, escamas que se van posando hasta que lo cubren todo, escamas de mármol que lo cubren todo, hasta que llega un día y ya no son escamas, es una losa y alguien deja encima tu nombre y al lado están los demás nombres, y al lado escrito el de ella y así actúa el tiempo y aunque parezca que pasa muy deprisa o muy despacio, el tiempo no siente, no tiene ni principio ni final, solo escamas.

Tiene los ojos verdes y una sonrisa, un temor, una pena.
-Tienes toda la vida para biselar ese espejo

Yo no tengo los ojos verdes, tengo todo lo demás, pero se que la memoria es blanda y se seca como la masilla de los cristales y se cuartea hasta que se desprende y se convierte en polvo. Y lo digo en alto y lo escribo, como si hablara solo, como si me hubiera quedado solo, quitándome a manotazos esas escamas de mármol que siguen cayendo. Pero tu sabes por qué y para quién lo escribo.

-Ya Hace dos años que murió, aquel último día del invierno y yo, no estaba.
Para aguantar la ausencia real y la presencia imaginaria, así como el carácter irreductible del sufrimiento, no hay recetas, tan solo la capacidad de cada uno para afrontarlo, porque tarde o temprano, el recuerdo es el último acto de amor y generosidad,  como dice Andrés Barba, no recibes ninguna recompensa a cambio.

-La sigo recordando cada día y siempre antes de dormir y en ese momento, cuando quizá las perras ladran fuera a una noche fría y todos callan dentro, rezo una vieja oración (que seguramente me enseñaste) y pido que la memoria no me deje nunca a oscuras, hasta el último día.

sábado, 12 de marzo de 2011

NUCLEARES, POLITICOS y OTROS ASCOS

En los años ochenta nos cansamos de ver vertidos nucleares, por medio de bidones en el Atlántico, un acto de bandidaje impune, (contra lo que luchaban las lanchas de Green Peace) almacenes nucleares en el mar, algo totalmente seguro, ningún riesgo para la salud del mar ni de las personas, que ahí siguen. Las centrales nucleares, todo el mundo sabe que son seguras, no entrañan apenas riesgo y si lo hay, también es riesgo seguro, proporcionan riqueza a la sociedad (y a las eléctricas), son una fuente de energía prácticamente inagotable y los residuos, con una vida contaminante de miles de años, no seremos nosotros los que lo suframos, algo totalmente fiable para la inmediatez de la vida, solo pendiente de los beneficios rápidos y limpios, perfecto.

Aquellos años fueron la escuela, años de aprendizaje, formación de maestros como González y Aznar, que crecieron y se desarrollaron en los noventa a golpe de ladrillazos, verbenas y otras músicas, dejando la mina encharcada y a punto de derrumbe.
-Pasa
-No, tu primero

Y pasaron y aquí están los siguientes a aquella generación, peores, más bobos y con mayor codicia.  La mina sigue crujiendo pero ellos siguen sacando cargas, Cada vez que les veo,  (a cualquiera de ellos y de sus pequeños países territoriales, llamados autonómicos, emitiendo bonos patrióticos igual que la familia Ruiz-Mateos), me dan ganas de vomitar y después de sacar la escopeta y liarme a tiros, como si esto fuera la caseta de una feria, con las figuras sonrientes de Rajoy, Zapatero, Aguirre, Montilla, Mas etc (hay tantos, que no se iban a acabar). Y estos tíos de esta caseta de feria, son los que eligen sistemas económicos fiables, modelos energéticos, pactos sociales, regalo de cheques,  medidas anti-crisis, subidas de impuestos y recortes de presupuestos (entre otros los de sanidad), sobre los que mienten sin escrúpulo alguno, para terminar colocando a los suyos y ellos mismos, como consejeros entre las empresas más emblemáticas (y energéticas), con sueldos millonarios, que a los dirigentes de esas empresas les cuesta años, formación y mérito real conseguir y que estos tíos lo tienen simplemente por estar ahí, por haber sido elegidos en este sistema democrático, (no menos corrupto que cualquier dictadura africana), que constituyen ejemplo y envidia de sus correligionarios y aspirantes de político (ayuntamientos, diputaciones, concejos, entes territoriales, consejerias, foros y subforos).
-Pasa hombre, que está todo pagado.

Y esto que se dice en cuatro líneas, hace años provocaba debate y hoy apenas deja rastro que se pierde en diez minutos frente a cualquier partido de futbol. ¡Qué bien lo estáis haciendo, muchachos!.  Animo y a seguir trepando, robando, dirigiendo los destinos del país y del mundo, hasta que vuestra peste termine por no darnos respiro, por pequeño que sea el municipio en el que nos queramos refugiar. Y a por las municipales, que hay que hacer caja y si la caja la encontramos vacía, subimos los impuestos.  


La curiosidad que ahora me llama, es conocer donde colocarán a Zapatero, después de las municipales, al finalizar su mandato. Seguro que el sillón será cómodo.

lunes, 7 de marzo de 2011

TERUEL

                                           Torre y Catedral

Llegamos a T de noche, después de más de cuatro horas de viaje y dejamos el coche en el parking del paseo del Ovalo. Hace frío, llegamos al hotel encogidos, sin necesidad de preguntar porque está justo al lado de la plaza del Torico. En T no hay nadie, apenas nos cruzamos con un autobús vacío. En el hotel nos dan la habitación nº7 reservada en la planta 3, solo se ven tejados y balcones y el frío al otro lado de las ventanas. Dejamos la maleta y nos vamos a dar la primera vuelta por la ciudad, en el hotel hace mucho calor y en la calle mucho frío. Subimos por una calleja hasta llegar al Museo Provincial, allí nos detenemos en un bar y tomamos un vino, es el típico bar de tapeo, espejos y fotos antiguas, venden farias y ya nadie fuma, falta eso, esa pesadez del humo en el ambiente; a todos esos bares alguien les ha arrancado un brazo; no se si será la crisis, pero como que falta algo o alguien, en la puerta de la calle no hay nadie echando un cigarrillo y nada indica que se les espere. Después entramos en el restaurante Yain, en el barrio judío, cerca de la catedral, pero al no tener reserva no nos podemos quedar, así que preguntamos al dueño por una segunda opción y nos señala La Menta o La Tierreta, (reservamos allí para el sábado por la noche) elegimos La Tierreta, también en otra de las callejas del barrio judío, detrás de la catedral, para ahora mismo. Sin haber reservado, nos sientan en una mesa en el centro del comedor y cenamos huevos con ralladura de trufa negra que lo envuelve todo en ese olor a tierra mojada, una ensalada de verdura y rodaballo, bebemos Viña del Vero, un vino suave y fresco. El lugar es agradable, decorado con cortinas blancas que marcan distintos ambientes y mesas que guardan la suficiente distancia, para poder hablar sin romper las costuras. De postre helado y café. Al salir S. abre la puerta del armario ropero y trato de detenerla pero llego tarde, en ese momento ha cruzado el umbral de T, hacia otra época. Salimos a las calles reventadas por los cascotes de las iglesias mezclados con los de las casas particulares, en ese momento los soldados de la XI división con Lister al mando, han reconquistado la ciudad a sangre y fuego, hace más frío que antes, de hecho está nevando.
-¡Eh vosotros qué hacéis ahí! –grita un miliciano, con los pies envueltos en trapos-
-¡A cubierto! –gritan-
Las bombas explotan lejos y caen cerca. Me preocupo por los “amantes de Teruel”, pero les han escondido en lugar seguro, los sótanos de un Convento. Esas momias, han rodado mucho desde 1553 que las encontraran y ahora se tienen que proteger de las bombas de Enrique Líster  y de Domingo Rey d'Harcourt . Nosotros también nos protegemos de todos, de las bombas y los generales y regresamos otra vez a la Tierreta, y salimos por la puerta que da a la calle, la calle de verdad, no la del invierno de 1937. Se respira frío pero como que es un frío algo más agradable. Bajamos la  calle hasta la plaza del Torico y de allí al hotel.

                                                     Plaza del Torico

El sábado en T. sigue con el mismo frío, a veces rachas de sol, a veces rachas de lluvia, según las nubes. Vemos la torre del Salvador, y buscamos la torre de San Pedro y a su costado la iglesia del mismo nombre y el mausoleo de los amantes, hace el mismo calor que en el hotel, mucho calor. La iglesia es una mezcla de románico por fuera y gótico por dentro, restaurada durante catorce años y ahora impecable a las visitas, con un precioso retablo Mayor tallado en madera sin policromar de Gabriel Joly. Subimos a la Torre y vemos la pequeña inclinación.
-Todas las torres de Teruel están inclinadas –dice la guía-
Y todas tienen campanas que ya nadie usa. Visitamos el sepulcro de los amantes, que murieron sin poderse besar y encima de su sepulcro (donde han dejado a las momias, que morbosamente se pueden ver entre la filigrana de piedra) la imaginación de sus figuras, con las manos juntas pero que no llegan a entrelazarse, todo un símbolo para la ciudad y para un amor imposible y fatal. A partir de esta visita T. se convierte en una ciudad de torres e iglesias, que trepamos la mañana y la tarde del sábado, que termina  pasando antes y después por la plaza del torico (una pequeña escultura en bronce macizo de un toro de unos treinta centímetros, que pesa cincuenta y seis quilos) y por el mirador del Ovalo y su escalinata de estilo mudéjar, torres e iglesias con un valor Mudéjar, (Patrimonio de la Humanidad desde 1986) que convierte esta pequeña ciudad de treinta y seis mil habitantes en un símbolo de convivencia entre culturas, como así se reflejó en el artesonado de la increíble techumbre de la Catedral.
Con el cansancio de subir torres y visitar iglesias y bares, nos regalamos una siesta en el hotel, donde tenemos que abrir el balcón para no morir de calor y quemada la tarde viendo la torre del Salvador por dentro y los paisajes de fuera, nos preparamos para cenar en Yain.
-¿Qué significa el nombre? –pregunta S-
Al parecer el edificio, construido no hace muchos años, albergaba en tiempos una bodega judía y de ahí toma el nombre. Nos lo cuenta Raul Igual, (mejor Sumiller de España 2010) que nos atiende en persona y probamos jamón de Teruel en pan de pita hinchado, que nosotros rompemos con una maza de madera, lubina a la plancha con calabaza frita y suprema de salmón con crema de espárragos blancos y lombarda; el postre es una semiesfera de café rellena de caramelo líquido. Bebemos un blanco suave de Rioja.

El resto del viaje al dejar T, pasó por los pueblos del Bajo Aragón y la comarca de Matarraña, Calanda, Alcañiz, La Fresneda, Valderrobres, Beceite, Cretas y Calaceite. En todas se siente esa historia en la que unos y otros se han dado mucha leña, en la que los olivos no han dejado de envejecer igual que sus pueblos y sus piedras y donde la gente aprende a tocar el tambor antes que a decir buenos días, y  hablan una mezcla de catalán que no es catalán y un castellano que no es castellano, donde en cada pueblo, hay una o varias iglesias imponentes y monumentales y una plaza mayor que se llama Plaza de España, un aceite que nada tiene que envidiar al aceite de Jaén y la gente mira a los forasteros y sonríe y comenta poco y en Calaceite, al dar la una, por los altavoces instalados en las calles, suena una jota aragonesa, para que nadie se olvide de por donde anda. A unos kilómetros de allí, cruzamos frontera a tierras de Tarragona.
                                                            una de las calles de Beceite

viernes, 25 de febrero de 2011

LUNA MIGUEL (Crónica en Cuarto Creciente)


                                                     Luna Miguel y Antonio J.Rodriguez

1.-
Nadie de los que andaban por allí llevaba 17 horas sin dormir, yo si. Pagué la Fanta, tres, Exhumación, Estar enfermo y Poetry is not dead, 23 euros clavaos. El tipo me lo agradeció porque vendía libros, pero no llevaba cambio para las vueltas, de hecho no llevaba cambio para las idas y así fue como le jodieron un libro.
No era lugar para saludar a nadie, nunca lo es (aunque mi intención era saludarla y conocerla). El grupo estaba dividido entre los que esperaban dentro, apoyados en la barra sujetando una cerveza y los que esperaban fuera, (por la Ley Sinde, ¿es esa?, o es la antitabaco, o es la de limitación de velocidad, no se ya como van las cosas por aquí), el caso es que estaban fuera y en la acera, fumaban todo lo que podían. Llegué del aeropuerto de buscar a Silvia que venía de Madrid, dejé el coche en el garaje, frente al Bar (5 euros más) y entramos. Lo primero que vi fue la paradeta con los libros, lo segundo a Luna, después a todos los demás y ya fue cuando conseguí que el chico se aclarara con los precios de los libros, le pagué etc y me senté al lado del escenario, que encontré, porque lo que quería era ir al WC. Pedí dos Coca-Colas, (6 euros) esperamos el momento, en  un pequeño diván muy apropiado al lado de las escaleras y junto a un grupo de indies, con las mochilas y los bolsos y los abrigos en el suelo. Eran más o menos las ocho. Las seguidoras y amigos de Luna fueron llegando a donde ya estaban, de hecho ya estaban todos desde algo antes, se fueron despojando de las chaquetas, mochilas, algunos desfilaron a los WC, algunos me pisaron los zapatos, llegó una chica con un vestido azul con los pies grandes dentro de zapatos grandes, caminando como si fueran pequeños y poco a poco, con la coreografía de un laboratorio de fotografía, se fue desgranando el misterio. Apareció un tipo de la editorial DVD, y dijo que habían editado 1500 ejemplares y que eso era muy meritorio tratándose de poesía y que de aquí a unos meses calcularían una segunda edición, se felicitó por organizar en acto entre dos editoriales, dijo que así debía ser, dio las gracias y se fue a sentar a las escaleras del WC. Dejó el micrófono al telonero, un tipo calvo que buscó su minuto de gloria en lo que fueron quince o veinte, dijo algunas tonterías, hizo algunas gracias, pocas, que levantaron la sonrisa de una seguidora de Luna, sacó sus aplausos, pocos, los guardó en el bolsillo de los pantalones y de la camisa y abandonó la tarima sin mediar sonrisa, sin que nadie le debiera nada y sin dejar ninguna deuda y se perdió entre los bultos de los seguidores de Luna. Comenzó el recital.

2.-
Luna Miguel, sentada en un taburete, junto al espejo de la pared, con un cuadro de flores al fondo, Antonio Rodríguez, a pelo con un micrófono y un músico con una guitarra y un ampli que empezó a desgranar acordes suaves, sentado sobre un whisky.  Delante de mi estaban de pie dos chicas una de ellas con una cámara de fotos y otra su amiga, una tercera la fotógrafa del evento y una cuarta, Ana S. Pareja, de la editorial Alpha D. No veía nada, tampoco me esforcé mucho, por eso me centré en los pies. Todas las chicas tienen los pies grandes y todas caminan como si fueran pequeños. Ya antes observe que los pies de Luna son pequeños, pero sus botas son grandes y camina como si el suelo estuviera lleno de ratones. Después de las fotos y los primeros poemas, Ana S. Pareja desapareció y volvió a aparecer con una cerveza, pendiente de cualquier detalle, sube y baja a la red como un buen tenista, sube y baja, sube y baja y es eficaz como un cartero, (si yo tuviera una editorial tendría que tener a una Ana S. Pareja). Después la fotógrafa oficial, se movió con cortesía e hizo su trabajo y se abrió el recital. Mientras no veía, escuchaba.
La voz de Luna es agradable, dicta bien y se la entiende todo, baja y sube por la garganta, es segura, no hace extraños, la voz de Luna no está gastada, no está cansada, no está quemada, no tiene hipo y la caja de la boca resuena firme, una voz fiable como el motor de un Pathfinder.
Fiable, comenzó a leer de un folio Ladras o mueres (Howl) y no digo nada más sobre Poetry, ni sobre Estar enfermo, ni sobre Exhumación, porque para eso necesito dormir algo más durante estos días y los siguientes y así hasta que consiga saber si ya en este momento de mi vida pertenezco a alguna generación a la que pueda soportar, no se cual es el pecado, o si nunca he pecado.
Y se fueron intercambiando el micrófono entre Luna y Antonio, Antonio y Luna y por el medio andaban los acordes del joven músico, no mucho más joven que los poetas y no entendía nada de lo que decía Antonio y no entendía nada de lo que decía el músico al que nadie presentó y nadie dijo su nombre, pero todos acompañaban a Luna, que era también lo que hacíamos todos los demás y fueron cayendo los folios, despacio durante poco más de quince o veinte minutos, hasta que el músico intentó un malabarismo, para el que le faltaba algo más de edad, de hecho lo que el intentó yo lo he visto en otros músicos, pero a él le salió torcido y se derramó el whisky, después todos igual de tranquilos, fuimos desgranando hoja a hoja cada palabra.
Pude ver a los seguidores de Luna, a la corte de jóvenes poetas, acólitos de una religión que ya viene de los Beat, pero sin los Beat, con los rostros inexpresivos, limpios. Era pronto, nadie toma ya drogas en Barcelona, ni siquiera suaves, nada resultó exagerado, arriesgado, no hubo fallos técnicos, ni demasiado amor, todo transcurría como en una nube de algodón algo dulce, algo tibio, algo que contrastaba fuertemente con el alma de esos versos.
(Abro un paréntesis. Siempre que veo a Enric Cucurella en uno de estos actos, siempre que le veo ir y venir, siempre que le veo cerca de la barra con una cerveza, siempre me pregunto, ¿qué piensa Enric?. Cierro el paréntesis).
Le pedí a mi novia que se acercara a Luna Miguel, para que escribiera mi nombre y así lo hizo:  Para Elías Gorostiaga, después de una presentación repleta de problemas técnicos pero también de amor. Con cariño LUNA Barcelona 2011.  
Higiénico y Perfecto. Esperé en la calle, donde la acera volvía a estar llena de fumadores. Dentro, el ambiente era suave, escritores de la cuadra Alpha Decay, bien afinados por la incansable Ana, seguidores Facebook, ni frío ni calor. No se como son las relaciones sexuales de los mejores cerebros de mi generación, se lo que leen y lo que escriben, no se cuanto se juegan, pero hay algo apagado ahí dentro, los folios se desmayaban y más que complicidad noté humedad, algo extraño para gente de un mismo estilo y sin ningún drama.  Había un desacople que no era técnico, era otra cosa, una pose y ese exceso de pose apaga cualquier espontaneidad, ni siquiera entre ellos (y Antonio es el que tira de esa cuerda). Un recital no es un laboratorio, ni un quirófano, no es una nave espacial; debes ser algo más mediocre, tanto como el sudor en la palma de las manos. Mientras tanto al editor DVD, sentado en las escaleras, le dolían cada vez más los huesos. Pensé que ese tipo tenía suerte, le acompañaba una mujer.

Cruzamos la calle, rescatamos el coche del garaje y salimos de Barcelona hacia el Garraf. No crucé ni media palabra con nadie, salvo para observar lo de los pies grandes de las chicas, las cosas salieron así, a mi las cosas casi siempre me salen así. Los cristales se fueron empañando. Creo que LUNA…(continuará) http://alenarterevista.net/luna-miguelpoetry-is-not-dead-porelias-gorostiaga/

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LUNA MIGUEL (Crónica en Cuarto Creciente) por ELIAS GOROSTIAGA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El planeta de los NIMIOS


                                                   El planeta de los simios

Siempre que voy a una playa del norte, termino pensando en el Planeta de los simios, debe haber algo ahí, en el subconsciente simio-reptil. Y ahora que estoy lejos de todas las playas, termino pensando en este Planeta de los Nimios, donde los escayolistas cobran sueldos de astronautas. En el portaaviones-museo   Intrepid, en Nueva York, vi por primera vez una nave espacial, caminé dentro de un submarino y vi el Concord, todo en el perímetro de una milla. Cuando terminé la visita, respiré hondo y encendí un cigarrillo, antes de que le diera la segunda calada, apareció un tipo de rasgos orientales y me dijo que apagara el cigarrillo que allí, no se podía fumar.

-Nos estamos quedando sin  energía.
-Abandonemos la nave.
Trescientos veinte años luz, debe ser una distancia considerable, para darle la vuelta al tiempo. Me gustaría saber en que se entretiene un tipo en otro planeta a esa distancia. ¿Fumarán en pipa?,  tendrán primavera, vivirán 2031 años, ¿se les cambiarán las formas físicas con la edad?
-¿Es peligrosa la ionización?
-No.

Todo chorradas, lo que no son chorradas son los Nimios, esos tipos que prohiben, dictan normas, las corrigen, las cambian, las vuelven a cambiar, donde antes podías correr, ahora no puedes fumar. Qué pensarán los conductores multados de la velocidad variable. Un salto en el tiempo.

-Eras el primero de tu promoción.
-Taylor, te he dicho que te calles de una vez.

Tres paleticos americanos, caminan por el desierto vestidos con un mono blanco y una mochila en la que no falta una pistola, es el planeta de los simios, aquellos monos horribles, sanguinarios, pueriles. ¿Te recuerda algo?.

En el planeta de los nimios, si el ayuntamiento pinta una raya amarilla en la acera, vas y aparcas, el mismo ayuntamiento, te multa por medio de sus Nimios de uniforme. Si abres una cuenta en la Caixa, con un euro, a los doce meses, debes catorce, por gastos de mantenimiento, son los nimios,  si enciendes un cigarrillo en zona prohibida, cualquiera te echa el alto, sea o no sea nimio.
En esta película, programada para el 23F, (30 años después del golpe de estado de los Nimios), antes que cualquier otro, antes que el espectador, todo lo tiene que ver antes Taylor
-Taylor fíjate en esto.
Taylor, esto, Taylor lo otro, debe ser porque al cabo de veinte minutos, Taylor es el único de los tres, que no muere, el único que tiene oportunidad de conocer al doctor Zairus, Aurelio, Zira la doctora etc.
Y poco después aparecieron los gorilas a caballo, menudo lío montaron en el maizal. Así están las cosas amigos, monos medievales y erectos, organizados, cazando humanos que no vocalizan.

Taylor, por cierto, fuma, no le volvemos a ver fumar en toda la película, tampoco sabemos si eso le produce algún tipo de mono. Ansiedad si y a mi también.
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El planeta de los NIMIOS por ELIAS GOROSTIAGA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 22 de febrero de 2011

PEREZA



El que no escribe de Thomas Pynchon, escribe de Wallace y tarde o temprano aparece por medio Javier Calvo, nuevas y viejas vacas sagradas. Leo con atención, pero eso no me quita las dudas. Escribo con atención pero, eso no me quita la pereza que me produce sentarme a escribir la novela en la que trabajo, pero también me da pereza trasladarme a Barcelona para ver a jóvenes poetas y novelistas, presentar sus viejos trabajos recién editados, me da pereza. Me da pereza agradecer a mi vecino Jordi, su amabilidad por conseguir y darme el Manual de Usuario del Pathfinder (saludaré a su mujer, a su hija y a su perro Dog),  me produce cansancio apagar la televisión y la dejo funcionando horas antes de que calcule clavarle un hacha en la cabeza o desconectarla. El remedio contra la pereza no es la diligencia, es odiar. Siento rabia cuando las perras ladran una hora después de acostarme, asesinaría al que pasea el perro cuando todos estamos acostados. Me ofrezco voluntario para una nueva cirugía con cicatriz, en la cara de Belén Esteban, me ofrezco voluntario, para intercambiarle la cabeza con la de Jesulín, y sucesivamente, con la de todos los demás telecincos, para terminar este empacho.

 El que no escribe de Pynchon, escribe de Wallace, uno muerto en vida y el otro vivo después de ahorcarse. Cuando él decidió ahorrarse el resto de sus días, yo paseaba por Jerusalén. Suceden las cosas, y por rápido que sucedan, siempre es más rápido de lo que te esperas.

-¿Qué harías si supieras lo que va a pasar?

Yo no haría nada, me sentaría a esperar que pasase, igual que uno se sienta para ver anochecer. Esperar y que suene el teléfono. Pero no puedes vivir con el traje del muerto colgado en el armario, porque tarde o temprano te termina picando el cuello y de la misma manera tiene que ser insoportable aguantar a tu lado a Sallinger o la larga cicatriz de  kaltenbrunner.

Agradezco todos los mensajes, agradezco ese color amarillo con el que se visten las Mimosas de casa (frente a mi habitación) a finales de febrero, pronto llegará la primavera. Agradezco cada nota a pie de página, leo “El beso” de Chéjov y se me escapa la tristeza. En un instante todo puede terminar en las alcantarillas y pierdes la memoria de todo lo demás, es un instante.

Nadie puede creer en esos poetas suicidas, a no ser que asesinen a un millón de personas. Dentro de poco empezará a soplar de nuevo el viento y necesitaré la compañía de cualquier asesino de la editorial Sajálin. Mejor que solos, cualquier asesino para matar este tiempo de poetas, falsas princesas y toreros muertos.

lunes, 21 de febrero de 2011

Céline y los chinos



No se por qué los judíos caminan tan deprisa, hablo de estos tipos vestidos de negro, abrigo, sombrero, traje y camisa blanca, entre rubios y pelirrojos, con lentes de alambre. No me refiero a Spielberg, los hermanos Cohen, Metro, Marx, Einstein, Mayer, Guggenheim, si no los otros, esos tipos que discuten a muerte por un salmo, que recitan incansables, un único libro y una única idea, la Torah, que viven en Nueva York, controlan la industria y el dinero, que viven en Moscú y en Berlín, que delatan a sus vecinos, si no respetan sus creencias, que aprendieron a torturar frente a las piedras labradas del templo, suavemente, de la mano de Herodes. ¿Por qué caminan tan deprisa?.

Te puede llamar la atención los tirabuzones de las patillas, la palidez de la piel, la inteligencia para los negocios, para la física y las matemáticas, conozco el Museo del Holocausto y uno se estremece de lo que ve y se pone en lugar de los que sufren.
Sales del túnel y te encuentras el paisaje, pero, ¿por qué, por qué andan tan deprisa?. ¿A dónde van?.
-¡Qué miras!
Seguramente nada, pero la mirada se mantiene intentando saber qué piensas, saber el valor de ese dinero, saber el peso de ese valor. No hay piedad cuando un judío juzga, no hay compasión. Hay una escuela de cadáveres, una exquisita escuela donde no te dejarán entrar, no vives en el gueto, en el gueto de Nueva York, en el de Berlín, en el de Moscú, en el de esa exquisita educación. Ahí entran los que entran, aquellos elegidos.
Aunque las opiniones evolucionan, nadie, nadie ni mi Yo Ateo, podemos opinar de algo relacionado con “lo judío”. Gitanos, homosexuales, comunistas, españoles, tarados, esos otros si, judíos no.
-¡Ojo!, y ten cuidado, ese terreno ya ha sido pisado por otros… y ten cuidado.

Céline escribió su “Viaje al fin de la noche” o “Muerte a crédito”, pero también escribió opiniones bastardas en un mundo bastardo, que era bastante mejor que el que nos dejaron en herencia (y lo que dejaremos nosotros), en todo caso opiniones particulares, vertidas a público en las Bagatelas sobre la dictadura judía, más presente cada día y solo uno de los problemas con los árabes, su vida y su mundo, pero no solo con ellos. Todo esto sigue siendo cercano, porque los campos de concentración nazis, siguen abiertos en espera de clientes. Mientras alguien pueda leer a Céline y alguien pueda tropezar en una alfombra llena de cadáveres, quizá exquisitos, pero cadáveres, todo sigue abierto. Abierto pero mal ventilado.

Conmemorar a Céline es una oportunidad para reflexionar sobre como eran las cosas y como son ahora, todo tan cínicamente correcto. Todos cambiamos, todos sufrimos una evolución, progresamos o nos anquilosamos, lo único que el tiempo no cambia, sobre lo que ya nadie se permite pensar es en “lo judío”, convertido en horror. Opinar sobre una injusticia, no te convierte en un asesino. Y los cadáveres siguen ahí, los que importan y los que no le importan a nadie, todos siguen ahí, encima de una mesa en un cuarto oscuro y todos vosotros tenéis la llave de algún cuarto oscuro, pero entrar en esos cuartos da miedo, y también da miedo salir. Lo que no debería asustar ni acobardar es que allí donde hay luz también se enciende la oscuridad y el desprecio.
-No seas ingenuo, tu también los despreciaste.
Y la lista es larga y las ciudades llenas de Oscuridad a la que no miras a la cara, que camina despacio como si arrastraran un agotamiento de cientos de cadenas, que incluso se tumban a tus pies, para que la esquives a las puertas de los comercios, de tu casa, de tu trabajo y cada día.
-Si tropiezas con alguno, discúlpate.
Eso es todo. Y esto cada vez se llenará más de exquisitos cadáveres, entre los que no vas a poder caminar, ni despacio ni deprisa.¿Y entonces?, ¿volverán a abrirse todas las habitaciones oscuras?.
- ¿Y mientras tu discutes, quién se prepara para jugar?

viernes, 18 de febrero de 2011

ARCO

Interior Museo Arte Contemporaneo Castilla y Leon -MUSAC-


Arte Contemporáneo. Setenta y cinco catedrales no son suficientes para creer en dios, y veintiséis museos y fundaciones de arte moderno y contemporáneo no hacen de España un país menos cateto, amante de arte, ni lleno de coleccionistas, pero sí que crea un problema presupuestario y si no, que se lo digan a los del MUSAC un enorme museo lleno enormes salas vacías, como una catedral saqueada.

Llegar al arte, es un arcaico proceso que evoluciona de una forma lenta, de la misma manera que crece un ciprés, incluso más lentamente. Y ese proceso no se acelera por mucho  que quieras correr, no se llega más al alma por muchos artistas que quieras inventar, no se selecciona de año en año. A ti se te cae el pelo, te crecen las ojeras, se te rizan las cejas, se te aja la piel, pero pasan lustros antes de que crezca un artista nuevo, genial, único, es decir una persona que tenga algo nuevo que decir, algo genial, algo único, porque esa no es una labor de peluquería, esa labor no hay nadie ni nada que pueda acelerarla, no es un proceso científico, es un proceso evolutivo. Pueden pasar cuarenta años antes de que se descubra un acontecimiento físico, pueden pasar otros cuarenta, antes de que el Instituto Clay de Matemáticas premie la resolución de uno solo de Los Siete Problemas del Milenio, y lo mismo ocurre con las demás disciplinas de la mente y el alma. Y eso no se consigue creando fábricas de churros.
Catedral de Leon (Foto de Alejandro Fernández Cabañeros)

Una sola vez he visitado el MUSAC y me aburrí como un hongo, me quedé helado de frío y salí oliendo a fritanga de la cafetería. Una sola vez visité ARCO, ya hace años, y me pareció algo frívolo, un parque temático, como esos de Levante, donde la gente asistía en masa sin orden ni concierto, para quedarse mirando montajes, cuadros absurdos,  y terminar agotados, tumbados dentro de una carpa, muy al estilo de cualquier festival de música veraniego, pero sin playa. Eso si, todo el mundo muy joven, muy puesto, muy pasarela Cibeles, con los labios algo ceñidos, con algo de desdén, es decir era todo una pose, un decorado, nadie andaba por allí por necesidad, tan solo echar el rato, pasear, ligar, ver y ser vistos. Ningún Barceló, ningún Picasso, ningún Modigliani, no vi a Turner, ninguna pelea entre temperamentos, no había nada. Igual que en el MUSAC, espacios inmensos rellenos de postizos, abandonados en galerías arruinadas y así, hasta hoy.

Y antes la Berlinale, para los del cine y  después la feria de Fráncfort para los libreros, eso si, cada vez, cada año, dedicado a un país, porque   así jugamos todos y como siempre, cuanto más demócratas seamos más nos reiremos y mejor justificamos las facturas. No encontramos nada nuevo, nada genial, nada que te acelere el pulso, pero nos lo pasamos bien y algo nos reímos.

Cada año, veo programadas en TV las mismas películas, a la misma, hora del mismo día (ninguna de ningún festival de cine); veo en las liberarías colgados los mismos autores, (salvo raras excepciones en raras editoriales), veo documentales sobre los creadores del arte moderno y contemporáneo, (pero ninguno de los que inventan el arte del futuro incluso del presente) porque los otros no existen y la mayoría de los que prometen (como los milagros de las religiones) terminan siendo humo, y seguramente el genio que nadie descubre, tampoco va a ARCO, no le interesa lo más mínimo. En eso, es como los demás visitantes, incluidos don Felipe y doña Leticia, que van porque es lo que toca.


martes, 15 de febrero de 2011

El día de hoy, ahora y el día de mañana

                                                               Maite Cantón



Ejemplos. Tu ahora, piensa en el día de mañana. Dime con quién andas y te diré quién eres. Quién bien te quiere te hará llorar.

Un hombre de pro. El día de mañana. No hables con extraños. No he llorado demasiado.

 Tengo amigos, malos, más que buenos amigos. La mitad de la vida la he andado solo, la otra mitad mirando que nadie se me pegara y el resto de mis días, pienso seguir más o menos como hasta ahora. No me va mal.

 Rodrigo García: “Conocer gente, comer mierda”. Alex de la Iglesia obsesionado con el payaso de –mi color- y ahora con el payaso triste.

No me molestes. A partir de las diez y media de la noche, duermo. Allí donde esté, caigo rendido, procuro que sea cerca de la cama, en el sofá. Del sofá a la cama apenas ocho peldaños y dos puertas abiertas, y a veces me parece una distancia insalvable. A las seis de la mañana, ya hace un rato que espero que suene el despertador, a las seis y media, me veo frente al espejo del baño, dos metros de largo por uno y medio de ancho, me lavo los dientes, me quito el sueño con agua fría, me visto y tomo café y espero a que S. termine de vestirse y saludar a la perra Tina y largarnos a toda hostia allá donde vayamos a esas horas. Por lo que parece dormimos bien. Salvo esos instantes, el resto del día ando bien despierto, evito que cualquiera, cualquier imbécil me haga llorar y lo consigo.

Pienso continuamente y  cada día pienso en el día de mañana, no hago otra cosa que pensar en el día de mañana, de hecho el día cuatro nos vamos a Teruel, ese es el próximo día de mañana. También existen otros días de mañana. Ayer envié “El cementerio de elefantes”, a dos editoriales y espero que en marzo, alguien, que lea bien, seleccione “La chica de la falda de cuadros”, eso también forma parte del día de mañana.

Y ahora que el tiempo ha pasado, pero no ha pasado del todo, creo que me he convertido en un hombre de pro. Supongo que Antón el herrero que ha venido a tomar medidas para montar un garaje o un invernadero, o lo que sea,  para el coche, también sea un hombre de pro, hoy nadie le haga llorar y sepa con quien anda para llegar a saber quién es (le vi un poco fumao, por eso). Me ha parecido un tipo peculiar, para ser herrero, entendí sus explicaciones y el entendió las mías, creo que es lo más difícil que me ha pasado hoy, y así todo no estoy muy seguro de que la conclusión sea beneficiosa para alguno de los dos. Ahora tengo una llamada de París, otro herrero al que también le he pedido presupuesto, me imagino que querrá saber que pienso de las cosas de la vida y si le doy el trabajo o no. Esperaremos un poco más a ver la opinión de un tercer herrero.

He hablado con mi hermano, que tiene hipo y úlceras en el esófago. La conversación no fue muy fluida, por el hipo, por el teléfono, porque en León hace más frío que aquí, y porque el andaba dando un paseo y yo en casa.

Encuentro en facebook, a Maite Cantón. Hace años que la conozco y sin embargo no se nada de ella, de su vida, de si piensa o no en el día de mañana, de toda aquella gente del verano en Valencia de don Juan. Nada, nadie pero estoy seguro que todos siguen estando por ahí, igual  que ella, que entonces más o menos como ahora, era una chica que se escondía detrás del flequillo. Estoy seguro que volveremos a coincidir algún día y hablaremos de música, de lo que sea, como si fuera ayer, con alguna cerveza de más, que es como mejor se habla, sobre todo cuando han pasado tantos años. Era una chica que siempre daba buenas sensaciones, pues hoy he sentido de nuevo eso, buenas sensaciones.

Con otra gente no, o por lo menos con otra gente sientes malas sensaciones. Esa educación de León, esa educación que nadie olvida. Seguimos atentos por si acaso un día, llega de verdad el día de mañana y nos pilla sin ahorros, sin  amigos y sin recuerdos. Pero en todo caso, siempre nos quedará Valencia de don Juan (en verano).

sábado, 12 de febrero de 2011

Balada Triste de ALEX

                                         (El payaso triste, con la cara quemada)

Voy al cine como una vaca al matadero. Y otra vez más me tratan como una vaca en el matadero. ¡Que le ha pasado a este muchacho!. Creo que he asistido a todas sus películas, le sigo en twiter, le he visto en el festival de cine de Sitges, me parece un tipo cercano, asequible, le veo hablar con camaradería, es una bestia del cine, por eso me pregunto qué le ha pasado y que le pasa, sufre la crisis de los cuarenta, de los cincuenta, vive enamorado, es la pérdida de peso, la responsabilidad política del cargo (por fin se ha librado del asunto).
Nada, no lo se, pero ¡cómo me aburrí con el payaso triste, el de la ceja grande! (nos aburrimos), con la falta de guión, la manifiesta poca gracia de los chistes y desde luego, la historia, esa falta de historia, en un circo que no tiene carpa, en una España que sale de la guerra civil, con un Santiago Segura que deja un consejo gratuito a su hijo, como gratuito es todo lo demás, escenas y escenas y escenas y escenas que no terminan nunca, como los últimos minutos subidos en la Cruz y desde luego que si para darle título a una película y una época tiene que salir Rafael cantando, mejor me quedo tomando cervezas en el Bar de Mary en L’Hospitalet, donde bebe Pirri un tipo que cuando se templa canta como el mismísimo Rafael (incluidos los pasitos y las poses), es decir que uno se deprime y se va a las ramblas o a donde sea.

Y así es la Balada Triste de Trompeta, una cosa deprimente que mañana domingo 13 de febrero, se asomará a la ventana de los Goya y arrasará, igual que en Cannes, y yo me quedaré una vez más en el matadero, con la mirada de las vacas que saben que las pasan a cuchillo en un par de minutos.

Y además me quedo preocupado, me siento culpable por no saber qué le pasa a este muchacho de Bilbao, que es tan colega, que deja el puesto político y con un palmo de narices a la Ministra (o quizá soy yo) y nos presenta este mal sueño que además y como siempre, en sus películas cuenta con los mejores actores del país (incluido a Sancho Gracia, a la sazón un militar sin un ojo, otra pésima peripecia) y con todos los medios, pero quizá, esta vez, como otras veces se queda corto de historia,de guionista y de aquel humor tan negro del día de la bestia o la comunidad.

No es suficiente con hacer volar a Carrero por los aires.

-¿Y vosotros, de qué circo sois?

(Nota: todavía no sabemos como caían los ciervos por el agujero, ni el jabalí, ni como resistió allí, el pobre payasín, tan blandito y desnudín, para ir a caer en manos de aquel malvado y su mozo de cuerda, snif)

jueves, 10 de febrero de 2011

EL LECTOR MECANICO


(La lectora. Picasso)

No hay nadie que haya leído un millón de libros, ni siquiera  un millón de poemas, ni siquiera los atribulados lectores de las editoriales han leído tanto, simplemente porque es imposible, es imposible leer todo lo que se escribe, todo lo que se ha escrito, todo lo que se publica, pero sí que es posible leer con atención algunos libros imprescindibles que te giran la cara como la peor de las bofetadas y en ese mismo instante empiezas a caminar por un mundo que ya no vuelve a ser, nunca más, el mismo. Y es imprescindible dejar a medias libros que no te consiguen manchar. 

 

 Todo esto viene a cuento, porque se dice que en este país se lee poco y el que lo dice, le tiene sin cuidado qué es lo que se lee y como se lee. Para este tipo, lo verdaderamente importante es la cantidad de lectores y la cantidad de libros, (sean estos los tradicionales de papel o los electrónicos), le importan las cantidades; y con ellas las estadísticas, y saber en qué posición quedamos dentro de los pequeños estados autonómicos y dentro de los demás países vecinos. 

 

No conozco el número de lectores, y en todo caso no me interesa lo más mínimo, a mí me interesa la calidad del lector. Presumo de tener entre media docena y docena y media de lectores de cierta calidad, según los momentos, y según los momentos uno o dos. Y  me interesa porque un buen lector y uno malo, opinan, resumen, comentan, seleccionan lo que leen, un lector nato además lo valora, se vuelve creativo, actúa en lo que lee y lo compara con otras historias, navega en ese mar, disfruta y contagia a los demás; un mal lector, almacena libros, horas de lectura como si se tratara de tarros en la despensa,  lee hasta la última letra de cada novela pero no se entera de nada más, deja el libro en el estante y a por otro, igual que cena salchichas y bebe cerveza, actúa de forma automática, y cuando termina su hora de lectura apaga y a otra cosa, de tal forma que si alguien le cambia la señal, el punto de libro y lo atrasa una hora, al día siguiente volvería a leer lo mismo sin extrañarse lo más mínimo, lector mecánico, enciendes y apagas, enciendes y apagas y olvidas. 

 

Oigo que muchos escritores, entre otros Vargas Llosa, dieron vueltas y revueltas hasta que consiguieron publicar (en su caso La ciudad y los perros) y lo mismo le pasó a Garbo (Cien años de soledad). Estoy seguro de que algunas de las editoriales que visitaron, dejaron los originales a lectores mecánicos que opinaron. Ninguno de esos lectores ha dicho nunca nada al respecto, ninguno lo hará. 

 

Supongo que, en estos tiempos, incluso a un lector nato, le costará encontrar en la lectura una emoción superior a todas las emociones que le regalan y le envuelven, a golpe de videojuegos, juegos interactivos, chateos con los amigos, deberes y quehaceres, y lo último de lo último que le pase por la cabeza, sea descubrir algo tan antiguo como un libro y leer, pero por todos los santos del cielo que no le obliguen y se convierta a un parásito lector mecánico jode-novelas. Dejen que los vicios lleguen reptando, despacio y se instalen en la sangre, aunque descubramos que, a ese nuevo lector, la mirada se le vuelve algo más lánguida y la ironía cruce con él la calle, esquivando el resto del tráfico. Déjale que descubra la cualidad de las palabras, el matiz de sus significados, el tono, el calor de las frases, deja que esos descubrimientos lleguen a los oídos apropiados y deja que recupere parte de esa inteligencia iluminando a los que no lo han conseguido. Y lo hará.

 

En todo caso leer  bien, de forma natural, tiene tanto de arte como el propio mérito de poder escribir bien, que al fin y al cabo solo consiste en conocer e interpretar la vida y la muerte. Eso es lo único que nos diferencia de los demás animales, de los demás lectores mecánicos, de los demás escritores mediocres de este mercado.

 

 

sábado, 5 de febrero de 2011

El último tango


No creo que El último tango en París sea la película más erótica de todos los tiempos, pero sí una de las que mejor demuestra la angustia existencial, la soledad, la dejadez y el abandono y supongo que en estos tiempos en los que Reina el Imperio de la Estupidez,  la prisa y las video-imágenes, nadie va a aguantar la lentitud y los diálogos radicales y homófonos de los personajes.

¡Los personajes!. Son tan reales que Gabriel, mi vecino, sería un dibujo animado a su lado. Marlon Brando. No hay nada más real en la vida que una película en la que aparezca M.B. y te aseguro que no hay nada más real que la locura que es capaz de generar una chica de diecinueve años, en el corazón de un hombre de cuarenta y ocho, casualmente la edad que cumpliré en breves momentos (y eso ahora mismo me conmociona), como la emoción que desató en su estreno el año 1973.

¡Años setenta!. Si ahora España, sigue siendo un país de catetos-especuladores, lectores-analfabetos y paletos urbanos gafa-pasta y paga-fantas, España en los años 70, era lo mismo pero en blanco y negro, cuello de cisne y pata de elefante, grises y grilletes,  y así fue que aquellos jóvenes, corrían a la frontera para ver en Francia aquella película americana, sucia y que iba contra el matrimonio y que por supuesto aquí no se podía ver. El resultado de aquella fórmula eran colas de españoles en los cines franceses,( para los franceses, los españoles siempre hacen cola, para salir de España, a la puerta de un cine, o donde sea) medio huidos, y mirando el reloj para volver a la casa patria, antes de las doce, o convertirse definitivamente en calabaza del Un-dos-tres.

Y allí estaban ellos, M.B. y María, María Schneider, María. Y allí estaban sus juegos, sus correrías, sus amores, sus tormentos, un sufrimiento que más que cinematográfico es literario, por eso escribo sobre ellos, literatura pura. Lo que se encontraron los que corrían a ver esa falsa película erótica, no era a Fernando Esteso y Andrés Pajares, no era una película de Suecas en la playa, no era eso, era una historia totalmente existencial que les explotó en la cara, como les explotaría tiempo después Carrero Blanco, la matanza de Atocha, el 23 F, y la democracia. Eso es lo que tiene la democracia que solo volverás a hacer colas, en las rebajas de enero ante las cajeras de Zara, por decir algo y que las salas de cine se convirtieron en multicines donde proyectaban en cualquier sala que entrases, la misma película, hasta conseguir la extinción total, salvo las de efectos especiales 3D gafa-pasta, cristal rosa.

Los que cruzaron la frontera tras el escándalo, volvieron cabizbajos y notaron frío. Aquellos españoles no estaban preparados para digerir exquisiteces. Seguimos igual porque España sigue siendo esa gran casa de Gran Hermano con sus millones de familiares y seguidores
“-puta familia”.

Pasó el tiempo del existencialismo, de las drogas, de aquellas minifaldas, Bertolucci se hizo viejo, MB desapareció para siempre y tu, María, ahora también y para siempre. Es poco, pero estas líneas son solo para ti, para que sepas que hay alguien que se acuerda.

miércoles, 2 de febrero de 2011

HOMO HABILIS SAPIENS


(…)
Mi mujer cree que trabajo en el Ayuntamiento y trabajo en el Ayuntamiento, pero vuelvo a casa con el cuerpo lleno de moratones, como si fuera militar y volviera de una misión. Hoy tengo uno nuevo que ayer no me había salido, en el brazo, por donde me sujetaba antes de romperme la nariz de un puñetazo.
Tengo que pelear cada día con el tipo que me espera en la puerta de la oficina. Le conozco y el me conoce a mi, somos compañeros en el mismo despacho y hace años que ya no nos hablamos, pero a la hora de irme, me espera. Cumple y cada día nos tenemos que pelear. Hoy le he dado una patada y un puñetazo en la mandíbula, pero no se inmuta, como si fuera de corcho, después de nuevo ha conseguido tirarme al suelo y allí es cuando salió otro compañero que se iba para casa y nos ha separado.
-Ya esta bien ¿no? –dijo- todo el día igual.

Prácticamente es así cada día. Supongo que con el tiempo me iré acostumbrado. Nunca he dicho nada, pensaba que las cosas cambiarían, pero no cambian. Cada día empieza y termina la cosa de la misma manera. En casa no he dicho nada, mi mujer me dice que tenga cuidado con las camisas, que las traigo siempre rotas y manchadas.
-No se que haces –dice- pero no ganamos para camisas.
-No hago nada –contesto- es la vida.
-Ya, pero trabajas en el Ayuntamiento, –dice ella- no en Vietnam.

Mi mujer cree que trabajo en el Ayuntamiento, y trabajo en el Ayuntamiento. Nunca he dicho nada, pero ese tipo…

Hoy creo que hablaré con el Jefe de Personal. Todavía no sé lo que le voy a decir, no se que tono usar, no se si disculparle, quizá el tipo que me espera cada día, no sepa como solucionar nuestras diferencias, quizá con el tiempo, todo se vaya arreglando, pero va a ser difícil, no nos hablamos. Hoy cuando salgo veo que no está aquí esperando, lo digo con cierta sorpresa y a la vez con ansiedad, no se si me acechará en otro lugar, algún lugar donde nadie pueda interrumpir la pelea, pero no, si que me espera, el tipo está en la puerta de casa, apoyado en la pared, fumando un cigarrillo. Desde lejos me ve venir y desde lejos, leo en su mirada que hoy va a ser un día diferente.

(…)
Tengo doce años y tengo miedo. A veces tengo tanto miedo que me hago pis encima. No se lo he contado a nadie porque no se como hacerlo, pero hay un niño de mi clase que me tiene envidia y …

(…)
Mi marido cree que no tengo carácter, a veces me grita por tonterías, incluso por alguna opinión de cosas que vemos en la tele. No se lo que le pasa, pero cada vez tengo más miedo y cada vez me gusta menos que me pida perdón…

(…)